PEREGRINANDO EN LA FE CON  MARÍA

 

Primer día

Segundo día

Tercer día

Cuarto día

Quinto día

Sexto día

Séptimo día

Octavo día

Noveno día

Décimo día

Décimo primer día

Décimo segundo día

Décimo tercer día

Décimo cuarto día

Décimo quinto día

Décimo sexto día

Décimo séptimo día

Décimo octavo día

Décimo noveno día

Vigésimo día

Vigésimo primer día

Vigésimo segundo día

Vigésimo tercer día

Vigésimo cuarto día

Vigésimo quinto día

Vigésimo sexto día

Vigésimo séptimo día

Vigésimo octavo día

Vigésimo noveno día

Trigésimo día

Ultimo día

María es mi Madre!


Bajo su manto me amparo, con sus frutos me alimento, con el Pan Eucarístico que me proporciona.

Ella es mi Madre!

Me arrojo en sus brazos y Ella me estrecha contra su corazón. La escucho y su palabra me instruye. La miro y su belleza me alumbra.

Ella es mi Madre!

Si estoy débil me sostiene, la invoco y su bondad me atiende. Si enfermo me sana, si muerto por el pecado me da la vida de la gracia.

Ella es mi Madre!

 En la lucha me socorre, en la tentación me auxilia, en la angustia me consuela, en el trabajo me sostiene, en la agonía me acompaña.

Ella es mi Madre!

Cuando voy a Jesús, me conduce, cuando llego a sus pies, me presenta.Cuando le pido favores, me protege.

Ella es mi Madre!

Si soy constante en mi súplica, me escucha. Si la visito me atiende.
En la vida me guía al cielo y en la muerte recibiré de sus manos la eterna corona.

Ella es mi Madre!

Que buena es María, que dulce y hermosa es!

Ella es mi Madre!

Nuestra Señora del Santísimo Sacramento.

Ruega por nosotros !

 

 

 

 

Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!,
que jamás se ha oído decir que ninguno
de los que han acudido a vuestra protección,
implorando vuestra asistencia y reclamando
vuestro socorro, haya sido desamparado.
Animado por esta confianza, a Vos también acudo, ¡oh Madre, Virgen de las vírgenes!,
y gimiendo bajo el peso de mis pecados
me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana.
¡Oh Madre de Dios!, no desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente. Amén.

 

Acuérdate, Virgen Madre de Dios, cuando estés delante del Señor, de decirle cosas buenas de mí. "Recordare, Virgo Mater Dei, dum steteris in conspectu Domini, ut loquaris pro nobis bona".  (Oración de la Misa de María Mediadora de todas de todas las gracias)
 
 

Honrando a la Virgen Santísima, Glorificamos a Dios

 

"...Nunca pensáis en María, sin que Ella en vuestro lugar piense en Dios. Nunca alabáis ni honráis, sin que Ella con vosotros alabe y honre a Dios. María está en total conexión con Dios, y con toda propiedad yo la llamaría: la relación de Dios, que sólo existe en referencia a Dios, el eco de Dios, que sólo habla y repite a Dios. Santa Isabel alabó a María y la llamó bienaventurada porque Ella creyó, y María, el eco fidelísimo de Dios entonó: «Magnificat anima mea Domino», -Mi alma glorifica al Señor- (Lc I, 46). Lo que obró María en esa ocasión, lo repite todos los días; cuando la alabamos, honramos, amamos, o le ofrecemos algo, Dios es alabado, honrado, amado y ese agasajo lo recibe por María y en María..."

 

(San Luis María Grignion de Montfort. "Tratado de la Verdadera Devoción")

 

 

 

MARÍA, EL TESORO DE DIOS 

 

 
«Dios Padre juntó todas las aguas, y las llamó mar; juntó todas sus gracias, y las llamó María. Este gran Señor tiene un tesoro o almacén riquísimo, en el que ha encerrado cuanto tiene de más hermoso, refulgente, raro y precioso, hasta su mismo Hijo; y este inmenso tesoro es María, a quien los santos llaman el 'Tesoro de Dios', y de cuya plenitud se enriquecen los hombres».
 
(Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen. San Luis María Grignion de Montfort)

 

 

 

CATEQUESIS DE SAN JUAN PABLO II

"VIRGO FIDELIS"

  Extracto de la Homilía en la Catedral de la ciudad de México.

 26 de enero de 1979.

ÍNDICE DE LAS MEDITACIONES DE CADA DÍA DEL MES

13 - EN EL MAGNÍFICAT MARIA CELEBRA LA OBRA ADMIRABLE DE DIOS
14 -
EL MAGNÍFICAT ES COMO EL TESTAMENTO ESPIRITUAL DE MARÍA
15 -
EL ESPÍRITU SANTO EN LA VISITACIÓN
16 -
LA VIRGINIDAD DE MARÍA, VERDAD DE FE
17 -
MARÍA EN EL NACIMIENTO DE JESÚS
18 -
MARÍA, MADRE DE DIOS
19 -
LA PRESENTACIÓN DE JESÚS EN EL TEMPLO
20 -
LA PROFECÍA DE SIMEÓN ASOCIA A MARÍA  AL DESTINO DOLOROSO DE SU HIJO
21 -
LA COOPERACIÓN DE LA MUJER EN EL MISTERIO DE LA REDENCIÓN
22 -
EL ESPÍRITU SANTO EN LA PRESENTACIÓN DE JESÚS EN EL TEMPLO
23 -
JESÚS PERDIDO Y HALLADO EN EL TEMPLO
24 -
MARÍA EN LA VIDA OCULTA DE JESÚS
25 -
EL ESPÍRITU SANTO EN LAS RELACIONES DE JESÚS CON SU MADRE
26 -
MARÍA EN LAS BODAS DE CANÁ
27 -
EN CANÁ, MARÍA INDUCE A JESÚS A REALIZAR EL PRIMER MILAGRO
28 -
LA PARTICIPACIÓN DE MARÍA EN LA VIDA PÚBLICA DE JESÚS
29 -
LA VIRGEN MARÍA COOPERADORA EN LA OBRA DE LA REDENCIÓN
30 -
PRESENCIA DE MARÍA EN EL ORIGEN DE LA IGLESIA
31 -
MARÍA INMACULADA REDIMIDA POR PRESERVACIÓN

 VIRGO FIDELIS

 
 
Queridos hermanos y hermanas:
 
"...De entre tantos títulos atribuidos a la Virgen, a lo largo de los siglos, por el amor filial de los cristianos, hay uno de profundísimo significado: Virgo Fidelis, Virgen fiel. ¿Qué significa esta fidelidad de María?¿Cuáles son les dimensiones de esa fidelidad?

La primera dimensión se llama búsqueda. María fue fiel ante todo cuando, con amor se puso a buscar el sentido profundo del Designio de Dios en Ella y para el mundo. “ Quomodo fiet? -¿Cómo sucederá esto? ”, preguntaba Ella al Ángel de la Anunciación. Ya en el Antiguo Testamento el sentido de esta búsqueda se traduce en una expresión de rara belleza y extraordinario contenido espiritual: “ buscar el Rostro del Señor ”. No habrá fidelidad si no hubiere en la raíz esta ardiente, paciente y generosa búsqueda; si no se encontrara en el corazón del hombre una pregunta, para la cual sólo Dios tiene respuesta, mejor dicho, para la cual sólo Dios es la respuesta.

La segunda dimensión de la fidelidad se llama acogida, aceptación. El “quomodo fiet” se transforma, en los labios de María, en un “fiat”. Que se haga, estoy pronta, acepto: éste es el momento crucial de la fidelidad, momento en el cual el hombre percibe que jamás comprenderá totalmente el cómo; que hay en el Designio de Dios más zonas de misterio que de evidencia; que, por más que haga, jamás logrará captarlo todo. Es entonces cuando el hombre acepta el misterio, le da un lugar en su corazón así como “ María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón ” Es el momento en el que el hombre se abandona al misterio, no con la resignación de alguien que capitula frente a un enigma, a un absurdo, sino más bien con la disponibilidad de quien se abre para ser habitado por algo – ¡por Alguien! – más grande que el propio corazón. Esa aceptación se cumple en definitiva por la fe que es la adhesión de todo el ser al misterio que se revela.

Coherencia, es la tercera dimensión de la fidelidad. Vivir de acuerdo con lo que se cree. Ajustar la propia vide al objeto de la propia adhesión. Aceptar incomprensiones, persecuciones antes que permitir rupturas entre lo que se vive y lo que se cree: esta es la coherencia. Aquí se encuentra, quizás, el núcleo más intimo de la fidelidad.

Pero toda fidelidad debe pasar por la prueba más exigente: la de la duración. Por eso la cuarta dimensión de la fidelidad es la constancia. Es fácil ser coherente por un día o algunos días. Difícil e importante es ser coherente toda la vida. Es fácil ser coherente en la hora de la exaltación, difícil serlo en la hora de la tribulación. Y sólo puede llamarse fidelidad una coherencia que dura a lo largo de toda la vida. El “fiat” de María en la Anunciación encuentra su plenitud en el “fiat” silencioso que repite al pie de la cruz. Ser fiel es no traicionar en les tinieblas lo que se aceptó en público.

De todas les enseñanzas que la Virgen da a sus hijos, quizás la más bella e importante es esta lección de fidelidad..."
 

UNA ORACIÓN PARA MARÍA

 
 

Oh Virgen santísima,
Madre de Dios,
Madre de Cristo,
Madre de la Iglesia,
míranos clemente en esta hora.

Virgo fidélis, Virgen fiel,
ruega por nosotros.
Enséñanos a creer como has creído tu.
Haz que nuestra fe
en Dios, en Cristo, en la Iglesia,
sea siempre límpida, serena, valiente, fuerte, generosa.

Mater amábilis, Madre digna de amor.
Mater pulchrae dilectiónis, Madre del Amor Hermoso,
¡ruega por nosotros!
Enséñanos a amar a Dios y a nuestros hermanos
como les amaste tú;
haz que nuestro amor a los demás
sea siempre paciente, benigno, respetuoso.

Causa nostrae laetítiae, causa de nuestra alegría,
¡ruega por nosotros!
Enséñanos a saber captar, en la fe,
la paradoja de la alegría cristiana,
que nace y florece en el dolor,
en la renuncia,
en la unión con tu Hijo crucificado:
¡haz que nuestra alegría
sea siempre auténtica y plena
para podérsela comunicar a todos!
Amén.

(Oración escrita por San Juan Pablo II)

CONSAGRACIÓN A JESÚS (*)

 

Oh sabiduría eterna encarnada, Oh amabilísimo y adorable Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, hijo único del Padre eterno y de María siempre Virgen.

Te adoro profundamente en el seno y esplendor de tu Padre en la eternidad y en el seno virginal de María tu dignísima madre, en el momento de tu Encarnación.

Te doy gracias por haberte anonadado, tomando forma de esclavo, para librarme de la cruel esclavitud del demonio; te alabo y glorifico porque has querido someterte a María tu santísima madre, en todas las cosas, para hacerme por medio de ella tu fiel hijo.

Pero, yo ingrato e infiel, no he guardado los votos y promesas que tan solemnemente hice en mi bautismo; no he cumplido mis obligaciones; no merezco ser llamado hijo tuyo ni tu esclavo; como no hay nada en mí que no merezca repulsa y cólera, no me atrevo por mí mismo a acercarme a tu santísima y soberana majestad.

Por eso, recurro a la intercesión y a la misericordia de tu Santísima madre, que me has dado por mediadora; por ella espero obtener la contrición y el perdón de mis pecados, la adquisición y la conservación de la sabiduría.

Te saludo pues, oh María inmaculada, tabernáculo vivo de la divinidad, en el que la sabiduría eterna oculta quiere ser adorada de los ángeles y de los hombres.

Te saludo, Reina del Cielo y de la tierra, a cuyo imperio todo está sometido: todo lo que está debajo de Dios.

Te saludo, Refugio seguro de los pecadores, cuya misericordia no ha faltado jamás a nadie.

Escucha los deseos que tengo de la divina sabiduría, y recibe los votos y ofrendas que presenta mi bajeza.

Yo, pecador infiel, renuevo y ratifico hoy, en vuestras manos las promesas de mi bautismo.

Renuncio para siempre a las seducciones de Satanás y a sus obras, y me entrego por entero a Jesucristo, la sabiduría encarnada, para llevar mi cruz en su seguimiento todos los día de mi vida, para que le sea más fiel de lo que he sido hasta ahora.

Te elijo, María, en presencia de la corte celestial por mi Madre y Reina. Entrego y consagro con toda sumisión y amor, mi cuerpo, mi alma, mis bienes interiores y exteriores, el valor mismo de mis buenas obras, pasadas, presentes y futuras, dejándote el pleno derecho de disponer de ellas, de mí y de todo lo que me pertenece, sin excepción, según tu beneplácito, a la mayor gloria de Dios en el tiempo y la eternidad.

Recibe, dulce Virgen María, esta ofrenda de mi esclavitud de amor, en honor y unión de la sumisión que la sabiduría eterna quiso tener con tu maternidad; en vasallaje del poder que tenéis los dos sobre este miserable pecador, y en acción de gracias por los privilegios con que te ha favorecido la Santísima Trinidad.

Proclamo que en adelante quiero, como verdadero hijo, buscar tu honra y obedecerte en todo.

Madre admirable, preséntame a tu querido hijo en calidad de esclavo eterno para que, rescatado por tí me reciba también por tí.

Madre de misericordia, dame la gracia de conseguir la verdadera sabiduría de Dios y de estar en el número de los que amas, enseñas, guías, alimentas y proteges como verdaderos hijos.

Virgen fiel, hazme en todo un discípulo tan perfecto, imitador y esclavo de la sabiduría encarnada, Jesucristo, hijo tuyo que llegue, por tu intercesión y a tu ejemplo, a la plenitud de su edad sobre la tierra y de su gloria en los cielos.

Amén.

 
(*) Este texto de la "Consagración a Jesús por medio de María", fue escrito por SAN LUIS MARIA GRIGNION DE MONFORT

ORACIÓN

 
Omnipotente y sempiterno Dios, que con la cooperación del Espíritu Santo, preparaste el cuerpo y el alma de la gloriosa Virgen y Madre María para que fuese merecedora de ser digna morada de tu Hijo; concédenos que, pues celebramos con alegría su conmemoración, por su piadosa intercesión seamos liberados de los males presentes y de la muerte eterna. Por el mismo Cristo nuestro Señor. Amén.

© 2002-2017 MariaMediadora™ - All Rights Reserved

marisayeduardo@SantoRosario.info