Editores de
"El Camino de
María"
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V Señor, ten
misericordia de nosotros R. Señor, ten misericordia de
nosotros V. Cristo, ten misericordia de nosotros R. Cristo,
ten misericordia de nosotros V. Señor, ten misericordia de
nosotros R. Señor, ten misericordia de nosotros V. Cristo,
óyenos R. Cristo, óyenos V. Cristo, escúchanos R. Cristo,
escúchanos V. Dios, Padre celestial R. Ten misericordia de
nosotros V. Dios Hijo Redentor del mundo R. Ten misericordia
de nosotros V. Dios Espíritu Santo R. Ten misericordia de
nosotros V. Trinidad Santa, un solo Dios
R. Ten misericordia de
nosotros
Acordaos, ¡oh piadosísima
Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los
que han acudido a vuestra protección, implorando vuestra
asistencia y reclamando vuestro socorro, haya sido
desamparado. Animado por esta confianza, a Vos también
acudo, ¡oh Madre, Virgen de las vírgenes!, y gimiendo bajo el
peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante vuestra presencia
soberana. ¡Oh Madre de Dios!, no desechéis mis súplicas, antes
bien, escuchadlas y acogedlas benignamente.
Amén.
Acuérdate, Virgen Madre de Dios, cuando estés delante del
Señor, de decirle cosas buenas de mí. "Recordare, Virgo Mater Dei,
dum steteris in conspectu Domini, ut loquaris pro nobis
bona". (Oración de la Misa de María Mediadora de
todas de todas las gracias)
Jesús
perdido y hallado en el Templo
Sus padres iban todos
los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Y cuando tuvo doce
años, subieron a la fiesta, como era costumbre. Pasados aquellos
días, al regresar, el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que lo
advirtieran sus padres. Suponiendo que iba en la caravana, hicieron
un día de camino buscándolo entre los parientes y conocidos, y al no
encontrarlo, volvieron a Jerusalén en su busca. Y al cabo de tres
días lo encontraron en el Templo, sentado en medio de los doctores,
escuchándoles y preguntándoles. Cuando le oían quedaban admirados de
su sabiduría y de sus respuestas. Al verlo se maravillaron, y le
dijo su madre: -Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira que tu padre
y yo, angustiados, te buscábamos. Y él les dijo: -¿Por qué me
buscábais? ¿No sabíais que es necesario que yo esté en las cosas de
mi Padre? Pero ellos
no comprendieron lo que les dijo.(Lc 2,
41-50) |
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