Editores de
"El Camino de
María"
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Acordaos, ¡oh piadosísima
Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los
que han acudido a vuestra protección, implorando vuestra
asistencia y reclamando vuestro socorro, haya sido
desamparado. Animado por esta confianza, a Vos también
acudo, ¡oh Madre, Virgen de las vírgenes!, y gimiendo bajo el
peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante vuestra presencia
soberana. ¡Oh Madre de Dios!, no desechéis mis súplicas, antes
bien, escuchadlas y acogedlas benignamente.
Amén.
Acuérdate, Virgen Madre de Dios, cuando estés delante del
Señor, de decirle cosas buenas de mí. "Recordare, Virgo Mater Dei,
dum steteris in conspectu Domini, ut loquaris pro nobis
bona".
(Oración
de la Misa de María Mediadora de todas de todas las
gracias)
La Anunciación del Ángel a María
"En el sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por
Dios a una joven virgen que vivía en la ciudad de Galilea llamada
Nazareth, y que era prometida de José, de la familia de David. Y el
nombre de la virgen era María. Entró el ángel a su presencia y le
dijo: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo. María
quedó muy conmovida por lo que veía, y se preguntaba qué querría
decir ese saludo. Pero el ángel le dijo: No temas, María, porque has
encontrado el favor de Dios. Vas a quedar embarazada y darás a luz a
un hijo, al que pondrás el nombre de Jesús. Será grande, y con razón
lo llamarán Hijo del Altísimo. Dios le dará el trono de David, su
antepasado. Gobernará por siempre el pueblo de Jacob y su reinado no
terminará jamás. María, entonces, dijo al ángel: ¿Cómo podré ser
madre si no tengo relación con ningún hombre? Contestó el ángel: El
Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del altísimo te
cubrirá con su sombra; por eso tu hijo será Santo y con razón lo
llamarán Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel: en su vejez
ha quedado esperando un hijo, y ya está en el sexto mes del
embarazo. Para Dios, nada será imposible. Dijo María: Yo soy la
esclava del Señor; Hágase en mí lo que has dicho. Después de
estas palabras, el ángel se retiró" (Lucas
1,26-38).
He
aquí, dice, la esclava del Señor. ¿Qué humildad es ésta tan
alta que no se deja vencer de las honras ni se engrandece en la
gloria? Es escogida por Madre de Dios y se da el nombre de esclava
(...]. No es cosa grande ser humilde en el abatimiento, pero
es muy grande y muy rara ser humilde en el honor. (SAN
BERNARDO Homilía sobre la Virgen Madre, 4).
Ved la humildad de la Virgen, ved su devoción:
Y dijo María: He aquí la esclava del Señor. Se llama esclava la que
es elegida como Madre, y no se llena de orgullo por una promesa tan
sorprendente: porque la que había de dar a luz al manso y humilde,
debió manifestar ante todo su humildad; llamándose a si misma
esclava, no se apropió la prerrogativa de una gracia tan especial,
porque hacía lo que le mandaban (SAN AMBROSIO, en Catena Aurea, vol.
V, p. 50).
Esta hermosa virtud, dice San Bernardo, fue la causa
de que el Padre Eterno mirase a la Santísima Virgen con
complacencia; y si la virginidad atrajo las miradas divinas, su
humildad fue la causa de que concibiese en su seno al Hijo de
Dios. Si la Santísima Virgen es la Reina de las Vírgenes, es
también la Reina de los humildes (SANTO CURA DE ARS, Sermón
sobre la humildad).
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