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EL CAMINO DE MARIA: Newsletter 594. SAGRADO CORAZON DE JESUS . Editada por SantoRosario.info

Esta edición la puede leer y/o imprimir desde: http://www.mariamediadora.com/Oracion/Newsletter594.htm

El detalle de todas las ediciones de "El Camino de María" del año 2010 y 2011 lo puede obtener en:

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EL CAMINO DE MARÍA

SAGRADO CORAZÓN: SÍMBOLO DEL AMOR DE CRISTO

Sacratísimo Corazón de Jesús, en Ti confío!

LA GRAN PROMESA

«Te prometo, en una efusión misericordiosa de Mi Corazón, que el omnipotente Amor de Mi Corazón concederá el beneficio de la perseverancia final a los que por nueve meses seguidos, se acerquen a la Sagrada Mesa los primeros viernes de cada mes. No morirán sin recibir los Santos Sacramentos; y, en aquellos últimos momentos, Mi Corazón les será asilo seguro».

Revelación de Nuestro Señor Jesucristo a Santa Margarita María de Alacoque. Texto extraído de la Bula de Canonización de Santa Margarita María.

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Newsletter 594

SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Viernes 1 de julio de 2011

Soy todo tuyo y todas mis cosas Te pertenecen. Te pongo al centro de mi vida. Dame tu Corazón, oh María.

  Soy todo tuyo, María
Madre de nuestro Redentor
Virgen Madre de Dios, Virgen piadosa. Madre del Salvador del mundo. Amen.

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CARTA DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
CON MOTIVO DEL 50° ANIVERSARIO
DE LA ENCÍCLICA
HAURIETIS AQUAS

Oh Dios Padre Misericordioso, que por mediación de Jesucristo, nuestro Redentor, y de su Madre, la Bienaventurada Virgen María, y la acción del Espíritu Santo, concediste al Beato Juan Pablo II la gracia de ser Pastor ejemplar en el servicio de la Iglesia peregrina, de los hijos e hijas de la Iglesia y de todos los hombres y mujeres de buena voluntad, haz que yo sepa también responder con fidelidad a las exigencias de la vocación cristiana, convirtiendo todos los momentos y circunstancias de mi vida en ocasión de amarte y de servir al Reino de Jesucristo. Te ruego que te dignes glorificar al Beato Juan Pablo II y que me concedas por su intercesión el favor que te pido... (pídase).

  A Tí, Padre Omnipotente, origen del cosmos y del hombre, por Cristo, el que vive, Señor del tiempo y de la historia, en el Espíritu Santo que santifica el universo, alabanza, honor y gloria ahora y por los siglos de los siglos. Amén.

Padrenuestro, Avemaría, Gloria.

25 de marzo al 25 de diciembre

 

 

 

   

"Yo estoy crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí: la vida que sigo viviendo en la carne, la vivo en la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí." (Gálatas 2, 19-20)

 
CARTA ENCÍCLICA MISERENTISSIMUS REDEMPTOR
SOBRE LA EXPIACIÓN QUE TODOS DEBEN AL
SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
 
Dulcísimo Jesús, cuya caridad derramada sobre los hombres se paga tan ingratamente con el olvido, el desdén y el desprecio, míranos aquí postrados ante tu altar. Queremos reparar con especiales manifestaciones de honor tan indigna frialdad y las injurias con las que en todas partes es herido por los hombres Tu amoroso Corazón.
 
Recordando, sin embargo, que también nosotros nos hemos manchado tantas veces con el mal, y sintiendo ahora vivísimo dolor, imploramos ante todo Tu Misericordia para nosotros, dispuestos a reparar con voluntaria expiación no sólo los pecados que cometimos nosotros mismos, sino también los de aquellos que, perdidos y alejados del camino de la salud, rehúsan seguirte como Pastor y Guía, obstinándose en su infidelidad, y han sacudido el yugo suavísimo de Tu Ley, pisoteando las promesas del Bautismo.
 
Al mismo tiempo que queremos expiar todo el cúmulo de tan deplorables crímenes, nos proponemos reparar cada uno de ellos en particular: la inmodestia y las torpezas de la vida y del vestido, las insidias que la corrupción tiende a las almas inocentes, la profanación de los días festivos, las miserables injurias dirigidas contra Ti y contra Tus santos, los insultos lanzados contra Tu Vicario y el orden sacerdotal, las negligencias y los horribles sacrilegios con que se profana el mismo Sacramento del Amor Divino y, en fin, las culpas públicas de las naciones que menosprecian los derechos y el magisterio de la Iglesia por Ti fundada.
 
Por lo tanto, como reparación del honor divino conculcado, te presentamos, acompañándola con las expiaciones de tu Madre la Santísima Virgen, de todos los santos y de los fieles piadosos, aquella satisfacción que Tú mismo ofreciste un día en la Cruz al Padre, y que renuevas todos los días en los altares.
 
Te prometemos con todo el corazón compensar en cuanto esté de nuestra parte, y con el auxilio de tu gracia, los pecados cometidos por nosotros y por los demás: la indiferencia a tan grande amor con la firmeza de la fe, la inocencia de la vida, la observancia perfecta de la ley evangélica, especialmente de la caridad, e impedir además con todas nuestras fuerzas las injurias contra Ti, y atraer a cuantos podamos a tu seguimiento.
 
Acepta, te rogamos, benignísimo Jesús, por intercesión de la Bienaventurada Virgen María Reparadora, el voluntario ofrecimiento de expiación; y con el gran don de la perseverancia, consérvanos fidelísimos hasta la muerte en el culto y servicio a Ti, para que lleguemos todos un día a la patria donde Tú con el Padre y con el Espíritu Santo vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

 

Querido/a Suscriptor/a de "El Camino de María"

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El viernes siguiente al II Domingo después de Pentecostés, la Iglesia celebra la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. Además de la celebración litúrgica, otras muchas expresiones de piedad tienen por objeto el Corazón de Cristo. No hay duda de que la devoción al Corazón del Salvador ha sido, y sigue siendo, una de las expresiones más difundidas y amadas de la piedad eclesial.

La devoción al Corazón de Cristo tiene un sólido fundamento en la Escritura. Jesús, que es Uno con el Padre (cfr. Jn 10,30), invita a sus discípulos a vivir en íntima comunión con Él, a asumir su Persona y su Palabra como norma de conducta, y se presenta a Sí mismo como Maestro "manso y humilde de corazón" (Mt 11,29).

El texto de San Juan que narra la ostensión de las manos y del costado de Cristo a los discípulos (cfr. Jn 20,20) y la invitación dirigida por Cristo a Tomás, para que extendiera su mano y la metiera en su costado (cfr. Jn 20,27), han tenido también un influjo notable en el origen y en el desarrollo de la piedad eclesial al Sagrado Corazón.

Estos textos, y otros que presentan a Cristo como Cordero pascual, victorioso, aunque también inmolado (cfr. Ap 5,6), fueron objeto de asidua meditación por parte de los Santos Padres, que desvelaron las riquezas doctrinales y con frecuencia invitaron a los fieles a penetrar en el misterio de Cristo por la puerta abierta de su Costado. Así San Agustín: "La entrada es accesible: Cristo es la Puerta. También se abrió para ti cuando su Costado fue abierto por la lanza. Recuerda qué salió de allí; así mira por dónde puedes entrar. Del Costado del Señor que colgaba y moría en la Cruz salió Sangre y agua, cuando fue abierto por la lanza. En el agua está tu purificación, en la Sangre tu redención".

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El 16 de junio de 1675 nuestro Señor Jesucristo se apareció y le mostró su Corazón a Santa Margarita María de Alacoque (religiosa en un Convento de Paray-le-Monial (Francia). Su Corazón estaba rodeado de Llamas de Amor, Coronado de espinas, con una Herida abierta de la cual brotaba Sangre y, del interior de Su Corazón, salía una Cruz.  Santa Margarita  escuchó a Nuestro Señor decir: "He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres, y en cambio, de la mayor parte de los hombres no recibe nada más que ingratitud, irreverencia y desprecio, en este Sacramento de Amor." 

Con estas palabras nuestro Señor mismo nos dice en qué consiste la devoción a Su Sagrado Corazón. La devoción está dirigida a la Persona de Jesucristo y a Su Amor no correspondido, representado por su Corazón.

Los actos esenciales de esta devoción son: amor, reparación y desagravio. Amor, por lo mucho que Él nos ama. Reparación y desagravio, por las muchas injurias que recibe sobre todo en la Sagrada Eucaristía.

Las formas de devoción al Sagrado Corazón  son numerosas; algunas han sido explícitamente aprobadas y recomendadas con frecuencia por la Sede Apostólica. Entre éstas hay que recordar:

-La consagración personal, que, según Pío XI, "entre todas las prácticas del culto al Sagrado Corazón es sin duda la principal";

-La consagración de la familia, mediante la que el núcleo familiar, partícipe ya por el Sacramento del matrimonio del misterio de unidad y de amor entre Cristo y la Iglesia, se entrega al Señor para que reine en el corazón de cada uno de sus miembros;

-Las Letanías del Corazón de Jesús, aprobadas en 1891 para toda la Iglesia, de contenido marcadamente bíblico y a las que se han concedido indulgencias;

-El acto de reparación, fórmula de oración con la que los creyentes, conscientes de la infinita bondad de Cristo, imploramos misericordia y deseamos reparar las ofensas cometidas de tantas maneras contra su Corazón;

-La práctica de los nueve primeros viernes de mes, que tiene su origen en la "Gran Promesa" (*) hecha por Jesús a Santa Margarita María de Alacoque. En una época en la que la comunión sacramental era muy rara entre los fieles, la práctica de los nueve primeros viernes de mes contribuyó significativamente a restablecer la frecuencia de los Sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía. En nuestros días, la devoción de los primeros viernes de mes, si se practica de un modo correcto, da indudable fruto espiritual.

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El Santo Padre Benedicto XVI escribió el 15 de mayo de 2006 una Carta con motivo del 50 aniversario de la Encíclica HAURIETIS AQUAS .

"Las palabras del profeta Isaías, "sacaréis agua con gozo de las fuentes de la salvación" (Is 12, 3), con las que comienza la Encíclica con la que Pío XII recordaba el primer centenario de la extensión a toda la Iglesia de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, no han perdido nada de su significado hoy, cincuenta años después. La Encíclica Haurietis aquas, al promover el culto al Corazón de Jesús, exhortaba a los creyentes a abrirse al misterio de Dios y de su Amor, dejándose transformar por Él. Cincuenta años después, sigue siendo siempre actual la tarea de los cristianos de continuar profundizando en su relación con el Corazón de Jesús para reavivar en sí mismos la fe en el Amor salvífico de Dios, acogiéndolo cada vez mejor en su vida.

El costado traspasado del Redentor es la fuente a la que nos invita a acudir la Encíclica Haurietis aquas:  debemos recurrir a esta fuente para alcanzar el verdadero conocimiento de Jesucristo y experimentar más a fondo Su Amor. Así podremos comprender mejor lo que significa conocer en Jesucristo el Amor de Dios, experimentarlo teniendo puesta nuestra mirada en Él, hasta vivir completamente de la experiencia de Su Amor, para poderlo testimoniar después a los demás.

En efecto, como escribió mi venerado predecesor Juan Pablo II, "junto al Corazón de Cristo, el corazón del hombre aprende a conocer el sentido verdadero y único de su vida y de su destino, a comprender el valor de una vida auténticamente cristiana, a evitar ciertas perversiones del corazón humano, a unir el amor filial hacia Dios con el amor al prójimo. Así  -y esta es la verdadera reparación pedida por el Corazón del Salvador-  sobre las ruinas acumuladas por el odio y la violencia, se podrá construir la civilización del  Corazón de Cristo" (Carta del Beato Juan Pablo II al prepósito general de la Compañía de Jesús, 5 de octubre de 1986)..."

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Señor Jesucristo, Rey de Amor y Príncipe de la paz, reina en nuestros corazones y en nuestros hogares. Vence todos los poderes del maligno y llévanos a participar en la victoria de Tu Sagrado Corazón. ¡Que todos proclamemos y demos gloria a Ti, al Padre y al Espíritu Santo, único Dios que vive y reina por los siglos de los siglos! Amén. (Beato Juan Pablo II. Oración en la Catedral del Sagrado Corazón de  Dehli. 1 de febrero de 1986)


(*) LA GRAN PROMESA

Nuestro Señor Jesucristo a Santa Margarita María de Alacoque

1.Les daré todas las gracias necesarias para su estado.
2.Pondré paz en sus familias.
3.Los consolaré en todas sus penas.
4.Seré su refugio seguro durante la vida y sobre todo en la hora de la muerte.
5.Derramaré abundantes bendiciones sobre todas sus empresas.
6.Los pecadores encontrarán en Mi Corazón la fuente y el océano infinito de la Misericordia.
7.Las almas tibias se volverán fervorosas.
8.Las almas fervorosas se elevarán a gran perfección.
9.Bendeciré las casas en que la imagen de Mi Sagrado Corazón sea expuesta y honrada.
10.Daré a los sacerdotes el don de tocar los corazones más endurecidos.
11.Las personas que propaguen esta devoción tendrán su nombre escrito en Mi Corazón, y jamás será borrado de Él.
12.
Yo prometo, en una efusión misericordiosa de Mi Corazón, que el omnipotente Amor de Mi Corazón concederá el beneficio de la perseverancia final a los que por nueve meses seguidos, se acerquen a la Sagrada Mesa los primeros viernes de cada mes. No morirán sin recibir los Santos Sacramentos; y, en aquellos últimos momentos, Mi Corazón les será asilo seguro.  


MEDITACIÓN DEL BEATO JUAN PABLO II 

                

SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, FUENTE DE TODO CONSUELO

TEN MISERICORDIA DE NOSOTROS 

 Ángelus, 13 de agosto de 1989

CORAZÓN DE JESÚS, FUENTE DE TODO CONSUELO

 

¡Queridos Hermanos y Hermanas!

1.Dios, Creador del Cielo y de la tierra, es también "el Dios de toda consolación" (2 Co 1,3; Rm 15,5). Numerosas páginas del Antiguo Testamento nos muestran a Dios que, en su gran ternura y compasión, consuela a su pueblo en la hora de la aflicción. Para confortar a Jerusalén, destruida y desolada, el Señor envía a sus profetas a llevar un mensaje de consuelo: "Consolad, consolad a mi pueblo... Hablad al corazón de Jerusalén y decidle bien alto que ya ha cumplido su milicia" (Is 40.1-2); y, dirigiéndose a Israel oprimido por el temor de sus enemigos, declara: "Yo soy tu consolador" (Is 51,12); e incluso, comparándose con una madre llena de ternura hacia sus hijos, manifiesta su voluntad de llevar paz, gozo y consuelo a Jerusalén: "Alegraos, Jerusalén, y regocijaos por ella todos los que la amáis... de modo que os hartéis de sus consuelos... Como uno a quien su madre le consuela, así yo os consolaré, y por Jerusalén seréis consolados" (Is 66,10.11.13).

2.En Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, nuestro hermano, el "Dios-que-consuela" se hizo presente entre nosotros. Así lo indicó primeramente el justo Simeón, que tuvo la dicha de acoger entre sus brazos al Niño Jesús y de ver en Él realizada la consolación de Israel (Lc 2,25). Y, en toda la vida de Cristo, la predicación del Reino fue un ministerio de consolación: anuncio de un alegre mensaje a los pobres, proclamación de libertad a los oprimidos, de curación a los enfermos, de gracia y de salvación a todos (Lc 4,16-211: Is 61,1-2).

Del Corazón de Cristo brotó esta tranquilizadora bienaventuranza: "Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados" (Mt 5,5), así como la tranquilizadora invitación: "Venid a Mi todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y Yo os daré descanso" (Mt 11,28).

La consolación que provenía del Corazón de Cristo era participación en el sufrimiento humano, voluntad de mitigar el ansia y aliviar la tristeza, y signo concreto de amistad. En Sus palabras y en Sus gestos de consolación se unían admirablemente la riqueza del sentimiento y la eficacia de la acción. Cuando, cerca de la puerta de la ciudad de Naím, vio a una viuda que acompañaba al sepulcro a su hijo único. Jesús compartió su dolor: "Tuvo compasión de ella" (Lc 7,13), tocó el féretro, ordenó al joven que se levantara y lo restituyó a su madre (Lc. 7,14-15).

3.El Corazón del Salvador es también, más aún, principalmente "Fuente de consuelo" porque Cristo, juntamente con el Padre, dona el Espíritu Consolador: "Yo pediré al Padre y os dará otro Consolador para que esté con vosotros para siempre" (Jn 14,16: 14,25; 16,12): Espíritu de verdad y de paz, de concordia y de suavidad de alivio y de consuelo: Espíritu que brota de la Pascua de Cristo (Jn 19,28-34) y del evento de Pentecostés (Hch 2,1-13).

4.Toda la vida de Cristo fue por ello un continuo ministerio de misericordia y de consolación. La Iglesia, contemplando el Corazón de Cristo y las fuentes de gracia y de consolación que de Él manan, ha expresado esta realidad estupenda con la invocación: "Corazón de Cristo, fuente de todo consuelo, ten misericordia de nosotros"

Esta invocación es recuerdo de la fuente de la que, a lo largo de los siglos, la Iglesia ha recibido consolación y esperanza en la hora de la prueba y de la persecución; es invitación a buscar en el Corazón de Cristo la consolación verdadera, duradera y eficaz; es advertencia para que, tras haber experimentado la consolación del Señor, nos convirtamos también nosotros en convencidos y conmovidos portadores de dicha consolación, haciendo nuestra la experiencia espiritual que hizo decir al Apóstol Pablo: el Señor "nos consuela en toda tribulación nuestra para poder consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con que nosotros somos consolados por Dios" (2 Co 1,4).

Pidamos a María, Consoladora de los afligidos, que, en los momentos oscuros de tristeza y angustia, nos guíe a Jesús, su Hijo amado, "Fuente de todo consuelo".

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EL CAMINO DE MARIA . Edición número 594 para %EmailAddress%

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