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EL CAMINO DE MARÍA

Cum Maria contemplemur Christi vultum!

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Yo digo con los santos: La Virgen es el paraíso terrestre del nuevo Adán, donde se encarnó por obra del Espíritu Santo para hacer maravillas indecibles. Es la Magnificencia del Altísimo, donde Él ha escondido, como en su seno, su Hijo Único, y en Él todo cuanto hay de excelencia y de belleza. Cuántas grandes cosas ese Dios poderoso ha hecho en esta Criatura Admirable, y a pesar de su profunda humildad, Ella misma está obligada a decirlo: “Pues el Grande y Poderoso ha hecho en mí maravillas” (San Luis María Grignion de Montfort , Tratado de la Verdadera Devoción a la Virgen)

JESUS, CONFIO EN TI

"Ofrezco a los hombres un Recipiente con el que han de venir a la Fuente de la Misericordia para recoger gracias. Ese Recipiente es esta Imagen con la firma: JESÚS, EN TI CONFÍO" (Diario, 327).

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Newsletter 508

MAYO, MES DE MARÍA SANTÍSIMA

 2 de mayo de 2010

Soy todo tuyo y todas mis cosas Te pertenecen. Te pongo al centro de mi vida. Dame tu Corazón, oh María.

Soy todo tuyo, María
Madre de nuestro Redentor
Virgen Madre de Dios, Virgen piadosa. Madre del Salvador del mundo. Amen.

Oh Dios Padre Misericordioso, que por mediación de Jesucristo, nuestro Redentor, y de su Madre, la Bienaventurada Virgen María, y la acción del Espíritu Santo, concediste a tu Siervo Juan Pablo II, Servus Servorum Dei,  la gracia de ser Pastor ejemplar en el servicio de la Iglesia peregrina, de los hijos e hijas de la Iglesia y de todos los hombres y mujeres de buena voluntad, haz que yo sepa también responder con fidelidad a las exigencias de la vocación cristiana, convirtiendo todos los momentos y circunstancias de mi vida en ocasión de amarte y de servir al Reino de Jesucristo. Te ruego que te dignes glorificar a tu Siervo Juan Pablo II, Servus Servorum Dei, y que me concedas por su intercesión el favor que te pido... (pídase).  A Tí, Padre Omnipotente, origen del cosmos y del hombre, por Cristo, el que vive, Señor del tiempo y de la historia, en el Espíritu Santo que santifica el universo, alabanza, honor y gloria ahora y por los siglos de los siglos. Amén.

Padrenuestro, Avemaría, Gloria.

 

MARÍA SANTÍSIMA VIENE A VIVIR EN EL ALMA

Dado que toda nuestra perfección consiste en ser conformes a Jesucristo y estar unidos y consagrados a Él, sin duda alguna la más perfecta devociones es la que nos conforma, une y consagra más perfectamente a Jesucristo. Y dado que María es entre todas las criaturas la más conforme a su Hijo, por eso, por encima de las otras devociones, la que mejor nos consagra y vuelve nuestra alma conforme a nuestro Señor, es la Devoción a la Santísima Virgen, su Madre; y cuánto más esté un alma consagrada a María, tanto mas lo estará a Jesucristo.

De aquí sigue que la perfecta consagración a Jesucristo, no es sino una perfecta y total consagración de sí mismo a la Santísima Virgen; y ésta es la devoción que enseño.

Dicho con otras palabras, ésta forma de devoción es una perfecta renovación de los votos y promesas del Santo Bautismo. En ella el cristiano se entrega totalmente a la Santísima Virgen, para pertenecer por medio de Ella totalmente a Cristo.

De esto resulta que alguien puede consagrarse al mismo tiempo a la Santísima Virgen y a Jesucristo: a la Virgen porque es el Camino perfecto que Cristo mismo eligió para unirse a nosotros y unirnos a nosotros con Él; al Señor Jesús porque Él es nuestro último Fin, a quien debemos todo lo que somos, ya que Él es nuestro Redentor y nuestro Dios.

Además debemos considerar que todo hombre, al ser bautizado, por propia boca o por la de su padrino o de su madrina, renuncia solemnemente a satanás, a sus pompas y a sus obras, y elige a Jesucristo por Maestro suyo y por Señor soberano. Es lo que sucede por la presente devoción: el cristiano renuncia al demonio, al mundo, al pecado y a sí mismo, y se entrega por entero a Jesucristo, por manos de María.

Después del Bautismo el cristiano queda completamente libre para aplicar dicho valor a quien quiera o conservarlo para sí. Por esta Devoción, nos consagramos explícitamente al Señor por manos de María y le entregamos el valor de todas nuestras acciones.
 
Una infinidad de óptimos efectos produce en el corazón esta Devoción practicada fielmente. El principal de ellos es que Maria viene a vivir en el alma de modo que ya no es el alma que vive, sino Maria que vive en ella y que llega a ser, por así decirlo, el alma de la propia alma.
 
¿Qué maravillas obra Maria cuando por una gracia realmente inefable llega a ser Reina de un alma?
 
Obra grandes maravillas y trabaja sobre todo en los corazones, y muchas veces en la ignorancia del alma misma, ya que si ésta se diera cuenta de lo que sucede en ella se expondría al peligro de perder, por causa de la vanidad, esta belleza suya.
 
Maria es la Virgen fecunda, en todas las almas en las que vive hace brotar la pureza del corazón y del cuerpo, la rectitud en las intenciones y abundantes buenas obras.
 
No creáis que Maria, la más fecunda de las criaturas puras, que llegó al punto de producir un Dios, permanezca inactiva en un alma fiel.
 
Ella es quien hará que el alma viva incesantemente por Jesucristo, y hará que Jesús viva en el alma (...) Como Jesús, que cuando vino al mundo quiso ser fruto de Maria, así sucede en cada alma; y en aquellas en las que Maria puede habitar más libremente, se ve mejor que es Su fruto y obra maestra. (...)

 San Luis María Grignion de Montfort.

Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen

 

Querido/a Suscriptor/a de "El Camino de María"

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El Papa Juan Pablo II  visitó el martes 1 de mayo de 1979 el Santuario del "Divino Amore" (Amor Divino), al sur de Roma. En su Homilía expresó:

"...En este día primero del mes de Mayo, junto con todos vosotros, también yo he querido venir en peregrinación a este lugar bendito, para arrodillarme a los pies de la imagen milagrosa, que, desde hace siglos, no cesa de dispensar gracias y consuelo espiritual, y para dar así comienzo solemne al mes mariano, que en la piedad popular encuentra expresiones sumamente delicadas de veneración y afecto hacia nuestra Madre Dulcísima. La tradición cristiana, que nos hace ofrecer flores, ramilletes y piadosos propósitos a la Toda-hermosa y Toda-Santa, encuentre en este Santuario, que sugiere en medio de la campiña romana, rica de luz y verdor, el punto ideal de referencia en este mes consagrado a Ella. Tanto más que Su Imagen, representada sentada en el trono, con el Niño Jesús en sus brazos, y con la paloma descendiendo sobre Ella, como símbolo del Espíritu Santo, que es precisamente el Divino Amor, nos trae a la mente los vínculos dulces y puros que unen a la Virgen María con el Espíritu Santo y con el Señor Jesús. Flor nacida de Su Seno, en la obra de nuestra redención. Cuadro admirable, ya contemplado, en una evocación lírica, por el mayor poeta italiano cuando hace exclamar a San Bernardo: "En Tu Seno se enciende el Amor por el que caldeada en la eterna paz ha brotado así esta Flor." (Paradiso, 33, 7-9)..."

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"Hoy comienza el mes que la piedad popular ha consagrado de modo especial al culto de la Virgen María" -expresaba Juan Pablo II en la meditación antes del rezo del Regina Caeli del 1 de mayo de 1982- ."Al hablar de San José y de la Casa de Nazaret, el pensamiento se dirige espontáneamente a Aquella que, en esa Casa, fue durante años la esposa afectuosa y madre tiernísima, ejemplo incomparable de serena fortaleza y de confiado abandono. ¿Cómo no desear que la Virgen Santa entre también en nuestras casas, obteniendo con la fuerza de su intercesión materna, como dije en la Exhortación Apostólica "Familiaris consortio", que "cada familia cristiana pueda llegar a ser verdaderamente una 'pequeña Iglesia', en la que se refleje y reviva el misterio de la Iglesia de Cristo" (n. 86)" 
 
"Para que esto suceda,
-agregó Juan Pablo II- es necesario que florezca nuevamente en las familias  la devoción a María Santísima, especialmente mediante el rezo del Santo Rosario. El mes de mayo, que comienza hoy, puede ser la ocasión oportuna para reanudar esta hermosa práctica que tantos frutos de compromiso generoso y de consuelo espiritual ha dado a las generaciones cristianas, durante siglos."

"Que el Rosario vuelva a las manos de los cristianos, -concluyó el Papa-  y se intensifique, con su ayuda, el diálogo entre la tierra y el Cielo, que es garantía de que persevere el diálogo entre los hombres mismos, hermanados bajo la mirada amorosa de la Madre común." 

Les invitamos a descargar gratuitamente a su computadora el libro digital que lleva por título: MAYO, MES DE MARIA, que contiene meditaciones para cada día del mes de mayo, desde la siguiente dirección de nuestro sitio Virgo Fidelis

http://virgofidelis.com.ar/biblioteca2.htm

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“¡Queridos hijos! En este tiempo, cuando de manera especial oráis y buscáis mi intercesión, os invito hijitos a orar para que a través de vuestras oraciones, yo pueda ayudaros a que muchos corazones más se abran a mis mensajes. Yo estoy con vosotros e intercedo ante Mi Hijo por cada uno de vosotros. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!” )(Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz en Medjugorge. 25/4/2010)
 

DEL VENERABLE SIERVO DE DIOS JUAN PABLO II 

  

Nuestra Señora de Czestochowa      

MAYO, MES DE MARÍA SANTÍSIMA

Audiencia General del  miércoles 2 de mayo de 1979

MAYO, MES DE MARÍA SANTÍSIMA

 

Amadísimos hermanos y hermanas.

1. “Regina caeli lactare, alleluia / quia quem meruisti portare, alleluia / resurrexit, sicut dixit, alleluia / ora pro nobis Deum, alleluia”.

Deseo dedicar esta audiencia general de hoy, de modo particular, a la Madre de Cristo Resucitado. El período pascual nos permite dirigirnos a Ella con las palabras de purísima alegría, con que la saluda la Iglesia. El Mes de Mayo nos estimula a pensar y hablar de modo particular de Ella. En efecto, éste es Su mes. Así, pues, el período del año litúrgico y a la vez el corriente mes llaman e invitan a nuestros corazones a abrirse de manera singular a María Santísima.

2. La Iglesia con su antífona pascual  “Regina caeli”, habla a la Madre, a la que tuvo la fortuna de llevar en Su Seno, bajo Su Corazón, y después en Sus brazos, al Hijo de Dios y Salvador nuestro. Lo acogió entre sus brazos, por última vez, cuando lo depusieron de la Cruz, en el Calvario. Ante sus ojos lo envolvieron en la sábana fúnebre y lo llevaron al Sepulcro. ¡Ante los ojos de la Madre! Y he aquí que al tercer día el Sepulcro se encontró vacío. Pero Ella no fue la primera en comprobarlo. Antes fueron allí las “tres Marías”, y entre ellas particularmente María Magdalena, la pecadora convertida. Lo comprobaron poco después los Apóstoles, avisados por las mujeres. Y, aunque los Evangelios no nos dicen nada de la visita de la Madre de Cristo al lugar de la Resurrección de Cristo, sin embargo, todos nosotros pensamos que Ella debía hacerse presente allí de algún modo cuanto antes. Ella cuanto antes debía participar en el misterio de la Resurrección, porque éste era el derecho de la Madre.

La liturgia de la Iglesia respeta este derecho de la Madre, cuando le dirige esta invitación particular a la alegría de la Resurrección: Laetare! Resurrexit sicut dixit! E inmediatamente la misma antífona añade la súplica para su intercesión: Ora pro nobis Deum. La revelación del Poder Divino del Hijo mediante la Resurrección, es al mismo tiempo revelación de la “Omnipotencia suplicante” (omnipotentia suplex) de María en relación con este Hijo.

3. La Iglesia de todos los tiempos, comenzando por el Cenáculo en Pentecostés, rodea siempre a María de una veneración particular y se dirige a Ella con una peculiar confianza. La Iglesia de nuestro tiempo, mediante el Concilio Vaticano II, ha hecho una síntesis de todo lo que se había desarrollado durante las generaciones. El capítulo VIII de la Constitución dogmática Lumen gentium es, en cierto sentido, una “carta magna” de la Mariología para nuestra época: María presente de modo particular en el misterio de Cristo y en el misterio de la Iglesia, María, “Madre de la Iglesia”, como comenzó a llamarla Pablo VI (en el Credo del Pueblo de Dios), dedicándole después un documento aparte: Marialis cultus.

Esta presencia de María en el misterio de la Iglesia, esto es, al mismo tiempo en la vida cotidiana del Pueblo de Dios en todo el mundo, es sobre todo una presencia materna. María, por así decirlo, da a la obra salvífica del Hijo y a la misión de la Iglesia una forma singular: la forma materna. Todo lo que se puede proponer en el lenguaje humano sobre el tema de la “índole” propia de la mujer-madre —la índole del corazón—, todo esto se refiere a Ella.

María es siempre el cumplimiento más pleno del misterio salvífico —desde la Inmaculada Concepción hasta la Asunción— y es continuamente un preanuncio más eficaz de este misterio. Ella revela la salvación, acerca la gracia incluso a quienes parecen los más indiferentes y alejados. En el mundo, que junto al progreso manifiesta su “corrupción” y su “envejecimiento”, Ella no cesa de ser “el comienzo del mundo mejor” (origo mundi melioris), como se expresó Pablo VI: “Al hombre contemporáneo —escribe entre otras cosas el Pontífice— la Virgen María... ofrece una visión serena y una palabra tranquilizadora: la victoria de la esperanza sobre la angustia, de la comunión sobre la soledad, de la paz sobre la turbación, de la alegría y de la belleza sobre el tedio y la náusea... de la vida sobre la muerte” (Pablo VI, Exhortación Apostólica “Para la recta ordenación y desarrollo del culto a la Santísima Virgen María”, 57; AAS 66, 1974. 166).

A María, Madre del Amor Hermoso, deseo acercar de modo particular a la juventud de todo el mundo y de toda la Iglesia. Ella lleva en Sí un signo indeleble de la juventud y de la belleza que no pasan jamás. Deseo y pido que los jóvenes se acerquen a Ella, que tengan confianza en Ella, que le confíen la vida que tienen ante sí; que la amen con sencillez, fervor y cordialidad.

A María, Madre de la Divina Gracia, confío las vocaciones sacerdotales y religiosas. La nueva primavera de las vocaciones, su nuevo aumento en toda la Iglesia, se convierta en una prueba particular de su presencia materna en el misterio de Cristo, en nuestros tiempos, y en el misterio de su Iglesia sobre toda la tierra. María sola es una viva encarnación de la entrega total y completa a Dios, a Cristo, a su acción salvífica, que debe encontrar su expresión adecuada en cada una de las vocaciones sacerdotales y religiosas. María es la expresión más plena de la fidelidad perfecta al Espíritu Santo y a su acción en el alma, es la expresión de la fidelidad que significa una cooperación perseverante a la gracia de la vocación.

A María, Madre de Cristo y de la Iglesia,  consagro todo el mundo, todas las naciones de la tierra, todos los hombres, porque Ella es la Madre de todos ellos. Le consagro particularmente aquellos para quienes la vida es más difícil, más dura, los que sufren física o espiritualmente, los que viven en la miseria, los que sufren injusticias o daños.

De modo singular, sin embargo, para terminar esta primera meditación de mayo, deseo venerar mañana a María en Jasna Góra (Monte-Claro) de Czestochowa y en toda mi patria.

Allí iba cada año en peregrinación, el 3 de mayo, que es la fiesta de la Reina de Polonia. Cada año he celebrado allí una Misa solemne, durante la cual el cardenal Wyszynski, primado de Polonia, en presencia del Episcopado y de una inmensa multitud de peregrinos, renovaba el acto de consagración de Polonia a la “materna esclavitud” de nuestra Señora.

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EL CAMINO DE MARIA . Edición número 508 para %EmailAddress%

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