Cum
Maria contemplemur Christi vultum!
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¡Dichosa Tú que has creído!
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― Tú que has creído con fe rebosante de alegría en la
Anunciación, Visitación, Natividad, Presentación en el
Templo y Encuentro en el Templo.
― Tú que has creído con fe impregnada de dolor en toda
la Pasión de Getsemaní, flagelación, coronación de
espinas, Via Crucis y al pie de la
Cruz del calvario.
― Tú que has creído con la fe de una gloria incipiente
en la glorificación de tu Hijo, en la Resurrección,
Ascensión y Pentecostés.
― Tú, cuya fe se cumplía en la
Asunción
¡Madre nuestra adornada con la corona de la
gloria celestial, ruega por nosotros!.
(Juan
Pablo II . Ángelus 14-octubre-1984)
"Ofrezco
a los hombres un Recipiente con el que han de venir a la Fuente de la
Misericordia para recoger gracias. Ese Recipiente es esta Imagen con la
firma: JESÚS, EN TI CONFÍO" (Diario, 327).
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Newsletter 368
31 mayo de
2008
LA
VISITACIÓN DE MARÍA SANTÍSIMA
Soy
todo tuyo y todas mis cosas Te pertenecen. Te pongo al centro de mi vida.
Dame tu Corazón, oh María.
Soy
todo tuyo, María
Madre de nuestro Redentor
Virgen Madre de Dios, Virgen piadosa. Madre del Salvador del mundo.
Amen.
Oh Dios Padre
Misericordioso,
que por
mediación de Jesucristo, nuestro Redentor, y de su Madre, la
Bienaventurada Virgen María, y la acción del Espíritu Santo,
concediste a tu Siervo Juan Pablo II, Servus Servorum Dei,
la gracia de ser Pastor ejemplar en el servicio de la Iglesia peregrina,
de los hijos e hijas de la Iglesia y de todos los hombres y mujeres
de buena voluntad, haz que yo sepa también responder con fidelidad
a las exigencias de la vocación cristiana, convirtiendo todos los
momentos y circunstancias de mi vida en ocasión de amarte y de servir
al Reino de Jesucristo. Te ruego que te dignes glorificar a tu Siervo
Juan Pablo II, Servus Servorum Dei, y que me concedas por su
intercesión el favor que te pido... (pídase). A Tí,
Padre Omnipotente, origen del cosmos y del hombre, por Cristo, el que
vive, Señor del tiempo y de la historia, en el Espíritu Santo que
santifica el universo, alabanza, honor y gloria ahora y por los siglos
de los siglos. Amén.
Padrenuestro, Avemaría, Gloria.
25
de marzo al 25 de diciembre
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¡DICHOSA
TU, QUE HAS CREÍDO ! (Lc 1, 45)
María
Santísima, Esposa del Espíritu Santo
Cuando
María ha echado raíces en un alma, realiza allí las maravillas
de la gracia que sólo Ella puede realizar, porque Ella sola es
Virgen fecunda, que no tuvo ni tendrá jamás semejante en
pureza y fecundidad.
María ha colaborado con el Espíritu Santo a la mayor obra que
ha sido posible, es decir, la Encarnación del Verbo. En
consecuencia, Ella realizará también los mayores portentos de
los últimos tiempos. La formación y educación de los grandes
santos, que vivirán hacia el fin del mundo, están reservadas a
Ella, porque sólo esta Virgen singular y milagrosa puede
realizar en unión del Espíritu Santo, las cosas singulares y
extraordinarias.
Cuando el Espíritu Santo, su Esposo, la encuentra en un alma,
vuela y entra en esa alma en plenitud y se le comunica tanto
más abundantemente cuanto más sitio hace el alma a su Esposa.
Una de las razones principales de que el Espíritu Santo no
realice maravillas portentosas en las almas, es que no
encuentra en ellas una unión suficientemente estrecha con su
fiel e indisoluble Esposa.
Digo "fiel e indisoluble Esposa", porque desde que este Amor
sustancial del Padre y del Hijo, se desposó con María para
producir a Jesucristo, Cabeza de los elegidos, y a Jesucristo
en los elegidos, jamás la ha repudiado, porque Ella se ha
mantenido siempre fiel y fecunda.
San Luis-María Grignion
de Montfort
Tratado de la
Verdadera Devoción a la Santísima Virgen n°35 y 36
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Querido/a Suscriptor/a de "El Camino de María"
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El 31 mayo
celebraremos con toda la Iglesia la Solemnidad que conmemora la
Visitación que hizo la
Santísima Virgen a su prima Santa Isabel, madre de San
Juan Bautista, que residía en Ain-Karim, en las montañas
de Judea. Fue después que el ángel Gabriel anunciara a
la Santísima Virgen que sería la Madre de Jesús, y le
revelara al mismo tiempo que Isabel también sería madre.
Es en esta ocasión que Isabel le dice a María:
"Bendita Tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el
fruto de Tu vientre".
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En la Plaza de San Pedro, tuvo lugar una celebración al concluir el mes de
Mayo 2008. Durante el rezo del Rosario, presidido por el cardenal Angelo Comastri, arcipreste de la
Basílica Vaticana, la Estatua de la Virgen fue llevada en procesión por la Plaza.
Después de la oración mariana, el Santo Padre Benedicto XVI pronunció un discurso.
El Papa recordó que hoy celebramos la fiesta de la Visitación de la Virgen María y la memoria del Corazón Inmaculado de María. "En muchas comunidades cristianas, durante el mes de mayo -dijo-, existe la bonita costumbre de rezar de manera más solemne el Santo Rosario en familia y en las parroquias".
"Que no cese esta buena costumbre -dijo-, ahora que termina el mes; es más, que siga con mayor empeño para que, aprendiendo de María, la lámpara de la fe brille cada vez más en el corazón de los cristianos y en sus casas".
El Santo Padre señaló que tras la Anunciación del Arcángel, "María se encontró con un gran misterio encerrado en su seno; sabía que había sucedido algo extraordinariamente único; se daba cuenta de que había comenzado el último capítulo de la historia de la salvación del mundo".
Cuando la Virgen llega a casa de Isabel, ésta, "iluminada desde lo Alto, exclama: "Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi
seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!".
El Papa puso de relieve que "las palabras de Isabel encienden en su espíritu un cántico de alabanza que es una auténtica y profunda interpretación
"teológica" de su historia: una lectura que tenemos que seguir aprendiendo de quien tiene una fe sin sombras ni grietas. "Engrandece mi alma al Señor". María reconoce la grandeza de Dios. Este es el primer e indispensable sentimiento de la fe: el sentimiento que da seguridad a la criatura humana y que la libera del miedo, a pesar de las tempestades de la historia".
"Su fe -continuó- le ha hecho ver que los tronos de los poderosos de este mundo son provisionales, mientras que el trono de Dios es la única roca que no cambia, que no se derrumba. Su Magnificat, con el pasar de los siglos y milenios, sigue siendo la interpretación más verdadera y profunda de la historia, mientras las interpretaciones de tantos sabios de este mundo han sido desmentidas por los hechos en el transcurso de los siglos".
Benedicto XVI concluyó invitando a los fieles "volver a casa con el Magnificat en el corazón. Alberguemos en nosotros los mismos sentimientos de alabanza y de acción de gracias de María hacia el Señor, su fe y su esperanza, su abandono dócil en las manos de la Providencia divina. Imitemos su ejemplo de disponibilidad y generosidad en el servicio a los hermanos. De hecho, sólo acogiendo el amor de Dios y haciendo de nuestra existencia un servicio desinteresado y generoso al prójimo, podremos elevar con alegría un canto de alabanza al Señor. Que nos alcance esta gracia la Virgen, quien esta noche nos invita a encontrar refugio en su Corazón
inmaculado".
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San Ambrosio,
en su Tratado sobre el Evangelio de San Lucas, II,
25-26, refiriéndose al saludo de Santa Isabel,
escribió:
"...Y de dónde
a mí que la Madre de mi Señor venga a mí? No
habla como una ignorante -ella sabía que existía la
gracia y la operación del Espíritu Santo, para que
la madre del profeta fuese saludada por la Madre del
Señor para provecho de su hijo-, sino que ella
reconocía que esto es el resultado, no de un mérito
humano, sino de la gracia divina. Dice así: ¿De dónde
a mí?, es decir, ¿qué felicidad me llega que la
Madre de mi Señor viene a mí? Yo reconozco que no
tengo nada que esto exija. ¿De dónde a mí? ¿Por qué
justicia, por qué acciones, por qué méritos? No son
diligencias acostumbradas entre mujeres que la Madre
de mi Señor venga a mí. Yo presiento el milagro,
reconozco el misterio: la Madre del Señor está
fecundada del Verbo, llena de Dios.
Porque
he aquí que, como sonó la voz de tu salutación en
mis oídos, dio saltos de alborozo el niño en mi seno.
Y dichosa Tú que has creído.
María
no dudó, sino que creyó, y por eso ha conseguido el
fruto de la fe. Bienaventurada Tú, dice, que has creído.
¡Mas también sois bienaventurados vosotros que habéis
oído y creído!, pues toda alma que cree, concibe y
engendra la palabra de Dios y reconoce sus obras. Que
en todos resida el alma de María para glorificar al
Señor; que en todos resida el espíritu de María
para exultar en Dios. Si corporalmente no hay más que
una Madre de Cristo, por la fe Cristo es fruto de
todos..."
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"...Es siempre sugestivo este momento de fe y devoto
homenaje a María Santísima con que concluye el mes de mayo, mes
mariano -expresó Juan Pablo II en la
Audiencia General del 31 de mayo de 2000-. Habéis
rezado el Santo Rosario caminando hacia esta gruta de
Lourdes, que se encuentra en el centro de los jardines
vaticanos. Aquí, ante la imagen de la Virgen
Inmaculada, habéis depositado en sus manos vuestras
intenciones de oración, meditando en el misterio que
se celebra hoy: la Visitación de María Santísima a
Santa
Isabel.
En este acontecimiento -continuó Juan
Pablo II-, se
refleja una "visitación" más profunda: la de Dios a
su pueblo, saludada por el júbilo del pequeño Juan, el
mayor entre los nacidos de mujer (cf. Mt 11, 11), ya
desde el seno materno. Así, el mes mariano
concluye bajo el signo del "gaudium", segundo misterio
"gozoso", es decir, de la alegría, del júbilo..."
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"...Después de
veinte siglos, la fuente del gozo cristiano no ha
cesado de brotar en la Iglesia, y especialmente en el
corazón de los santos... En primera fila está la
Virgen María, llena de gracia, la Madre del Salvador.
Acogiendo el anuncio de lo alto, Esclava del Señor,
Esposa del Espíritu Santo, Madre del Hijo Eterno, deja
estallar su gozo ante su prima Isabel que celebra su
fe: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, mi
espíritu se goza en Dios mi Salvador... Desde ahora
todas las generaciones me llamarán bienaventurada».
Ella ha captado,
mejor que todas las demás criaturas, que Dios hace
maravillas: Su Nombre es santo, muestra Su
Misericordia, enaltece a los humildes, es fiel a sus
promesas. No es que para María el desarrollo aparente
de su vida salga de la trama ordinaria, sino que
medita los más mínimos signos de Dios, repasándolos en
su corazón (Lc 2, 19.25). No es que los sufrimientos
le sean ahorrados, en absoluto: permanece de pie junto
a la Cruz, asociada eminentemente al sacrificio del
Servidor inocente, Madre de dolores. Pero está también
abierta al gozo sin medida de la Resurrección; también
ha sido asunta en cuerpo y alma hasta la gloria del
cielo. Primera rescatada, Inmaculada desde el momento
de su concepción, incomparable Morada del Espíritu,
Habitáculo purísimo del Redentor de los hombres, es al
mismo tiempo la Hija muy amada de Dios y, en Cristo,
la Madre universal. Es el símbolo perfecto de la
Iglesia terrestre y glorificada.
Qué resonancia
tan maravillosa adquieren, en su existencia singular
de Virgen de Israel, las palabras proféticas que ser
refieren a la nueva Jerusalén: «Desbordo de gozo con
el Señor, y me alegro con mi Dios, porque me ha
vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto
de triunfo, como un novio que se pone la corona, o
novia que se adorna con sus joyas» (Is
61,10)..." (Pablo VI. Exhortación Apostólica
«Gaudete
in Domino»)
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Les recordamos que hemos redactado y diseñado
un
e-Curso con textos extraídos de la extensa
Catequesis del Siervo de Dios el Papa Juan Pablo II
que lleva por título
SAGRADO CORAZÓN: SÍMBOLO DEL
AMOR DE CRISTO. Este e-Curso gratuito contiene
los textos catequéticos sobre cada una de las
Letanías al Sagrado Corazón de Jesús
y serán enviadas diariamente a la dirección de
correo electrónico de quienes deseen inscribirse a
través de de la siguiente dirección:
"...El mes de junio está dedicado, de modo
especial, a la veneración del Corazón divino. No
sólo un día, la fiesta litúrgica que, de
ordinario, cae en junio, sino todos los días.
Con esto se vincula la devota práctica de rezar o
cantar diariamente las
Letanías al Sacratísimo Corazón de Jesús...."
(Ángelus,
27 de junio de 1982).
HIMNO AKÁTHISTOS, 5
Con el Niño en
Su seno,
presurosa María,
a su prima Isabel visitaba.
El pequeño en el seno materno
exultó al oír el saludo,
y con saltos, cual cantos de gozo,
a la Madre aclamaba:
Salve, oh tallo del verde Retoño;
Salve, oh rama del Fruto incorrupto.
Salve, al pío Arador Tú cultivas;
Salve, Tú plantas quien planta la
vida.
Salve, oh campo fecundo - de gracias
copiosas;
Salve, oh mesa repleta - de dones
divinos.
Salve, un Prado germinas - de toda
delicia;
Salve, al alma preparas - Asilo
seguro.
Salve, incienso de grata plegaria;
Salve, ofrenda que el mundo concilia.
Salve, clemencia de Dios para el
hombre;
Salve, del hombre con Dios confianza.
Salve, ¡Virgen y Esposa!
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