Cum
Maria contemplemur Christi vultum!
¯¯¯
Oh Virgen fiel, que fuiste siempre solícita y dispuesta a recibir,
conservar y meditar la Palabra de Dios!:
Haz
que también nosotros, en medio de las dramáticas vicisitudes de
la historia, sepamos mantener siempre intacta nuestra fe cristiana.
La
versión on-line de esta Newsletter la puede leer en la Hemeroteca
Digital "Mater Dei"
“Tomó luego pan, y,
después de la acción de gracias, lo partió y se lo dio diciendo: Éste es
mi cuerpo que es entregado por vosotros.” (Lc 22,19)
Cristo, para
atraernos hacia si, para que le amaramos más y más, se nos ha dado como
alimento. ¡Vayamos, pues, a Él, con todo amor y fervor!... Los magos
adoraron a este cuerpo cuando descansaba en un pesebre... Ellos, al ver
a Cristo, niño en un pesebre bajo un pobre techo, aún no viendo nada de
lo que veis vosotros, se acercaron con un gran respeto.
Vosotros ya no le veis en un pesebre sino sobre el altar. Ya no
veis a María llevándolo en brazos sino a un sacerdote que lo ofrece, y
el Espíritu de Dios, con toda su generosidad, el Espíritu Santo
aleteando sobre las ofrendas. No sólo veis al mismo Cuerpo que veían los
magos sino, además, conocéis su poder y su sabiduría y no ignoráis nada
de lo que realizó... Despertémonos, pues, y despertemos en nosotros el
amor a Dios. Mostremos más devoción que los reyes magos y no avancemos
hacia el altar de cualquier manera...
Esta mesa reconforta nuestras almas, recoge nuestros pensamientos,
sostiene nuestras seguridades, es nuestra esperanza, nuestra salvación,
nuestra luz, nuestra vida. Si salimos de este mundo después de este
sacrificio, entraremos con seguridad en las regiones sagradas como si
fuéramos protegidos por todas partes por una armadura de oro. ¿Pero,
porqué hablar de futuro? Ya en este mundo, el sacramento transforma la
tierra en cielo. ¡Abrid, pues, las puertas del cielo y veréis lo que
quiero decir! Lo más precioso en el cielo, os lo mostraré en la tierra.
Lo que os mostraré no son los ángeles, ni los arcángeles, ni los cielos
de los cielos sino a Aquel que es vuestro Maestro. Así veréis, de alguna
manera, en la tierra lo que hay de más precioso en el cielo. Y no sólo
lo veréis, sino lo tocaréis, lo comeréis. ¡Purificad vuestra alma,
preparad vuestro espíritu a recibir estos misterios!
San Juan Crisóstomo
(hacia 345-407) obispo de Antioquia y Constantinopla, doctor de la
Iglesia . Homilías sobre l Cor, 24,4; PG 61, 204-205
EN
LA ESCUELA DE MARÍA, MUJER EUCARÍSTICA
Bajo su manto me amparo, con sus frutos me alimento, con el Pan Eucarístico
que me proporciona.
Me
arrojo en sus brazos y Ella me estrecha contra su corazón. La escucho y
su palabra me instruye. La miro y su belleza me alumbra.
Si
estoy débil me sostiene, la invoco y su bondad me atiende. Si enfermo
me sana, si muerto por el pecado me da la vida de la gracia.
En
la lucha me socorre, en la tentación me auxilia, en la angustia me
consuela, en el trabajo me sostiene, en la agonía me acompaña.
Cuando
voy a Jesús, me conduce, cuando llego a sus pies, me presenta.Cuando le
pido favores, me protege.
Si
soy constante en mi súplica, me escucha. Si la visito me atiende.
En la vida me guía al cielo y en la muerte recibiré de sus manos la
eterna corona.
Que
buena es María, que dulce y hermosa es!
Nuestra
Señora del Santísimo Sacramento.
Ruega por nosotros !
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CARTA
APOSTÓLICA DE
JUAN PABLO II PARA EL
AÑO DE LA EUCARISTÍA
Octubre
2004 - Octubre 2005
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Estimado/a Suscriptor/a de "El Camino de María"
El
domingo 17 de octubre ha comenzado el Año
de la Eucaristía. Dada la trascendencia del Misterio de la Santísima
Eucaristía, "fuente y cumbre de la vida y de la misión
de la Iglesia", hemos decidido elaborar un
libro digital con el texto íntegro de la Carta Apostólica, y
otros documentos del Santo Padre sobre este Santísimo Sacramento:
1
- HOMILÍA DEL SANTO PADRE DURANTE LA CELEBRACIÓN DE LA SANTA
MISA, ADORACIÓN Y BENDICIÓN EUCARÍSTICA CON OCASIÓN DEL
COMIENZO DEL AÑO DE LA EUCARISTÍA (17 DE OCTUBRE DE 2004)
2 -
"EL ESPÍRITU SANTO Y LA EUCARISTÍA" . Catequesis de
Juan Pablo II en la Audiencia General del miércoles 13 de
septiembre de 1989
3-
CARTA APOSTÓLICA "MANE NOBISCUM, DOMINE" (QUÉDATE
CON NOSOTROS, SEÑOR)
Pidamos
a María "que ha
practicado su fe eucarística antes incluso de que ésta fuera
instituida, por el hecho mismo de haber ofrecido su seno virginal
para la encarnación del Verbo de Dios",.que nos guíe hacia el
Santísimo Sacramento porque tiene una relación profunda con él.
HOMILÍA
DE JUAN PABLO II
“Sabed
que yo estoy con vosotros todos los días hasta el
fin del mundo” (Mateo 28,20).
Reunidos ante la Eucaristía, experimentamos con
particular intensidad en este momento la verdad de
la promesa de Cristo: ¡Él está con nosotros!
Os saludo a todos los que estáis en Guadalajara
para participar en la conclusión del Congreso
Eucarístico Internacional. En particular, al
Cardenal Jozef Tomko, Legado mío, al Cardenal
Juan Sandoval Iñíguez, Arzobispo de Guadalajara,
a los Señores Cardenales, Arzobispos, Obispos y
Sacerdotes de México y de otros muchos Países
que están presentes.
Saludo también a todos los fieles de Guadalajara,
de México y de otras partes del mundo, unidos a
nosotros en la adoración del Misterio eucarístico.
2. La conexión televisiva entre la Basílica de
San Pedro, corazón de la cristiandad, y
Guadalajara, sede del Congreso, es como un puente
tendido entre los continentes y hace que nuestro
encuentro de oración sea como una “Statio Orbis”
ideal, a la cual se unen los creyentes de todo el
orbe. El punto de encuentro es Jesús mismo,
realmente presente en la Santísima Eucaristía
con su misterio de muerte y resurrección, en el
cual se unen el cielo y la tierra, y se encuentran
los pueblos y culturas diversas. Cristo es
“nuestra paz, haciendo de los dos un sólo
pueblo” (Efesios 2, 14).
3. “La Eucaristía, luz y vida del nuevo
milenio”. El tema del Congreso nos invita a
considerar el Misterio eucarístico, no sólo en sí
mismo, sino también en relación a los problemas
de nuestro tiempo.
¡Misterio de luz! De luz tiene necesidad
el corazón del hombre, oprimido por el pecado, a
veces desorientado y cansado, probado por
sufrimientos de todo tipo. El mundo tiene
necesidad de luz, en la búsqueda difícil de una
paz que parece lejana al comienzo de un milenio
perturbado y humillado por la violencia, el
terrorismo y la guerra.
¡La Eucaristía es luz! En la Palabra de
Dios constantemente proclamada, en el pan y en el
vino convertidos en Cuerpo y Sangre de Cristo, es
precisamente Él, el Señor Resucitado, quien abre
la mente y el corazón y se deja reconocer, como
sucedió a los dos discípulos de Emaús “al
partir el pan” (Cf Lucas 24,25). En este gesto
convivial revivimos el sacrificio de la Cruz,
experimentamos el amor infinito de Dios y sentimos
la llamada a difundir la luz de Cristo entre los
hombres y mujeres de nuestro tiempo.
4. ¡Misterio de vida! ¿Qué aspiración
puede ser más grande que la vida? Y sin embargo
sobre este anhelo humano universal se ciernen
sombras amenazadoras: la sombra de una cultura que
niega el respeto de la vida en cada una de sus
fases; la sombra de una indiferencia que condena a
tantas personas a un destino de hambre y
subdesarrollo; la sombra de una búsqueda científica
que a veces está al servicio del egoísmo del más
fuerte.
Queridos hermanos y hermanas: debemos sentirnos
interpelados por las necesidades de tantos
hermanos. No podemos cerrar el corazón a sus
peticiones de ayuda. Y tampoco podemos olvidar que
“no sólo de pan vive el hombre” (Cf.
Mateo 4, 4). Necesitamos el “pan vivo bajado
del cielo” (Juan 6, 51). Este pan es Jesús.
Alimentarnos de él significa recibir la vida
misma de Dios (Cf. Juan 10, 10), abriéndonos a la
lógica del amor y del compartir.
5. He querido que este Año estuviera dedicado
particularmente a la Eucaristía. En realidad,
todos los días, y especialmente el domingo, día
de la Resurrección de Cristo, la Iglesia vive de
este misterio. Pero en este Año de la Eucaristía
se invita a la comunidad cristiana a tomar
conciencia más viva del mismo con una celebración
más sentida, con una adoración prolongada y
fervorosa, con un mayor compromiso de fraternidad
y de servicio a los más necesitados. La Eucaristía
es fuente y epifanía de comunión. Es principio y
proyecto de misión (Cf. “Mane nobiscum Domine”,
capítulos III y IV).
Siguiendo el ejemplo de
María, “Mujer Eucarística”
(“Ecclesia de Eucharistia”, capítulo VI), la
comunidad cristiana ha de vivir de este misterio.
Consolidada por el “pan de vida eterna”, ha de
ser presencia de luz y de vida, fermento de
evangelización y de solidaridad.
Como
los dos discípulos del Evangelio, te imploramos,
Señor Jesús, ¡quédate con nosotros!
Tú, divino Caminante, experto de nuestras
calzadas y conocedor de nuestro corazón, no nos
dejes prisioneros de las sombras de la noche.
Ampáranos en el cansancio, perdona nuestros
pecados, orienta nuestros pasos por la vía del
bien.
Bendice a los niños, a los jóvenes, a los
ancianos, a las familias y particularmente a los
enfermos. Bendice a los sacerdotes y a las
personas consagradas. Bendice a toda la humanidad.
En la Eucaristía te has hecho “remedio de
inmortalidad”: danos el gusto de una vida plena,
que nos ayude a caminar sobre esta tierra como
peregrinos seguros y alegres, mirando siempre
hacia la meta de la vida sin fin.
Quédate con nosotros, Señor! Quédate con
nosotros! Amén.
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Marisa
y Eduardo Vinante
Editores
de "El Camino de María". |
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