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EL CAMINO DE MARÍA

Cum Maria contemplemur Christi vultum!

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"Que la Bienaventurada Virgen, que acogió en Su Corazón Inmaculado al Verbo de Dios y mereció concebirlo en Su Seno Virginal nos enseñe a poner en el Corazón de Su Hijo nuestra total esperanza, con la certeza de que ésta no quedará defraudada." (Beato Juan Pablo II. Ángelus. 17 de septiembre de 1989)

JESUS, CONFIO EN TI

"Ofrezco a los hombres un Recipiente con el que han de venir a la Fuente de la Misericordia para recoger gracias. Ese Recipiente es esta Imagen con la firma: JESÚS, EN TI CONFÍO" (Diario, 327).

"Yo estoy crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí: la vida que sigo viviendo en la carne, la vivo en la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí" (Gálatas 2, 19-20)

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Newsletter 763

EL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

Sábado 8 de junio de 2013

Soy todo tuyo y todas mis cosas Te pertenecen. Te pongo al centro de mi vida. Dame tu Corazón, oh María.

  Soy todo tuyo, María
Madre de nuestro Redentor
Virgen Madre de Dios, Virgen piadosa. Madre del Salvador del mundo. Amen

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Oh tierna Virgen y Madre del Salvador de todos los siglos, a partir de hoy y para siempre, tómame a tu servicio. De hoy en adelante, en todas las circunstancias, sé mi misericordiosa abogada, acudid sin cesar en mi ayuda. Después de Dios, no quiero preferir a nadie sino a Vos, con toda mi voluntad, por la eternidad, como vuestro propio siervo, me pongo a vuestro entero servicio.

San Ireneo de Lyon

Oh Dios Padre Misericordioso, que por mediación de Jesucristo, nuestro Redentor, y de su Madre, la Bienaventurada Virgen María, y la acción del Espíritu Santo, concediste al Beato Juan Pablo II  la gracia de ser Pastor ejemplar en el servicio de la Iglesia peregrina, de los hijos e hijas de la Iglesia y de todos los hombres y mujeres de buena voluntad, haz que yo sepa también responder con fidelidad a las exigencias de la vocación cristiana, convirtiendo todos los momentos y circunstancias de mi vida en ocasión de amarte y de servir al Reino de Jesucristo. Te ruego que te dignes glorificar al Beato Juan Pablo II y que me concedas por su intercesión el favor que te pido... (pídase). 

 A Tí, Padre Omnipotente, origen del cosmos y del hombre, por Cristo, el que vive, Señor del tiempo y de la historia, en el Espíritu Santo que santifica el universo, alabanza, honor y gloria ahora y por los siglos de los siglos. Amén.

Padrenuestro, Avemaría, Gloria.

 

El Corazón de la Madre del Salvador es como un divino espejo en el que su Hijo amado ha pintado de manera extraordinaria todas las virtudes de su Divino Corazón. Así, quien pudiera ver el Corazón de la Reina de los Ángeles, como los ángeles lo ven, vería una imagen viva y perfecta en el amor, la caridad, la humildad, la obediencia, la paciencia, la pureza, el odio al pecado, y todas las virtudes del entrañable Corazón de Jesús. El Corazón de María es modelo de nuestros corazones; y toda la dicha, la perfección y la gloria de nuestros corazones consiste en tratar de hacer que sean la imagen viva del Corazón de María, como ese Inmaculado Corazón es un verdadero retrato del Corazón adorable de Jesús.

(San Juan Eudes: El Corazón Admirable de la Santísima Madre de Dios)

DIOS QUIERE ESTABLECER EN EL MUNDO LA DEVOCIÓN AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

El trece de Junio, cuando los niños llegaron a Cova vieron que había una pequeña multitud esperándolos. Después de haber rezado el Santo Rosario con Jacinta y Francisco junto con las personas que estaban presente, vimos otra vez, el reflejo de luz que se nos acercaba (solíamos decir que eran rayos) y después, a Nuestra Señora en el roble como en mayo.

"Por favor dígame, Señora, ¿qué es lo que quiere de mi?"

"Quiero que vengas aquí el día trece del mes que viene. Quiero que continúes rezando el Santo Rosario todos los días. Después de cada misterio quiero que mis hijos recen de esta manera. "Oh mi buen Jesús, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno. Lleva a todas las almas al Cielo, especialmente a las más necesitadas de tu Divina Misericordia".

"Quiero que aprendan a leer y escribir, y luego les diré que más quiero de ustedes. "

"¿Nos llevarás al Cielo?"

"Si, me llevaré a Jacinta y a Francisco muy pronto, pero tú te quedarás un poco más, ya que Jesús desea que tu me hagas conocer y amar en la tierra. Él quiere también que tu establezcas devoción a mi Inmaculado Corazón en el mundo entero"

"¿Y me voy a quedar sola en el mundo?"

"No sola, hija mía, y no debes estar triste. Yo estaré contigo siempre, y mi Inmaculado Corazón será tu consuelo y el Camino que te llevará hacia Dios".

Fue en ese momento, cuando pronunció sus últimas palabras, Ella abrió las manos y nos comunicó por segunda vez el reflejo de esa luz inmensa. En Ella nos vimos como sumergidos en Dios. Jacinta y Francisco parecían estar dentro de la parte de luz que se elevaba hacia el Cielo y yo en la que se reflejaba sobre la tierra. En la palma de la mano derecha le vimos un corazón rodeado de espinas que parecían penetrarlo. Comprendimos que era el Corazón Inmaculado de María que, ultrajado por los pecados de la humanidad, pedía reparación.

Sor Lucía de Fátima . Memoria sobre la 2da. Aparición en Fátima

 

Querido/a Suscriptor/a de "El Camino de María"

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Al día siguiente de la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, la Iglesia celebra la Memoria del Corazón Inmaculado de María. La contigüidad de las dos celebraciones es ya, en sí misma, un signo litúrgico de su estrecha relación: el mysterium del Corazón del Salvador se proyecta y refleja en el Corazón de la Madre que es también compañera y discípula. Así como la Solemnidad del Sagrado Corazón celebra los misterios salvíficos de Cristo de una manera sintética y refiriéndolos a su fuente –precisamente el Corazón-, la memoria del Corazón Inmaculado de María es celebración resumida de la asociación de la Madre a la obra salvadora del Hijo: de la Encarnación a la Muerte y Resurrección, y al don del Espíritu.

La devoción al Corazón Inmaculado de María se ha difundido mucho, después de las apariciones de la Virgen en Fátima, en el 1917. A los veinticinco años de las mismas, en el 1942, el Papa Pío XII consagraba la Iglesia y el género humano al Corazón Inmaculado de María y en 1944 la fiesta del Corazón Inmaculado de María se extendió a toda la Iglesia.

Las expresiones de la piedad popular hacia el Inmaculado Corazón de María imitan, aunque salvando la infranqueable distancia entre el Hijo, verdadero Dios, y la Madre, sólo criatura, las del Corazón de Cristo: la consagración de cada uno de los fieles, de las familias, de las comunidades religiosas, de las naciones; la reparación, realizada sobre todo mediante la oración, la mortificación y las obras de misericordia; la práctica de los cinco primeros sábados de mes.

"...Todos aquellos que durante cinco meses, en el primer sábado, se confiesen, reciban la Sagrada Comunión, recen cinco decenas del Rosario y me hagan quince minutos de compañía meditando sobre los 15 Misterios del Rosario, con el fin de desagraviarme, yo prometo asistirles en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para su salvación...". (Nuestra Señora a Sor Lucía de Fátima. 10 diciembre de 1925).

Recordemos que existen cinco tipo de ofensas y blasfemias contra el Corazón Inmaculado de María:

Las blasfemias contra su Inmaculada Concepción.
Las blasfemias contra su Virginidad.
Las blasfemias contra su Divina Maternidad y el rechazo de aceptarla como Madre de todos los hombres.
Las blasfemias de quienes tratan públicamente de implantar en los niños indiferencia, desprecio y aun odio por nuestra Madre Inmaculada.
Las blasfemias de aquellos que la insultan directamente en sus imágenes sagradas.

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"El Corazón de la Madre es en todo semejante al Corazón del Hijo. También la Bienaventurada Virgen es para la Iglesia una presencia de paz y de reconciliación: ¿No es Ella quien, por medio del Ángel Gabriel, recibió el mayor mensaje de reconciliación y de paz que Dios haya jamás enviado al género humano (Lc. 1,26-38)?

María dio a luz a Aquel que es nuestra reconciliación; Ella estaba al pie de la Cruz cuando, en la Sangre del Hijo,  Dios reconcilió "con Él todas las cosas" (Col 1,20); ahora, glorificada en el Cielo, tiene -como recuerda una plegaria litúrgica- "un corazón lleno de misericordia hacia los pecadores, que, volviendo la mirada a su caridad materna, en Ella se refugian e imploran el perdón de Dios..."  (Beato Juan Pablo II. Ángelus. Domingo 3 de septiembre de 1989).

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En la presentación del libro escrito por el Cardenal Tarcisio Bertone, que lleva por titulo "LA ÚLTIMA VIDENTE DE FÁTIMA" el Papa emérito Benedicto XVI ha expresado:

"En las páginas del libro "La última vidente de Fátima" usted, venerado hermano, ha recogido muchos recuerdos para que no queden sólo como un valioso bagaje de emociones personales, sino que, tratándose de acontecimientos que marcaron a la Iglesia en el último tramo del siglo XX, se entreguen a la memoria colectiva como huellas no exentas de significado en su historia secular.

En realidad, el capítulo que trata de la publicación de la tercera parte del secreto de Fátima lo vivimos juntos en aquel memorable tiempo que fue el jubileo del año 2000: yo en calidad de prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe y usted como secretario de ese mismo dicasterio. El gran Pontífice  que  me  precedió, Juan  Pablo II, fecundo en inspiraciones proféticas y personalmente convencido de que "la mano materna" de la Virgen había desviado la bala que podría haber sido mortal para él, vio que había llegado el momento de disipar el halo de misterio que envolvía la última parte del secreto confiado por la Virgen a los tres pastorcitos de Fátima. Se encargó  de  ello  la Congregación para la doctrina de la fe, que conservaba el valioso documento escrito por sor Lucía.

Fue un tiempo de luz, no sólo porque así todos pudieron conocer el mensaje, sino también porque así se manifestó la verdad en el confuso marco de las interpretaciones y especulaciones de tipo apocalíptico que circulaban en la Iglesia, creando turbación entre los fieles, en vez de invitarlos a la oración y a la penitencia. Sin embargo, por otra parte, se podía constatar el consolador desarrollo de la piedad mariana, auténtica fuente de vida cristiana, en torno al imponente santuario surgido en Fátima, y en todas las partes del mundo donde la devoción a la Virgen, bajo la influencia de las apariciones de Fátima, se arraigaba profundamente en la fe del pueblo, invitando a hombres y mujeres a consagrarse al Corazón Inmaculado de María.

Los coloquios entre la vidente, la última que quedó de los tres pastorcitos, y usted, como obispo enviado por el Papa, no sólo fueron una importante constatación de la veracidad de los hechos, sino también ocasión para conocer la límpida frescura del alma de sor Lucía, la inteligencia del corazón típica de su feminidad, manifestada en una sólida fe cristiana. También a través de la experiencia de esta humilde religiosa se trasluce el papel de la Virgen María, que acompaña al cristiano con mano materna en medio de las pruebas de la vida.

 
Me ha quedado impresa, como síntesis y valioso coronamiento, la consoladora promesa de la Virgen Santísima:  "Mi Corazón Inmaculado triunfará". Como escribí"El fiat de María, la palabra de su Corazón, ha cambiado la historia del mundo, porque Ella introdujo en el mundo al Salvador, porque gracias a este "sí" Dios pudo hacerse hombre en nuestro mundo, y así permanece ahora y para siempre". Y añadí:  "Desde que Dios mismo tiene un Corazón humano y de ese modo ha dirigido la libertad del hombre hacia el Bien, hacia Dios, la libertad hacia el mal ya no tiene la última palabra" (L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 30 de junio de 2000, p. 11). El mensaje de Fátima es una confirmación ulterior de esto..." (Benedicto XVI. 22 de febrero de 2007)  

LA PROMESA DEL

INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

"...Todos aquellos que durante cinco meses, en el primer sábado, se confiesen, reciban la Sagrada Comunión, recen cinco decenas del Rosario y me hagan quince minutos de compañía meditando sobre los quince misterios del Rosario, con el fin de desagraviarme, yo prometo asistirles en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para su salvación."

(Nuestra Señora a Sor Lucía, la última vidente de Fátima)

ORACIÓN DE BENEDICTO XVI 

          

VIAJE APOSTÓLICO A PORTUGAL
EN EL 10° ANIVERSARIO DE LA BEATIFICACIÓN
DE JACINTA Y FRANCISCO, PASTORCILLOS DE FÁTIMA
(11-14 DE MAYO DE 2010)

VISITA A LA CAPILLA DE LAS APARICIONES

ORACIÓN AL CORAZÓN INMACULADO DE LA VIRGEN

Capilla de las Apariciones - Fátima
Miércoles 12 de mayo de 2010

 ORACIÓN AL CORAZÓN INMACULADO

 

Señora Nuestra
y Madre de todos los hombres y mujeres,
aquí estoy como un hijo
que viene a visitar a su Madre
y lo hace en compañía
de una multitud de hermanos y hermanas.
Como Sucesor de Pedro,
al que se le confió la misión
de presidir el servicio
de la caridad en la Iglesia de Cristo
y de confirmar a todos en la fe
y en la esperanza,
quiero presentar a tu Corazón Inmaculado
las alegrías y las esperanzas,
así como los problemas y los sufrimientos
de cada uno de estos hijos e hijas tuyos,
que se encuentran en Cova de Iria
o que nos acompañan desde la distancia.

Madre amabilísima,
Tú conoces a cada uno por su nombre,
con su rostro y con su historia,
y quieres a todos
con amor materno,
que fluye del mismo Corazón de Dios Amor.
Te confío a todos y los consagro a Ti,
María Santísima,
Madre de Dios y Madre nuestra.

El Papa Juan Pablo II,
que te visitó tres veces, aquí en Fátima,
y te agradeció aquella “mano invisible”
que lo libró de la muerte,
en el atentado del trece de mayo,
en la Plaza de San Pedro, hace casi treinta años,
quiso ofrecer al Santuario de Fátima
la bala que lo hirió gravemente
y que fue colocada en tu corona de Reina de la Paz.
Nos consuela profundamente
saber que estás coronada
no sólo con la plata
y el oro de nuestras alegrías y esperanzas,
sino también con la “bala”
de nuestras preocupaciones y sufrimientos.

Te agradezco, Madre querida,
las oraciones y sacrificios
que los Pastorcillos
de Fátima realizaron por el Papa,
animados por los sentimientos
que Tú les habías infundido en las apariciones.
Agradezco igualmente a todos aquellos que, cada día,
rezan por el Sucesor de Pedro
y sus intenciones,
para que el Papa sea fuerte en la fe,
audaz en la esperanza y ferviente en el amor.

Madre querida por todos nosotros,
te entrego aquí en tu Santuario de Fátima,
la Rosa de Oro
que he traído desde Roma,
como regalo de gratitud del Papa,
por las maravillas que el Omnipotente
ha realizado por tu mediación
en los corazones de tantos peregrinos
que vienen a esta tu casa materna.

Estoy seguro de que los Pastorcillos de Fátima,
los Beatos Francisco y Jacinta
y la Sierva de Dios Lucía de Jesús,
nos acompañan en este momento de súplica y júbilo.

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EL CAMINO DE MARIA . Edición número 763 para %EmailAddress%

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