Esta edición la puede leer y/o imprimir desde: http://www.mariamediadora.com/Oracion/Newsletter609.htm

El detalle de todas las ediciones de "El Camino de María" del año en curso lo puede obtener en:

http://twitter.com/MariaMediadora

EL CAMINO DE MARIA. Edicion 609. EL SANTO NOMBRE DE MARIA . LA EXALTACION DE LA SANTA CRUZ . LA COMPASION DE DIOS CON EL MUNDO . LA VIRGEN DE LOS DOLORES . Editada por SantoRosario.info, MariaMediadora.com, Virgo.Fidelis.com.ar

EL CAMINO DE MARÍA

Cum Maria contemplemur Christi vultum!

¯¯¯

Nuestra Señora a Santa Brígida

"Miro a todos los que viven en el mundo para ver si hay quien se compadezca de Mí y medite mi dolor, mas hallo poquísimos que piensen en mi tribulación y padecimientos. Por eso tú, hija mía, no te olvides de Mí que soy olvidada y menospreciada por muchos. Mira mi dolor e imítame en lo que pudieres. Considera mis angustias y mis lágrimas y duélete de que sean tan pocos los amigos de Dios"

¯¯¯

Edición 609

EL SANTÍSIMO NOMBRE DE MARÍA

12 de septiembre de 2011

¯¯¯

LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ

14 de septiembre de 2011

¯¯¯

VIRGEN DE LOS DOLORES

15 de septiembre de 2011

Soy todo tuyo y todas mis cosas Te pertenecen. Te pongo al centro de mi vida. Dame tu Corazón, oh María.

Soy todo tuyo, María
Madre de nuestro Redentor
Virgen Madre de Dios, Virgen piadosa. Madre del Salvador del mundo. Amen.

VIRGEN DE LOS DOLORES
 
 
15 de septiembre de 2011

¯¯¯

LOS 7 DOLORES DE LA VIRGEN MARÍA

1.LA PROFECÍA DE SIMEÓN EN LA PRESENTACIÓN DEL NIÑO JESÚS EN EL TEMPLO.

 Lucas 2: 25-35.

2.LA HUÍDA A EGIPTO CON JESÚS Y JOSÉ.

Mateo 2: 13-15.

3.EL NIÑO JESÚS PERDIDO Y HALLADO EN EL TEMPLO.

Lucas 2: 41-50.

4,EL ENCUENTRO DE MARÍA CON CRISTO EN EL CAMINO DEL CALVARIO.

Via Crucis - IV Estación.

5.LA CRUCIFIXIÓN Y MUERTE DE JESÚS

Juan 19: 25-30.

6.JESÚS ES DESCENDIDO DE LA CRUZ Y DESCANSA EN EL REGAZO DE SU MADRE.

Marcos 15, 42-46

7JESÚS ES COLOCADO EN  EL SEPULCRO  LA SOLEDAD DE LA VIRGEN MARÍA

Juan 19, 38-42

25 de marzo al 25 de diciembre

VIA MATRIS

Contemplación y meditación de los 7 Dolores de la Virgen Santísima

¯¯¯

"¡Oh santa Madre verdaderamente una espada ha traspasado tu alma!... Hasta tal punto la violencia del dolor ha traspasado tu alma, que con razón te podemos llamar más que mártir, porque en Ti la participación en la Pasión del Hijo superó con mucho en intensidad los sufrimientos físicos del martirio"

(San Bernardo . Sermón en el Domingo dentro de la octava de la Asunción, 14: PL 183, 437-438).

¯¯¯

La Santísima Virgen María manifestó a Santa Brígida que concedía 7 gracias a quienes diariamente le honrasen considerando sus lágrimas y dolores y rezando siete Avemarías:

1.Pondré paz en sus familias.

2.Serán iluminados en los Divinos Misterios.

3.Los consolaré en sus penas y acompañaré en sus trabajos.

4.Les daré cuanto me pidan, con tal que no se oponga a la voluntad adorable de mi Hijo y a la santificación de sus almas.

5.Los defenderé en los combates espirituales con el enemigo infernal, y protegeré en todos los instantes de su vida.

6.Los asistiré visiblemente en el momento de su muerte: verán el rostro de su Madre.

7.He conseguido de mi Divino Hijo que las almas que propaguen esta devoción a mis lágrimas y dolores sean trasladadas de esta vida terrenal a la felicidad eterna directamente, pues serán borrados todos sus pecados, y mi Hijo y Yo seremos su consolación y alegría.

¯¯¯

 

 

 

Querido/a Suscriptor/a de "El Camino de María"

%EmailAddress%

Según costumbre de los judíos, ocho días después del nacimiento de la Virgen, sus padres le impusieron el Nombre de María. La liturgia, que ha fijado algunos días después de la Navidad la fiesta del Santísimo Nombre de Jesús, ha querido instituir también la fiesta del Santísimo Nombre de María cuatro días después de su Natividad.

El nombre hebreo de María, en latín Domina, significa Señora o Soberana; y eso es Ella en realidad por la autoridad misma de su Hijo, soberano Señor de todo el universo. Gocémonos en llamar a María Nuestra Señora, como llamamos a Jesús Nuestro Señor; pronunciar su Nombre es afirmar su poder, implorar su ayuda y ponernos bajo su maternal protección

En su libro "Las Glorias de María", San Alfonso María de Ligorio escribe:

"Aprovechemos siempre el hermoso consejo de San Bernardo: "En los peligros, en las angustias, en las dudas, invoca a María. Que no se te caiga de los labios, que no se te quite del corazón". En todos los peligros de perder la gracia divina, pensemos en María, invoquemos a María junto con el Nombre de Jesús, que siempre han de ir estos nombres inseparablemente unidos. No se aparten jamás de nuestro corazón y de nuestros labios estos Nombres tan dulces y poderosos, porque estos Nombres nos darán la fuerza para no ceder nunca jamás ante las tentaciones y para vencerlas todas. Son maravillosas las gracias prometidas por Jesucristo a los devotos del Nombre de María, como lo dio a entender a Santa Brígida hablando con su Madre Santísima, revelándole que "quien invoque el Nombre de María con confianza y propósito de la enmienda, recibirá estas gracias especiales: un perfecto dolor de sus pecados, expiarlos cual conviene, la fortaleza para alcanzar la perfección y al fin la gloria del paraíso". Porque, añadió el divino Salvador, "son para Mí tan dulces y queridas tus palabras, oh María, que no puedo negarte lo que me pides."

En suma, llega a decir San Efrén, que el Nombre de María es la llave que abre la Puerta del Cielo a quien lo invoca con devoción. Por eso tiene razón San Buenaventura al llamar a María "salvación de todos los que la invocan", como si fuera lo mismo invocar el Nombre de María que obtener la salvación eterna. Por tanto, concluye Tomás de Kempis: "Si buscáis, hermanos míos, ser consolados en todos vuestros trabajos, recurrid a María, invocad a María, obsequiad a María, encomendaos a María. Disfrutad con María, llorad con María, caminad con María, y con María buscad a Jesús. Finalmente desead vivir y morir con Jesús y María. Haciéndolo así siempre iréis adelante en los caminos del Señor, ya que María, gustosa rezará por vosotros, y el Hijo ciertamente atenderá a la Madre."

INVOCACIONES AL SANTÍSIMO NOMBRE DE MARÍA


Madre mía amantísima, en todos los instantes de mi vida, acuérdate de mí, miserable pecador. Avemaría.
Acueducto de las divinas gracias, concédeme abundancia de lágrimas para llorar mis pecados. Avemaría.
Reina del Cielo y de la tierra, sé mi amparo y defensa en las tentaciones de mis enemigos. Avemaría.
Inmaculada hija de Joaquín y Ana, alcánzame de tu Santísimo Hijo las gracias que necesito para mi salvación. Avemaría.
Abogada y Refugio de los pecadores, asísteme en el trance de mi muerte y ábreme las puertas del Cielo. Avemaría.

¯¯¯

El miércoles 14 y jueves 15 de septiembre la Iglesia nos presenta dos celebraciones litúrgicas que nos invitan a realizar una peregrinación espiritual hasta el Calvario:  la Exaltación de la Santa Cruz y  la Virgen de los Dolores.   Ambas nos invitan a unirnos a la Virgen María en la contemplación del misterio de la Santa Cruz.

El 14 de septiembre del año 628, el emperador Heraclio rescató la Santa Cruz de manos de los Persas, que se la habían robado de Jerusalén. La Santa Cruz (para evitar nuevos robos) fue partida en varios pedazos. Uno fue llevado a Roma, otro a Constantinopla, un tercero se dejó en un hermoso cofre de plata en Jerusalén. Otro se partió en pequeñísimas astillas para repartirlas en diversas iglesias del mundo entero, que se llamaron "Veracruz" (Verdadera Cruz).
 
La memoria de la Virgen de los Dolores nos recuerda los dolores que sufrió la Madre de Jesús, sobre todo el día de la Pasión y Muerte de su Hijo, dolores que fueron profetizados por el anciano Simeón, cuando en el templo de Jerusalén dijo a María que una espada le traspasaría el corazón. La piedad popular ha representado a la Virgen Dolorosa con un corazón traspasado por siete espadas que simbolizan otros tantos dolores de María (hasta hace pocos años, esta conmemoración se denominaba "Los siete dolores de la Virgen María").  El tema de los dolores de la Madre de Jesús ha sido, en el correr de los siglos, fuente de inspiración para el arte cristiano. Pinturas y esculturas, poesías y cánticos tienen como motivo los dolores de la Virgen. Entre ellos sobresale la antífona "Stabat Mater", que ha inspirado a grandes maestros de la música.
 
¯¯¯
 
El Beato Juan Pablo II expresó en la meditación antes del rezo del Ángelus del Domingo 15 de septiembre de 1991:

"Stabat Mater dolorosa...". Hoy, 15 de septiembre en el calendario litúrgico se celebra la memoria de los dolores de la Santísima Virgen María. Esta fiesta fue precedida por la de la Exaltación de la Santa Cruz que celebramos ayer.

¡Qué desconcertante es el misterio de la Cruz! Después de haber meditado largamente en él San Pablo escribió a los cristianos de Galacia "En cuanto a mí, ¡Dios me libre de gloriarme si no es en la Cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo es para mí un crucificado y yo un crucificado para el mundo" (Ga 6, 14).

También la Santísima Virgen podría haber repetido —¡y con mayor verdad!— esas mismas palabras. Contemplando a su Hijo moribundo en el Calvario había comprendido que la "gloria" de su maternidad divina alcanzaba en aquel momento su ápice, participando directamente en la obra de la Redención. Además, había comprendido que a partir de aquel momento el dolor humano, hecho suyo por el Hijo Crucificado, adquiría un valor inestimable.

Hoy, por tanto, la Virgen de los Dolores, firme junto a la Cruz, con la elocuencia muda del ejemplo, nos habla del significado del sufrimiento en el Plan Divino de la Redención.

Ella fue la primera que supo y quiso participar en el misterio salvífico "asociándose con entrañas de madre a su sacrificio consintiendo amorosamente en la inmolación de la víctima que Ella misma había engendrado" (Lumen gentium 58). Íntimamente enriquecida por esta experiencia inefable, se acerca a quien sufre, lo toma de la mano y lo invita a subir con Ella al Calvario y a detenerse ante el Crucificado.

En aquel cuerpo martirizado está la única respuesta convincente para las preguntas que se elevan imperiosamente desde el corazón. Y con la respuesta se recibe también la fuerza necesaria para desempeñar el propio papel en la lucha que —como escribí en la carta apostólica Salvifici doloris— opone las fuerzas del bien a las del mal (cf. n. 27). Y agregué: "Los que participan en los sufrimientos de Cristo conservan en sus sufrimientos una especialísima partícula del tesoro infinito de la redención del mundo, y pueden compartir este tesoro con los demás" (ib.)

Pidamos a la Virgen de los Dolores que alimente en nosotros la firmeza de la fe y el ardor de la caridad, de forma que llevemos con valor nuestra cruz cada día (cf. Lc 9, 23) y así participemos eficazmente en la obra de la redención. "Fac ut ardeat cor meum", "¡haz que, amando a Cristo, se inflame mi corazón, para que pueda agradarle!"  Amén.

¯¯¯

María, 
Madre de Misericordia

cuida de todos para que no se haga inútil 
la Cruz de Cristo, 
para que el hombre 
no pierda el camino del bien, 
no pierda la conciencia del pecado 
y crezca en la esperanza en Dios, 
«rico en Misericordia» (Ef 2, 4), 
para que haga libremente las buenas obras 
que Él le asignó (cf. Ef 2, 10) 
y, de esta manera, toda su vida 
sea «un himno a su gloria» (Ef 1, 12).

HOMILÍA DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI

 

LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ

"LA COMPASIÓN DE DIOS CON EL MUNDO" 

SANTA MISA EN EL 150 ANIVERSARIO DE LAS APARICIONES
Prairie, Lourdes . Domingo 14 de septiembre de 2008

LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ

Señores cardenales, querido Mons. Perrier,
queridos hermanos en el episcopado y el sacerdocio,
queridos peregrinos,
hermanos y hermanas:

“Id y decid a los sacerdotes que vengan en procesión y que se construya aquí una capilla”. Éste es el mensaje que Bernadette recibió de la “Hermosa Señora” en las apariciones del 2 de marzo de 1858. Desde hace ciento cincuenta años, los peregrinos nunca han dejado de venir a la gruta de Massabielle para escuchar el mensaje de conversión y esperanza. Y también nosotros, estamos aquí esta mañana a los pies de María, la Virgen Inmaculada, para acudir a su escuela con la pequeña Bernadette (...).

“¡Qué dicha tener la Cruz! Quien posee la Cruz posee un tesoro” (S. Andrés de Creta, Sermón 10, sobre la Exaltación de la Santa Cruz: PG 97,1020). En este día en el que la liturgia de la Iglesia celebra la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, el Evangelio que acabamos de escuchar, nos recuerda el significado de este gran misterio: Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único para salvar a los hombres (cf. Jn 3,16). El Hijo de Dios se hizo vulnerable, tomando la condición de siervo, obediente hasta la muerte y una muerte de cruz (cf. Fil 2,8). Por su Cruz hemos sido salvados. El instrumento de suplicio que mostró, el Viernes Santo, el juicio de Dios sobre el mundo, se ha transformado en fuente de vida, de perdón, de misericordia, signo de reconciliación y de paz. “Para ser curados del pecado, miremos a Cristo Crucificado”, decía San Agustín (Tratado sobre el Evangelio de san Juan, XII, 11). Al levantar los ojos hacia el Crucificado, adoramos a Aquel que vino para quitar el pecado del mundo y darnos la vida eterna. La Iglesia nos invita a levantar con orgullo la Cruz gloriosa para que el mundo vea hasta dónde ha llegado el Amor del Crucificado por los hombres, por todos los hombres. Nos invita a dar gracias a Dios porque de un árbol portador de muerte, ha surgido de nuevo la vida. Sobre este árbol, Jesús nos revela su majestad soberana, nos revela que Él es el exaltado en la gloria. Sí, “venid a adorarlo”. En medio de nosotros se encuentra Quien nos ha amado hasta dar su vida por nosotros, Quien invita a todo ser humano a acercarse a Él con confianza.

Es el gran misterio que María nos confía también esta mañana invitándonos a volvernos hacia su Hijo. En efecto, es significativo que, en la primera aparición a Bernadette, María comience su encuentro con la señal de la Cruz. Más que un simple signo, Bernadette recibe de María una iniciación a los misterios de la fe. La señal de la Cruz es de alguna forma el compendio de nuestra fe, porque nos dice cuánto nos ha amado Dios; nos dice que, en el mundo, hay un amor más fuerte que la muerte, más fuerte que nuestras debilidades y pecados. El poder del Amor de Dios es más fuerte que el mal que nos amenaza. Este misterio de la universalidad del Amor de Dios por los hombres, es el que María reveló aquí, en Lourdes. Ella invita a todos los hombres de buena voluntad, a todos los que sufren en su corazón o en su cuerpo, a levantar los ojos hacia la Cruz de Jesús para encontrar la fuente de la vida, la fuente de la salvación.

La Iglesia ha recibido la misión de mostrar a todos el rostro amoroso de Dios, manifestado en Jesucristo. ¿Sabremos comprender que en el Crucificado del Gólgota está nuestra dignidad de hijos de Dios que, empañada por el pecado, nos fue devuelta? Volvamos nuestras miradas hacia Cristo. Él nos hará libres para amar como Él nos ama y para construir un mundo reconciliado. Porque, con esta Cruz, Jesús cargó el peso de todos los sufrimientos e injusticias de nuestra humanidad. Él ha cargado las humillaciones y discriminaciones, las torturas sufridas en numerosas regiones del mundo por muchos hermanos y hermanas nuestros por amor a Cristo. Les encomendamos a María, Madre de Jesús y Madre nuestra, presente al pie de la Cruz.

Para acoger en nuestras vidas la Cruz gloriosa, la celebración del jubileo de las apariciones de Nuestra Señora en Lourdes nos ha permitido entrar en una senda de fe y conversión. Hoy, María sale a nuestro encuentro para indicarnos los caminos de la renovación de la vida de nuestras comunidades y de cada uno de nosotros. Al acoger a su Hijo, que Ella nos muestra, nos sumergimos en una fuente viva en la que la fe puede encontrar un renovado vigor, en la que la Iglesia puede fortalecerse para proclamar cada vez con más audacia el misterio de Cristo. Jesús, nacido de María, es el Hijo de Dios, el único Salvador de todos los hombres, vivo y operante en su Iglesia y en el mundo. La Iglesia ha sido enviada a todo el mundo para proclamar este único mensaje e invitar a los hombres a acogerlo mediante una conversión auténtica del corazón. Esta misión, que fue confiada por Jesús a sus discípulos, recibe aquí, con ocasión de este jubileo, un nuevo impulso. Que siguiendo a los grandes evangelizadores de vuestro País, el espíritu misionero que animó tantos hombres y mujeres de Francia a lo largo de los siglos, sea todavía vuestro orgullo y compromiso.

Siguiendo el recorrido jubilar tras las huellas de Bernadette, se nos recuerda lo esencial del mensaje de Lourdes. Bernadette era la primogénita de una familia muy pobre, sin sabiduría ni poder, de salud frágil. María la eligió para transmitir su mensaje de conversión, de oración y penitencia, en total sintonía con la palabra de Jesús: “Porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a la gente sencilla” (Mt 11,25) En su camino espiritual, también los cristianos están llamados a desarrollar la gracia de su Bautismo, a alimentarse de la Eucaristía, a sacar de la oración la fuerza para el testimonio y la solidaridad con todos sus hermanos en la humanidad (cf. Homenaje a la Inmaculada Concepción, Plaza de España, 8 diciembre 2007). Es, pues, una auténtica catequesis la que también a nosotros se nos propone, bajo la mirada de María. Dejémonos también nosotros instruir y guiar en el camino que conduce al Reino de su Hijo.

Continuando su catequesis, la “Hermosa Señora” revela su nombre a Bernadette: “Yo soy la Inmaculada Concepción”. María le desvela de este modo la gracia extraordinaria que Ella recibió de Dios, la de ser concebida sin pecado, porque “ha mirado la humillación de su esclava” (cf. Lc 1,48). María es la mujer de nuestra tierra que se entregó por completo a Dios y que recibió de Él el privilegio de dar la vida humana a su eterno Hijo. “Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,38). Ella es la hermosura transfigurada, la imagen de la nueva humanidad. De esta forma, al presentarse en una dependencia total de Dios, María expresa en realidad una actitud de plena libertad, cimentada en el completo reconocimiento de su genuina dignidad. Este privilegio nos concierne también a nosotros, porque nos desvela nuestra propia dignidad de hombres y mujeres, marcados ciertamente por el pecado, pero salvados en la esperanza, una esperanza que nos permite afrontar nuestra vida cotidiana. Es el camino que María abre también al hombre. Ponerse completamente en manos de Dios, es encontrar el camino de la verdadera libertad. Porque, volviéndose hacia Dios, el hombre llega a ser él mismo. Encuentra su vocación original de persona creada a su imagen y semejanza.

Queridos hermanos y hermanas, la vocación primera del santuario de Lourdes es ser un lugar de encuentro con Dios en la oración, y un lugar de servicio fraterno, especialmente por la acogida a los enfermos, a los pobres y a todos los que sufren. En este lugar, María sale a nuestro encuentro como la Madre, siempre disponible a las necesidades de sus hijos. Mediante la luz que brota de su rostro, se trasparenta la misericordia de Dios. Dejemos que su mirada nos acaricie y nos diga que Dios nos ama y nunca nos abandona. María nos recuerda aquí que la oración, intensa y humilde, confiada y perseverante debe tener un puesto central en nuestra vida cristiana. La oración es indispensable para acoger la fuerza de Cristo. “Quien reza no desperdicia su tiempo, aunque todo haga pensar en una situación de emergencia y parezca impulsar sólo a la acción” (Deus caritas est, n. 36). Dejarse absorber por las actividades entraña el riesgo de quitar de la plegaria su especificad cristiana y su verdadera eficacia. En el Rosario, tan querido para Bernadette y los peregrinos en Lourdes, se concentra la profundidad del mensaje evangélico. Nos introduce en la contemplación del Rostro de Cristo. De esta oración de los humildes podemos sacar copiosas gracias.

La presencia de los jóvenes en Lourdes es también una realidad importante. Queridos amigos aquí presentes esta mañana alrededor de la Cruz de la Jornada Mundial de la Juventud, cuando María recibió la visita del ángel, era una jovencita en Nazaret, que llevaba la vida sencilla y animosa de las mujeres de su pueblo. Y si la mirada de Dios se posó especialmente en Ella, fiándose, María quiere deciros también que nadie es indiferente para Dios. Él os mira con amor a cada uno de vosotros y os llama a una vida dichosa y llena de sentido. No dejéis que las dificultades os descorazonen. María se turbó cuando el ángel le anunció que sería la Madre del Salvador. Ella conocía cuánta era su debilidad ante la omnipotencia de Dios. Sin embargo, dijo “sí” sin vacilar. Y gracias a su sí, la salvación entró en el mundo, cambiando así la historia de la humanidad. Queridos jóvenes, por vuestra parte, no tengáis miedo de decir sí a las llamadas del Señor, cuando Él os invite a seguirlo. Responded generosamente al Señor. Sólo Él puede colmar los anhelos más profundos de vuestro corazón. Sois muchos los que venís a Lourdes para servir esmerada y generosamente a los enfermos o a otros peregrinos, imitando así a Cristo servidor. El servicio a los hermanos y a las hermanas ensancha el corazón y lo hace disponible. En el silencio de la oración, que María sea vuestra confidente, Ella que supo hablar a Bernadette con respeto y confianza. Que María ayude a los llamados al matrimonio a descubrir la belleza de un amor auténtico y profundo, vivido como don recíproco y fiel. A aquellos, entre vosotros, que Él llama a seguirlo en la vocación sacerdotal o religiosa, quisiera decirles la felicidad que existe en entregar la propia vida al servicio de Dios y de los hombres. Que las familias y las comunidades cristianas sean lugares donde puedan nacer y crecer sólidas vocaciones al servicio de la Iglesia y del mundo.

El mensaje de María es un mensaje de esperanza para todos los hombres y para todas las mujeres de nuestro tiempo, sean del país que sean. Me gusta invocar a María como “Estrella de la esperanza” (Spe salvi, n. 50). En el camino de nuestras vidas, a menudo oscuro, Ella es una luz de esperanza, que nos ilumina y nos orienta en nuestro caminar. Por su sí, por el don generoso de sí misma, Ella abrió a Dios las puertas de nuestro mundo y nuestra historia. Nos invita a vivir como Ella en una esperanza inquebrantable, rechazando escuchar a los que pretenden que nos encerremos en el fatalismo. Nos acompaña con su presencia maternal en medio de las vicisitudes personales, familiares y nacionales. Dichosos los hombres y las mujeres que ponen su confianza en Aquel que, en el momento de ofrecer su vida por nuestra salvación, nos dio a su Madre para que fuera nuestra Madre.

Queridos hermanos y hermanas, en Francia, la Madre del Señor es venerada en innumerables santuarios, que manifiestan así la fe transmitida de generación en generación. Celebrada en su Asunción, Ella es la amada patrona de vuestro país. Que Ella sea siempre venerada con fervor en cada una de vuestras familias, de vuestras comunidades religiosas y parroquiales. Que María vele sobre todos los habitantes de vuestro hermoso país y sobre todos los numerosos peregrinos que han venido de otros países a celebrar este jubileo. Que Ella sea para todos la Madre que acompaña a sus hijos tanto en sus gozos como en sus pruebas.

Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, enséñanos a creer, a esperar y a amar Contigo. Muéstranos el camino hacia el Reino de tu Hijo Jesús. Estrella del mar, brilla sobre nosotros y guíanos en nuestro camino (cf. Spe salvi, n. 50). Amén.

©  2002-2011 MariaMediadora™ - All Rights Reserved

EL CAMINO DE MARIA . Edición número 609 para %EmailAddress%

Enviada por marisayeduardo@santorosario.info

¯¯¯

Invite a sus amigos y conocidos a suscribirse a la Newsletter "EL CAMINO DE MARÍA" .

Deben llenar un simple formulario en la siguiente dirección de nuestro sitio:

http://www.mariamediadora.com/formulario.html