MEDITACIONES
"Stabat
Mater dolorosa...", "la Madre Dolorosa estaba junto
a la Cruz y lloraba mientras el Hijo pendía".
Hoy, 15 de
septiembre en el calendario litúrgico se celebra la
memoria de los dolores de la Santísima Virgen María.
Esta fiesta fue precedida por la de la Exaltación de la
Santa Cruz que celebramos ayer.
¡Qué
desconcertante es el misterio de la Cruz! Después de
haber meditado largamente en dicho misterio, San Pablo escribió a los
cristianos de Galacia "En cuanto a mí, ¡Dios me libre
de gloriarme si no es en la Cruz de nuestro Señor
Jesucristo, por la cual el mundo es para mí un
crucificado y yo un crucificado para el mundo" (Ga
6, 14).
También la
Santísima Virgen podría haber repetido —¡y con mayor
verdad!— esas mismas palabras. Contemplando a su Hijo
moribundo en el Calvario había comprendido que la
"gloria" de su maternidad divina alcanzaba en aquel
momento su ápice, participando directamente en la obra
de la Redención. Además, había comprendido que a partir
de aquel momento el dolor humano, hecho suyo por el Hijo
Crucificado, adquiría un valor inestimable.
Hoy, por tanto,
la Virgen de los Dolores, firme junto a la Cruz, con la
elocuencia muda del ejemplo, nos habla del significado
del sufrimiento en el Plan Divino de la Redención.
Ella fue la
primera que supo y quiso participar en el misterio
salvífico "asociándose con entrañas de madre a su
sacrificio consintiendo amorosamente en la inmolación de
la víctima que Ella misma había engendrado" (Lumen
gentium
58). Íntimamente enriquecida por
esta experiencia inefable, se acerca a quien sufre, lo
toma de la mano y lo invita a subir con Ella al Calvario
y a detenerse ante el Crucificado.
En aquel Cuerpo
martirizado está la única respuesta convincente
para las preguntas que se elevan imperiosamente desde el
corazón. Y con la respuesta se recibe también la fuerza
necesaria para desempeñar el propio papel en la lucha
que —como escribí en la Carta Apostólica
Salvifici doloris—
opone las fuerzas del Bien a las del mal (cf. n. 27). Y
agregué: "Los que participan en los sufrimientos de
Cristo conservan en sus sufrimientos una especialísima
partícula del tesoro infinito de la redención del mundo,
y pueden compartir este tesoro con los demás" (ib.).
Pidamos a la
Virgen de los Dolores que alimente en nosotros la
firmeza de la fe y el ardor de la caridad, de forma que
llevemos con valor nuestra cruz cada día (cf. Lc
9, 23) y así participemos eficazmente en la obra de la
redención.
"Fac ut
ardeat cor meum", "¡Haz que, amando a Cristo, se
inflame mi corazón, para que pueda agradarle!" Amén. (Ángelus.
Domingo 15 de septiembre de 1991)
¯¯¯
"...La primera
parte del Ave María, tomada de las palabras
dirigidas a María por el ángel Gabriel y por Santa Isabel,
es contemplación adorante del misterio que se realiza en la
Virgen de Nazaret. Expresan, por así decir, la admiración
del Cielo y de la tierra y, en cierto sentido, dejan
entrever la complacencia de Dios mismo al ver su obra
maestra –la Encarnación del Hijo en el Seno virginal de
María–, análogamente a la mirada de aprobación del Génesis (cf.
Gn 1, 31), aquel «pathos con el que Dios, en el alba de
la creación, contempló la obra de sus manos». Repetir
el Ave María nos acerca a la complacencia de
Dios: es júbilo, asombro, reconocimiento del milagro más
grande de la historia. Es el cumplimiento de la profecía de
María: «Desde ahora todas las generaciones me llamarán
bienaventurada» (Lc1, 48).
El centro del
Ave María, casi como engarce entre la primera y
la segunda parte, es el Nombre de Jesús. A veces, en el rezo
apresurado, no se percibe este aspecto central y tampoco la
relación con el misterio de Cristo que se está contemplando.
Pero es precisamente el relieve que se da al Nombre de
Jesús
y a su misterio lo que caracteriza una recitación consciente
y fructuosa del Santo Rosario (...) Expresa con intensidad
la fe Cristológica, aplicada a los diversos momentos de la
Vida del Redentor. Es profesión de fe y, al mismo tiempo,
ayuda a mantener atenta la meditación, permitiendo vivir la
función asimiladora, innata en la repetición del Ave
María, respecto al misterio de Cristo. Repetir el
Nombre de Jesús –el único Nombre del cual podemos esperar la
salvación (cf. Hch 4, 12)– junto con el de su Madre
Santísima, y como dejando que Ella misma nos lo sugiera, es
un modo de asimilación, que aspira a hacernos entrar cada
vez más profundamente en la Vida de Cristo.
De la especial
relación con Cristo, que hace de María la Madre de Dios, la
Theotòkos, deriva, además, la fuerza de la súplica
con la que nos dirigimos a Ella en la segunda parte del
Ave María, confiando a su materna intercesión
nuestra vida y la hora de nuestra muerte..." (Rosarium
Virginis Mariae,
33)
I - MARÍA ACOGE EN LA FE LA PROFECÍA DE
SIMEÓN
V.
Te alabamos, Santa María
R.
Madre fiel junto a la Cruz de tu Hijo.
LECTURA DEL
EVANGELIO.
Cuando
–según la ley de Moisés- se cumplieron los días de la
purificación, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarlo
al Señor. Había en Jerusalén un hombre llamado Simeón,
hombre justo y piadoso; esperaba la redención de Israel ; y
el Espíritu Santo estaba en él. Simeón los bendijo y dijo a
María, su Madre: “Mira, este Niño está puesto para ruina y
salvación de muchos en Israel y para ser señal de
contradicción a fin de que queden al descubierto las
intenciones de muchos corazones; ¡y a Ti misma una espada te
atravesará el alma!”. (Lc
2, 22. 25. 34-35)
LECTURA DEL
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA.
La Presentación de Jesús en el Templo (cf. Lc 2, 22-39) lo
muestra como el Primogénito que pertenece al Señor (cf. Ex
13,2.12-13). Con Simeón y Ana toda la expectación de Israel
es la que viene al encuentro de su Salvador (la tradición
bizantina llama así a este acontecimiento). Jesús es
reconocido como el Mesías tan esperado, "Luz de las
naciones" y "Gloria de Israel", pero también
"Señal de
contradicción". La espada de dolor predicha a María anuncia
otra oblación, perfecta y única, la de la Cruz que dará la
salvación que Dios ha preparado "ante todos los pueblos". (Catecismo
de la Iglesia Católica, 529)
MEDITACIÓN.
"...Pero ya los dos últimos
misterios de gozo, aun conservando el sabor de la alegría,
anticipan indicios del drama. En efecto, la Presentación
en el Templo, a la vez que expresa la dicha de la
consagración y extasía de Simeón, contiene también
la profecía de que el Niño será «Señal de contradicción»
para Israel y de que una espada traspasará el alma de la
Madre (cf. Lc 2, 34-35)." (Rosarium
Virginis Mariae, 20)
SALMO DE MEDITACIÓN. Salmo 40 (39)
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu
Voluntad.
No querías ni sacrificio ni oblación,
no pedías holocaustos ni víctimas,
dije entonces : “Aquí estoy, Señor,
para hacer tu Voluntad” R.
En el libro de la ley está escrito de mí
que he de hacer tu Voluntad.
Oh Dios mío, en tu Ley me complazco
en lo profundo de mi corazón. R.
ORACIÓN A LA VIRGEN
Dios
te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo.
Bendita eres entre todas las mujeres, y bendito es el
fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María
Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la
hora de nuestra muerte. Amén.
CANTO DE PROCESIÓN
Virgen obediente, ruega por nosotros
Virgen oferente, ruega por nosotros.
Virgen fiel, ruega por nosotros.
II - MARÍA HUYE A EGIPTO CON JESÚS Y JOSÉ
V. Te alabamos,
Santa María,
R. Madre fiel
junto a la Cruz de tu Hijo.
LECTURA DEL EVANGELIO.
El ángel del
Señor se apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate,
toma contigo al Niño y a su Madre y huye a Egipto, porque
Herodes va a buscar al Niño para matarlo”. Él se levantó,
tomó de noche al Niño y a su Madre y se retiró a Egipto; y
allí estuvo hasta la muerte de Herodes. (Mt 2, 13-15)
LECTURA DEL
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA.
La Huida a Egipto y la
matanza de los inocentes (cf. Mt 2, 13-18) manifiestan la
oposición de las tinieblas a la Luz: "Vino a su casa, y
los suyos no lo recibieron" (Jn 1, 11). Toda la vida de
Cristo estará bajo el signo de la persecución. Los suyos la
comparten con Él (cf. Jn 15, 20). Su vuelta de Egipto (cf.
Mt 2, 15) recuerda el Éxodo (cf. Os 11, 1) y presenta a
Jesús como el Liberador definitivo.
(Catecismo
de la Iglesia Católica, 530)
MEDITACIÓN
"Después de la Presentación en el
Templo, San Lucas hace notar: «Así que
cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor,
volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El Niño
crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la
gracia de Dios estaba sobre Él» (Lc 2,
39-40).
Pero,
según el texto de San Mateo, antes de este regreso a
Galilea, hay que situar un acontecimiento muy importante,
para el que la Providencia Divina recurre nuevamente a
San José.
Leemos: «Después que ellos (los Magos) se retiraron, el
ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo:
"Levántate, toma contigo al Niño y a su Madre y huye a
Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes
va a buscar el Niño para matarle"» (Mt 2, 13). Con ocasión
de la venida de los Magos de Oriente, Herodes supo del
nacimiento del «rey de los judíos» (Mt 2, 2). Y
cuando partieron los Magos «él envió a matar a todos los
niños de Belén y de toda la comarca, de dos años para abajo»
(Mt 2, 16). De este modo, matando a todos, quería
matar a aquel recién nacido «rey de los judíos», de quien
había tenido conocimiento durante la visita de los magos a
su corte. Entonces José, habiendo sido advertido en sueños,
«tomó al Niño y a su Madre y se retiró a Egipto; y estuvo
allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera el
oráculo del Señor por medio del profeta: "De Egipto llamé a
mi Hijo"» (Mt 2, 14-15; cf. Os 11, 1). De
este modo, el camino de regreso de Jesús desde Belén a
Nazaret pasó a través de Egipto. Así como Israel había
tomado la vía del éxodo «en condición de esclavitud» para
iniciar la Antigua Alianza, José, depositario y
cooperador del misterio providencial de Dios, custodia
también en el exilio a Aquél que realiza la Nueva Alianza."
(Redemptoris
Custos,
14)
SALMO DE MEDITACIÓN. Salmo 118 (117)
R. El
Señor está conmigo, ¿a quién temeré?
En el peligro grité al Señor,
y Él me escuchó, poniéndome a salvo.
El Señor está conmigo, no temo;
Qué puede hacerme el hombre? R.
El Señor es mi fuerza y mi energía,
Él es mi salvación.
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor. R.
ORACIÓN A LA VIRGEN
Dios
te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo.
Bendita eres entre todas las mujeres, y bendito es el
fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María
Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la
hora de nuestra muerte. Amén.
CANTO DE PROCESIÓN
Mujer exiliada, ruega por nosotros.
Mujer fuerte, ruega por nosotros.
Mujer intrépida, ruega por nosotros.
III - MARÍA Y JOSÉ BUSCAN A JESÚS PERDIDO EN JERUSALÉN
V.
Te alabamos, Santa María,
R.
Madre fiel junto a la Cruz de tu Hijo.
LECTURA DEL EVANGELIO.
Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén a la
celebración de la Pascua. Cuando Jesús cumplió doce
años, fueron todos, como de costumbre, a la fiesta; al
volverse ellos, el Niño Jesús se quedó en la ciudad, sin
saberlo sus padres. Creyendo que estaría en la
caravana, hicieron un día de camino, y lo buscaban entre los
parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron
a Jerusalén en su busca. Al cabo de tres días, lo hallaron
en el Templo sentado en medio de los maestros,
escuchándoles y preguntándoles. Y su Madre le dijo: “Hijo,
¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo,
angustiados, te andábamos buscando”. Él les dijo: “¿Por
qué me buscabais? ¿No sabíais que Yo debo ocuparme de los
asuntos de mi
Padre?” (Lc. 2, 41-46. 48-49)
LECTURA DEL
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA.
El hallazgo de Jesús en el Templo (cf.
Lc 2, 41-52) es el único suceso que rompe el silencio de los
Evangelios sobre los años ocultos de Jesús. Jesús deja
entrever en ello el misterio de su consagración total a una
misión derivada de su filiación divina: "¿No sabíais que
Yo
debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?" María y José
"no
comprendieron" esta palabra, pero la acogieron en la fe, y
María "conservaba cuidadosamente todas las cosas en su
Corazón", a lo largo de todos los años en que Jesús
permaneció oculto en el silencio de una vida ordinaria.
(Catecismo
de la Iglesia Católica, 534)
MEDITACIÓN.
"Desde el
momento de la Anunciación, José, junto con María, se
encontró en cierto sentido en la intimidad del
misterio escondido desde siglos en Dios, y que
se encarnó: «Y la Palabra se hizo carne, y puso
su morada entre nosotros» (Jn 1, 14). Él
habitó entre los hombres, y el ámbito de su morada
fue la Sagrada Familia de Nazaret, una de tantas
familias de esta aldea de Galilea, una de tantas
familias de Israel. Allí «Jesús crecía y se
fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de
Dios estaba con Él» (Lc 2, 40). Los
Evangelios compendian en pocas palabras el largo
período de la «vida oculta», durante el cual
Jesús se preparaba a su misión mesiánica. Un solo
episodio se sustrae a este «ocultamiento», que es
descrito en el Evangelio de Lucas: la Pascua de
Jerusalén, cuando Jesús tenía doce años.
Jesús participó
en esta fiesta como joven peregrino junto con María y
José. Y he aquí que «pasados los días, el Niño Jesús
se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres» (Lc
2, 43). Pasado un día se dieron cuenta e iniciaron la
búsqueda entre los parientes y conocidos: «Al cabo de
tres días, lo encontraron en el templo sentado en medio
de los maestros, escuchándoles y preguntándoles. Todos
los que le oían estaban estupefactos por su inteligencia
y sus respuestas» (Lc 2, 46-47). María le
pregunta: «Hijo ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu
padre y yo, angustiados, te andábamos buscando» (Lc
2, 48). La respuesta de Jesús fue tal que «ellos no
comprendieron». Él les había dicho:
¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que Yo debo ocuparme
de los asuntos de mi Padre?» (Lc 2,
49-50).
Esta respuesta
la oyó José, a quien María se había referido poco antes
llamándole «tu padre». Y así es lo que se decía y
pensaba: «Jesús... era, según se creía, hijo de José»
(Lc 3, 23). No obstante, la respuesta de
Jesús en el templo habría reafirmado en la conciencia
del «presunto padre» lo que éste había oído una noche
doce años antes: «José ... no temas tomar contigo a
María, tu mujer, porque lo engendrado en Ella es del
Espíritu Santo» (Mt 1, 20). Ya desde
entonces, él sabía que era depositario del misterio de
Dios, y Jesús en el templo evocó exactamente
este misterio: «Debo ocuparme en las cosas de mi
Padre» (Redemptoris
Custos,
15)
SALMO DE MEDITACIÓN. Salmo 116 (115)
R. Mi alegría, Señor, es hacer tu Voluntad.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor. R.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén. R.
ORACIÓN A LA VIRGEN
Dios
te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo.
Bendita eres entre todas las mujeres, y bendito es el
fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María
Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la
hora de nuestra muerte. Amén.
CANTO DE PROCESIÓN
Esperanza de los pecadores, ruega por nosotros.
Consuelo de los afligidos, ruega por nosotros.
Refugio de los pobres, ruega por nosotros.
IV - MARÍA ENCUENTRA A JESÚS CAMINO AL CALVARIO
V.
Te alabamos, Santa María,
R.
Madre fiel junto a la Cruz de tu Hijo.
LECTURA DEL EVANGELIO.
Cuando
llevaban a Jesús para crucificarlo, detuvieron a un tal
Simón de Cirene, que venía del campo, y le cargaron la Cruz
para que la llevara detrás de Jesús. Lo seguía una gran
multitud del pueblo y de mujeres, que se golpeaban el pecho
y se lamentaban por Él. Jesús, volviéndose a ellas, dijo:
“Hijas de Jerusalén, no lloren por Mí; lloren más bien
por ustedes y por sus hijos.”
(Lc 23, 26-28)
LECTURA DEL
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA.
Por su total adhesión a la
Voluntad del Padre, a la obra redentora de su Hijo, a toda moción del Espíritu Santo, la
Virgen María es para la Iglesia el modelo de la fe y de la
caridad. Por eso es "miembro muy eminente y del todo
singular de la Iglesia" (LG 53), incluso constituye
"la
figura" de la Iglesia (LG 63).
(Catecismo
de la Iglesia Católica, 967)
Pero su papel con relación a la Iglesia y a toda la
humanidad va aún más lejos."Colaboró de manera totalmente
singular a la obra del Salvador por su fe, esperanza y
ardiente amor, para restablecer la vida sobrenatural de los
hombres. Por esta razón es nuestra Madre en el orden de la
gracia" (LG 61)(Catecismo
de la Iglesia Católica, 968)
"Esta maternidad de María perdura sin cesar en la
economía de la gracia, desde el consentimiento que dio
fielmente en la Anunciación, y que mantuvo sin vacilar al
pie de la Cruz, hasta la realización plena y definitiva de
todos los escogidos. En efecto, con su Asunción al Cielo, no abandonó su misión salvadora, sino que continúa
procurándonos con su múltiple intercesión los dones de la
salvación eterna... Por eso la Santísima Virgen es invocada
en la Iglesia con los títulos de Abogada, Auxiliadora,
Socorro, Mediadora" (LG 62).
(Catecismo
de la Iglesia Católica, 969)
MEDITACIÓN
"...En el
camino doloroso y en el Gólgota está la Madre, la primera
Mártir. Y nosotros, con el Corazón de la Madre, a la cual
Cristo desde la Cruz entregó en testamento a cada uno de los
discípulos y a cada uno de los hombres, contemplamos
conmovidos sus padecimientos, aprendiendo de Él la
obediencia hasta la muerte, y muerte de cruz; aprendiendo de
Ella a acoger a cada hombre como hermano, para estar con
Ella junto a las innumerables cruces en las que el Señor de
la gloria todavía está injustamente enclavado, no en su
Cuerpo glorioso, sino en los miembros dolientes de su Cuerpo
místico...". (Juan
Pablo II . Ángelus del 30 de octubre, 1983).
SALMO DE MEDITACIÓN. Salmo 24 (23)
R. Muéstranos, Padre, el Rostro de tu Amor.
Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes;
Él la fundó sobre los mares,
Él la afianzó sobre los ríos. R.
Quién puede subir al monte del Señor?
Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso. R.
Ese recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Este es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R.
ORACIÓN A LA VIRGEN
Dios
te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo. Bendita
eres entre todas las mujeres, y bendito es el
fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María
Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la
hora de nuestra muerte. Amén.
CANTO DE PROCESIÓN
Mujer del dolor, ruega por nosotros
Virgen de la búsqueda, ruega por nosotros
Madre de la esperanza. ruega por nosotros
V - MARÍA ESTÁ JUNTO A LA CRUZ DE SU HIJO
V.
Te alabamos, Santa María,
R.
Madre fiel junto a la Cruz de tu Hijo.
LECTURA DEL EVANGELIO.
Cuando llegaron al lugar que se llama
Calvario, crucificaron a Jesús, también a los dos
criminales; uno a su derecha y otro a su izquierda. Estaban
junto a la Cruz de Jesús su Madre, la hermana de su Madre,
María la esposa de Cleofás, y María Magdalena. Jesús viendo
a su Madre y al discípulo a quien amaba, dijo a su Madre:
“Mujer, ahí tienes a tu hijo” Luego dijo al discípulo:
“Ahí tienes a tu Madre”. Eran ya las tres de la
tarde. Jesús, dando una gran voz, dijo : “Padre, en tus
manos entrego mi espíritu”. Y diciendo esto expiró.
(Lc 23, 33; Jn 19, 25-27; Lc 23,
44-46).
LECTURA DEL
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA.
María, la Santísima Madre de Dios, la siempre Virgen, es la
obra maestra de la Misión del Hijo y del Espíritu Santo en
la plenitud de los tiempos. Por primera vez en el designio
de Salvación y porque su Espíritu la ha preparado, el Padre
encuentra la Morada en donde su Hijo y su Espíritu pueden
habitar entre los hombres. Por ello, los más bellos textos
sobre la sabiduría, la tradición de la Iglesia los ha
entendido frecuentemente con relación a María (cf. Pr 8,
1-9, 6; Si 24): María es cantada y representada en la
Liturgia como el trono de la "Sabiduría".
En Ella comienzan a manifestarse las "Maravillas de Dios",
que el Espíritu va a realizar en Cristo y en la Iglesia. (Catecismo
de la Iglesia Católica, 721)
El Espíritu Santo preparó a María con su gracia . Convenía
que fuese "llena de gracia" la Madre de Aquél en quien
"reside toda la Plenitud de la Divinidad corporalmente" (Col
2, 9). Ella fue concebida sin pecado, por pura gracia, como
la más humilde de todas las criaturas, la más capaz de
acoger el don inefable del Omnipotente. Con justa razón, el
ángel Gabriel la saluda como la "Hija de Sión":
"Alégrate"
(cf. So 3, 14; Za 2, 14). Cuando Ella lleva en Sí al Hijo
Eterno, es la acción de gracias de todo el Pueblo de Dios, y
por tanto de la Iglesia, esa acción de gracias que Ella
eleva en su cántico al Padre en el Espíritu Santo (cf. Lc 1,
46-55).
(Catecismo
de la Iglesia Católica, 722)
MEDITACIÓN
"...Con los misterios dolorosos
contemplamos en Cristo todos los dolores del hombre: en
Él, angustiado, traicionado, abandonado, capturado,
aprisionado; en Él, injustamente procesado y sometido a
la flagelación; en Él, mal entendido y escarnecido en su
Misión; en Él, condenado con la complicidad del poder
político; en Él, conducido públicamente al suplicio y
expuesto a la muerte más infamante: en Él, Varón de
dolores profetizado por Isaías, queda resumido y
santificado todo dolor humano. Siervo del Padre, Primogénito
entre muchos hermanos, Cabeza de la humanidad,
transforma el padecimiento humano en oblación agradable
a Dios, en sacrificio que redime. Él es el Cordero que
quita el pecado del mundo, el Testigo fiel, que capitula
en Sí y hace meritorio todo martirio..." (Juan
Pablo II . Ángelus del 30 de octubre, 1983).
SALMO DE MEDITACIÓN. Salmo 31 (30)
R. Padre, en tus manos confío mi vida.
A Ti, Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
Tú, que eres justo, ponme a salvo,
En tus manos encomiendo mi espíritu:
Tú, el Dios fiel, me librarás. R.
Pero yo confío en Ti, Señor,
te digo: “Tú eres mi Dios”.
En tu mano está mi destino.
Haz brillar tu Rostro sobre tu siervo,
¡Sálvame, por tu Misericordia! R.
ORACIÓN A LA VIRGEN
Dios
te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo.
Bendita eres entre todas las mujeres, y bendito es el
fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María
Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la
hora de nuestra muerte. Amén.
CANTO DE PROCESIÓN
Madre del Crucificado, ruega por nosotros
Madre del Corazón Traspasado, ruega por nosotros
Madre del Redentor, ruega por nosotros
VI - MARÍA RECIBE EL CUERPO DE JESÚS BAJADO DE LA CRUZ
V.
Te alabamos, Santa María,
R.
Madre fiel junto a la Cruz de tu Hijo.
LECTURA DEL EVANGELIO.
Al
caer la tarde, como era la preparación de la Pascua, es
decir, la víspera del sábado, llegó José de Arimatea, que
era un miembro distinguido del consejo de ancianos y
esperaba el Reino de Dios, y tuvo el valor de presentarse a
Pilato y le pidió el Cuerpo de Jesús. Pilato se extraño de
que ya hubiera muerto y, llamando al centurión le preguntó
si había muerto hacía tiempo. Informado por el centurión,
concedió el Cuerpo de Jesús a José, quien, comprando una
sábana, lo descolgó de la Cruz.
(Mc 15, 42-46)
LECTURA DEL
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA.
El papel de María con relación a la Iglesia es inseparable
de su unión con Cristo, deriva directamente de ella. "Esta
unión de la Madre con el Hijo en la obra de la salvación se
manifiesta desde el momento de la concepción virginal de
Cristo hasta su muerte" (LG 57). Se manifiesta
particularmente en la Hora de su Pasión.
La Bienaventurada Virgen avanzó en la peregrinación de la fe
y mantuvo fielmente la unión con su Hijo hasta la Cruz.
Allí, por Voluntad de Dios, estuvo de pie, sufrió
intensamente con su Hijo y se unió a su sacrificio con
Corazón de Madre que, llena de amor, daba su consentimiento
a la inmolación de su Hijo como víctima. Finalmente,
Jesucristo, agonizando en la Cruz, la dio como Madre al
discípulo con estas palabras: ‘Mujer, ahí tienes a tu hijo’
(Jn 19, 26-27)" (LG 58). (Catecismo
de la Iglesia Católica, 964).
MEDITACIÓN
"...Han
devuelto a las manos de la Madre el Cuerpo sin vida del
Hijo. Los Evangelios no hablan de lo que Ella experimentó en
aquel instante. Es como si los Evangelistas, con el
silencio, quisieran respetar su dolor, sus sentimientos y
sus recuerdos. O, simplemente, como si no se considerasen
capaces de expresarlos. Sólo la devoción multisecular ha
conservado la imagen de la "Piedad", grabando de ese modo en
la memoria del pueblo cristiano la expresión más dolorosa de
aquel inefable vínculo de Amor nacido en el Corazón de la
Madre el día de la Anunciación y madurado en la espera del
Nacimiento de su Hijo. Ese Amor se reveló en la gruta de
Belén, fue sometido a prueba ya durante la Presentación en
el. Templo, se profundizó con los acontecimientos
conservados y meditados en su Corazón (cfr. Lc 2, 51). Ahora
este íntimo vínculo de Amor debe transformarse en una unión
que supera los confines de la vida y de la muerte. Y será
así a lo largo de los siglos: los hombres se detienen junto
a la estatua de la Piedad de Miguel Ángel, se arrodillan
delante de la imagen de la Melancólica Benefactora ("Smetna
Dobrodziejka") en la Iglesia de los Franciscanos, en
Cracovia; ante la Madre de los Siete Dolores, Patrona de
Eslovaquia; veneran a la Dolorosa en tantos santuarios en
todas las partes del mundo. De este modo aprenden el difícil
amor que no huye ante el sufrimiento, sino que se abandona
confiadamente a la ternura de Dios, para Quien nada es
imposible (cf. Lc 1, 37)..." (Juan
Pablo II . Via Crucis Viernes Santo 2000 . Meditación XIII
Estación)
SALMO DE MEDITACIÓN. Salmo 114 (116)
R. Mi alma espera en el Señor.
Amo al Señor, porque escucha mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí el día que lo invoco.
Invoqué el nombre del Señor :
“Señor, salva mi vida”. R.
Alma mía, recobra tu calma,
que el Señor fue bueno contigo :
arrancó tu alma de la muerte,
tus ojos de las lágrimas, tus pies de la caída. R.
ORACIÓN A LA VIRGEN
Dios
te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo.
Bendita eres entre todas las mujeres, y bendito es el
fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María
Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la
hora de nuestra muerte. Amén.
CANTO DE PROCESIÓN
Virgen del silencio, ruega por nosotros
Virgen del perdón, ruega por nosotros
Virgen de la espera, ruega por nosotros
VII - MARÍA ENTREGA EL CUERPO DE JESÚS AL SEPULCRO EN ESPERA DE LA RESURRECCIÓN
V.
Te alabamos, Santa María,
R.
Madre fiel junto a la Cruz de tu Hijo.
LECTURA DEL EVANGELIO.
Fue Nicodemo, aquel que anteriormente había ido a ver
a Jesús de noche, con una mezcla de unas cien libras de
mirra y áloe. José de Arimatea y Nicodemo tomaron el Cuerpo
de Jesús y lo envolvieron en vendas con los aromas, conforme
a la costumbre judía de sepultar. En el lugar donde había
sido crucificado había un huerto y, en el huerto, un
sepulcro nuevo en el que nadie todavía había sido
depositado. Allí pues, pusieron el Cuerpo de Jesús.
(Jn 19,39-42)
LECTURA DEL
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA.
"...En su designio de salvación, Dios dispuso que su
Hijo no solamente "muriese por nuestros pecados"
(1 Co 15,
3) sino también que
conociera el estado de muerte, el estado de separación entre
su Alma y su Cuerpo, durante el tiempo comprendido entre el
momento en que Él expiró en la Cruz y el momento en que
resucitó. Este estado de Cristo muerto es el misterio del
sepulcro y del descenso a los infiernos. Es el misterio del
Sábado Santo en el que Cristo depositado en el sepulcro (cf. Jn
19, 42) manifiesta el gran reposo sabático de Dios (cf. Hb
4, 4-9) después de realizar (cf. Jn 19, 30) la salvación de
los hombres, que establece en la paz el universo entero (cf.
Col 1, 18-20). (Catecismo
de la Iglesia Católica, 624)
MEDITACIÓN
"...Fue crucificado, muerto y
sepultado...". El Cuerpo sin vida de Cristo fue
depositado en el sepulcro. La piedra sepulcral, sin embargo,
no es el sello definitivo de su obra. La última palabra no
pertenece a la falsedad, al odio y al atropello. La última
palabra será pronunciada por el Amor, que es más fuerte que
la muerte. (Jn 12, 24)."Si
el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo;
pero si muere, da mucho fruto"
El sepulcro es la última etapa del
morir de Cristo en el curso de su vida terrena; es signo de
su sacrificio supremo por nosotros y por nuestra salvación.
Muy pronto este sepulcro se convertirá en el primer anuncio
de alabanza y exaltación del Hijo de Dios en la gloria del
Padre, "Fue crucificado, muerto y sepultado (....) al tercer
día resucitó de entre los muertos". Con la
colocación del
Cuerpo sin vida de Jesús en el sepulcro, a los pies del
Gólgota, la Iglesia inicia la vigilia del Sábado Santo.
María conserva en lo profundo de su
Corazón y medita la Pasión del Hijo; las mujeres se dan cita
para la mañana del día siguiente del sábado, para ungir con
aromas el Cuerpo de Cristo; los discípulos se reúnen,
ocultos en el Cenáculo, hasta que no haya pasado el sábado.
Esta vigilia acabará con el encuentro en el
sepulcro vacío del Salvador. Entonces el sepulcro, testigo
mudo de la Resurrección, hablará. La losa levantada, el
interior vacío, las vendas por tierra, será lo que verá
Juan, llegado al sepulcro junto con Pedro: "Vio y creyó" (Jn
20, 8). Y, con él, creyó la Iglesia, que desde aquel momento
no se cansa de transmitir al mundo esta verdad fundamental
de su fe: "Cristo ha resucitado de entre los muertos,
primicia de todos los que han muerto" (1 Co 15, 20).
El sepulcro vacío es signo de la
victoria definitiva, de la Verdad sobre la mentira, del Bien
sobre el mal, de la Misericordia sobre el pecado, de la Vida
sobre la muerte. El sepulcro vacío es signo de la esperanza
que "no defrauda" (Rm 5, 5). "Nuestra esperanza está llena
de inmortalidad" (Sb 3, 4).
(Juan
Pablo II . Via Crucis Viernes Santo 2000 . Meditación XIV
Estación)
SALMO DE MEDITACIÓN. Salmo 62 (63)
R. Señor, mi alma está sedienta de Ti.
¡Oh Dios!, Tú eres mi Dios, por Ti madrugo,
mi alma está sedienta de Ti;
mi carne tiene ansia de Ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua. R.
En el lecho me acuerdo de Ti
y velando medito en Ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a Ti,
y tu diestra me sostiene. R.
ORACIÓN A LA VIRGEN
Dios
te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo.
Bendita eres entre todas las mujeres, y bendito es el
fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María
Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la
hora de nuestra muerte. Amén.
CANTO DE PROCESIÓN
Madre de los redimidos, ruega por nosotros
Madre de los vivientes, ruega por nosotros
Madre de los creyentes, ruega por nosotros
¯¯¯
ORACIONES
FINALES
Dios Padre
Misericordioso, te rogamos que escuches
a tu pueblo que, junto con la Santísima Virgen María, ha
recordado la obra de la Redención. Te suplicamos que
nos concedas la gracia de vivir unidos a Ella durante
esta vida, para llegar también con Ella a la alegría
plena de tu Reino. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Oh Dios Eterno, en
quien la Misericordia es infinita y el tesoro de
compasión inagotable, vuelve a nosotros Tu mirada
bondadosa y aumenta Tu Misericordia en nosotros,
para que en momentos difíciles no nos desesperemos
ni nos desalentemos, sino que, con gran confianza,
nos sometamos a Tu Santa Voluntad, que es el Amor y
la Misericordia mismos. Amén.
(Diario Santa
Faustina, 950)
María, dulce refugio de los
pecadores,
cuando mi alma esté para dejar este mundo,
Madre mía, por el dolor que sentiste
asistiendo a vuestro Hijo que moría en la cruz,
asísteme también con tu misericordia.
Arroja lejos de mí a los enemigos infernales
y ven a recibir mi alma
y presentarla al Juez eterno.
No me abandones, Reina mía.
Tú, después de Jesús, has de ser
quien me reconforte en aquel trance.
Ruega a tu amado Hijo que me conceda,
por su bondad, morir abrazado a sus pies
y entregar mi alma dentro de sus santas llagas,
diciendo:
Jesús y María, os doy el corazón y el alma mía.
(San Alfonso María de
Ligorio. Las Glorias de María. Introducción. Oración
a la Virgen para alcanzar una buena muerte)
P.
En el nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo.
A. Amén.
ACTO DE
CONSAGRACIÓN AL
INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA