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EL CAMINO DE MARIA: Edicion especial. NUESTRA SENORA DEL CARMEN . NOVENA . 8 - 16 DE JULIO . Editada por SantoRosario.info
Esta edición la puede leer y/o imprimir desde: http://www.mariamediadora.com/Oracion/Newsletter597.htm

El detalle de todas las ediciones de "El Camino de María" del año 2010 y 2011 lo puede obtener en:

http://twitter.com/MariaMediadora
 

 

EL CAMINO DE MARÍA

 

Cum Maria contemplemur Christi vultum!

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¡Oh María, Reina y Madre del Carmelo! Vengo a consagrarme a Ti, pues toda mi vida quiere ser una continua acción de gracias por todas las bendiciones como he recibido de Dios a través de tus manos. Y porque Tú miras con ojos de particular benevolencia a los que visten tu Escapulario, te ruego que ores a tu Hijo para que sostenga con su Espíritu mi fragilidad, ilumine con la fe y sabiduría las tinieblas de mi entendimiento, con la esperanza purifique mi memoria de toda posesión, que no sea la vida eterna y con la caridad, encienda mi voluntad para amar a Dios y al prójimo y así, como buen hijo, glorificarle con una vida santa. El santo Escapulario atraiga sobre mí tu mirada llena de misericordia, sea para mí prenda de tu particular protección en la lucha de cada día de modo que pueda ser piedra viva en la Iglesia de Cristo. Que en ella sea apóstol del Evangelio revestido de los sentimientos de Cristo y de tus virtudes. De hoy en adelante me esforzaré por vivir en suave unión con tu espíritu, ofrecerlo todo a Jesús por tu intermedio y convertir mi vida en imagen de tu humildad, castidad, paciencia, mansedumbre y espíritu de oración.

 ¡Oh Madre amabilísima!, sostenme con tu amor, a fin de que me sea concedido un día cambiar tu Escapulario por el eterno vestido nupcial y habitar Contigo y con los santos del Carmelo en el Reino de tu Hijo. Así sea.

.JESUS, CONFIO EN TI

"Ofrezco a los hombres un Recipiente con el que han de venir a la Fuente de la Misericordia para recoger gracias. Ese Recipiente es esta Imagen con la firma: JESÚS, EN TI CONFÍO" (Diario, 327)

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 Te suplicamos Señor, que nos asista con su intercesión maternal la Santísima Virgen del Carmen que nos entregó su Santo Escapulario para que en la vida nos proteja, en la muerte nos ayude y después de la muerte nos salve y alcanzar así su dulce compañía en el monte de la perfección que es Cristo, tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

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Edición especial

NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN

Novena desde el 8  al 16 de julio de 2011

Soy todo tuyo y todas mis cosas Te pertenecen. Te pongo al centro de mi vida. Dame tu Corazón, oh María.

  Soy todo tuyo, María
Madre de nuestro Redentor
Virgen Madre de Dios, Virgen piadosa. Madre del Salvador del mundo. Amen.

Oh Dios Padre Misericordioso, que por mediación de Jesucristo, nuestro Redentor, y de su Madre, la Bienaventurada Virgen María, y la acción del Espíritu Santo, concediste al Beato Juan Pablo II  la gracia de ser Pastor ejemplar en el servicio de la Iglesia peregrina, de los hijos e hijas de la Iglesia y de todos los hombres y mujeres de buena voluntad, haz que yo sepa también responder con fidelidad a las exigencias de la vocación cristiana, convirtiendo todos los momentos y circunstancias de mi vida en ocasión de amarte y de servir al Reino de Jesucristo. Te ruego que te dignes glorificar al Beato  Juan Pablo II y que me concedas por su intercesión el favor que te pido... (pídase). 

 A Tí, Padre Omnipotente, origen del cosmos y del hombre, por Cristo, el que vive, Señor del tiempo y de la historia, en el Espíritu Santo que santifica el universo, alabanza, honor y gloria ahora y por los siglos de los siglos. Amén.

Padrenuestro, Avemaría, Gloria.

25 de marzo al 25 de diciembre

La devoción del Beato Juan Pablo II  al
Escapulario del Carmen


En la foto, con el pecho
descubierto, Karol Wojtyla con 19 años posa entre dos compañeros de trabajo en un lugar de construcción militar en
julio de 1939 en Polonia del este (ahora Ucrania occidental). El joven Wojtyla lleva el
Escapulario de la Virgen del Carmen
 

 


 

LA FLOR DEL CARMELO 

San Simón Stock

Oh Bellísima Flor del Carmelo, Fructífera Viña, Resplandor del Cielo, Madre Singular del Hijo de Dios, Virgen Siempre Pura!
Madre Santísima, después de habernos traído el Hijo de Dios, permanecisteis intacta y sin mancha ninguna.
¡Oh Bienaventurada Siempre Virgen, asistidme en esta necesidad!
¡Oh Estrella del Mar, auxiliadme y protegedme!
¡Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros!
¡Madre y Ornamento del Carmelo, rogad por nosotros!
¡Virgen, Flor del Carmelo, rogad por nosotros!
¡Patrona de los que visten el Santo Escapulario, rogad por nosotros!
¡San José, fiel Amigo del Sagrado Corazón, rogad por nosotros!
¡San José, Castísimo Esposo de María, rogad por nosotros!
¡San José, nuestro Gran Protector, rogad por nosotros!
¡Dulce Corazón de María sed nuestra Salvación! Amén.
 

ORACIÓN FINAL 

 
Oh Virgen del Carmen María Santísima, que has ofrecido tu especial asistencia en la hora de la muerte a  los que devotamente vistieron tu Santo Escapulario, para que por medio de una verdadera penitencia logren salir de esta vida en gracia de Dios, y librarse de las penas del infierno. Te ruego, Madre, me asistas, ampares y consueles en la hora de mi muerte, y me alcances verdadera penitencia y contrición de mis pecados, perfecto amor de Dios, y deseos vivos de agradarle, para que mi alma no se pierda eternamente, sino que salga segura de esta vida, para gozar la felicidad eterna de la gloria; y al presente consiga lo que en esta oración, por vuestra intercesión, pido a Nuestro Señor.

 

Querido/a Suscriptor/a de "El Camino de María"

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El próximo sábado 16 de julio celebraremos la memoria de Nuestra Señora del Carmen, tan querida a la piedad del pueblo cristiano en todo el mundo, y vinculada de modo especial a la vida de la gran familia religiosa carmelita.

 
Le informamos que nuestra Biblioteca Digital contiene un libro digital dedicado a Nuestra Señora del Carmen. Puede leer y/o imprimir el contenido del libro haciendo doble-click sobre la Imagen de Nuestra Señora del Carmen .
 
En la historia de la piedad mariana aparece la devoción a diversos escapularios, entre los que destaca el Escapulario de la Virgen del Carmen. Su difusión es verdaderamente universal y sin duda se le aplican las palabras conciliares sobre las prácticas y ejercicios de piedad recomendados a lo largo de los siglos por el Magisterio.

El Escapulario del Carmen es una forma reducida del hábito religioso de la Orden de Hermanos de la Bienaventurada Virgen del Monte Carmelo: se ha convertido en una devoción muy extendida e incluso más allá de la vinculación a la vida y espiritualidad de la familia carmelitana, el Escapulario conserva una especie de sintonía con la misma.

El Escapulario del Carmen es un signo exterior de la relación especial, filial y confiada, que se establece entre la Virgen, Reina y Madre del Carmelo, y los devotos que se confían a Ella con total entrega y recurren con toda confianza a su intercesión maternal; recuerda la primacía de la vida espiritual y la necesidad de la oración.

El Escapulario se impone con un rito particular de la Iglesia, en el que se declara que "recuerda el propósito bautismal de revestirse de Cristo, con la ayuda de la Virgen Madre, solícita de nuestra conformación con el Verbo hecho hombre, para alabanza de la Trinidad, para que llevando el vestido nupcial, lleguemos a la patria del Cielo".

La imposición del Escapulario del Carmen, como la de otros escapularios, "se debe reconducir a la seriedad de sus orígenes: no debe ser un acto más o menos improvisado, sino el momento final de una cuidadosa preparación, en la que el fiel se hace consciente de la naturaleza y de los objetivos de la asociación a la que se adhiere y de los compromisos de vida que asume".

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El Monte Carmelo, cuya hermosura ensalza la Biblia (ls. 35, 2), ha sido de siempre un monte sagrado. En el siglo IX A.C., Elías lo convirtió en el refugio de la fidelidad al Dios único y en el lugar de los encuentros entre el Señor y su pueblo (1 R 18, 39). El recuerdo del Profeta «abrasado de celo por el Dios vivo» había de perpetuarse en el Carmelo.

El Monte Carmelo, que domina la llanura de Galilea, está cerca de Nazaret, en donde vivió María Santísima "conservando todo en su corazón". De ahí que la Orden del Carmelo haya querido desde sus orígenes ponerse bajo el patrocinio de la Madre, la Madre del Redentor . En el siglo XVI, los dos doctores y reformadores de la Orden -Santa Teresa de Ávila v San Juan de la Cruz- convertirían al Monte Carmelo en el símbolo de aquello que San Buenaventura llamaba «itinerario hacia Dios».

Para la Novena de preparación a la fiesta de Nuestra Señora del Monte Carmelo, que comienza el 8 de julio,  le sugerimos los textos, invocaciones y oraciones que se encuentran en la siguiente dirección:

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Vivamos  continuamente con confianza en Dios imitando la fe de María. Refugiémonos siempre bajo el manto de Nuestra Señora del Carmen e invoquemos su ayuda y defensa en los peligros y pidámosle que sea para nosotros motivo de consuelo y esperanza.
 
 

Oh María Estrella del Mar y Flor del Carmelo!

En las dificultades: ayúdame.
De los enemigos del alma: sálvame.
En mis desaciertos: ilumíname.
En mis dudas y penas: confórtame.
En mis enfermedades: fortaléceme.
Cuando me desprecien: anímame.
En las tentaciones: defiéndeme.
En horas difíciles: consuélame.
Con tu Corazón maternal: ámame.
Con tu inmenso poder: protégeme.
Y en tus brazos al expirar: recíbeme.
Virgen del Carmen, ruega por nosotros. Amen.

(Rezar 3 veces el Ave María)

 

Queridos hijos, mi llamado maternal, que hoy les dirijo, es un llamado a la verdad y a la vida. Mi Hijo, que es la Vida, los ama y los conoce en verdad. Para conocerse y amarse ustedes mismos deben conocer a mi Hijo, mientras que para conocer y amar a los otros deben ver a mi Hijo en ellos. Por ello, hijos míos, oren, oren para que puedan comprender y abandonarse con espíritu libre y ser completamente transformados y de este modo tener ya en la tierra el Reino de los Cielos en sus corazones. ¡Gracias!  Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz en Medjugorge. 2/7/2010

MENSAJE DEL BEATO JUAN PABLO II 

     

MARÍA ESTRELLA DEL MAR Y FLOR DEL CARMELO

 MENSAJE A LA ORDEN DEL CARMEN CON MOTIVO DE LA DEDICACIÓN DEL AÑO 2001 A MARÍA SANTÍSIMA

Vaticano, 25 de marzo de 2001

MARÍA ESTRELLA DEL MAR Y FLOR DEL CARMELO

 
 
1.El providencial acontecimiento de gracia, que fue para la Iglesia el Año jubilar, la induce a mirar con confianza y esperanza el camino recién emprendido en el nuevo milenio. "Nuestro paso, al principio de este nuevo siglo debe hacerse más ágil. (...) En este camino nos acompaña la Santísima Virgen, a la que (...) he consagrado el tercer milenio" (Novo millennio ineunten. 58).

Por eso, con profunda alegría he sabido que la Orden del Carmen, en sus dos ramas, antigua y reformada, quiere expresar su amor filial a su Patrona consagrándole el año 2001 a Ella, invocada como Flor del Carmelo, Madre y Guía en el camino de la santidad. Al respecto, no puedo menos de subrayar una feliz coincidencia:  la celebración de este Año Mariano para todo el Carmelo tiene lugar, según cuanto transmite una venerable tradición de la Orden misma, en el 750° aniversario de la entrega del Escapulario. Es, pues, una celebración que constituye para toda la familia carmelitana una magnífica ocasión no sólo para profundizar su espiritualidad mariana, sino también para vivirla cada vez más a la luz del lugar que la Virgen Madre de Dios y de los hombres ocupa en el misterio de Cristo y de la Iglesia y, por tanto, para seguirla a Ella que es la "Estrella de la evangelización" (cf. ib.).

2.Las diversas generaciones del Carmelo, desde su origen hasta hoy, en su itinerario hacia el "Monte de la salvación, Jesucristo nuestro Señor" (Misal romano, oración colecta de la misa en honor de la Virgen del Carmen, 16 de julio), han tratado de modelar su vida según el ejemplo de María.

Por eso en el Carmelo, y en toda alma impulsada por un tierno afecto hacia la Virgen y Madre Santísima, florece la contemplación de Aquella que, desde el principio, supo estar abierta a la escucha de la Palabra de Dios y acatar su Voluntad (cf. Lc 2, 19. 51). En efecto, María,  educada y  modelada por el Espíritu (cf. Lc 2, 44-50),  fue capaz de leer en la fe su propia historia (cf. Lc 1, 46-55) y, dócil a las inspiraciones divinas, "avanzó en la peregrinación de la fe y mantuvo fielmente la unión con su Hijo hasta la Cruz. Allí, por Voluntad de Dios, estuvo de pie (cf. Jn 19, 25), sufrió intensamente con su Hijo y se unió a su sacrificio con Corazón de Madre" (Lumen gentium, 58).

3.La contemplación de la Virgen nos la presenta mientras, como Madre solícita, ve crecer a su Hijo en Nazaret (cf. Lc 2, 40. 52), lo sigue por los caminos de Palestina, lo asiste en las bodas de Caná (cf. Jn 2, 5) y, al pie de la Cruz, se convierte en la Madre  unida a su ofrenda y donada a todos los hombres en la entrega que el mismo Jesús hace de Ella a su discípulo predilecto (cf. Jn 19, 26). Como Madre de la Iglesia, la Virgen Santísima está unida a los discípulos y "persevera en la oración" (cf. Hch 1, 14), y, como Mujer nueva que anticipa en Sí lo que se realizará un día para todos nosotros en la fruición plena de la vida trinitaria, es elevada al Cielo, desde donde extiende el manto de protección de su misericordia sobre sus hijos peregrinos hacia el monte santo de la gloria.

Esa actitud contemplativa de la mente y del corazón lleva a admirar la experiencia de fe y de amor de la Virgen, que ya vive en sí cuanto todo fiel desea y espera realizar en el misterio de Cristo y de la Iglesia (cf. Sacrosanctum Concilium, 103; Lumen gentium, 53). Por este motivo, los carmelitas, tanto la rama masculina como la femenina, con razón han elegido a María como su Patrona y Madre espiritual, y ante los ojos del corazón la tienen siempre presente a Ella, la Virgen purísima que guía a todos al conocimiento perfecto y a la imitación de Cristo.

Florece así una intimidad de relaciones espirituales que incrementan cada vez más la comunión con Cristo y con María. Para los miembros de la familia carmelitana María, la Virgen Madre de Dios y de los hombres, no sólo es un modelo a imitar, sino también una dulce presencia de Madre y Hermana en la que se puede confiar. Con razón Santa Teresa de Jesús exhortaba: "Imitad a María y considerad qué tal debe ser la grandeza de esta Señora y el bien de tenerla por Patrona" (Castillo interior, III, 1, 3).

4.Esta intensa vida mariana, que se manifiesta en una oración confiada, en una alabanza entusiasta y en una imitación diligente, lleva a comprender que la forma más auténtica de devoción a la Virgen Santísima, expresada mediante el humilde signo del escapulario, es la consagración a su Corazón Inmaculado (cf. Pío XII, Neminem profecto latet, 11 de febrero de 1950:  AAS 42 [1950], 390-391; Lumen gentium, 67). En el corazón se realizan así una comunión y una familiaridad cada vez mayores con la Virgen Santísima, "como "nueva manera" de vivir para Dios y continuar aquí en la tierra el amor del Hijo Jesús a su madre María" (Meditación mariana a la hora del Ángelus, 24 de julio de 1988, n. 2). Como dijo el beato mártir carmelita Tito Brandsma, se establece así una profunda sintonía con María, la Theotókos, transmitiendo como Ella la vida divina:  "También a nosotros el Señor nos envía su ángel. (...) También nosotros debemos recibir a Dios en nuestro corazón, llevarlo dentro de nuestro corazón, alimentarlo y hacer que crezca en nosotros, de modo que nazca de nosotros y viva con nosotros como el Dios-con-nosotros, el Emmanuel" (De la relación del beato Tito Brandsma en el Congreso mariológico de Tongerloo, agosto de 1936).

Este rico patrimonio mariano del Carmelo se ha convertido con el tiempo, mediante la difusión de la devoción del Santo Escapulario, en un tesoro para toda la Iglesia. Por su sencillez, por su valor antropológico y por su relación con el papel que desempeña María con respecto a la Iglesia y a la humanidad, el pueblo de Dios ha acogido profunda y ampliamente esta devoción, hasta el punto de encontrar expresión en la memoria del 16 de julio, presente en el calendario litúrgico de la Iglesia universal.

5.Con el signo del escapulario se manifiesta una síntesis eficaz de espiritualidad mariana, que alimenta la devoción de los creyentes, haciéndolos sensibles a la presencia amorosa de la Virgen Madre en su vida. El Escapulario es esencialmente un "hábito". Quien lo recibe se une o se asocia, en un grado más o menos íntimo, a la Orden del Carmen, dedicada al servicio de la Virgen para el bien de toda la Iglesia (cf. Fórmula de la imposición del escapulario, en el "Rito de la bendición e imposición del escapulario", aprobado por la Congregación para el culto divino y la disciplina de los sacramentos, 5 de enero de 1996). Por tanto, quien se reviste del escapulario se introduce en la tierra del Carmelo, para "comer sus frutos y sus productos" (cf. Jr 2, 7), y experimenta la presencia dulce y materna de María en su compromiso diario de revestirse interiormente de Jesucristo y de manifestarlo vivo en sí para el bien de la Iglesia y de toda la humanidad (cf. Fórmula de la imposición del escapulario).

Así pues, son dos las verdades evocadas en el signo del Escapulario:
 
-  por una parte, la protección continua de la Virgen Santísima, no sólo a lo largo del camino de la vida, sino también en el momento del paso hacia la plenitud de la gloria eterna;
 
- y por otra, la certeza de que la devoción a Ella no puede limitarse a oraciones y homenajes en su honor en algunas circunstancias, sino que debe constituir un "hábito", es decir, una orientación permanente de la conducta cristiana, impregnada de oración y de vida interior, mediante la práctica frecuente de los sacramentos y la práctica concreta de las obras de misericordia espirituales y corporales. De este modo, el Escapulario se convierte en signo de "alianza" y de comunión recíproca entre María y los fieles, pues traduce de manera concreta la entrega que en la Cruz Jesús hizo de su Madre a Juan, y en él a todos nosotros, y la entrega del apóstol predilecto y de nosotros a Ella, constituida nuestra Madre espiritual.

6.Un espléndido ejemplo de esta espiritualidad mariana, que modela interiormente a las personas y las configura a Cristo, primogénito entre muchos hermanos, son los testimonios de santidad y sabiduría de tantos santos y santas del Carmelo, todos crecidos a la sombra y bajo la tutela de la Madre.

También yo llevo sobre mi corazón, desde hace mucho tiempo, el Escapulario del Carmen. Por el amor que siento hacia nuestra Madre Celestial común, cuya protección experimento continuamente, deseo que este año mariano ayude a todos los religiosos y las religiosas del Carmelo y a los piadosos fieles que la veneran filialmente a acrecentar su amor y a irradiar en el mundo la presencia de esta Mujer del silencio y de la oración, invocada como Madre de la misericordia, Madre de la esperanza y de la Gracia.

Con estos deseos, imparto de buen grado la bendición apostólica a todos los frailes, las monjas, las religiosas, los laicos y las laicas de la familia carmelitana, que tanto se esfuerzan por difundir entre el pueblo de Dios la verdadera devoción a María, Estrella del mar y Flor del Carmelo.

 

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