Cum
Maria contemplemur Christi vultum!
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Madre, Tu
protección va más allá de nuestro entendimiento
¿Quién, después de Tu
Hijo, se interesa como Tú en el género humano? ¿Quién nos defiende sin
cesar en nuestras tribulaciones? ¿Quién nos libra tan pronto de las
tentaciones que nos acosan? ¿Quién toma nuestra defensa para
disculparlas en los casos desesperados? En virtud de la fuerza que Tu
maternidad te ha concedido ante Tu Hijo, aunque seamos condenados por
nuestros pecados y que no nos atrevamos más a mirar hacia el Cielo, Tú
por medio de Tus súplicas e intercesión nos salvas del suplicio
eterno. Por eso el afligido en Ti se refugia, el que padece la
injusticia a Ti recurre, el que está dentro del mal invoca tu
asistencia. Todo lo que viene de Ti, Madre de Dios, es maravilloso,
todo es más grande que la naturaleza, todo supera nuestra razón y
nuestras fuerzas.
Madre, Tu
protección va más allá de nuestro entendimiento.
San Germán de
Constantinopla
"Ofrezco
a los hombres un Recipiente con el que han de venir a la Fuente de la
Misericordia para recoger gracias. Ese Recipiente es esta Imagen con la
firma: JESÚS, EN TI CONFÍO" (Diario, 327).
"Yo estoy crucificado con Cristo, y ya no vivo yo,
sino que Cristo vive en mí: la vida que sigo viviendo en la carne, la
vivo en la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí" (Gálatas
2, 19-20)
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Newsletter 595
EL
INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA
Sábado 2 de
julio de
2011
Soy
todo tuyo y todas mis cosas Te pertenecen. Te pongo al centro de mi vida.
Dame tu Corazón, oh María.
Soy
todo tuyo, María
Madre de nuestro Redentor
Virgen Madre de Dios, Virgen piadosa. Madre del Salvador del mundo.
Amen
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Oh
tierna Virgen y Madre del Salvador de todos los siglos, a partir de hoy
y para siempre, tómame a tu servicio. De hoy en adelante, en todas las
circunstancias, sé mi misericordiosa abogada, acudid sin cesar en mi
ayuda. Después de Dios, no quiero preferir a nadie sino a Vos, con toda
mi voluntad, por la eternidad, como vuestro propio siervo, me pongo a
vuestro entero servicio.
San Ireneo
de Lyon
Oh Dios Padre Misericordioso,
que por
mediación de Jesucristo, nuestro Redentor, y de su Madre, la
Bienaventurada Virgen María, y la acción del Espíritu Santo,
concediste al Beato Juan Pablo II
la gracia de ser Pastor ejemplar en el servicio de la Iglesia peregrina,
de los hijos e hijas de la Iglesia y de todos los hombres y mujeres
de buena voluntad, haz que yo sepa también responder con fidelidad
a las exigencias de la vocación cristiana, convirtiendo todos los
momentos y circunstancias de mi vida en ocasión de amarte y de servir
al Reino de Jesucristo. Te ruego que te dignes glorificar al Beato Juan
Pablo II y que me concedas por su
intercesión el favor que te pido... (pídase).
A Tí,
Padre Omnipotente, origen del cosmos y del hombre, por Cristo, el que
vive, Señor del tiempo y de la historia, en el Espíritu Santo que
santifica el universo, alabanza, honor y gloria ahora y por los siglos
de los siglos. Amén.
Padrenuestro, Avemaría, Gloria.
25 de marzo al 25
de diciembre
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El Corazón de la
Madre del Salvador es como un divino espejo en el que su Hijo
amado ha pintado de manera extraordinaria todas las virtudes de
su Divino Corazón. Así, quien pudiera ver el Corazón de la Reina
de los Ángeles, como los ángeles lo ven, vería una imagen viva y
perfecta en el amor, la caridad, la humildad, la obediencia, la paciencia, la pureza, el odio al pecado,
y todas las virtudes del entrañable Corazón de Jesús. El Corazón
de María es modelo de nuestros corazones; y toda la dicha, la
perfección y la gloria de nuestros corazones consiste en tratar
de hacer que sean la imagen viva del Corazón de María, como ese
Inmaculado Corazón es un verdadero retrato del Corazón adorable
de Jesús.
(San Juan Eudes: El Corazón Admirable de la Santísima Madre de
Dios)
DIOS QUIERE ESTABLECER EN EL MUNDO LA
DEVOCIÓN AL
INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA
El trece de Junio, cuando los niños llegaron a Cova vieron
que había una pequeña multitud esperándolos. Después de
haber rezado el Santo Rosario con Jacinta y Francisco junto
con las personas que estaban presente, vimos otra vez, el
reflejo de luz que se nos acercaba (solíamos decir que eran
rayos) y después, a Nuestra Señora en el roble como en mayo.
"Por favor dígame, Señora, ¿qué es lo que quiere de mi?"
"Quiero que vengas aquí el día trece del mes que
viene. Quiero que continúes rezando el Santo Rosario todos
los días. Después de cada misterio quiero que mis hijos
recen de esta manera. "Oh mi buen Jesús, perdona nuestros
pecados, líbranos del fuego del infierno. Lleva a todas las
almas al Cielo, especialmente a las más necesitadas de tu
Divina Misericordia".
"Quiero que aprendan a leer y escribir, y luego les
diré que más quiero de ustedes. "
"¿Nos llevarás al Cielo?"
"Si, me llevaré a Jacinta y a Francisco muy pronto, pero tú
te quedarás un poco más, ya que Jesús desea que tu me hagas
conocer y amar en la tierra. Él quiere también que tu
establezcas devoción a mi Inmaculado Corazón en el mundo
entero"
"¿Y me voy a quedar sola en el mundo?"
"No sola, hija mía, y no debes estar triste. Yo estaré
contigo siempre, y mi Inmaculado Corazón será tu consuelo y
el Camino que te llevará hacia Dios".
Fue en ese momento, cuando pronunció sus últimas palabras,
Ella abrió las manos y nos comunicó por segunda vez el
reflejo de esa luz inmensa. En Ella nos vimos como
sumergidos en Dios. Jacinta y Francisco parecían estar
dentro de la parte de luz que se elevaba hacia el Cielo y yo
en la que se reflejaba sobre la tierra. En la palma de la
mano derecha le vimos un corazón rodeado de espinas que
parecían penetrarlo. Comprendimos que era el Corazón
Inmaculado de María que, ultrajado por los pecados de la
humanidad, pedía reparación.
Sor Lucía de Fátima . Memoria sobre la segunda aparición en
Fátima
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Querido/a Suscriptor/a de "El Camino de María"
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Al día
siguiente de la Solemnidad del Sagrado Corazón de
Jesús, la Iglesia celebra la Memoria del Corazón
Inmaculado de María. La contigüidad de las dos
celebraciones es ya, en sí misma, un signo
litúrgico de su estrecha relación: el mysterium
del Corazón del Salvador se proyecta y refleja en
el Corazón de la Madre que es también compañera y
discípula. Así como la Solemnidad del Sagrado
Corazón celebra los misterios salvíficos de
Cristo de una manera sintética y refiriéndolos a
su fuente –precisamente el Corazón-, la memoria
del Corazón Inmaculado de María es
celebración resumida de la asociación de
la Madre a la obra salvadora del Hijo: de la
Encarnación a la Muerte y Resurrección, y al don
del Espíritu.
La
devoción al Corazón Inmaculado de María se ha
difundido mucho, después de las apariciones de la
Virgen en Fátima, en el 1917. A los
veinticinco años de las mismas, en el 1942, el
Papa Pío XII consagraba la Iglesia y el género
humano al Corazón Inmaculado de María y en 1944 la
fiesta del Corazón Inmaculado de María se extendió
a toda la Iglesia.
Las
expresiones de la piedad popular hacia el
Inmaculado
Corazón de María imitan, aunque salvando la
infranqueable distancia entre el Hijo, verdadero
Dios, y la Madre, sólo criatura, las del Corazón
de Cristo: la consagración de cada uno de los
fieles, de las familias, de las comunidades
religiosas, de las naciones; la reparación,
realizada sobre todo mediante la oración, la
mortificación y las obras de misericordia; la
práctica de los cinco primeros sábados de mes.
"...Todos aquellos que durante cinco
meses, en el primer sábado, se confiesen,
reciban la Sagrada Comunión, recen cinco decenas
del Rosario y me hagan quince minutos de
compañía meditando sobre los 15 Misterios del
Rosario, con el fin de desagraviarme, yo prometo
asistirles en la hora de la muerte con todas las
gracias necesarias para su salvación...".
(Nuestra Señora a Sor Lucía de Fátima.
10 diciembre de 1925).
Recordemos que existen cinco tipo de ofensas y
blasfemias contra el Corazón Inmaculado de
María:
Las blasfemias contra su Inmaculada Concepción.
Las blasfemias contra su Virginidad.
Las blasfemias contra su Divina Maternidad y el
rechazo de aceptarla como Madre de todos los
hombres.
Las blasfemias de quienes tratan públicamente de
implantar en los niños indiferencia, desprecio y
aun odio por nuestra Madre Inmaculada.
Las blasfemias de aquellos que la insultan
directamente en sus imágenes sagradas.
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"El
Corazón de la Madre es en todo semejante al Corazón
del Hijo. También la Bienaventurada Virgen es
para la Iglesia una presencia de paz y de
reconciliación: ¿No es Ella quien, por medio del
Ángel Gabriel, recibió el mayor mensaje de
reconciliación y de paz que Dios haya jamás enviado
al género humano (Lc. 1,26-38)?
María dio a luz
a Aquel que es nuestra reconciliación; Ella estaba
al pie de la Cruz cuando, en la Sangre del Hijo,
Dios reconcilió "con Él todas las cosas" (Col 1,20);
ahora, glorificada en el Cielo, tiene -como recuerda
una plegaria litúrgica- "un
corazón lleno de misericordia hacia los pecadores,
que, volviendo la mirada a su caridad materna, en
Ella se refugian e imploran el perdón de Dios..."
(Beato Juan Pablo II. Ángelus. Domingo 3 de septiembre de
1989).
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"En
las páginas del libro "La última vidente de
Fátima" usted, venerado hermano, ha recogido
muchos recuerdos para que no queden sólo como un
valioso bagaje de emociones personales, sino que,
tratándose de acontecimientos que marcaron a la
Iglesia en el último tramo del siglo XX, se
entreguen a la memoria colectiva como huellas no
exentas de significado en su historia secular.
En
realidad, el capítulo que trata de la publicación
de la tercera parte del secreto de Fátima lo
vivimos juntos en aquel memorable tiempo que fue
el jubileo del año 2000: yo en calidad de
prefecto de la Congregación para la doctrina de
la fe y usted como secretario de ese mismo
dicasterio. El gran Pontífice que me
precedió, Juan Pablo II, fecundo en
inspiraciones proféticas y personalmente
convencido de que "la mano materna" de
la Virgen había desviado la bala que podría
haber sido mortal para él, vio que había llegado
el momento de disipar el halo de misterio que
envolvía la última parte del secreto confiado
por la Virgen a los tres pastorcitos de Fátima.
Se encargó de ello la
Congregación para la doctrina de la fe, que
conservaba el valioso documento escrito por
sor Lucía.
Fue
un tiempo de luz, no sólo porque así todos
pudieron conocer el mensaje, sino también porque
así se manifestó la verdad en el confuso marco
de las interpretaciones y especulaciones de tipo
apocalíptico que circulaban en la Iglesia,
creando turbación entre los fieles, en vez de
invitarlos a la oración y a la penitencia. Sin
embargo, por otra parte, se podía constatar el
consolador desarrollo de la piedad mariana, auténtica
fuente de vida cristiana, en torno al imponente
santuario surgido en Fátima, y en todas las
partes del mundo donde la devoción a la Virgen,
bajo la influencia de las apariciones de Fátima,
se arraigaba profundamente en la fe del pueblo,
invitando a hombres y mujeres a consagrarse al
Corazón Inmaculado de María.
Los
coloquios entre la vidente, la última que quedó
de los tres pastorcitos, y usted, como obispo
enviado por el Papa, no sólo fueron una
importante constatación de la veracidad de los
hechos, sino también ocasión para conocer la límpida
frescura del alma de sor Lucía, la inteligencia
del corazón típica de su feminidad, manifestada
en una sólida fe cristiana. También a través
de la experiencia de esta humilde religiosa se
trasluce el papel de la Virgen María, que acompaña
al cristiano con mano materna en medio de las
pruebas de la vida.
Me
ha quedado impresa, como síntesis y valioso
coronamiento, la consoladora promesa de la Virgen
Santísima: "Mi Corazón
Inmaculado triunfará". Como
escribí: "El fiat de María, la
palabra de su Corazón, ha cambiado la historia
del mundo, porque Ella introdujo en el mundo al
Salvador, porque gracias a este "sí"
Dios pudo hacerse hombre en nuestro mundo, y así
permanece ahora y para siempre". Y añadí:
"Desde que Dios mismo tiene un Corazón
humano y de ese modo ha dirigido la libertad del
hombre hacia el Bien, hacia Dios, la libertad
hacia el mal ya no tiene la última palabra"
(L'Osservatore Romano, edición en lengua
española, 30 de junio de 2000, p. 11). El mensaje
de Fátima es una confirmación ulterior de esto..."
(Benedicto
XVI. 22 de febrero de 2007)
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"Que la Bienaventurada Virgen, que acogió en Su Corazón Inmaculado al Verbo de Dios y mereció concebirlo en Su Seno Virginal (Prefacio de la Misa votiva de la Bienaventurada Virgen Moría Madre de la Iglesia) nos enseñe a poner en el Corazón de Su Hijo nuestra total esperanza, con la certeza de que ésta no quedará defraudada." (Beato Juan Pablo II. Ángelus. 17 de septiembre de 1989)
Señor, Dios nuestro, que hiciste del Inmaculado Corazón de María una mansión para tu Hijo y un santuario del Espíritu Santo, danos un corazón limpio y dócil, para que, obedientes siempre a tus mandatos, te amemos sobre todas las cosas y ayudemos a los hermanos en sus necesidades. (Oración colecta de la Santa Misa)
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