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EL CAMINO DE MARÍA

Cum Maria contemplemur Christi vultum!

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Madre, Tu protección va más allá de nuestro entendimiento

¿Quién, después de Tu Hijo, se interesa como Tú en el género humano? ¿Quién nos defiende sin cesar en nuestras tribulaciones? ¿Quién nos libra tan pronto de las tentaciones que nos acosan? ¿Quién toma nuestra defensa para disculparlas en los casos desesperados? En virtud de la fuerza que Tu maternidad te ha concedido ante Tu Hijo, aunque seamos condenados por nuestros pecados y que no nos atrevamos más a mirar hacia el Cielo, Tú por medio de Tus súplicas e intercesión nos salvas del suplicio eterno. Por eso el afligido en Ti se refugia, el que padece la injusticia a Ti recurre, el que está dentro del mal invoca tu asistencia. Todo lo que viene de Ti, Madre de Dios, es maravilloso, todo es más grande que la naturaleza, todo supera nuestra razón y nuestras fuerzas.

Madre, Tu protección va más allá de nuestro entendimiento.

San Germán de Constantinopla

JESUS, CONFIO EN TI

"Ofrezco a los hombres un Recipiente con el que han de venir a la Fuente de la Misericordia para recoger gracias. Ese Recipiente es esta Imagen con la firma: JESÚS, EN TI CONFÍO" (Diario, 327).

"Yo estoy crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí: la vida que sigo viviendo en la carne, la vivo en la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí" (Gálatas 2, 19-20)

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Newsletter 518

EL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

Sábado 12 de junio de 2010

Soy todo tuyo y todas mis cosas Te pertenecen. Te pongo al centro de mi vida. Dame tu Corazón, oh María.

  Soy todo tuyo, María
Madre de nuestro Redentor
Virgen Madre de Dios, Virgen piadosa. Madre del Salvador del mundo. Amen.

Oh Dios Padre Misericordioso, que por mediación de Jesucristo, nuestro Redentor, y de su Madre, la Bienaventurada Virgen María, y la acción del Espíritu Santo, concediste a tu Siervo Juan Pablo II, Servus Servorum Dei,  la gracia de ser Pastor ejemplar en el servicio de la Iglesia peregrina, de los hijos e hijas de la Iglesia y de todos los hombres y mujeres de buena voluntad, haz que yo sepa también responder con fidelidad a las exigencias de la vocación cristiana, convirtiendo todos los momentos y circunstancias de mi vida en ocasión de amarte y de servir al Reino de Jesucristo. Te ruego que te dignes glorificar a tu Siervo Juan Pablo II, Servus Servorum Dei, y que me concedas por su intercesión el favor que te pido... (pídase).  A Tí, Padre Omnipotente, origen del cosmos y del hombre, por Cristo, el que vive, Señor del tiempo y de la historia, en el Espíritu Santo que santifica el universo, alabanza, honor y gloria ahora y por los siglos de los siglos. Amén.

Padrenuestro, Avemaría, Gloria.

 

El Corazón de la Madre del Salvador es como un divino espejo en el que su Hijo amado ha pintado de manera extraordinaria todas las virtudes de su Divino Corazón. Así, quien pudiera ver el Corazón de la Reina de los Ángeles, como los ángeles lo ven, vería una imagen viva y perfecta en el amor, la caridad, la humildad, la obediencia, la paciencia, la pureza, el odio al pecado, y todas las virtudes del entrañable Corazón de Jesús. El Corazón de María es modelo de nuestros corazones; y toda la dicha, la perfección y la gloria de nuestros corazones consiste en tratar de hacer que sean la imagen viva del Corazón de María, como ese Inmaculado Corazón es un verdadero retrato del Corazón adorable de Jesús. (San Juan Eudes: El Corazón Admirable de la Santísima Madre de Dios)

DIOS QUIERE ESTABLECER EN EL MUNDO LA DEVOCIÓN AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

El trece de Junio, cuando los niños llegaron a Cova vieron que había una pequeña multitud esperándolos. Después de haber rezado el Santo Rosario con Jacinta y Francisco junto con las personas que estaban presente, vimos otra vez, el reflejo de luz que se nos acercaba (solíamos decir que eran rayos) y después, a Nuestra Señora en el roble como en mayo.

"Por favor dígame, Señora, ¿qué es lo que quiere de mi?"

"Quiero que vengas aquí el día trece del mes que viene. Quiero que continúes rezando el Santo Rosario todos los días. Después de cada misterio quiero que mis hijos recen de esta manera. "Oh mi buen Jesús, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno. Lleva a todas las almas al Cielo, especialmente a las más necesitadas de tu Divina Misericordia".

"Quiero que aprendan a leer y escribir, y luego les diré que más quiero de ustedes. "

"¿Nos llevarás al Cielo?"

"Si, me llevaré a Jacinta y a Francisco muy pronto, pero tú te quedarás un poco más, ya que Jesús desea que tu me hagas conocer y amar en la tierra. Él quiere también que tu establezcas devoción a mi Inmaculado Corazón en el mundo entero"

"¿Y me voy a quedar sola en el mundo?"

"No sola, hija mía, y no debes estar triste. Yo estaré contigo siempre, y mi Inmaculado Corazón será tu consuelo y el Camino que te llevará hacia Dios".

Fue en ese momento, cuando pronunció sus últimas palabras, Ella abrió las manos y nos comunicó por segunda vez el reflejo de esa luz inmensa. En Ella nos vimos como sumergidos en Dios. Jacinta y Francisco parecían estar dentro de la parte de luz que se elevaba hacia el Cielo y yo en la que se reflejaba sobre la tierra. En la palma de la mano derecha le vimos un corazón rodeado de espinas que parecían penetrarlo. Comprendimos que era el Corazón Inmaculado de María que, ultrajado por los pecados de la humanidad, pedía reparación.

Sor Lucía de Fátima . Memoria sobre la segunda aparición en Fátima

 

Querido/a Suscriptor/a de "El Camino de María"

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Al día siguiente de la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, la Iglesia celebra la Memoria del Corazón Inmaculado de María. La contigüidad de las dos celebraciones es ya, en sí misma, un signo litúrgico de su estrecha relación: el mysterium del Corazón del Salvador se proyecta y refleja en el Corazón de la Madre que es también compañera y discípula. Así como la Solemnidad del Sagrado Corazón celebra los misterios salvíficos de Cristo de una manera sintética y refiriéndolos a su fuente –precisamente el Corazón-, la memoria del Corazón Inmaculado de María es celebración resumida de la asociación de la Madre a la obra salvadora del Hijo: de la Encarnación a la Muerte y Resurrección, y al don del Espíritu.

La devoción al Corazón Inmaculado de María se ha difundido mucho, después de las apariciones de la Virgen en Fátima, en el 1917. A los veinticinco años de las mismas, en el 1942, el Papa Pío XII consagraba la Iglesia y el género humano al Corazón Inmaculado de María y en 1944 la fiesta del Corazón Inmaculado de María se extendió a toda la Iglesia.

Las expresiones de la piedad popular hacia el Inmaculado Corazón de María imitan, aunque salvando la infranqueable distancia entre el Hijo, verdadero Dios, y la Madre, sólo criatura, las del Corazón de Cristo: la consagración de cada uno de los fieles, de las familias, de las comunidades religiosas, de las naciones; la reparación, realizada sobre todo mediante la oración, la mortificación y las obras de misericordia; la práctica de los cinco primeros sábados de mes.

"...Todos aquellos que durante cinco meses, en el primer sábado, se confiesen, reciban la Sagrada Comunión, recen cinco decenas del Rosario y me hagan quince minutos de compañía meditando sobre los 15 Misterios del Rosario, con el fin de desagraviarme, yo prometo asistirles en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para su salvación...". (Nuestra Señora a Sor Lucía de Fátima. 10 diciembre de 1925).

Recordemos que existen cinco tipo de ofensas y blasfemias contra el Corazón Inmaculado de María:

Las blasfemias contra su Inmaculada Concepción.
Las blasfemias contra su Virginidad.
Las blasfemias contra su Divina Maternidad y el rechazo de aceptarla como Madre de todos los hombres.
Las blasfemias de quienes tratan públicamente de implantar en los niños indiferencia, desprecio y aun odio por nuestra Madre Inmaculada.
Las blasfemias de aquellos que la insultan directamente en sus imágenes sagradas.

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"El Corazón de la Madre es en todo semejante al Corazón del Hijo. También la Bienaventurada Virgen es para la Iglesia una presencia de paz y de reconciliación: ¿No es Ella quien, por medio del Ángel Gabriel, recibió el mayor mensaje de reconciliación y de paz que Dios haya jamás enviado al género humano (Lc. 1,26-38)?

María dio a luz a Aquel que es nuestra reconciliación; Ella estaba al pie de la Cruz cuando, en la Sangre del Hijo,  Dios reconcilió "con Él todas las cosas" (Col 1,20); ahora, glorificada en el Cielo, tiene -como recuerda una plegaria litúrgica- "un corazón lleno de misericordia hacia los pecadores, que, volviendo la mirada a su caridad materna, en Ella se refugian e imploran el perdón de Dios..."  (Juan Pablo II. Ángelus. Domingo 3 de septiembre de 1989).

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En la presentación del libro escrito por el Cardenal Tarcisio Bertone, que lleva por titulo "LA ÚLTIMA VIDENTE DE FÁTIMA" el Santo Padre Benedicto XVI expresa:

"En las páginas del libro "La última vidente de Fátima" usted, venerado hermano, ha recogido muchos recuerdos para que no queden sólo como un valioso bagaje de emociones personales, sino que, tratándose de acontecimientos que marcaron a la Iglesia en el último tramo del siglo XX, se entreguen a la memoria colectiva como huellas no exentas de significado en su historia secular.

En realidad, el capítulo que trata de la publicación de la tercera parte del secreto de Fátima lo vivimos juntos en aquel memorable tiempo que fue el jubileo del año 2000: yo en calidad de prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe y usted como secretario de ese mismo dicasterio. El gran Pontífice  que  me  precedió, Juan  Pablo II, fecundo en inspiraciones proféticas y personalmente convencido de que "la mano materna" de la Virgen había desviado la bala que podría haber sido mortal para él, vio que había llegado el momento de disipar el halo de misterio que envolvía la última parte del secreto confiado por la Virgen a los tres pastorcitos de Fátima. Se encargó  de  ello  la Congregación para la doctrina de la fe, que  conservaba el valioso documento escrito por sor Lucía.

Fue un tiempo de luz, no sólo porque así todos pudieron conocer el mensaje, sino también porque así se manifestó la verdad en el confuso marco de las interpretaciones y especulaciones de tipo apocalíptico que circulaban en la Iglesia, creando turbación entre los fieles, en vez de invitarlos a la oración y a la penitencia. Sin embargo, por otra parte, se podía constatar el consolador desarrollo de la piedad mariana, auténtica fuente de vida cristiana, en torno al imponente santuario surgido en Fátima, y en todas las partes del mundo donde la devoción a la Virgen, bajo la influencia de las apariciones de Fátima, se arraigaba profundamente en la fe del pueblo, invitando a hombres y mujeres a consagrarse al Corazón Inmaculado de María.

Los coloquios entre la vidente, la última que quedó de los tres pastorcitos, y usted, como obispo enviado por el Papa, no sólo fueron una importante constatación de la veracidad de los hechos, sino también ocasión para conocer la límpida frescura del alma de sor Lucía, la inteligencia del corazón típica de su feminidad, manifestada en una sólida fe cristiana. También a través de la experiencia de esta humilde religiosa se trasluce el papel de la Virgen María, que acompaña al cristiano con mano materna en medio de las pruebas de la vida.

 
Me ha quedado impresa, como síntesis y valioso coronamiento, la consoladora promesa de la Virgen Santísima:  "Mi Corazón Inmaculado triunfará". Como escribí"El fiat de María, la palabra de su Corazón, ha cambiado la historia del mundo, porque Ella introdujo en el mundo al Salvador, porque gracias a este "sí" Dios pudo hacerse hombre en nuestro mundo, y así permanece ahora y para siempre". Y añadí:  "Desde que Dios mismo tiene un Corazón humano y de ese modo ha dirigido la libertad del hombre hacia el Bien, hacia Dios, la libertad hacia el mal ya no tiene la última palabra" (L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 30 de junio de 2000, p. 11). El mensaje de Fátima es una confirmación ulterior de esto..." (Benedicto XVI. 22 de febrero de 2007)  

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"¡Queridos hijos, hoy los invito, para que a través de la oración y del ayuno, tracen el camino por el cual mi Hijo entrará en sus corazones. Acéptenme como Madre y Mensajera del Amor de Dios y del deseo Suyo de salvarlos. Libérense de todo aquello que les pesa de su pasado y que les produce un sentimiento de culpa, y de cuanto los ha llevado al error, a las tinieblas. ¡Acepten la luz! Renazcan en la justicia de mi Hijo. Les agradezco!” Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz en Medjugorge. 2/6/2010
 
 

DEL VENERABLE SIERVO DE DIOS JUAN PABLO II 

          

ACTO DE CONSAGRACIÓN

 AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

Compuesto y leido por Juan Pablo II
Solemnidad de la Anunciación de 1984

 ACTO DE CONSAGRACIÓN AL INMACULADO CORAZÓN

 

"Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios".

Pronunciando las palabras de esta antífona, con la que la Iglesia de Cristo ora desde hace siglos, nos encontramos hoy ante Ti, Madre, en el año jubilar de la nuestra Redención.

Nos encontramos unidos con todos los Pastores de la Iglesia, con un particular vínculo, constituyendo un cuerpo y un colegio, así como por Voluntad de Cristo los Apóstoles constituían un cuerpo y un colegio con Pedro.

En el vínculo de tal unidad pronunciamos las palabras del presente Acto, en el que deseamos incluir, una vez más, las esperanzas y las angustias de la Iglesia por el mundo contemporáneo.

Hace cuarenta años, y luego diez años después, Tu siervo, el Papa Pio XII, teniendo ante tus ojos las dolorosas experiencias de la familia humana, ha confiado y consagrado a Tu Corazón Inmaculado todo el mundo y especialmente los pueblos que, por su situación, son objeto particular de Tu amor y de Tu solicitud.

La Iglesia, recordando aquellas palabras del Señor : "Id ... y enseñad a todas las naciones... He aquí que Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28,19-20), ha reavivado, en el Concilio Vaticano II, la conciencia de su misión en este mundo.

Y por eso, oh Madre de los hombres y de los pueblos, Tú que conoces todos sus sufrimientos y sus esperanzas, Tú que sientes maternalmente todas las luchas entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas, que sacuden el mundo contemporáneo, acoge nuestro grito que, movidos por el Espíritu Santo, dirigimos directamente a Tu Corazón: abraza, con amor de Madre y de Sierva del Señor, este nuestro mundo humano, que te confiamos y consagramos, llenos de inquietudes por la suerte terrena y eterna de los hombres y de los pueblos. De un modo especial te confiamos y consagramos aquellos hombres y aquellas naciones, que de esta entrega y de esta consagración tienen particular necesidad.

"¡No desprecies nuestras súplicas, que estamos en la prueba!".

He aquí, encontrándonos ante Ti, Madre de Cristo, ante tu Corazón Inmaculado, deseamos, junto con toda la Iglesia, unirnos a la consagración que por amor nuestro, tu Hijo ha hecho de Sí mismo al Padre : "Por ellos - ha dicho Él - me consagro a Mí mismo, para que también ellos sean consagrados en la Verdad" (Jn, 17,19). Queremos unirnos a Nuestro Redentor en esta consagración por el mundo y por los hombres, la cual en su Divino Corazón, tiene la fuerza de obtener el perdón y de procurar la reparación.

La fuerza de esta consagración dura para todos los tiempos y abraza a todos los hombres, los pueblos y las naciones, y supera todo mal que el espíritu de las tinieblas es capaz de provocar en el corazón del hombre y en su historia y que, de hecho, ha provocado en nuestros tiempos.

Oh ¡Cuán profundamente sentimos la necesidad de consagración para la humanidad y para el mundo : para nuestro mundo contemporáneo, en unión con Cristo mismo! La obra redentora de Cristo, en efecto, debe ser participada por el mundo por medio de la Iglesia.

¡Seas bendita, sobre toda criatura Tú, Sierva del Señor, que del modo más pleno obedeciste a la divina llamada!.

¡Seas saludada Tú que estás enteramente unida a la Consagración Redentora de Tu Hijo!

¡Madre de la Iglesia! ¡Ilumina al Pueblo de Dios por el camino de la fe, de la esperanza y de la caridad! Ilumina especialmente aquellos pueblos de los que Tú misma esperas nuestra consagración y nuestra entrega. Ayúdanos a vivir en la verdad de la consagración de Cristo toda la familia humana del mundo contemporáneo.

Confiando a Ti, oh Madre, el mundo, todos los hombres y todos los pueblos, Te confiamos, también la misma consagración del mundo, poniéndola en Tu Corazón Materno.

¡Oh Corazón Inmaculado! ¡Ayúdanos a vencer la amenaza del mal, que tan fácilmente se arraiga en el corazón de los hombres de hoy y que en sus efectos inconmensurables ya grava sobre la vida presente y parece cerrar los caminos hacia el futuro!.

Del hambre y de la guerra ¡líbranos!.

De la guerra nuclear, de una autodestrucción incalculable, de toda guerra, ¡líbranos!

De los pecados contra la vida del hombre desde sus albores, ¡líbranos!.

Del odio y del envilecimiento de la dignidad de los hijos de Dios ¡líbranos!.

De toda clase de injusticias en la vida social, nacional e internacional ¡líbranos!.

De la facilidad de despreciar a los mandamientos de Dios, ¡líbranos!.

De la tentativa de ofuscar en los corazones humanos la verdad misma de Dios, ¡líbranos!

De la pérdida de la conciencia del bien y del mal, ¡líbranos!.

De los pecados contra el Espíritu Santo, ¡líbranos! ¡líbranos!.

¡Acoge, oh Madre de Cristo, este grito cargado con los sufrimientos de todos los hombres! ¡Cargado con el grito de sociedades enteras!.

Ayúdanos con el poder del Espíritu Santo a vencer todo pecado: el pecado del hombre y el pecado del mundo, el pecado en todas sus manifestaciones.

¡Que se revele, aún por esta vez, en la historia del mundo el infinito poder salvífico de la Redención: poder del Amor Misericordioso! ¡Que Él detenga el mal! ¡Transforme las conciencias! ¡Que en Tu Corazón Inmaculado se manifieste a todos la luz de la Esperanza! Amén.

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EL CAMINO DE MARIA . Edición número 518 para %EmailAddress%

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