EL CAMINO DE MARÍA

Cum Maria contemplemur Christi vultum!

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Acuérdate, Virgen Madre de Dios, cuando estés delante del Señor, de decirle cosas buenas de mí.
 
Recordare, Virgo Mater Dei, dum steteris in conspectu Domini, ut loquaris pro nobis bona.
 
(Oración de la Santa Misa de María Mediadora de todas de todas las gracias)

JESUS, CONFIO EN TI

"Ofrezco a los hombres un Recipiente con el que han de venir a la Fuente de la Misericordia para recoger gracias. Ese Recipiente es esta Imagen con la firma: JESÚS, EN TI CONFÍO" (Diario, 327)

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Edición 393

7 de noviembre de 2008

MARIA MEDIADORA DE TODAS LAS GRACIAS

La fiesta de María Mediadora de todas las Gracias la instituyó el Papa Benedicto XV en 1921; en ella se nos invita a recurrir siempre con confianza a esta mediación  de la Madre del Redentor.

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"La Santísima Virgen es Dispensadora universal de todas las gracias, tanto por su divina Maternidad: que las obtiene de su Hijo, como por su Maternidad espiritual: que las distribuye entre sus otros hijos, los hombres. Esto lo hace subordinada a Cristo, pero de manera inmediata. Y ello por una específica y singular determinación de la voluntad de Dios, que ha querido otorgar a María esta doble función: ser Corredentora y Dispensadora, con alcance universal y para siempre".

 (Pío X, Encíclica "Ad diem illum laetissimum" 4 de febrero de 1904)

TOTUS TUUS

Soy todo tuyo y todas mis cosas Te pertenecen. Te pongo al centro de mi vida. Dame tu Corazón, oh María.

Soy todo tuyo, María
Madre de nuestro Redentor
Virgen Madre de Dios, Virgen piadosa. Madre del Salvador del mundo. Amen.

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“La Virgen fue en su vida ejemplo de aquel afecto materno, con el que es necesario estén animados todos los que en la misión apostólica de la Iglesia cooperan a regenerar a los hombres”

 

 
 

Oh Dios Padre Misericordioso, que por mediación de Jesucristo, nuestro Redentor, y de su Madre, la Bienaventurada Virgen María, y la acción del Espíritu Santo, concediste a tu Siervo Juan Pablo II, Servus Servorum Dei,  la gracia de ser Pastor ejemplar en el servicio de la Iglesia peregrina, de los hijos e hijas de la Iglesia y de todos los hombres y mujeres de buena voluntad, haz que yo sepa también responder con fidelidad a las exigencias de la vocación cristiana, convirtiendo todos los momentos y circunstancias de mi vida en ocasión de amarte y de servir al Reino de Jesucristo. Te ruego que te dignes glorificar a tu Siervo Juan Pablo II, Servus Servorum Dei, y que me concedas por su intercesión el favor que te pido... (pídase).  A Tí, Padre Omnipotente, origen del cosmos y del hombre, por Cristo, el que vive, Señor del tiempo y de la historia, en el Espíritu Santo que santifica el universo, alabanza, honor y gloria ahora y por los siglos de los siglos. Amén.

Padrenuestro, Avemaría, Gloria.

«Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios; no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos siempre de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita»

MARÍA MEDIADORA DE TODAS LAS GRACIAS

Maternidad espiritual de María

La Santísima Virgen, predestinada, junto con la Encarnación del Verbo, desde toda la eternidad, cual Madre de Dios, por designio de la Divina Providencia, fue en la tierra la esclarecida Madre del Divino Redentor, y en forma singular la generosa colaboradora entre todas las criaturas y la humilde esclava del Señor. Concibiendo a Cristo, engendrándolo, alimentándolo, presentándolo en el templo al Padre, padeciendo con su Hijo mientras El moría en la Cruz, cooperó en forma del todo singular, por la obediencia, la fe, la esperanza y la encendida caridad en la restauración de la vida sobrenatural de las almas. por tal motivo es nuestra Madre en el orden de la gracia. (Lumen Gentium, 61)

María, Mediadora

62.Y esta maternidad de María perdura sin cesar en la economía de la gracia, desde el momento en que prestó fiel asentimiento en la Anunciación, y lo mantuvo sin vacilación al pie de la Cruz, hasta la consumación perfecta de todos los elegidos. Pues una vez recibida en los cielos, no dejó su oficio salvador, sino que continúa alcanzándonos por su múltiple intercesión los dones de la eterna salvación. Con su amor materno cuida de los hermanos de su Hijo, que peregrinan y se debaten entre peligros y angustias y luchan contra el pecado hasta que sean llevados a la patria feliz. Por eso, la Santísima Virgen en la Iglesia es invocada con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora. Lo cual, sin embargo, se entiende de manera que nada quite ni agregue a la dignidad y eficacia de Cristo, único Mediador.

Porque ninguna criatura puede compararse jamás con el Verbo Encarnado nuestro Redentor; pero así como el sacerdocio de Cristo es participado de varias maneras tanto por los ministros como por el pueblo fiel, y así como la única bondad de Dios se difunde realmente en formas distintas en las criaturas, así también la única mediación del Redentor no excluye, sino que suscita en sus criaturas una múltiple cooperación que participa de la fuente única. La Iglesia no duda en atribuir a María un tal oficio subordinado: lo experimenta continuamente y lo recomienda al corazón de los fieles para que, apoyados en esta protección maternal, se unan más íntimamente al Mediador y Salvador (Lumen Gentium, 62)

Estimado/a Suscriptor/a de "El Camino de María"

Con los textos de la Constitución Dogmática Lumen Gentium, con los que el Concilio Vaticano II enseña que la Santísima Virgen "...con su amor de Madre cuida de los hermanos de su Hijo que todavía peregrinan y viven entre angustias y peligros hasta que lleguen a la patria feliz. Por eso la Santísima Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora..."  presentamos la Edición  393 de  "El Camino de María", Newsletter Semanal con Textos para hacer oración con María Santísima, Madre del Redentor y Reina de todos los Santos, hoy dedicada a contemplarla como Mediadora de todas las Gracias, cuya festividad celebraremos  el  7 de noviembre.

El Concilio Vaticano II da a la Virgen María el título de "Mediadora" al afirmar que "continúa procurándonos con su múltiple intercesión los dones de la salvación eterna" (Lumen Gentium, 62). Y con el título de "Madre en el orden de la gracia"  (Lumen Gentium, 61) el Concilio enseña que la Virgen coopera con Cristo en el renacimiento espiritual de la humanidad.

En la Encíclica Redemptoris Mater el Siervo de Dios Juan Pablo II nos enseña que "la Mediación de María está íntimamente unida a su maternidad y posee un carácter específicamente materno que la distingue del de las demás criaturas" (Redemptoris Mater, 38)

La Mediación de María no ofusca ni disminuye "la única mediación de Cristo, sino que manifiesta su eficacia...; favorece, y de ninguna manera impide, la unión inmediata de los creyentes con Cristo" (Lumen Gentium, 60). En realidad, la mediación materna de María es un don del Padre a la humanidad. Por esto el mismo Concilio concluye que "la Iglesia no duda en atribuir a María esta misión subordinada, la experimenta sin cesar y la recomienda al corazón de sus fieles para que, apoyados en su protección maternal se unan más íntimamente al Mediador y Salvador" (Lumen Gentium, 62)

En la siguiente dirección de nuestro sitio BenedictumXVI.us hemos publicado un texto sobre la Mediación de María, escrito por el hoy Santo Padre Benedicto XVI.

A partir del 8 de noviembre se inicia en los países del Hemisferio Sur el MES CONSAGRADO A MARÍA SANTÍSIMA, que culmina el 8 de diciembre con la celebración de la Fiesta de la Inmaculada Concepción del María. La piedad popular ha visto en este mes una excelente ocasión para multiplicar las iniciativas de piedad mariana. 

Invitamos a todos los suscriptores de El Camino de María y sus amigos y conocidos, a recibir diariamente en su e-mail meditaciones extraídas de la Catequesis del Papa Juan Pablo II bajo el lema "ORACIÓN CON LA MADRE DEL REDENTOR" .Para ello deben llenar un simple formulario con su nombre y su e-mail en la siguiente dirección:

http://www.JuanPabloMagno.org/formulario3.htm

En la selección de las meditaciones para el MES CONSAGRADO A MARÍA SANTÍSIMA, hemos seguido la recomendación de la Iglesia  que nos invita a reflexionar en los principales misterios de la vida de María. Un reflexionar que implique hacer un esfuerzo con la mente, la imaginación y el corazón, para profundizar en las virtudes que la Virgen Santísima vivió a lo largo de su vida. En "ORACIÓN CON LA MADRE DEL REDENTOR", a lo largo de 31 capítulos, contaremos con la guía del Magisterio y de la Catequesis del Siervo de Dios Juan Pablo II. 

Asimismo, en la siguiente dirección de la Biblioteca Digital Virgo Fidelis, pueden descargar gratuitamente a su computadora el Libro Digital "PEREGRINANDO EN LA FE CON MARÍA" que contiene meditaciones diarias desde el 8 de noviembre hasta el 8 de diciembre.

http://virgofidelis.com.ar/paFileDB/biblioteca2.htm

 
Recurramos confiadamente a María, Madre del Redentor y Mediadora de todas las Gracias en todos los momentos de nuestra vida. Ella es nuestra Madre, conoce nuestras necesidades mejor que nosotros, y es tan poderosa con su Hijo Jesús que tiene su Omnipotencia en sus manos. Roguémosle, por lo tanto, que hable a Jesús en favor nuestro, con la Oración de la Santa Misa de la festividad de María Mediadora: "Acuérdate, Virgen Madre de Dios, cuando estés delante del Señor, de decirle cosas buenas de mí." .
 
 

Oh Virgen Santísima,
Madre de Dios,
Madre de Cristo,
Madre de la Iglesia,
míranos clemente en esta hora.

Virgo fidélis, Virgen fiel,
¡ruega por nosotros!
Enséñanos a creer como has creído Tú.
Haz que nuestra fe
en Dios, en Cristo, en la Iglesia,
sea siempre límpida, serena, valiente, fuerte, generosa.

Mater amábilis, Madre digna de amor.
Mater pulchrae dilectiónis, Madre del Amor Hermoso,
¡ruega por nosotros!
Enséñanos a amar a Dios y a nuestros hermanos
como les amaste Tú;
haz que nuestro amor a los demás
sea siempre paciente, benigno, respetuoso.

Causa nostrae laetítiae, causa de nuestra alegría,
¡ruega por nosotros!
Enséñanos a saber captar, en la fe,
la paradoja de la alegría cristiana,
que nace y florece en el dolor,
en la renuncia,
en la unión con tu Hijo Crucificado:
¡haz que nuestra alegría
sea siempre auténtica y plena
para podérsela comunicar a todos! Amén.

Marisa y Eduardo

MEDITACIONES  DEL SIERVO DE DIOS JUAN PABLO II

 

LA INTERCESIÓN CELESTIAL DE LA MADRE DEL REDENTOR 

 Audiencia General -  Miércoles 24 de septiembre de 1997

LA INTERCESIÓN DE LA MADRE DEL REDENTOR

Queridos hermanos y hermanas:

1. María es Madre de la humanidad en el orden de la Gracia. El Concilio Vaticano II destaca este papel de María, vinculándolo a su cooperación en la Redención de Cristo.
 
Ella, «por decisión de la divina Providencia, fue en la tierra la excelsa Madre del Divino Redentor, la compañera más generosa de todas y la humilde esclava del Señor» (Lumen gentium, 61).
 
Con estas afirmaciones, la Constitución Lumen gentium pretende poner de relieve, como se merece, el hecho de que la Virgen estuvo asociada íntimamente a la Obra redentora de Cristo, haciéndose «la compañera» del Salvador «más generosa de todas».
 
A través de los gestos de toda madre, desde los más sencillos hasta los más arduos, María coopera libremente en la obra de la salvación de la humanidad, en profunda y constante sintonía con su Divino Hijo.
 
2. El Concilio pone de relieve también que la cooperación de María estuvo animada por las virtudes evangélicas de la obediencia, la fe, la esperanza y la caridad, y se realizó bajo el influjo del Espíritu Santo. Además, recuerda que precisamente de esa cooperación le deriva el don de la maternidad espiritual universal: asociada a Cristo en la Obra de la Redención, que incluye la regeneración espiritual de la humanidad, se convierte en Madre de los hombres renacidos a una vida nueva.
 
Al afirmar que María es «nuestra Madre en el orden de la Gracia» (ib.), el Concilio pone de relieve que su maternidad espiritual no se limita solamente a los discípulos, como si se tuviese que interpretar en sentido restringido la frase pronunciada por Jesús en el Calvario: «Mujer, ahí tienes a tu hijo» (Jn 19,26). Efectivamente, con estas palabras el Crucificado, estableciendo una relación de intimidad entre María y el discípulo predilecto, figura tipológica de alcance universal, trataba de ofrecer a su Madre como Madre a todos los hombres.
 
Por otra parte, la eficacia universal del Sacrificio redentor y la cooperación consciente de María en el ofrecimiento sacrificial de Cristo, no tolera una limitación de su amor materno.
 
Esta misión maternal de María Santísima se ejerce en el contexto de su singular relación con la Iglesia. Con su solicitud hacia todo cristiano, más aún, hacia toda criatura humana, Ella guía la fe de la Iglesia hacia una acogida cada vez más profunda de la palabra de Dios, sosteniendo su esperanza, animando su caridad y su comunión fraterna, y alentando su dinamismo apostólico.
 
3. María, durante su vida terrena, manifestó su maternidad espiritual hacia la Iglesia por un tiempo muy breve. Sin embargo, esta función suya asumió todo su valor después de la Asunción, y está destinada a prolongarse en los siglos hasta el fin del mundo. El Concilio afirma expresamente: «Esta maternidad de María perdura sin cesar en la economía de la gracia, desde el consentimiento que dio fielmente en la Anunciación, y que mantuvo sin vacilar al pie de la Cruz, hasta la realización plena y definitiva de todos los escogidos» (Lumen gentium, 62).
 
Ella, tras entrar en el Reino eterno del Padre, estando más cerca de su Divino Hijo y, por tanto, de todos nosotros, puede ejercer en el Espíritu de manera más eficaz la función de intercesión materna que le ha confiado la Divina Providencia.
 
4. El Padre ha querido poner a María cerca de Cristo y en comunión con Él, que puede «salvar perfectamente a los que por Él se llegan a Dios, ya que está siempre vivo para interceder en su favor» (Hb 7,25): a la intercesión sacerdotal del Redentor ha querido unir la intercesión maternal de la Virgen. Es una función que Ella ejerce en beneficio de quienes están en peligro y tienen necesidad de favores temporales y, sobre todo, de la salvación eterna: «Con su Amor de Madre cuida de los hermanos de su Hijo que todavía peregrinan y viven entre angustias y peligros hasta que lleguen a la patria feliz. Por eso la Santísima Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora» (Lumen gentium, 62).
 
Estos apelativos, sugeridos por la fe del pueblo cristiano, ayudan a comprender mejor la naturaleza de la intervención de la Madre del Señor en la vida de la Iglesia y de cada uno de los fieles.
 
5. El título de «Abogada» se remonta a San Ireneo. Tratando de la desobediencia de Eva y de la obediencia de María, afirma que en el momento de la Anunciación «la Virgen María se convierte en Abogada» de Eva ( Adv. haer. V, 19, 1: PG VII, 1.175-1.176). Efectivamente, con su «sí» defendió y liberó a la progenitora de las consecuencias de su desobediencia, convirtiéndose en causa de salvación para ella y para todo el género humano.
 
María ejerce su papel de «Abogada», cooperando tanto con el Espíritu Paráclito como con Aquel que en la Cruz intercedía por sus perseguidores (cf. Lc 23,34) y al que Juan llama nuestro «Abogado ante el Padre» (cf. 1 Jn 2,1). Como Madre, Ella defiende a sus hijos y los protege de los daños causados por sus mismas culpas.
 
Los cristianos invocan a María como «Auxiliadora», reconociendo su amor materno, que ve las necesidades de sus hijos y está dispuesto a intervenir en su ayuda, sobre todo cuando está en juego la salvación eterna.
 
La convicción de que María está cerca de cuantos sufren o se hallan en situaciones de peligro grave, ha llevado a los fieles a invocarla como «Socorro». La misma confiada certeza se expresa en la más antigua oración mariana con las palabras: «Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios; no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos siempre de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita» ( Breviario romano).
 
Como Mediadora maternal, María presenta a Cristo nuestros deseos, nuestras súplicas, y nos transmite los dones divinos, intercediendo continuamente en nuestro favor.

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