Cum
Maria contemplemur Christi vultum!
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«Oh
Rosario bendito de María, dulce Cadena que nos
une con Dios, vínculo de amor que nos une a los
Ángeles, Torre de salvación contra los asaltos
del infierno, Puerto seguro en el común
naufragio, no te dejaremos jamás. Tú serás
nuestro consuelo en la hora de la agonía. Para
Ti el último beso de la vida que se apaga. Y el
último susurro de nuestros labios será tu suave
nombre, oh Reina del Santo Rosario, oh
Madre nuestra querida, oh Refugio de los
pecadores, oh Soberana consoladora de los
tristes. Que seas bendita por doquier, hoy y
siempre, en la tierra y en el Cielo. Amén.».
n Él.
"Ofrezco
a los hombres un Recipiente con el que han de venir a la Fuente de la
Misericordia para recoger gracias. Ese Recipiente es esta Imagen con la
firma: JESÚS, EN TI CONFÍO" Diario, 327
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Edición 388
LA
BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA
REINA DEL SANTO
ROSARIO
7 de octubre de 2008
Soy todo tuyo y todas mis cosas Te
pertenecen. Te pongo al centro de mi vida. Dame tu Corazón, oh María.
Soy
todo tuyo, María
Madre de nuestro Redentor
Virgen Madre de Dios, Virgen piadosa. Madre del Salvador del mundo.
Amen.
Oh Dios Padre
Misericordioso,
que por
mediación de Jesucristo, nuestro Redentor, y de su Madre, la
Bienaventurada Virgen María, y la acción del Espíritu Santo,
concediste a tu Siervo Juan Pablo II, Servus Servorum Dei,
la gracia de ser Pastor ejemplar en el servicio de la Iglesia
peregrina, de los hijos e hijas de la Iglesia y de todos los
hombres y mujeres de buena voluntad, haz que yo sepa también
responder con fidelidad a las exigencias de la vocación cristiana,
convirtiendo todos los momentos y circunstancias de mi vida en
ocasión de amarte y de servir al Reino de Jesucristo. Te ruego que
te dignes glorificar a tu Siervo Juan Pablo II, Servus Servorum
Dei, y que me concedas por su intercesión el favor que te
pido... (pídase). A Tí, Padre Omnipotente, origen del
cosmos y del hombre, por Cristo, el que vive, Señor del tiempo y
de la historia, en el Espíritu Santo que santifica el universo,
alabanza, honor y gloria ahora y por los siglos de los siglos.
Amén.
Padrenuestro, Avemaría, Gloria
25 de
marzo al 25 de diciembre
Sabemos que la Santa Virgen es la
Reina del Cielo y de la tierra. Pero Ella es más Madre
que Reina y no se diga que, debido a esas prerrogativas,
eclipsa la gloria de todos los santos, así como el sol
al salir hace desaparecer a las estrellas. Que una madre
disminuya la gloria de sus hijos. ¡Qué cosa más extraña!
Yo pienso todo lo contrario: creo que Ella aumentará el
esplendor de los hijos.
Santa Teresa del Niño Jesús. Últimas
entrevistas: 21.8.1897.
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Visita
Pastoral al Santuario de la Santísima Virgen
María del Santo Rosario de Pompeya
Martes 7 de
octubre de 2003
Amadísimos hermanos y hermanas:
1. La Virgen Santísima me ha
concedido volver a honrarla en
este célebre santuario, que la
Providencia inspiró al beato
Bartolomé Longo para que fuera
un centro de irradiación del
Santo Rosario.
Con esta visita culmina, en
cierto sentido, el Año del
Rosario. Agradezco al Señor
los frutos de este Año, que ha
producido un significativo
despertar de esta oración,
sencilla y profunda a la vez,
que llega al corazón de la fe
cristiana y resulta actualísima
ante los desafíos del tercer
milenio y el urgente compromiso
de la nueva evangelización.
2. En Pompeya esta actualidad es
particularmente evidente gracias
al contexto de la antigua ciudad
romana que quedó sepultada bajo
las cenizas del Vesubio en el
año 79 después de Cristo. Esas
ruinas hablan. Formulan la
pregunta decisiva sobre cuál es
el destino del hombre. Son
testimonio de una gran cultura
de la que, sin embargo, revelan,
además de luminosas respuestas,
también interrogantes
inquietantes. La ciudad mariana
nace en el corazón de estos
interrogantes, proponiendo a
Cristo resucitado como
respuesta, como "evangelio" que
salva.
Hoy, como en los tiempos de la
antigua Pompeya, es necesario
anunciar a Cristo a una
sociedad que se va alejando de
los valores cristianos y pierde
incluso su memoria. Doy las
gracias a las autoridades
italianas por haber contribuido
a la organización de esta
peregrinación mía, que comenzó
en la ciudad antigua. Así, he
recorrido el puente ideal de
un diálogo ciertamente fecundo
para el crecimiento cultural y
espiritual. En el trasfondo de
la antigua Pompeya, la propuesta
del Rosario adquiere el valor
simbólico de un renovado impulso
del anuncio cristiano en nuestro
tiempo.
En efecto, ¿qué es el
Rosario? Un compendio del
Evangelio. Nos hace
volver continuamente a las
principales escenas de la vida
de Cristo, como para hacernos
"respirar" su misterio. El
Rosario es un camino
privilegiado de contemplación.
Es, por decirlo así, El Camino
de María. ¿Quién conoce y ama a
Cristo más que Ella?
Estaba convencido de ello el
beato Bartolomé Longo, apóstol
del Rosario, que prestó especial
atención precisamente al
carácter contemplativo y
cristológico del rosario.
Gracias a este beato, Pompeya se
ha convertido en un centro
internacional de
espiritualidad del Rosario.
3. He querido que esta
peregrinación mía tuviera el
sentido de una súplica por la
paz. Hemos meditado los
Misterios de la Luz, como para
proyectar la luz de Cristo sobre
los conflictos, las tensiones y
los dramas de los cinco
continentes. En la Carta
Apostólica
Rosarium Virginis Mariae
expliqué
por qué el Rosario es una
oración orientada por su misma
naturaleza a la paz. No sólo lo
es porque nos hace invocarla,
apoyándonos en la intercesión de
María Santísima, sino también porque nos
hace asimilar, con el misterio
de Jesús, también su proyecto de
paz.
Al mismo tiempo, con el ritmo
tranquilo de la repetición del
Avemaría, el Rosario
pacifica nuestro corazón y lo
abre a la gracia que salva. El
beato Bartolomé Longo tuvo una
intuición profética cuando, al
templo dedicado a la Virgen del
Rosario quiso añadir esta
fachada como monumento a la paz.
Así, la causa de la paz entraba
en la propuesta misma del
Rosario. Es una intuición cuya
actualidad podemos captar al
inicio de este milenio, ya
azotado por vientos de guerra y
regado con sangre en tantas
regiones del mundo.
4. La invitación a rezar el
Rosario que se eleva desde
Pompeya, encrucijada de personas
de todas las culturas atraídas
tanto por el Santuario como por
la zona arqueológica, evoca
también el compromiso de los
cristianos, en colaboración con
todos los hombres de buena
voluntad, de ser constructores y
testigos de paz. Ojalá que acoja
cada vez más este mensaje la
sociedad civil, aquí
representada por autoridades y
personalidades, a las que saludo
cordialmente.
(...) Sed "constructores de
paz", siguiendo los pasos del
beato Bartolomé Longo, que supo
unir la oración con la acción,
haciendo de esta ciudad mariana
una ciudadela de la caridad.
Amadísimos hermanos y hermanas,
que la Virgen del Santo Rosario
nos bendiga, mientras nos
disponemos a invocarla con la
súplica. En su corazón de Madre
depositemos nuestras
preocupaciones y nuestros
propósitos de bien.
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Estimado/a Suscriptor/a de "El Camino de María"
Con la
la imagen de Nuestra Señora del Rosario,
presentamos
esta edición especial de
"El Camino de
María", Newsletter Semanal con
Textos para hacer
oración con la Madre del Redentor.
"...Hoy, primer
día de octubre, desearía detenerme en dos aspectos que, en la
Comunidad eclesial, caracterizan este mes: la oración del
Santo Rosario y el compromiso por las misiones. El día 7,
sábado próximo, celebraremos la fiesta de la Virgen
del Rosario, y es como si, cada año, Nuestra Señora
nos invitara a redescubrir la belleza de esta oración, tan
sencilla y profunda. El amado Juan Pablo II fue gran
apóstol del Santo Rosario: le recordamos arrodillado
con la corona entre las manos, inmerso en la contemplación de
Cristo, como él mismo invitó a hacer con la Carta Apostólica
«Rosarium Virginis Mariae».
El Rosario es oración contemplativa y cristocéntrica,
inseparable de la meditación de la Sagrada Escritura. Es la
oración del cristiano que avanza en la peregrinación de la fe,
en el seguimiento de Jesús, precedido por María. Desearía
invitaros, queridos hermanos y hermanas, a rezar el Rosario
durante este mes en familia, en las comunidades y en las
parroquias por las intenciones del Papa, por la misión de la
Iglesia y por la paz del mundo..."
(Benedicto XVI. Ángelus. Domingo
1 de octubre 2006)
En el punto 17 de la
Carta Apostólica
"Rosarium Virginis Mariae"
,
el Siervo de Dios el Papa Juan Pablo II, expresa que "La
Virgen del Rosario continúa su obra de
anunciar a Cristo".
El siguiente es el texto
completo de dicho punto:
"...El
Rosario es también un itinerario de anuncio y de profundización,
en el que el misterio de Cristo es presentado continuamente en
los diversos aspectos de la experiencia cristiana. Es una
presentación orante y contemplativa, que trata de modelar al
cristiano según el corazón de Cristo. Efectivamente, si en el
rezo del Rosario se valoran adecuadamente todos sus elementos
para una meditación eficaz, se da, especialmente en la
celebración comunitaria en las parroquias y los santuarios, una
significativa oportunidad catequética que los Pastores deben
saber aprovechar. La
Virgen del Rosario continúa también de este modo su obra de
anunciar a Cristo. La historia
del Rosario muestra cómo esta oración ha sido utilizada
especialmente por los Dominicos, en un momento difícil para la
Iglesia a causa de la difusión de la herejía. Hoy estamos
ante nuevos desafíos. ¿Por qué no volver a tomar en la mano
las cuentas del rosario con la fe de quienes nos han precedido?
El Rosario conserva toda su fuerza y sigue siendo un recurso
importante en el bagaje pastoral de todo buen evangelizador..."
Imploremos la bendición y
protección de Nuestra Señora del Rosario, con las
conmovedoras palabras con que termina la célebre Súplica a la
Reina del Santo Rosario escrita por el Beato Bartolomé
Longo, y que Juan Pablo II coloca al finalizar la
Carta Apostólica "Rosarium Virginis Mariae"
«Oh
Rosario bendito de María, dulce Cadena que nos
une con Dios, vínculo de amor que nos une a los
Ángeles, Torre de salvación contra los asaltos
del infierno, Puerto seguro en el común
naufragio, no te dejaremos jamás. Tú serás
nuestro consuelo en la hora de la agonía. Para
Ti el último beso de la vida que se apaga. Y el
último susurro de nuestros labios será tu suave
nombre, oh Reina del Santo Rosario, oh
Madre nuestra querida, oh Refugio de los
pecadores, oh Soberana consoladora de los
tristes. Que seas bendita por doquier, hoy y
siempre, en la tierra y en el Cielo. Amén.».
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