Cum
Maria contemplemur Christi vultum!
¯¯¯
"Le
pedimos muchas cosas a Dios, y no las obtenemos. Se las pedimos a María
y las obtenemos. ¿Por qué esto? No es que María sea más poderosa que
Dios; es que Dios quiere así honrar a Su Madre".
San
Alfonso de Ligorio
Las glorias de María
Edición 384
NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED
Madre de Misericordia y Consuelo de
los afligidos
24 de septiembre de 2008
Señor, Dios nuestro, en tu
admirable Providencia quisiste que la Madre de tu Hijo experimentase las
angustias y los sufrimientos humanos; por intercesión de María, Consuelo
de los afligidos y Libertadora de los cautivos, concede a los que sufren
cualquier modo de esclavitud la verdadera libertad de los hijos de Dios.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
TOTUS TUUS
Soy todo tuyo y todas mis cosas Te
pertenecen. Te pongo al centro de mi vida. Dame tu Corazón, oh María.
Soy
todo tuyo, María
Madre de nuestro Redentor
Virgen Madre de Dios, Virgen piadosa. Madre del Salvador del mundo.
Amen.
Oh Dios Padre
Misericordioso,
que por
mediación de Jesucristo, nuestro Redentor, y de su Madre, la
Bienaventurada Virgen María, y la acción del Espíritu Santo,
concediste a tu Siervo Juan Pablo II, Servus Servorum Dei,
la gracia de ser Pastor ejemplar en el servicio de la Iglesia
peregrina, de los hijos e hijas de la Iglesia y de todos los
hombres y mujeres de buena voluntad, haz que yo sepa también
responder con fidelidad a las exigencias de la vocación cristiana,
convirtiendo todos los momentos y circunstancias de mi vida en
ocasión de amarte y de servir al Reino de Jesucristo. Te ruego que
te dignes glorificar a tu Siervo Juan Pablo II, Servus Servorum
Dei, y que me concedas por su intercesión el favor que te
pido... (pídase). A Tí, Padre Omnipotente, origen del
cosmos y del hombre, por Cristo, el que vive, Señor del tiempo y
de la historia, en el Espíritu Santo que santifica el universo,
alabanza, honor y gloria ahora y por los siglos de los siglos.
Amén.
Padrenuestro, Avemaría, Gloria.
25 de marzo
al 25 de diciembre
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Estimado/a Suscriptor/a de "El Camino de María"
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Dos imágenes de
"Nuestra Señora de la Merced", "Madre de Misericordia"
y "Consuelo de los afligidos" encabezan esta edición semanal
de "El Camino de
María" . La del centro es una de las más
hermosas pinturas religiosas del artista peruano José Gil de
Castro y data del año 1820. La del margen superior izquierdo es
la imagen de Nuestra Señora de las Mercedes
de Tucumán, que fue coronada
solemnemente, en nombre del Papa San Pio X, en 1912, al
cumplirse el centenario de la batalla y victoria de Tucumán.
Su historia está en:
http://www.corazones.org/maria/mercedes_tucuman.htm
El título mariano la Merced
se remonta a la fundación de la Orden religiosa de los
Mercedarios el 10 de agosto de 1218,
en Barcelona, España.
La talla de la imagen de
la Merced que se venera en la
Basílica
de la Merced de Barcelona
es del siglo XIV, de estilo sedente, como las románicas. En
catalán
"Mare de Deu de la Mercé",
Madre de Dios de la Merced.
Su historia la puede
leer en:
http://www.corazones.org/maria/merced.htm
San Pedro Nolasco, inspirado por la Santísima
Virgen, funda una orden dedicada a la Merced (Obras de
Misericordia).
Su misión particular era la misericordia para
con los cristianos cautivos en manos de los musulmanes. Muchos
miembros de la orden canjearon sus vidas por la de presos y
esclavos. San Pedro fue apoyado en tan extraordinaria empresa
por el Rey Jaime I de Aragón. El santo y
sus frailes eran muy devotos de la Virgen María,
tomándola como patrona y guía. Su espiritualidad se
fundamenta en Jesús
el liberador de la humanidad y en la Santísima Virgen,
la Madre liberadora e
ideal de la persona libre. Los Mercedarios querían ser
caballeros de la Virgen María al servicio de su obra redentora.
Por eso la honran como Madre de la Merced o Virgen
Redentora.
En el capítulo
general de 1272, tras la muerte del fundador,
los
frailes oficialmente toman el nombre de La Orden de Santa
María de la Merced, de la redención de los cautivos,
pero son mas conocidos como Mercedarios.
El Siervo de Dios, el Papa
Juan Pablo II, expresaba el 23 de mayo de 1980 a los religiosos
de la Orden de la Bienaventurada Virgen María de la Merced,
comprometidos apostólicamente en 19 países de diversos
continentes.
"...Os
agradezco vuestra visita, con la que deseáis
manifestarme vuestros sentimientos de fiel adhesión al
Magisterio de la Iglesia. En esta oportunidad quiero
confirmar la alta estima que nutro hacia vuestra
antigua y benemérita Orden, que desde hace más de siete
siglos y medio ha ido prodigándose en favor de los
miembros más afligidos y oprimidos del Cuerpo místico de
Cristo.
La misión que vuestro Fundador San Pedro Nolasco os
confió, en la obra directa de redención y ayuda a los
cautivos, y que impregnó toda su actuación apostólica en
parroquias, hospitales para pobres, enseñanza y
misiones, se halla hoy prolongada en un carisma de
servicio a la fe, para proyectar un rayo de esperanza y
ofrecer la asistencia de la caridad de Cristo a cuantos
se encuentran sometidos a nuevas formas de cautiverio en
nuestra sociedad: en centros penitenciarios, en
suburbios de pobreza y hambre, en ambientes de droga, en
zonas de materialismo en las que se persigue a la
Iglesia o se la reduce al silencio, etc.
Se trata de
un vasto campo en el que ha de volcarse sin reserva
vuestro espíritu religioso y la disponibilidad total a
la que os abre la vivencia generosa de los consejos
evangélicos y la profesión de vuestro cuarto voto. Esa
será la manera de ser fieles hoy a vuestro carisma, en
la línea trazada por San Pedro Nolasco y recogida ya en
las primitivas constituciones de 1272.
No cabe duda
de que es un exigente compromiso eclesial al que os
invita vuestra vocación. Para mantener viva esa entrega,
es necesario que seáis almas de profunda vida
interior y que renovéis vuestras fuerzas en el contacto
con el Modelo de toda perfección: Cristo Jesús, Buen
Pastor y Salvador. Por ello os repito a vosotros:
“Vuestras casas deben ser sobre todo centros de oración,
de recogimiento, de diálogo -personal y comunitario- con
Aquel que es y debe ser el primero y principal
interlocutor en la sucesión laboriosa de las horas de
cada jornada vuestra” . En esa escuela sublime el
religioso apagará la sed de Dios que debe ser una
característica en su vida y se llenará de ese amor
grande que da sentido nuevo a la propia existencia.
Hablando a
Religiosos cuyo Fundador puso tanto empeño en la
devoción a la Madre de Dios y nuestra, no puedo menos de
exhortaros a mantener y profundizar ese gran amor
mariano que es una nota peculiar de vuestra Orden. Tomad
de la “Madre de la Misericordia” y “Consuelo de los
afligidos” el ejemplo e inspiración en cada
instante. Ella os guiará a su Hijo y os enseñará el
valor de cada alma, a la que prodigar celosamente el
cuidado de vuestro ministerio..."
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Posteriormente, el
25 de mayo de 1998, Juan Pablo II les expresaba a los
religiosos de la Orden de la Merced:
"...Vuestro
carisma os lleva a mirar solícitamente las diversas formas
de esclavitud presentes en la vida actual del hombre con
sus miserias morales y materiales. Ello exige de vosotros
un compromiso cada vez más grande para el anuncio del
Evangelio.
Como recuerda la Exhortación
Apostólica
Vita consecrata:
«Otra provocación está hoy representada
por un materialismo ávido de poseer, desinteresado de las
exigencias y los sufrimientos de los más débiles y carente
de cualquier consideración por el mismo equilibrio de los
recursos de la naturaleza. La respuesta de la vida
consagrada está en la profesión de la pobreza evangélica,
vivida de maneras diversas, y frecuentemente acompañada
por un compromiso activo en la promoción de la solidaridad
y de la caridad» (n.
89).
La larga tradición de vuestra orden os
llama a vivir la pobreza, fortalecida y sostenida por la
obediencia y la castidad, «con espíritu mercedario», es
decir, como un continuo acto de amor hacia los que son
víctimas de la esclavitud, como capacidad de compartir sus
sufrimientos y esperanzas y como disponibilidad a la
acogida cordial.
Vuestra orden, desde
sus orígenes, ha venerado a la Virgen María bajo la
advocación de Madre de la Merced, y la ha elegido
como modelo de su espiritualidad y de su acción
apostólica. Experimentando su presencia continua e
imitando su disponibilidad, los mercedarios han afrontado
con valor y confianza los compromisos, a menudo pesados y
difíciles, de la misión redentora.
Al contemplar su gran fe y su total
obediencia a la voluntad del Señor, aprendieron a leer en
los acontecimientos de la historia las llamadas de Dios y
a estar disponibles con generosidad renovada al servicio
de las víctimas de la pobreza y de la violencia. A
Ella, Mujer libre
porque es llena de gracia, han dirigido su mirada
para descubrir en la oración y en el amor de Dios el
secreto para vivir y anunciar la libertad que Cristo nos
ha adquirido con su sangre.
A las puertas de un nuevo milenio,
mientras la Iglesia se prepara para celebrar los dos mil
años de la encarnación del Hijo de Dios, deseo confiar a
la Madre de Dios vuestros proyectos apostólicos, las
decisiones capitulares y las esperanzas que os animan,
para que Ella os dé la alegría de
ser instrumentos dóciles y generosos en el anuncio del
Evangelio a los hombres de nuestro tiempo.
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