Cum
Maria contemplemur Christi vultum!
"Siempre que piensas en
María, Ella piensa por ti en Dios. Siempre que alabas y honras a María,
Ella alaba y honra a Dios contigo. María es toda relativa a Dios. Y yo me
atrevo a llamarla 'la relación de Dios', pues sólo existe con
relación a El; o 'el eco de Dios', ya que no dice ni repite sino
Dios. Si tú dices María, Ella dice Dios. Cuando Santa Isabel alabó a María
y la llamó bienaventurada por haber creído, Ella -el eco fiel de Dios-
exclamó: 'Proclama mi alma la grandeza del Señor' (Lc 1,
46). Lo que en esta ocasión hizo María, lo sigue realizando todos los
días. Cuando la alabamos, amamos, honramos o nos consagramos a Ella,
alabamos, amamos, honramos y nos consagramos a Dios por María y en María".
San Luis María
Grignion de Montfort, Tratado de la verdadera devoción a la Santísima
Virgen.
"Ofrezco
a los hombres un Recipiente con el que han de venir a la Fuente de la
Misericordia para recoger gracias. Ese Recipiente es esta Imagen con la
firma: JESÚS, EN TI CONFÍO" (Diario, 327
Newsletter 380
LA
ASUNCIÓN DE MARÍA SANTÍSIMA AL CIELO
15 de agosto
de 2008
Soy
todo tuyo y todas mis cosas Te pertenecen. Te pongo al centro de mi vida.
Dame tu Corazón, oh María.
Soy
todo tuyo, María
Madre de nuestro Redentor
Virgen Madre de Dios, Virgen piadosa. Madre del Salvador del mundo.
Amen.
Oh Dios Padre
Misericordioso,
que por
mediación de Jesucristo, nuestro Redentor, y de su Madre, la
Bienaventurada Virgen María, y la acción del Espíritu Santo,
concediste a tu Siervo Juan Pablo II, Servus Servorum Dei,
la gracia de ser Pastor ejemplar en el servicio de la Iglesia peregrina,
de los hijos e hijas de la Iglesia y de todos los hombres y mujeres
de buena voluntad, haz que yo sepa también responder con fidelidad
a las exigencias de la vocación cristiana, convirtiendo todos los
momentos y circunstancias de mi vida en ocasión de amarte y de servir
al Reino de Jesucristo. Te ruego que te dignes glorificar a tu Siervo
Juan Pablo II, Servus Servorum Dei, y que me concedas por su
intercesión el favor que te pido... (pídase). A Tí,
Padre Omnipotente, origen del cosmos y del hombre, por Cristo, el que
vive, Señor del tiempo y de la historia, en el Espíritu Santo que
santifica el universo, alabanza, honor y gloria ahora y por los siglos
de los siglos. Amén.
Padrenuestro, Avemaría, Gloria
25
de marzo al 25 de diciembre
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¡Ave María, Mujer humilde,
bendecida por el Altísimo!
Virgen de la esperanza, profecía de tiempos
nuevos,
nosotros nos unimos a tu cántico de alabanza
para celebrar las misericordias del Señor,
para anunciar la venida del Reino
y la plena liberación del hombre.
¡Ave
María, humilde sierva del Señor,
gloriosa Madre de Cristo!
Virgen fiel, morada santa del Verbo,
enséñanos a perseverar en la escucha de la
Palabra,
a ser dóciles a la voz del Espíritu Santo,
atentos a sus llamados en la intimidad de la
conciencia
y a sus manifestaciones en los acontecimientos
de la historia.
¡Ave
María, Mujer de dolor,
Madre de los vivos!
Virgen Esposa ante la Cruz, Eva nueva,
sed nuestra guía por los caminos del mundo,
enséñanos a vivir y a difundir el amor de
Cristo,
a detenernos contigo ante las innumerables
cruces
en las que tu Hijo aún está crucificado.
¡Ave
María, Mujer de fe,
primera entre los discípulos!
Virgen Madre de la Iglesia, ayúdanos a dar
siempre
razón de la esperanza que habita en nosotros,
confiando en la bondad del hombre y en el Amor
del Padre.
Enséñanos a construir el mundo desde adentro:
en la profundidad del silencio y de la oración,
en la alegría del amor fraterno,
en la fecundidad insustituible de la Cruz.
Santa María, Madre de los
creyentes,
Nuestra Señora de Lourdes,
ruega por nosotros.
Oración al finalizar el rezo del Santo Rosario.
14 de agosto de 2004
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Querido/a Suscriptor/a de "El Camino de María"
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El
próximo 15 de agosto celebraremos la Solemnidad de la Asunción de la
Bienaventurada Virgen María al Cielo. Para prepararnos
para tan importante festividad, transcribimos el texto
de la Homilía que pronunció el Siervo de Dios Juan
Pablo II durante la Santa Misa del 15 de agosto de
2004, en su última Peregrinación Apostólica al
Santuario de la Virgen de Lourdes.
También
les enviamos el texto completo de la meditación del Santo Padre
Benedicto XVI en la Homilía de
la Santa Misa de la Solemnidad de la Asunción del
15 de agosto de 2007.
LA FIESTA DE LA ASUNCIÓN
ES UNA INVITACIÓN A TENER
CONFIANZA EN DIOS Y A IMITAR A
MARÍA SANTÍSIMA
Queridos
hermanos y hermanas:
En su gran obra «La Ciudad de
Dios», San Agustín dice en una
ocasión que toda la historia
humana, la historia del mundo,
es una lucha entre dos amores:
el Amor de Dios hasta la pérdida
de sí mismo, hasta la entrega de
sí mismo, y el amor de sí mismo
hasta el desprecio de Dios,
hasta el odio de los demás. Esta
misma interpretación de la
historia, como lucha entre dos
amores, entre el amor y el
egoísmo, aparece también en la
lectura tomada del Apocalipsis,
que acabamos de escuchar. Aquí,
estos dos amores, aparecen en
dos grandes figuras. Ante todo,
está el dragón rojo, fortísimo,
con una manifestación
impresionante e inquietante de
poder sin gracia, sin amor, del
egoísmo absoluto, del terror, de
la violencia.
En el momento en el que San Juan
escribió el Apocalipsis, para él
este dragón se materializaba en
el poder de los emperadores
romanos anticristianos, desde
Nerón hasta Domiciano. Este
poder parecía ilimitado; el
poder militar, político,
propagandístico del imperio
romano era tal que ante él la
Iglesia daba la impresión de ser
una mujer indefensa, sin
posibilidad de supervivencia, y
mucho menos de vencer. ¿Quién
podía oponerse a este poder
omnipresente, que parecía capaz
de todo? Y, sin embargo, sabemos
que al final venció la mujer
indefensa, no venció el egoísmo
ni el odio; venció el Amor de
Dios y el imperio romano se
abrió a la fe cristiana.
Las palabras de la Sagrada
Escritura trascienden siempre el
momento histórico. De este modo,
este dragón no sólo hace
referencia al poder
anticristiano de los
perseguidores de la Iglesia de
aquel tiempo, sino a las
dictaduras materialistas
anticristianas de todos los
períodos. Vemos cómo se
materializa de nuevo este poder,
esta fuerza del dragón rojo, en
las grandes dictaduras del siglo
pasado: la dictadura del nazismo
y la dictadura de Stalin tenían
todo el poder, penetraban todos
los rincones. Parecía imposible
que, a largo plazo, la fe
pudiera sobrevivir ante este
dragón tan fuerte, que quería
devorar al Dios hecho niño y a
la mujer, la Iglesia. Pero, en
realidad, también en este caso
al final el Amor fue más fuerte
que el odio.
También hoy existe el dragón, de
maneras nuevas, diferentes.
Existe en la forma de las
ideologías materialistas que nos
dicen: es absurdo pensar en
Dios; es absurdo cumplir con los
mandamientos de Dios; es algo
del pasado. Lo único que vale la
pena es vivir la vida. Sacar de
este breve momento de la vida
todo lo que se puede vivir. Sólo
vale el consumo, el egoísmo, la
diversión. Esta es la vida. Así
tenemos que vivir. Y de nuevo
parece absurdo, imposible,
oponerse a esta mentalidad
dominante, con toda su fuerza
mediática, propagandística. Hoy
parece imposible seguir pensando
en un Dios que ha creado al
hombre y que se ha hecho niño y
que sería el auténtico dominador
del mundo. También ahora este
dragón parece invencible, pero
también ahora sigue siendo
verdad que Dios es más
fuerte que el dragón, que quien
vence es el Amor y no el
egoísmo.
Tras considerar las diferentes
configuraciones históricas del
dragón, veamos ahora la otra
imagen: la mujer vestida de sol
con la luna bajo sus pies,
rodeada de doce estrellas. Esta
imagen también es
multidimensional.
Un primer significado, sin duda,
es la Virgen María vestida de
sol, es decir de Dios. María,
que vive totalmente en Dios,
rodeada y penetrada por la Luz
de Dios. Circundada de doce
estrellas, es decir, de las doce
tribus de Israel, de todo el
Pueblo de Dios, de toda la
comunión de los santos y, a sus
pies, la luna, imagen de la
muerte y de la mortalidad. María
ha dejado tras de Sí la muerte;
está totalmente vestida de vida,
ha sido elevada en cuerpo y alma
a la gloria de Dios y de este
modo, en la gloria, tras haber
superado la muerte, nos dice:
«Ánimo, ¡al final vence el
Amor!. Mi vida consistía en
decir: “Soy la sierva de Dios”.
Mi vida era entrega de Mí misma
por Dios y por el prójimo. Y
esta vida de servicio ahora
llega en la auténtica vida.
Tened confianza, tened el valor
de vivir así también vosotros,
contra todas las amenazas del
dragón». Este es el primer
significado de la mujer que
María ha llegado a ser. La
«Mujer vestida de sol» es el
gran signo de la victoria del
Amor, de la victoria del Bien,
de la victoria de Dios. Gran
signo de consuelo (...).
También hoy vemos ciertamente
que el dragón quiere devorar al
Dios hecho niño. No tengáis
miedo por este Dios
aparentemente débil. La lucha ya
ha sido superada. También hoy
este Dios débil es fuerte: es la
verdadera fuerza. Y de este
modo, la fiesta de la Asunción,
es una invitación a tener
confianza en Dios y a imitar a
María en lo que Ella misma dijo:
«Soy la sierva del Señor, me
pongo a disposición del Señor».
Esta es la lección: seguir su
camino, dar nuestra vida y no
tomar la vida. Precisamente de
este modo nos ponemos en el
camino del Amor que significa
perderse, pero un perderse que
en realidad es el único camino
para encontrarse verdaderamente,
para encontrar la auténtica
vida.
Contemplemos a María, subida al
Cielo. Dejémonos alentar en la
fe y en la fiesta de la alegría:
Dios vence. La fe, aparentemente
débil, es la verdadera fuerza
del mundo. El Amor es más fuerte
que el odio. Y digamos con
Isabel: «Bendita Tú eres entre
la mujeres». Te imploramos con
toda la Iglesia: Santa María,
ruega por nosotros.
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¡DIOS TE SALVE, MARÍA!
¡Bendita Tú eres ...!
Porque creíste en la Palabra del
Señor,
Porque esperaste en sus promesas,
Porque fuiste perfecta en el amor.
Por tu caridad premurosa con Isabel,
Por tu bondad materna en Belén,
Por tu fortaleza en la persecución,
Por tu perseverancia en la búsqueda de
Jesús en el templo,
Por tu vida sencilla en Nazaret,
Por tu intercesión en Caná,
Por tu presencia maternal junto a la
Cruz,
Por tu fidelidad en la espera de la
Resurrección,
Por tu oración asidua en Pentecostés.
Por la gloria de tu Asunción al
Cielo,
Por tu maternal protección sobre la
Iglesia,
Por tu constante intercesión por toda
la humanidad.
ORACIÓN EN EL SANTUARIO DE
CHIQUINQUIRÁ . COLOMBIA . 1986
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