Cum
Maria contemplemur Christi vultum!
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LA PROMESA DE LA VIRGEN DEL CARMEN
(Privilegio Sabatino)
“Yo,
su Madre de Gracia, bajaré, el sábado después de la muerte de
religiosos y cofrades, y a cuantos hallare en el Purgatorio, los libraré
y los llevaré al Monte Santo de la vida eterna”.
(La Santísima Virgen al
Papa Juan XXII el 3 de marzo de 1322)
"Ofrezco
a los hombres un Recipiente con el que han de venir a la Fuente de la
Misericordia para recoger gracias. Ese Recipiente es esta Imagen con la
firma: JESÚS, EN TI CONFÍO" (Diario, 327
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Newsletter
376
NUESTRA
SEÑORA DEL CARMEN
16 de julio de
2008
Soy
todo tuyo y todas mis cosas Te pertenecen. Te pongo al centro de mi vida.
Dame tu Corazón, oh María.
Soy
todo tuyo, María
Madre de nuestro Redentor
Virgen Madre de Dios, Virgen piadosa. Madre del Salvador del mundo.
Amen.
Oh Dios Padre
Misericordioso,
que por
mediación de Jesucristo, nuestro Redentor, y de su Madre, la
Bienaventurada Virgen María, y la acción del Espíritu Santo,
concediste a tu Siervo Juan Pablo II, Servus Servorum Dei,
la gracia de ser Pastor ejemplar en el servicio de la Iglesia peregrina,
de los hijos e hijas de la Iglesia y de todos los hombres y mujeres
de buena voluntad, haz que yo sepa también responder con fidelidad
a las exigencias de la vocación cristiana, convirtiendo todos los
momentos y circunstancias de mi vida en ocasión de amarte y de servir
al Reino de Jesucristo. Te ruego que te dignes glorificar a tu Siervo
Juan Pablo II, Servus Servorum Dei, y que me concedas por su
intercesión el favor que te pido... (pídase). A Tí,
Padre Omnipotente, origen del cosmos y del hombre, por Cristo, el que
vive, Señor del tiempo y de la historia, en el Espíritu Santo que
santifica el universo, alabanza, honor y gloria ahora y por los siglos
de los siglos. Amén.
Padrenuestro, Avemaría, Gloria.
25 de marzo
al 25 de diciembre
Madre, ten Misericordia de nosotros
Apacigua, oh piadosa Madre, las olas de tristeza y de congoja
que combaten mí corazón; apaga las llamas enemigas que me
cercan; embota los dardos que manos crueles vienen arrojando
contra mi alma, amenazando atravesarla y envenenarla y meter
en ella la muerte.
Oh alegría bienaventurada, Oh paz. Oh serenidad de los que te
invocan. Oh escudo y fortaleza de tus fieles servidores, ven y
tiende Tu mano sobre las llagas recibidas y sobre las
angustias que me atormentan. Da suavidad y paz a mi
entendimiento, para que mi lengua engrandezca siempre la
alteza de la merced recibida. Devuélvenos en lluvias de
gracias las alabanzas que te dirigimos. Abre ese manantial de
gracias que por nosotros quiso encerrarse en Ti y no vivamos
ya entre noches, incertidumbres y temores. A Ti seremos
deudores de mercedes que jamás labios humanos podrán agradecer
ni ponderar. Amén.
San Sofronio . Patriarca de Jerusalén
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Oh María
Estrella del Mar y Flor del Carmelo!
En las
dificultades: ayúdame.
De los enemigos del alma: sálvame.
En mis desaciertos: ilumíname.
En mis dudas y penas: confórtame.
En mis enfermedades:
fortaléceme.
Cuando me desprecien: anímame.
En las tentaciones: defiéndeme.
En horas difíciles: consuélame.
Con tu Corazón maternal: ámame.
Con tu inmenso poder: protégeme.
Y en tus brazos al expirar: recíbeme.
Virgen del Carmen, ruega por nosotros. Amén.
(Rezar 3
veces el Ave María)
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Querido/a Suscriptor/a de "El Camino de María"
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El próximo
16 de julio celebraremos la memoria de Nuestra Señora
del Carmen, tan querida a la piedad del pueblo
cristiano en todo el mundo, y
vinculada de modo especial a la vida de la gran familia
religiosa carmelita.
La Orden
del Carmelo tiene un origen antiguo y glorioso; se
cree y no sin justa razón, que esta Orden es la
continuación de la escuela de los profetas
establecida en el Monte Carmelo por el profeta Elías.
Los discípulos de esta escuela ocuparon el primer
lugar entre los conversos al cristianismo naciente, y
el Carmelo llega a ser la cuna de la vida monástica a
partir de Cristo.
Después
de la dispersión de los Apóstoles, en el año 38,
ellos construyeron una capilla en honor a María Santísima y
se consagraron muy especialmente a celebrar Sus
Alabanzas. San Simón Stock llega a ser en 1245 el
superior general de los Carmelitas, y no descuida nada
para avivar la llama de la devoción a María en su
Orden. La Virgen María se le apareció el 16 de julio
rodeada de ángeles y en medio de una gran luz,
vestida del hábito del Carmelo y del escapulario de
la Orden para decirle: "Este es un
privilegio para ti y para todos los carmelitas, el que
muera tras llevar este Hábito no padecerá el fuego
eternal." El santo hizo milagros
para confirmar la realidad de esta visión.
Posteriormente,
el 3 de marzo de 1322 la Santísima Virgen María por
medio de una visión que le otorgó al Papa Juan XXII,
concedió el denominado "Privilegio
Sabatino" expresando:
“Yo,
su Madre de Gracia, bajaré, el sábado después de
la muerte de religiosos y cofrades, y a cuantos
hallare en el Purgatorio, los libraré y los llevaré
al Monte Santo de la vida eterna”.
En la
historia de la piedad mariana se destaca la devoción
al Escapulario de la Virgen del Carmen.
Su difusión es verdaderamente universal y sin duda se
le aplican las palabras conciliares sobre las prácticas
y ejercicios de piedad "recomendados a lo
largo de los siglos por el Magisterio".
El Escapulario
del Carmen es una forma reducida del hábito
religioso de la Orden de Hermanos de la bienaventurada
Virgen del Monte Carmelo: se ha convertido en una
devoción muy extendida e incluso más allá de la
vinculación a la vida y espiritualidad de la familia
carmelitana, el escapulario conserva una especie de
sintonía con la misma.
El Escapulario
del Carmen es un signo exterior
de la relación especial, filial y confiada, que se
establece entre la Virgen, Reina y Madre del Carmelo,
y los devotos que se confían a ella con total entrega
y recurren con toda confianza a su intercesión
maternal; recuerda la primacía de la vida espiritual
y la necesidad de la oración.
El Escapulario
del Carmen se impone con un rito particular
de la Iglesia, en el que se declara que "recuerda
el propósito bautismal de revestirse de Cristo, con
la ayuda de la Virgen Madre, solícita de nuestra
conformación con el Verbo hecho hombre, para alabanza
de la Trinidad, para que llevando el vestido nupcial,
lleguemos a la patria del Cielo".
La imposición
del Escapulario del Carmen, como la
de otros escapularios, "se debe reconducir a
la seriedad de sus orígenes: no debe ser un acto más
o menos improvisado, sino el momento final de una
cuidadosa preparación, en la que el fiel se hace
consciente de la naturaleza y de los objetivos de la
asociación a la que se adhiere y de los compromisos
de vida que asume".
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El Siervo de
Dios Juan Pablo II, en su Mensaje
a la Orden
del Carmen con motivo de la dedicación del año 2001
a María Santísima,
escribió:
"...Con el signo del Escapulario
se manifiesta una síntesis eficaz de espiritualidad mariana,
que alimenta la devoción de los creyentes, haciéndolos
sensibles a la presencia amorosa de la Virgen Madre en su vida.
El Escapulario es esencialmente un "hábito". Quien lo
recibe, se une o se asocia, en un grado más o menos íntimo, a
la Orden del Carmen, dedicada al servicio de la Virgen para el
bien de toda la Iglesia ... Por tanto, quien se
reviste del Escapulario se introduce en la tierra del Carmelo,
para "comer sus frutos y sus productos" (cf. Jr
2, 7), y experimenta la presencia dulce y materna de María en
su compromiso diario de revestirse interiormente de Jesucristo y
de manifestarlo vivo en sí para el bien de la Iglesia y de toda
la humanidad ... Así pues, son dos las verdades evocadas
en el signo del Escapulario:
- por una parte, la protección
continua de la Virgen Santísima, no sólo a lo largo del camino
de la vida, sino también en el momento del paso hacia la
plenitud de la gloria eterna;
- y por otra, la certeza de que la
devoción a Ella no puede limitarse a oraciones y homenajes en
su honor en algunas circunstancias, sino que debe constituir un
"hábito", es decir, una orientación permanente
de la conducta cristiana, impregnada de oración y de vida
interior, mediante la práctica frecuente de los sacramentos y
la práctica concreta de las obras de misericordia espirituales
y corporales. De este modo, el Escapulario se convierte en
signo de "alianza" y de comunión recíproca entre María
y los fieles, pues traduce de manera concreta la entrega que
en la Cruz Jesús hizo de su Madre a Juan, y en él a todos
nosotros, y la entrega del apóstol predilecto y de nosotros a Ella,
constituida nuestra Madre espiritual ....
También yo llevo sobre mi corazón, desde hace mucho tiempo,
el Escapulario del Carmen. Por el amor que siento hacia
nuestra Madre Celestial común, cuya protección experimento
continuamente, deseo que este año mariano ayude a todos los
religiosos y las religiosas del Carmelo y a los piadosos fieles
que la veneran filialmente a acrecentar su amor y a irradiar en
el mundo la presencia de esta Mujer del silencio y de la oración,
invocada como Madre de la Misericordia, Madre de la Esperanza y
de la Gracia..."
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"...La
veneración a la Madre de Dios en su forma
tradicional me viene de la familia y de la parroquia
de Wadowice. Recuerdo, en la iglesia parroquial, una
capilla lateral dedicada a la Madre del Perpetuo
Socorro a la cual por la mañana, antes del comienzo
de las clases, acudían los estudiantes del
instituto. También, al acabar las clases, en las
horas de la tarde, iban muchos estudiantes para
rezar a la Virgen.
Además,
en Wadowice, había sobre la colina un Monasterio
Carmelita,
cuya fundación se remontaba a los tiempos de San
Rafael Kalinowski. Muchos habitantes de Wadowice
acudían allí, y esto tenía su reflejo en la
difundida devoción al Escapulario de la Virgen
del Carmen. También yo lo recibí, creo que
cuando tenía diez años, y aún lo llevo. Se iba a
los Carmelitas también para las confesiones. De ese
modo, tanto en la iglesia parroquial, como en la del
Carmen, se formó mi devoción mariana durante los años
de la infancia y de la adolescencia ..."
(Juan
Pablo II . Libro Don y Misterio)
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¡Oh! Virgen del
Carmen, María Santísima, que en tu Santo
Escapulario diste a los que devotamente lo visten,
un firmísimo escudo para defenderse de todos los
peligros de este mundo y de las asechanzas del
demonio, acreditando esta verdad con tantos y tan
singulares milagros. Te rogamos, Señora, que seas
nuestra defensa poderosa en esta vida mortal, para
que en todas las tribulaciones y peligros
encontremos la seguridad, y en las tentaciones
salgamos victoriosos, logrando siempre tu especial
asistencia para conseguirlo.
Así, Señora, te lo
suplicamos humildemente, diciendo:
Dios te salve, Reina y Madre de Misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve.
A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti
suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de
lágrimas. Ea, pues, Señora, Abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y
después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima, oh
piadosa, oh dulce siempre Virgen María! . Ruega
por nosotros, Santa Madre de Dios. Para que seamos
dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor
Jesucristo.
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