
Edición nro. 86
Oh Virgen fiel,
que fuiste siempre solícita y dispuesta a recibir,
conservar y meditar la Palabra de Dios!:
Haz
que también nosotros, en medio de las dramáticas vicisitudes de
la historia, sepamos mantener siempre intacta nuestra fe cristiana.



Nuestra Señora del Carmen

El
Escapulario del Carmen y el privilegio sabatino
"...A
la verdad, no dejará la piadosísima Madre que sus hijos que expían
sus culpas en el purgatorio, no consigan cuanto antes la vida eterna
por su intervención delante de Dios, en conformidad con el privilegio
sabatino...". (Pio
XII, Carta Magna del Escapulario del Carmen. 1950)
En la historia de
la piedad mariana aparece la devoción al Escapulario de la
Virgen del Carmen. Su difusión es verdaderamente universal y
sin duda se le aplican las palabras conciliares sobre las prácticas
y ejercicios de piedad "recomendados a lo largo de los siglos
por el Magisterio".
El Escapulario
del Carmen es una forma reducida del hábito religioso de la
Orden de Hermanos de la bienaventurada Virgen del Monte Carmelo: se
ha convertido en una devoción muy extendida e incluso más allá de
la vinculación a la vida y espiritualidad de la familia carmelitana,
el escapulario conserva una especie de sintonía con la misma.
El escapulario es
un signo exterior de la relación especial, filial y confiada,
que se establece entre la Virgen, Reina y Madre del Carmelo, y los
devotos que se confían a ella con total entrega y recurren con toda
confianza a su intercesión maternal; recuerda la primacía de la
vida espiritual y la necesidad de la oración.
El escapulario se
impone con un rito particular de la Iglesia, en el que se declara
que "recuerda el propósito bautismal de revestirse de Cristo,
con la ayuda de la Virgen Madre, solícita de nuestra conformación
con el Verbo hecho hombre, para alabanza de la Trinidad, para que
llevando el vestido nupcial, lleguemos a la patria del cielo".
La imposición del
escapulario del Carmen, como la de otros escapularios, "se debe
reconducir a la seriedad de sus orígenes: no debe ser un acto más
o menos improvisado, sino el momento final de una cuidadosa
preparación, en la que el fiel se hace consciente de la naturaleza
y de los objetivos de la asociación a la que se adhiere y de los
compromisos de vida que asume". (Directorio sobre la Piedad
Popular y la Liturgia,
205).
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Oración
a la Virgen del Carmen
En
las dificultades:
ayúdame.
De los enemigos del alma:
sálvame.
En mis desaciertos:
ilumíname.
En mis dudas y penas:
confórtame.
En mis enfermedades:
fortaléceme.
Cuando me desprecien:
anímame.
En las tentaciones:
defiéndeme.
En horas difíciles:
consuélame.
Con tu corazón maternal:
ámame.
Con tu inmenso poder:
protégeme.
Y en tus brazos al expirar:
recíbeme.
Virgen del Carmen, ruega por nosotros.
Amén.
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Marisa
y Eduardo Vinante
Editores
de "El Camino de María".
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