EL CAMINO DE MARÍA
Edición 841
Domingo 21 de septiembre de
2014 - Visita Apostólico a Albania
Miércoles 24 de septiembre:
Nuestra Señora de la Merced
Querido/a Suscriptor/a de "El Camino de María"
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El Papa Francisco, durante su
Viaje Apostólico a Albania, se desplazó a la catedral de San Pablo, en el centro
de Tirana para celebrar las vísperas con los sacerdotes, religiosos, religiosas,
seminaristas y movimientos laicos. El templo, consagrado en 2002 tiene capacidad
para 700 personas y una gran vidriera con las figuras del encuentro entre San
Juan Pablo II y la Beata Madre Teresa de Calcuta.
El Santo Padre había preparado un discurso para pronunciar allí, pero después de
escuchar el testimonio de un sacerdote de 83 años y de una religiosa de 85, que
habían padecido la persecución comunista, se conmovió hasta las lágrimas, los
abrazó y, dejando de parte el texto oficial, que entregó al arzobispo de Tirana,
Rrok Mirdita, improvisó unas palabras que reproducimos a continuación.
''Había preparado unas palabras para decirles, y se las entregaré al
arzobispo para que se las haga llegar."
"Pero ahora, quisiera decirles otra cosa… Hemos escuchado en la Lectura:
''Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y
Dios de todo consuelo; él nos consuela en todas nuestras luchas, para poder
nosotros consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con
que nosotros somos consolados por Dios'' . Es el texto sobre el que la Iglesia
nos invita a reflexionar en la Vísperas de hoy. En estos dos últimos meses, me
he preparado para esta visita leyendo la historia de la persecución en Albania.
Y para mí ha sido una sorpresa: no sabía que su pueblo había sufrido tanto.
Después, hoy, en el camino del aeropuerto a la plaza, todas esas fotografías de
los mártires: se nota que este pueblo guarda aún memoria de sus mártires, que
tanto sufrieron. Un pueblo de mártires… Y hoy al principio de esta celebración,
he tocado a dos. Lo que les puedo decir es lo que ellos han dicho con su vida,
con sus palabras sencillas''.
''Contaban las cosas con una sencillez… pero con mucho dolor. Y nosotros les
podemos preguntar: ''¿Cómo han conseguido sobrevivir a tanta tribulación?''. Y
nos dirán lo que hemos oído en este pasaje de la Segunda Carta a los Corintios:
''Dios es Padre misericordioso y Dios de toda consolación. Él nos ha
consolado''. Nos lo han dicho con esa sencillez. Han sufrido demasiado. Han
sufrido físicamente, psíquicamente y también esa angustia de la incertidumbre:
si los iban a fusilar o no, y así vivían, con esa angustia. Y el Señor los
consolaba… Pienso en Pedro, en la cárcel, encadenado, con las cadenas; toda la
Iglesia pedía por él. Y el Señor consoló a Pedro. Y a los mártires, y a estos
dos que hemos escuchado hoy, el Señor los consoló porque había gente en la
Iglesia, el pueblo de Dios –las viejecitas santas y buenas, tantas religiosas de
clausura…– que rezaban por ellos. Y éste es el misterio de la Iglesia: cuando la
Iglesia pide al Señor que consuele a su pueblo; y el Señor consuela
humildemente, incluso a escondidas. Consuela en la intimidad del corazón y
consuela con la fortaleza.''
''Ellos –estoy seguro– no se enorgullecen de lo que han vivido, porque
saben que ha sido el Señor quien los ha sostenido. Pero nos dicen algo. Nos
dicen que para nosotros, que hemos sido llamados por el Señor a seguirlo de
cerca, la única consolación viene de Él. Ay de nosotros si buscamos otro
consuelo. Ay de los sacerdotes, de los religiosos, de las religiosas, de las
novicias, de los consagrados cuando buscan consuelo lejos del Señor. No quiero
''fustigarlos'', hoy, no quiero convertirme en ''verdugo'', pero tengan la
certeza de que si buscan consuelo en otra parte no serán felices. Más aún: no
podrás consolar a nadie porque tu corazón no se ha abierto al consuelo del
Señor. Y acabarás, como dice el gran Elías al pueblo de Israel, ''cojeando de
dos piernas''. ''Bendito sea Dios Padre, Dios de todo consuelo; él nos consuela
en todas nuestras luchas, para poder nosotros consolar a los que están en toda
tribulación, mediante el consuelo con que nosotros somos consolados por Dios''.
Es lo que han hecho estos dos hoy. Humildemente, sin pretensiones, sin orgullo,
haciéndonos un servicio: consolarnos. Nos dicen también: ''Somos pecadores, pero
el Señor ha estado con nosotros. Éste es el camino. No se desanimen''. Perdonen
si les pongo hoy de ejemplo, pero todos debemos ser ejemplo para los demás.
Vayamos a casa pensando: hoy hemos tocado a los mártires''.
El discurso destinado al clero albanés era el siguiente:
''Queridos hermanos y hermanas:
Me alegro de poder tener este encuentro con ustedes en su querida tierra; doy
gracias al Señor y les agradezco a todos su acogida. Así les puedo expresar
mejor mi apoyo a su tarea evangelizadora.
Cuando su país salió de la dictadura, las comunidades eclesiales se pusieron en
marcha de nuevo y reorganizaron la acción pastoral, afrontando con esperanza el
futuro. Quiero expresar especialmente mi reconocimiento a aquellos pastores que
pagaron un alto precio por su fidelidad a Cristo y por su decisión de permanecer
unidos al Sucesor de Pedro. Fueron valientes ante las dificultades y las
pruebas. Todavía se encuentran entre nosotros sacerdotes y religiosos que
sufrieron cárcel y persecución, como la hermana y el hermano que han compartido
su propia experiencia. Los abrazo conmovido y alabo a Dios por su fiel
testimonio, que estimula a toda la Iglesia a seguir anunciando el Evangelio con
alegría
.A partir de esta experiencia, la Iglesia en Albania puede crecer en espíritu
misionero y en entrega apostólica. Conozco y valoro cómo se oponen decididamente
a las nuevas formas de ''dictadura'' que amenazan con esclavizar a los
individuos y a las comunidades. Si el régimen ateo intentaba acabar con la fe,
estas dictaduras, de forma más encubierta, pueden hacer desaparecer la caridad.
Me refiero al individualismo, a la rivalidad y a los enfrentamientos
exacerbados: es una mentalidad mundana que puede contagiar también a la
comunidad cristiana. No se desanimen ante estas dificultades, no tengan miedo de
mantenerse en el camino del Señor. Él está siempre a su lado y los asiste con su
gracia para que se apoyen unos a otros, para que sean comprensivos y
misericordiosos y acepten a cada uno como es, para que cultiven la comunión
fraterna.
La evangelización es más eficaz cuando cuenta con iniciativas compartidas y con
una sincera colaboración entre las diversas realidades eclesiales y entre los
misioneros y el clero local: esto requiere determinación para no cejar en la
búsqueda de formas de trabajo común y de ayuda recíproca en los campos de la
catequesis, de la educación católica, así como en la promoción humana y en la
caridad. En estos ámbitos, es valiosa también la aportación de los movimientos
eclesiales, dispuestos a planificar y trabajar en comunión con sus Pastores y
entre ellos. Es lo que veo aquí: obispos, sacerdotes, religiosos y laicos, una
Iglesia que quiere caminar en fraternidad y en unidad.
Cuando el amor a Cristo está por encima de todo, incluso de las legítimas
exigencias particulares, entonces es posible salir de uno mismo, de nuestras
''minucias'' personales y grupales, y salir al encuentro de Jesús en los
hermanos; sus llagas son todavía visibles hoy en el cuerpo de tantos hombres y
mujeres que tienen hambre y sed, que son humillados, que están en la cárcel o en
los hospitales. Y precisamente tocando y sanando con ternura esas llegas, es
posible vivir en profundidad el Evangelio y adorar a Dios vivo en medio de
nosotros.
¡Son muchos los problemas que se presentan cada día! Todos ellos los estimulan a
lanzarse con pasión a una generosa actividad apostólica. Sin embargo, sabemos
que nosotros solos no podemos hacer nada: ''Si el Señor no construye la casa, en
vano se cansan los albañiles''. Esta certeza nos invita a dar cada día el
espacio debido al Señor, a dedicarle tiempo, a abrirle el corazón, para que
actúe en nuestra vida y en nuestra misión. Lo que el Señor promete a la oración
confiada y perseverante supera cuanto podamos imaginar además de lo que pedimos,
nos da también el Espíritu Santo. La dimensión contemplativa es así
indispensable en medio de los compromisos más urgentes e importantes. Cuanto más
nos llama la misión a ir a las periferias existenciales, más siente nuestro
corazón la íntima necesidad de estar unido al de Cristo, lleno de misericordia y
de amor.
Y teniendo en cuenta que aún se necesitan más sacerdotes y consagrados, el Señor
les repite también hoy a ustedes: La mies es abundante, pero los trabajadores
son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies. No
podemos olvidar que esta oración está precedida por una mirada: la mirada de
Jesús que ve la abundancia de la cosecha. ¿Tenemos también nosotros esta mirada?
¿Sabemos reconocer la abundancia de los frutos que la gracia de Dios ha hecho
crecer y la labor que hay que hacer en el campo del Señor? De esta mirada de fe
sobre el campo de Dios, nace la oración, la petición cotidiana e insistente al
Señor por las vocaciones sacerdotales y religiosas. Ustedes, queridos
seminaristas, y ustedes, queridos postulantes y novicios, son fruto de esta
oración del pueblo de Dios, que siempre precede y acompaña su respuesta
personal. La Iglesia de Albania tiene necesidad de su entusiasmo y de su
generosidad. El tiempo que hoy dedican a una sólida formación espiritual,
teológica, comunitaria y pastoral, dará fruto oportuno en su futuro servicio al
pueblo de Dios. La gente, más que maestros, busca testigos: testigos humildes de
la misericordia y de la ternura de Dios; sacerdotes y religiosos configurados
con Cristo Buen Pastor, capaces de comunicar a todos la caridad de Cristo.
En este sentido, junto a ustedes y a todo el pueblo de Albania, quiero dar
gracias a Dios por tantos misioneros y misioneras, cuya acción ha sido
determinante para que la Iglesia resurja en Albania y todavía hoy sigue teniendo
gran relevancia. Ellos han contribuido notablemente a consolidar el patrimonio
espiritual que obispos, sacerdotes, personas consagradas y laicos albaneses
conservaron en medio de durísimas pruebas y tribulaciones. Pensemos en el gran
trabajo hecho por los institutos religiosos para el relanzamiento de la
educación católica: este trabajo merece reconocimiento y apoyo.
Queridos hermanos y hermanas, no se desanimen ante las dificultades; siguiendo
las huellas de sus antepasados, den testimonio de Cristo con perseverancia,
caminando ''juntos con Dios, hacia la esperanza que no defrauda''. En este
camino, siéntanse siempre acompañados y sostenidos por el afecto de toda la
Iglesia. Les agradezco de corazón este encuentro y encomiendo a cada uno de
ustedes y a sus comunidades, sus proyectos y esperanzas a la Santa Madre de
Dios. Los bendigo afectuosamente y les pido, por favor, que recen por mí''.
Virgen y
Señora de la Merced, a Ti suplicamos que, mediante tu
maternal intercesión ante tu hijo Jesucristo, nos
alcances la verdadera libertad de los hijos de Dios y
nos hagas libres de cualquier esclavitud, de modo que
experimentemos en nosotros la alegría de la salvación.
Amén
El 24 de septiembre
celebraremos la
fiesta litúrgica de NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED, Madre de
Misericordia y Consuelo de los afligidos.
El título mariano la Merced
se remonta a la fundación de la Orden religiosa de los
Mercedarios el 10 de agosto de 1218,
en Barcelona, España.
La talla de la imagen de
la Merced que se venera en la Basílica
de la Merced de Barcelona
es del siglo XIV.
San Pedro Nolasco, inspirado por la Santísima
Virgen, funda una orden dedicada a la Merced (Obras de
Misericordia).
Su misión particular era la misericordia para
con los cristianos cautivos en manos de los musulmanes. Muchos
miembros de la orden canjearon sus vidas por la de presos y
esclavos. San Pedro fue apoyado en tan extraordinaria empresa
por el Rey Jaime I de Aragón. El santo y
sus frailes eran muy devotos de la Virgen María,
tomándola como patrona y guía. Su espiritualidad se
fundamenta en Jesús
el liberador de la humanidad y en la Santísima Virgen,
la Madre liberadora e
ideal de la persona libre. Los Mercedarios querían ser
caballeros de la Virgen María al servicio de su obra redentora.
Por eso la honran como Madre de la Merced o Virgen
Redentora.
En el capítulo
general de 1272, tras la muerte del fundador,
los
frailes oficialmente toman el nombre de La Orden de Santa
María de la Merced, de la redención de los cautivos,
pero son mas conocidos como Mercedarios.
San Juan
Juan Pablo II, expresaba el 23 de mayo de 1980 a los religiosos
de la Orden de la Bienaventurada Virgen María de la Merced,
comprometidos apostólicamente en 19 países de diversos
continentes.
"...Os
agradezco vuestra visita, con la que deseáis
manifestarme vuestros sentimientos de fiel adhesión al
Magisterio de la Iglesia. En esta oportunidad quiero
confirmar la alta estima que nutro hacia vuestra
antigua y benemérita Orden, que desde hace más de siete
siglos y medio ha ido prodigándose en favor de los
miembros más afligidos y oprimidos del Cuerpo místico de
Cristo.
La misión que vuestro Fundador San Pedro Nolasco os
confió, en la obra directa de redención y ayuda a los
cautivos, y que impregnó toda su actuación apostólica en
parroquias, hospitales para pobres, enseñanza y
misiones, se halla hoy prolongada en un carisma de
servicio a la fe, para proyectar un rayo de esperanza y
ofrecer la asistencia de la caridad de Cristo a cuantos
se encuentran sometidos a nuevas formas de cautiverio en
nuestra sociedad: en centros penitenciarios, en
suburbios de pobreza y hambre, en ambientes de droga, en
zonas de materialismo en las que se persigue a la
Iglesia o se la reduce al silencio, etc.
Se trata de
un vasto campo en el que ha de volcarse sin reserva
vuestro espíritu religioso y la disponibilidad total a
la que os abre la vivencia generosa de los consejos
evangélicos y la profesión de vuestro cuarto voto. Esa
será la manera de ser fieles hoy a vuestro carisma, en
la línea trazada por San Pedro Nolasco y recogida ya en
las primitivas constituciones de 1272.
No cabe duda
de que es un exigente compromiso eclesial al que os
invita vuestra vocación. Para mantener viva esa entrega,
es necesario que seáis almas de profunda vida
interior y que renovéis vuestras fuerzas en el contacto
con el Modelo de toda perfección: Cristo Jesús, Buen
Pastor y Salvador. Por ello os repito a vosotros:
“Vuestras casas deben ser sobre todo centros de oración,
de recogimiento, de diálogo -personal y comunitario- con
Aquel que es y debe ser el primero y principal
interlocutor en la sucesión laboriosa de las horas de
cada jornada vuestra” . En esa escuela sublime el
religioso apagará la sed de Dios que debe ser una
característica en su vida y se llenará de ese amor
grande que da sentido nuevo a la propia existencia.
Hablando a
Religiosos cuyo Fundador puso tanto empeño en la
devoción a la Madre de Dios y nuestra, no puedo menos de
exhortaros a mantener y profundizar ese gran amor
mariano que es una nota peculiar de vuestra Orden. Tomad
de la “Madre de la Misericordia” y “Consuelo de los
afligidos” el ejemplo e inspiración en cada
instante. Ella os guiará a su Hijo y os enseñará el
valor de cada alma, a la que prodigar celosamente el
cuidado de vuestro ministerio..."
Posteriormente, el
25 de mayo de 1998, San Juan Pablo II les expresaba a los
religiosos de la Orden de la Merced:
"...Vuestro
carisma os lleva a mirar solícitamente las diversas formas
de esclavitud presentes en la vida actual del hombre con
sus miserias morales y materiales. Ello exige de vosotros
un compromiso cada vez más grande para el anuncio del
Evangelio.
Como recuerda la Exhortación
Apostólica
Vita consecrata:
«Otra provocación está hoy representada
por un materialismo ávido de poseer, desinteresado de las
exigencias y los sufrimientos de los más débiles y carente
de cualquier consideración por el mismo equilibrio de los
recursos de la naturaleza. La respuesta de la vida
consagrada está en la profesión de la pobreza evangélica,
vivida de maneras diversas, y frecuentemente acompañada
por un compromiso activo en la promoción de la solidaridad
y de la caridad» (n.
89).
La larga tradición de vuestra orden os
llama a vivir la pobreza, fortalecida y sostenida por la
obediencia y la castidad, «con espíritu mercedario», es
decir, como un continuo acto de amor hacia los que son
víctimas de la esclavitud, como capacidad de compartir sus
sufrimientos y esperanzas y como disponibilidad a la
acogida cordial.
Vuestra orden, desde
sus orígenes, ha venerado a la Virgen María bajo la
advocación de Madre de la Merced, y la ha elegido
como modelo de su espiritualidad y de su acción
apostólica. Experimentando su presencia continua e
imitando su disponibilidad, los mercedarios han afrontado
con valor y confianza los compromisos, a menudo pesados y
difíciles, de la misión redentora.
Al contemplar su gran fe y su total
obediencia a la voluntad del Señor, aprendieron a leer en
los acontecimientos de la historia las llamadas de Dios y
a estar disponibles con generosidad renovada al servicio
de las víctimas de la pobreza y de la violencia. A
Ella, Mujer libre
porque es llena de gracia, han dirigido su mirada
para descubrir en la oración y en el amor de Dios el
secreto para vivir y anunciar la libertad que Cristo nos
ha adquirido con su sangre.
A las puertas de un nuevo milenio,
mientras la Iglesia se prepara para celebrar los dos mil
años de la Encarnación del Hijo de Dios, deseo confiar a
la Madre de Dios vuestros proyectos apostólicos, las
decisiones capitulares y las esperanzas que os animan,
para que Ella os dé la alegría de
ser instrumentos dóciles y generosos en el anuncio del
Evangelio a los hombres de nuestro tiempo.
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Querido/a Suscriptor/a de "El Camino de María"
%EmailAddress%.
Le invitamos a inscribirse en el e-Curso "LAS VIRTUDES DE MARÍA SANTÍSIMA"
que hemos terminado de escribir y diseñar el 8 de septiembre de 2011,
festividad del NACIMIENTO DE LA INMACULADA VIRGEN MARÍA.
Cada uno de
los capítulos que contiene el e-Curso desarrolla una a una las
Virtudes de María Santísima descriptas por
San Alfonso María de Ligorio en su libro Las
Glorias de María. Asimismo hemos agregado en la
introducción y en cada capítulo textos catequéticos
y oraciones del San
Juan Pablo II y del Papa emérito Benedicto XVI.
AMOR A DIOS
AMOR AL PRÓJIMO
CASTIDAD
ESPERANZA
FE
HUMILDAD
OBEDIENCIA
ORACIÓN
PACIENCIA
POBREZA
Para
inscribirse
solo deben llenar un formulario con su nombre y su
correo electrónico desde la siguiente dirección:
http://www.SantoRosario.info/formulario6.htm
Al realizar la inscripción de
inmediato recibirá en su correo electrónico nuestro mensaje de
bienvenida y luego cada siete días recibirá cada uno de los diez
capítulos que contiene este e-Curso.
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