EL CAMINO DE MARÍA
Edición 781
Domingo 22 de septiembre de
2013 - Visita Pastoral del Papa Francisco a Cagliari
Martes 24 de septiembre:
Nuestra Señora de la Merced
Querido/a Suscriptor/a de "El Camino de María"
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El Papa
Francisco celebró en la mañana del domingo 22 de
septiembre la Santa Misa en el Santuario de Nuestra
Señora de Bonaria, vinculado de modo especial a su
ciudad natal de Buenos Aires al que debe su nombre.
Fuera de la basílica el Santo Padre mantuvo un encuentro
con las autoridades civiles, y otro con los enfermos.
Durante la
Santa Misa, al término de la Comunión, el Papa se
dirigió ante la imagen de la Virgen de Bonaria para
realizar un acto de consagración a María, ofreciendo un
homenaje floral e incensando la estatua mientras se
cantaba el himno Madre Santa.
Virgen y
Señora de la Merced, a Ti suplicamos que, mediante tu
maternal intercesión ante tu hijo Jesucristo, nos
alcances la verdadera libertad de los hijos de Dios y
nos hagas libres de cualquier esclavitud, de modo que
experimentemos en nosotros la alegría de la salvación.
Amén
El 24 de septiembre
celebraremos la
fiesta litúrgica de NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED, Madre de
Misericordia y Consuelo de los afligidos.
El título mariano la Merced
se remonta a la fundación de la Orden religiosa de los
Mercedarios el 10 de agosto de 1218,
en Barcelona, España.
La talla de la imagen de
la Merced que se venera en la Basílica
de la Merced de Barcelona
es del siglo XIV.
San Pedro Nolasco, inspirado por la Santísima
Virgen, funda una orden dedicada a la Merced (Obras de
Misericordia).
Su misión particular era la misericordia para
con los cristianos cautivos en manos de los musulmanes. Muchos
miembros de la orden canjearon sus vidas por la de presos y
esclavos. San Pedro fue apoyado en tan extraordinaria empresa
por el Rey Jaime I de Aragón. El santo y
sus frailes eran muy devotos de la Virgen María,
tomándola como patrona y guía. Su espiritualidad se
fundamenta en Jesús
el liberador de la humanidad y en la Santísima Virgen,
la Madre liberadora e
ideal de la persona libre. Los Mercedarios querían ser
caballeros de la Virgen María al servicio de su obra redentora.
Por eso la honran como Madre de la Merced o Virgen
Redentora.
En el capítulo
general de 1272, tras la muerte del fundador,
los
frailes oficialmente toman el nombre de La Orden de Santa
María de la Merced, de la redención de los cautivos,
pero son mas conocidos como Mercedarios.
El Beato
Juan Pablo II, expresaba el 23 de mayo de 1980 a los religiosos
de la Orden de la Bienaventurada Virgen María de la Merced,
comprometidos apostólicamente en 19 países de diversos
continentes.
"...Os
agradezco vuestra visita, con la que deseáis
manifestarme vuestros sentimientos de fiel adhesión al
Magisterio de la Iglesia. En esta oportunidad quiero
confirmar la alta estima que nutro hacia vuestra
antigua y benemérita Orden, que desde hace más de siete
siglos y medio ha ido prodigándose en favor de los
miembros más afligidos y oprimidos del Cuerpo místico de
Cristo.
La misión que vuestro Fundador San Pedro Nolasco os
confió, en la obra directa de redención y ayuda a los
cautivos, y que impregnó toda su actuación apostólica en
parroquias, hospitales para pobres, enseñanza y
misiones, se halla hoy prolongada en un carisma de
servicio a la fe, para proyectar un rayo de esperanza y
ofrecer la asistencia de la caridad de Cristo a cuantos
se encuentran sometidos a nuevas formas de cautiverio en
nuestra sociedad: en centros penitenciarios, en
suburbios de pobreza y hambre, en ambientes de droga, en
zonas de materialismo en las que se persigue a la
Iglesia o se la reduce al silencio, etc.
Se trata de
un vasto campo en el que ha de volcarse sin reserva
vuestro espíritu religioso y la disponibilidad total a
la que os abre la vivencia generosa de los consejos
evangélicos y la profesión de vuestro cuarto voto. Esa
será la manera de ser fieles hoy a vuestro carisma, en
la línea trazada por San Pedro Nolasco y recogida ya en
las primitivas constituciones de 1272.
No cabe duda
de que es un exigente compromiso eclesial al que os
invita vuestra vocación. Para mantener viva esa entrega,
es necesario que seáis almas de profunda vida
interior y que renovéis vuestras fuerzas en el contacto
con el Modelo de toda perfección: Cristo Jesús, Buen
Pastor y Salvador. Por ello os repito a vosotros:
“Vuestras casas deben ser sobre todo centros de oración,
de recogimiento, de diálogo -personal y comunitario- con
Aquel que es y debe ser el primero y principal
interlocutor en la sucesión laboriosa de las horas de
cada jornada vuestra” . En esa escuela sublime el
religioso apagará la sed de Dios que debe ser una
característica en su vida y se llenará de ese amor
grande que da sentido nuevo a la propia existencia.
Hablando a
Religiosos cuyo Fundador puso tanto empeño en la
devoción a la Madre de Dios y nuestra, no puedo menos de
exhortaros a mantener y profundizar ese gran amor
mariano que es una nota peculiar de vuestra Orden. Tomad
de la “Madre de la Misericordia” y “Consuelo de los
afligidos” el ejemplo e inspiración en cada
instante. Ella os guiará a su Hijo y os enseñará el
valor de cada alma, a la que prodigar celosamente el
cuidado de vuestro ministerio..."
Posteriormente, el
25 de mayo de 1998, Juan Pablo II les expresaba a los
religiosos de la Orden de la Merced:
"...Vuestro
carisma os lleva a mirar solícitamente las diversas formas
de esclavitud presentes en la vida actual del hombre con
sus miserias morales y materiales. Ello exige de vosotros
un compromiso cada vez más grande para el anuncio del
Evangelio.
Como recuerda la Exhortación
Apostólica
Vita consecrata:
«Otra provocación está hoy representada
por un materialismo ávido de poseer, desinteresado de las
exigencias y los sufrimientos de los más débiles y carente
de cualquier consideración por el mismo equilibrio de los
recursos de la naturaleza. La respuesta de la vida
consagrada está en la profesión de la pobreza evangélica,
vivida de maneras diversas, y frecuentemente acompañada
por un compromiso activo en la promoción de la solidaridad
y de la caridad» (n.
89).
La larga tradición de vuestra orden os
llama a vivir la pobreza, fortalecida y sostenida por la
obediencia y la castidad, «con espíritu mercedario», es
decir, como un continuo acto de amor hacia los que son
víctimas de la esclavitud, como capacidad de compartir sus
sufrimientos y esperanzas y como disponibilidad a la
acogida cordial.
Vuestra orden, desde
sus orígenes, ha venerado a la Virgen María bajo la
advocación de Madre de la Merced, y la ha elegido
como modelo de su espiritualidad y de su acción
apostólica. Experimentando su presencia continua e
imitando su disponibilidad, los mercedarios han afrontado
con valor y confianza los compromisos, a menudo pesados y
difíciles, de la misión redentora.
Al contemplar su gran fe y su total
obediencia a la voluntad del Señor, aprendieron a leer en
los acontecimientos de la historia las llamadas de Dios y
a estar disponibles con generosidad renovada al servicio
de las víctimas de la pobreza y de la violencia. A
Ella, Mujer libre
porque es llena de gracia, han dirigido su mirada
para descubrir en la oración y en el amor de Dios el
secreto para vivir y anunciar la libertad que Cristo nos
ha adquirido con su sangre.
A las puertas de un nuevo milenio,
mientras la Iglesia se prepara para celebrar los dos mil
años de la Encarnación del Hijo de Dios, deseo confiar a
la Madre de Dios vuestros proyectos apostólicos, las
decisiones capitulares y las esperanzas que os animan,
para que Ella os dé la alegría de
ser instrumentos dóciles y generosos en el anuncio del
Evangelio a los hombres de nuestro tiempo.
SANTA MISA EN EL
SANTUARIO DE
NUESTRA
SEÑORA DE BONARIA
HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO
"LA MIRADA DE MARÍA ESTÁ LLENA
DE TERNURA"
Domingo 22 de septiembre de 2013
Sa paghe ‘e Nostru
Segnore siat sempre chin bois. Que la Paz de
Nuestro Señor esté siempre con ustedes
Hoy se realiza aquel
deseo que había anunciado en la Plaza de San Pedro,
antes del verano, de poder visitar el Santuario de
Nuestra Señora del Bonaria.
Vine para compartir con
ustedes, gozo y esperanza, fatigas y compromisos,
ideales y aspiraciones de su isla, y para
confirmarlos en la fe. También aquí en Cagliari,
como en toda Cerdeña, no faltan dificultades, problemas
y preocupaciones, y son tantos: pienso, en particular,
en la falta de trabajo y en la precariedad del mismo, y
por lo tanto en la incertidumbre del futuro. Cerdeña, su
bella región, sufre desde hace mucho tiempo, muchas
situaciones de pobreza, acentuadas también por su
condición insular. Es necesaria la colaboración leal de
parte de todos, con el compromiso de los responsables de
las instituciones, también de la Iglesia, para asegurar
a las personas y familias los derechos fundamentales y
hacer crecer una sociedad más fraterna y solidaria.
Asegurar el derecho al trabajo, el derecho a llevar el
pan a la casa. Pan ganado con el trabajo. Les estoy muy
cercano, los recuerdo en la oración y los aliento a
perseverar en el testimonio de los valores, humanos y
cristianos, tan profundamente arraigados en la fe y en
la historia de este territorio y de su población.
“Mantengan siempre encendida la luz de la esperanza”.
He venido en medio de
ustedes para ponerme con ustedes a los pies de la
Virgen que nos da a su Hijo. Se bien que María,
Nuestra Madre, está en sus corazones, como testimonia
este Santuario, donde muchas generaciones de sardos han
subido – ¡y continuarán subiendo! – para invocar la
protección de la Virgen de Bonaria, Patrona Máxima de la
isla. Aquí ustedes traen las alegrías y sufrimientos de
esta tierra, de sus familias, y también de aquellos
hijos que viven lejos, que muchas veces partieron con
gran dolor y nostalgia para buscar un trabajo y un
futuro para ellos y para sus seres queridos. Hoy, todos
nosotros aquí reunidos, queremos agradecer a María,
porque nos está siempre cercana, queremos renovarle a
Ella nuestra confianza y nuestro amor.
La Primera Lectura que
hemos escuchado nos muestra a María en oración en el
Cenáculo, junto a los Apóstoles, en espera de la efusión
del Espíritu Santo (Cfr. Hc 1, 12-14). María reza, reza
junto a la Comunidad de los Discípulos y nos enseña a
tener plena confianza en Dios, en su misericordia. ¡La
potencia de la Oración! No nos cansemos de llamar a la
puerta de Dios. ¡Llevemos al Corazón de Dios a través de
María, toda nuestra vida, cada día!
En cambio, en el
Evangelio, acogemos sobre todo la última mirada de Jesús
hacia su Madre. Desde la Cruz, Jesús mira a su Madre y a
Ella le confía el Apóstol Juan, diciendo: “Éste es tu
Hijo”. En Juan estamos todos, también nosotros, y la
mirada de Amor de Jesús nos confía a la custodia materna
de la Madre. María habrá recordado otra mirada de Amor,
cuando era una jovencita: la mirada de Dios Padre, que
había mirado su humildad, su pequeñez. María nos enseña
que Dios no nos abandona, puede hacer grandes cosas
también con nuestra debilidad. ¡Tengamos confianza en
Él! Llamemos a la puerta de su Corazón.
Y el tercer pensamiento:
hoy he venido en medio de ustedes, es más, hemos venido
todos juntos para encontrar la mirada de María,
porque allí está el reflejo de la mirada del Padre que
la hace Madre de Dios, y la mirada del Hijo desde la
Cruz, que la hace Madre nuestra. Y con aquella
mirada hoy María nos mira. Tenemos necesidad de su
mirada de ternura, de su mirada materna que nos conoce
mejor que cualquier otro, de su mirada llena de
compasión y de cuidado. María, hoy queremos decirte:
¡Madre, danos tu
mirada! Tu mirada nos lleva a Dios, tu mirada es un don
del Padre bueno, que nos espera en cada encrucijada de
nuestro camino. Es un don de Jesucristo en la Cruz, que
carga sobre Sí nuestros sufrimientos, nuestras fatigas,
nuestros pecados. Y para encontrar este Padre, lleno de
amor, hoy le decimos: ¡Madre, danos tu mirada! Lo
decimos todos juntos: ¡Madre, danos tu mirada!
En el camino, muchas
veces difícil, no estamos solos, somos tantos, somos un
pueblo, y la mirada de la Virgen, nos ayuda a mirarnos
entre nosotros de modo fraterno. ¡Mirémonos de un modo
más fraterno! María nos enseña a tener esa mirada que
busca acoger, acompañar, proteger. ¡Aprendamos a
mirarnos, los unos a los otros, bajo la mirada materna
de María! Hay personas que instintivamente no tenemos en
cuenta, y que sin embargo tienen más necesidad: Los más
abandonados, los enfermos, aquellos que no tienen de qué
vivir, aquellos que no conocen a Jesús, los jóvenes que
están en dificultad, que no tienen trabajo. No tengamos
miedo de salir y mirar a nuestros hermanos y hermanas
con la mirada de la Virgen. Ella nos invita a ser
verdaderos hermanos.
Y no permitamos que
alguna cosa o alguno se interponga entre nosotros y la
mirada de la Virgen. ¡Madre, danos tu mirada! ¡Que
ninguno nos esconda tu mirada! Nuestro corazón de
hijos sepa defenderla de tantas palabras que prometen
ilusiones; de aquellos que tienen una mirada ávida de
vida fácil, de promesas que no se pueden cumplir. Que no
nos roben la mirada de María, que está llena de ternura.
Que nos da fuerza, que nos hace solidarios entre
nosotros. Digamos todos: ¡Madre, danos tu mirada!
Nostra Segnora ‘e
Bonaria bos acumpanzet sempre in sa vida. ¡Madre,
danos tu mirada! Que Nuestra Señora de Bonaria los
acompañe siempre en sus vidas.
“Queridos
hijos, también hoy os invito a la oración. Que vuestra
relación con la oración sea cotidiana. La oración hace
milagros en vosotros y a través de vosotros, por eso,
hijos míos, que la oración sea alegría para vosotros.
Entonces, vuestra relación con la vida será más profunda
y más abierta, y comprenderéis que la vida es un don
para cada uno de vosotros. ¡Gracias por haber respondido
a mi llamada!”."
(Mensaje de la Reina de la Paz del
25 de septiembre de 2013)
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Querido/a Suscriptor/a de "El Camino de María"
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Le invitamos a inscribirse en el e-Curso "LAS VIRTUDES DE MARÍA SANTÍSIMA"
que hemos terminado de escribir y diseñar el 8 de septiembre de 2011,
festividad del NACIMIENTO DE LA INMACULADA VIRGEN MARÍA.
Cada uno de
los capítulos que contiene el e-Curso desarrolla una a una las
Virtudes de María Santísima descriptas por
San Alfonso María de Ligorio en su libro Las
Glorias de María. Asimismo hemos incluído en la
introducción y en cada capítulo textos catequéticos
y oraciones del Beato
Juan Pablo II y del Papa emérito Benedicto XVI.
AMOR A DIOS
AMOR AL PRÓJIMO
CASTIDAD
ESPERANZA
FE
HUMILDAD
OBEDIENCIA
ORACIÓN
PACIENCIA
POBREZA
Para
inscribirse
solo deben llenar un formulario con su nombre y su
correo electrónico desde la siguiente dirección:
http://www.SantoRosario.info/formulario6.htm
Al realizar la inscripción de
inmediato recibirá en su correo electrónico nuestro mensaje de
bienvenida y luego cada siete días recibirá cada uno de los diez
capítulos que contiene este e-Curso.
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