Cum
Maria contemplemur Christi vultum!
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Mientras que el pecado divide, nos separa unos de otros, la pureza de
María la hace infinitamente cercana a nuestros corazones, atenta a cada
uno de nosotros y deseosa de nuestro verdadero bien. Estáis viendo,
aquí, en Lourdes, como en todos los santuarios marianos, que multitudes
inmensas llegan a los pies de María para confiarle lo que cada uno tiene
en lo más íntimo, lo que lleva especialmente en su corazón (...)
María nos muestra de este modo la manera adecuada de acercarnos al
Señor. Ella nos enseña a acercarnos a Él con sinceridad y sencillez.
Gracias a Ella, descubrimos que la fe cristiana no es un fardo, sino que
es como un ala que nos permite volar más alto para refugiarnos en los
brazos de Dios.
Benedicto
XVI. Ángelus del Domingo 14 de septiembre de 2008, en Lourdes
"Ofrezco a los hombres
un Recipiente con el que han de venir a la Fuente de la Misericordia
para recoger gracias. Ese Recipiente es esta Imagen con la firma:
JESÚS, EN TI CONFÍO"
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Himno
“Audi benigne Conditor”
Oh Creador,
Tú conoces el corazón del hombre,
comprendes nuestras lágrimas y el clamor de nuestra plegaria.
En este santo ayuno cuaresmal, condúcenos al desierto, purifícanos.
En tu ternura, Señor, escrutas nuestros corazones, conoces la debilidad de
todas nuestras fuerzas, da, a todo el que vuelve a Ti, el perdón y la
gracia de tu Amor.
Sí, hemos pecado contraTi:
perdona a los que lloran y confiesan tu Nombre.
Para alabanza de tu Gloria,
inclínate sobre nuestras heridas, Señor, y sánanos.
Que la abstinencia libere nuestro cuerpo, que tu Gracia lo ilumine.
Que nuestro espíritu se vuelva sobrio, que evite todo mal y todo pecado.
Te rogamos, Santísima Trinidad, que nos conduzcas hasta los goces de las
fiestas pascuales para poder contemplar a Cristo elevarse a glorioso y viviente.
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Edición
738
Tiempo de
Cuaresma
Semana II
Segundo Domingo
24 de
febrero
de 2013
«Oh
Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu
firme» (Sal 50, 12).
Soy
todo tuyo y todas mis cosas Te pertenecen. Te pongo al centro de mi vida.
Dame tu Corazón, oh María.
Soy
todo tuyo, María
Madre de nuestro Redentor
Virgen Madre de Dios, Virgen piadosa. Madre del Salvador del mundo. Amen
Oh Dios Padre Misericordioso,
que por mediación de Jesucristo, nuestro Redentor, y
de su Madre, la Bienaventurada Virgen María, y la acción del
Espíritu Santo, concediste al Beato Juan Pablo II la gracia de ser
Pastor ejemplar en el servicio de la Iglesia peregrina, de los hijos
e hijas de la Iglesia y de todos los hombres y mujeres de buena
voluntad, haz que yo sepa también responder con fidelidad a las
exigencias de la vocación cristiana, convirtiendo todos los momentos
y circunstancias de mi vida en ocasión de amarte y de servir al
Reino de Jesucristo. Te ruego que me concedas por su intercesión el
favor que te pido (...) (pídase).
A Tí, Padre
Omnipotente, origen del cosmos y del hombre, por Cristo, el que
vive, Señor del tiempo y de la historia, en el Espíritu Santo que
santifica el universo, alabanza, honor y gloria ahora y por los
siglos de los siglos. Amén.
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Querido/a
Suscriptor/a de "El Camino de María"
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«En
aquellos días, Jesús tomó consigo a Pedro, Juan y
Santiago, y subió al monte a orar»
(Lucas 9, 28). Así comienza el Evangelio de la
Transfiguración de Cristo, que caracteriza al II
Domingo de Cuaresma. San Lucas subraya que Jesús se
transfiguró «mientras oraba» en la cumbre de
un monte elevado, sumergido en el diálogo íntimo y
profundo con Dios Padre. De su Persona se irradia una
luz fulgurante, anticipación de la Gloria de la
Resurrección.
Todos
los años, en preparación de la Pascua, la Cuaresma
nos invita a seguir a Cristo en el misterio de su
oración, manantial de luz y de fuerza en la hora de
la prueba. Rezar, de hecho, significa sumergirse con
el espíritu en Dios, en actitud de humilde adhesión
a su Voluntad. De este abandono confiado en Dios
deriva la luz interior que transfigura al hombre,
haciendo de él un testigo de la Resurrección de
Cristo. Pero esto sólo puede tener lugar si
escuchamos y seguimos a Cristo fielmente hasta la Pasión
y la Cruz. Al respecto leemos en el Catecismo de la
Iglesia Católica:
«La Transfiguración nos
concede una visión anticipada de la gloriosa venida
de Cristo "el cual transfigurará este miserable
cuerpo nuestro en un cuerpo glorioso como el Suyo"
(Flp 3, 21). Pero nos recuerda también que "es
necesario que pasemos por muchas tribulaciones para
entrar en el Reino de Dios" (Hch 14, 22)» (C.I.C,
556).
"...Jesús
quería infundir en sus Apóstoles una gran fortaleza
de ánimo y de una constancia que les permitirían
tomar su cruz sin temor, a pesar de su aspereza. También
quería que no se avergonzaran de sus suplicios, que
no consideraran como una vergüenza la paciencia con
la que aceptaría su pasión tan cruel, sin perder
nada de la gloria de su poder. Jesús “tomó a
Pedro, Santiago y Juan y los llevó a una montaña
alta y se transfiguró delante de ellos.” (cf
Mt 17,2ss) Aunque habían comprendido que la majestad
divina estaba en Él, ignoraban todavía su poder ..."
"...El Señor manifiesta su gloria delante de
testigos que había escogido, y sobre su Cuerpo,
parecido al nuestro, se extiende un resplandor tal “que
Su Rostro parecía brillante como el sol y
sus vestidos blancos como la luz.” (cf Mt
17,4ss) Sin duda, esta Transfiguración tenía por
meta quitar del corazón de sus discípulos el escándalo
de la Cruz, no hacer tambalear su fe por la humildad
de la pasión voluntariamente aceptada... Pero esta
revelación también infundía en su Iglesia la
esperanza que tendría que sostener a lo largo del
tiempo. Todos lo miembros de la Iglesia, su Cuerpo,
comprenderían así la transformación que un día se
realizaría en ellos, ya que los miembros van a
participar de la gloria de su Cabeza. El mismo Señor
había dicho, hablando de la majestad de su venida:
“Entonces, los justos brillarán como el sol en el
Reino de Mi Padre.” (Mt 13,43) Y el Apóstol
Pablo afirma: “Los sufrimientos del mundo
presente no pesan lo que la gloria que se revelará
en nosotros.” (cf Rm 8,18)... También exclamó:
“Habéis muerto, y vuestra vida está escondida con
Cristo en Dios; cuando aparezca Cristo, vuestra vida,
entonces también vosotros apareceréis gloriosos con
Él.”
(Col 3,3-4)." (San León
Magno, Papa (hacia 461) doctor de la Iglesia Homilía
51/38, sobre la Transfiguración)
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Les
recordamos que hemos diseñado un libro
digital con meditaciones del Beato Juan
Pablo II que lleva por título:
"PEREGRINANDO EN CUARESMA CON MARÍA
SANTÍSIMA"
"...La Cuaresma,
que se inicia con el austero y significativo
rito de la imposición de las cenizas,
constituye un momento privilegiado para
intensificar un compromiso de conversión a
Cristo. El itinerario cuaresmal se
convertirá, de este modo, en ocasión
propicia para examinarse a sí mismos con
sinceridad y verdad, para volver a poner en
orden la propia vida, así como las
relaciones con los demás y con Dios.
«Convertíos y creed en el Evangelio» (Marcos
1, 15). Que en este exigente camino
espiritual nos apoye la Virgen, Madre de
Dios. Que nos haga dóciles a la escucha de
la palabra de Dios, que nos empuja a la
conversión personal y a la fraterna
reconciliación. Que María nos guíe hacia el
encuentro con Cristo en el misterio pascual
de su Muerte y Resurrección." (Beato Juan Pablo II,
Ángelus 22-2-2004)
El contenido de
"PEREGRINANDO EN CUARESMA CON MARÍA
SANTÍSIMA" lo pueden leer y/o
imprimir desde la siguiente dirección:
http://www.mariamediadora.com/Cuaresma/
En Semana Santa
2011 les hemos invitado a leer y meditar el
texto del libro digital de la colección
Virgo Fidelis, que lleva por
título "TEOLOGÍA DE LA CRUZ",
escrito por Antonio Boggiano, desde la
siguiente dirección de nuestro sitio
Virgo Fidelis.
http://virgofidelis.com.ar/Teologia.de.la.Cruz/index.htm
En Cuaresma 2013 les
invitamos a suscribirse al e-Curso
"TEOLOGÍA DE LA CRUZ" que hemos
diseñado con el contenido del libro digital,
para lo cual
sólo deben llenar un formulario con su
nombre y su correo electrónico en la
siguiente dirección:
http://VirgoFidelis.com.ar/eCurso.htm
El e-Curso contiene 30 capítulos y un
apéndice:
I.La Cruz de Cristo como realidad radical,
última.
II."Tocar el mal en sus mismas raíces".
III.La materia misteriosa de nuestra propia
vida.
IV.El dolor salvífico.
V.La Cruz de Cristo y la nuestra.
VI.El samaritano y la teología moral.
VII.La inteligibilidad de la palabra de
Dios.
VIII.Ser para Dios y "ser de Dios".
IX."Dios se hizo pecado por nosotros".
X.El dolor como privación.
XI.Creer es tomar la Cruz. La opción final
de la vida entera.
XII.La "opción final" del buen ladrón.
XIII.La salvación de las almas y la curación
de los cuerpos.
XIV.Spes gloriae.
XV.La voluntad de Satanás y el poder de
Dios.
XVI."Hago nuevas todas las cosas".
XVII.El dolor de Jesucristo en la Cruz.
XVIII.La distinción de los cristianos.
XIX.La indulgencia plenaria del Papa Juan
XXIII.
XX."Lo que vimos y oímos"
XXI.Culpa y responsabilidad.
XXII.Status viatoris et mirabilis via.
XXIII.La Cruz de la Iglesia.
XXIV.La Cruz en los Sacramentos.
XXV.La Muerte de Cristo y la nuestra con Él.
XXVI.Una oración de Rahner.
XXVII.El olvido de la Cruz.
XXVIII."Estar con el Señor".
XXIX.La Resurrección: hecho histórico y
meta-histórico.
XXX.Stabat Mater.
Apéndice. Benedicto XVI. Audiencia general.
29 de octubre de 2008
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Considerando que el
Vía Crucis es
un ejercicio de piedad especialmente adecuado al tiempo de Cuaresma, les
invitamos a inscribirse en el e-Curso Via Crucis. A través de 16
e-mails le enviaremos las meditaciones del Via Crucis 2005
escritas por el
Santo Padre Benedicto XVI. Para ello deben llenar un simple formulario en la
siguiente dirección:
Santa María, Madre del Señor, has
permanecido fiel cuando los
discípulos huyeron. Al igual que
creíste cuando el ángel te anunció
lo que parecía increíble –que serías
la madre del Altísimo– también has
creído en el momento de su mayor
humillación. Por eso, en la Hora de
la Cruz, en la hora de la noche más
oscura del mundo, te has convertido
en la Madre de los creyentes, Madre
de la Iglesia. Te rogamos que nos
enseñes a creer y nos ayudes para
que la fe nos impulse a servir y dar
muestras de un amor que socorre y
sabe compartir el sufrimiento.
B enedicto XVI. Oracion IV Estación
Via Crucis Viernes Santo 2005
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