EL CAMINO DE MARÍA

Edición nro. 71

Viernes Santo

Totus tuus ego sum et omnia mea Tua sunt. Accipio Te in mea omnia. Praebe mihi cor Tuum, Maria.

Soy todo tuyo y todas mis cosas Te pertenecen. Te pongo al centro de mi vida. Dame tu Corazón, oh María.

Totus tuus sum, Maria,
Mater nostri Redemptoris.
Virgo Dei, Virgo pia,
Mater mundi Salvatoris.
 

Soy todo tuyo, María
Madre de nuestro Redentor
Virgen Madre de Dios, Virgen piadosa. Madre del Salvador del mundo. Amen.

 

  Divina Misericordia 

Novena

 

En esta Novena están contenidas las palabras  llenas de amor y Misericordia que Nuestro Señor Jesucristo dictó a Sor Faustina, pidiéndole que cada día le llevara un grupo de almas a su corazón.

 

 

"Deseo que durante esos nueve días lleves a las almas a la Fuente de Mi Misericordia para que saquen fuerzas, alivio y toda gracia que necesiten para afrontar las dificultades de la vida y especialmente en la hora de la muerte.  Cada día traerás a Mi Corazón a un grupo diferente de almas y la sumergirás en este mar de Mi Misericordia.  Y a todas estas almas Yo las introduciré en la casa de Mi Padre.  Lo harás en esta vida y en la vida futura.  Y no rehusaré nada a ningún alma que traerás a la Fuente de Mi Misericordia.  Cada días pedirás a Mi Padre las gracias para estas almas por Mi amarga Pasión. "

 

Contesté: Jesús, no sé cómo hacer esta novena y qué almas introducir primero en Tu muy misericordioso Corazón.  Y Jesús me contestó que me diría, día por día, qué almas debía introducir en Su Corazón” (Diario, 1209).

                                         Santa Faustina Kowalska

 
 
 
(Se reza utilizando el Rosario)

Jesús dijo a Sor Faustina (1, 197):

Rezarás esta Coronilla a la Divina Misericordia así:

Primero, dirás un PADRE NUESTRO, un AVEMARÍA y un CREDO. 

Después, en las cuentas del Rosario que  corresponden al Padre Nuestro  dirás las siguientes palabras:

"Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y de los del mundo entero".

En las cuentas del Rosario que corresponden al Ave María dirás las siguientes palabras:

"Por Su Dolorosa Pasión, Ten Misericordia de nosotros y del mundo entero".

Al terminar el rezo de las 5 decenas de la Coronilla debes repetir 3 veces:

"Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, Ten piedad de nosotros y del mundo entero".

 


Para terminar la Coronilla de la Divina Misericordia, se rezan las:

Invocaciones a la Divina Misericordia

A cada una respondemos

"Ten misericordia de Nosotros y del Mundo entero"

1 .Por Su institución de la Eucaristía como memoria de Su Pasión...

2. Por Su agonía en el Huerto...

3. Por Su flagelación en la columna y Su coronación de espinas...

4. Por Su condenación a muerte...

5. Por haber cargado con la Cruz...

6. Por Su caída bajo el peso de la Cruz...

7. Por Su encuentro con Su Madre afligida...

8. Por haber aceptado ayuda al cargar la Cruz...

9. Por haber recibido misericordia de la Verónica...

10. Por haber consolado a las mujeres...

11. Por haber sido despojado de Sus vestiduras...

12. Por Su Crucifixión...

13. Por Su Muerte en la cruz...

14. Por Su Sepultura...

15. Por Su Resurrección de entre los muertos...

"Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero. "

(Tres veces.)


Si se desea, al terminar las Invocaciones a la Divina Misericordia, se recitan las  Alabanzas a la Divina Misericordia.


Según el diario de Santa María Faustina Kowalska, Jesús le dijo:

"Alienta a las personas a decir la Coronilla que te he dado... Quien la recite recibirá gran misericordia a la hora de la muerte. Los sacerdotes la recomendarán a los pecadores como su último refugio de salvación. Aun si el pecador más empedernido hubiese recitado esta Coronilla al menos una vez, recibirá la gracia de Mi infinita Misericordia. Deseo conceder gracias inimaginables a aquellos que confían en Mi Misericordia."

"Escribe que cuando digan esta Coronilla en presencia del moribundo, Yo me pondré entre Mi Padre y el, no como Justo Juez sino como Misericordioso Salvador."


INDULGENCIAS

Se enriquecen con indulgencias actos de culto realizados en honor de la Misericordia Divina.

Decreto del 29-Junio-2002


Ayúdame, oh Señor, a ser misericordioso

Para que yo jamás recele o juzgue según las apariencias, sino que busque lo bello en el alma de mi prójimo y acuda a ayudarle.

Para que tome en cuenta las necesidades de mi prójimo y no sea indiferente a sus penas y gemidos.

Para que jamás hable negativamente de mi prójimo, sino que tenga una palabra de consuelo y de perdón para todos.

Para que sepa hacer sólo el bien a mi prójimo y cargar sobre mí las tareas más difíciles y penosas.

Para que siempre me apresure a socorrer a mi prójimo, dominando mi propia fatiga y mi cansancio.  Mi reposo verdadero está en el servicio a mi prójimo.

Para que yo sienta todos los sufrimientos de mi prójimo.  A nadie le rehusaré mi corazón.  Seré sincero incluso con aquellos de los cuales sé que abusarán de mi bondad.  Y yo mismo me encerraré en el Misericordioso Corazón de Jesús.  Soportaré mis propios sufrimientos en silencio. 

Que Tu Misericordia, oh Señor, repose dentro de mí.

                                        Santa Faustina Kowalska

 

 

La antiquísima imagen Milagrosa de la Virgen María que presentamos en esta página, se encuentra en el Célebre Santuario de la Madre de la Misericordia en la ciudad de Wilno en Lituania; sobre la Puerta Oriental. Junto a ella fue expuesta por primera vez a la veneración pública la Sagrada Imagen de la Divina Misericordia, en el año 1935.

La ciudad de Wilno es célebre por su Santuario Mariano en el oriente europeo. La imagen de la Madre de la Misericordia, en un tiempo formaba parte de un cuadro, quizá de la Virgen de la Anunciación o de la Virgen Dolorosa al pié de la Cruz; temas fundamentales de la Maternidad de María Santísima.

 

La Misericordia de Dios por el hombre se comunicó al mundo mediante la Maternidad de la Virgen María

 

 

 

LA DIVINA MISERICORDIA

La Iglesia celebra el segundo Domingo de Pascua el Domingo de la Divina Misericordia, «una invitación perenne a afrontar, con confianza en la benevolencia divina, las dificultades y pruebas» de la humanidad. La preparación de la fiesta comienza el Viernes Santo con el inicio de la Novena a la Divina Misericordia.

El 23 de mayo de 2000 cuando se difundió un decreto de la Congregación vaticana para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos en el que se estableció, por indicación de Juan Pablo II, la Fiesta de la Divina Misericordia el segundo domingo de Pascua. La denominación oficial de este día litúrgico es «Segundo Domingo de Pascua o de la Divina Misericordia».

La Devoción a la Divina Misericordia constituye un auténtico movimiento espiritual dentro de la Iglesia católica promovido por Faustina Kowalska, a quien Juan Pablo II canonizó el 30 de abril de 2000.

El Papa Juan Pablo II escogió ese día para anunciar una sorpresa: «En todo el mundo, el segundo Domingo de Pascua recibirá el nombre de Domingo de la Divina Misericordia. Una invitación perenne para el mundo cristiano a afrontar, con confianza en la benevolencia divina, las dificultades y las pruebas que esperan al genero humano en los años venideros».

Como el Papa no había escrito estas palabras, no aparecieron en la trascripción oficial de sus discursos de esa canonización. De ahí que el decreto que publicó la mencionada Congregación vaticana anunciara de manera oficial a la Iglesia universal el deseo de Juan Pablo II, que dedicó una de sus Encíclicas a la Divina Misericordia
(«Dives in Misericordia»).

Cuando el Papa Juan Pablo II canonizó a la religiosa polaca Faustina Kowalska, ésta se convirtió en la primera santa del Jubileo del año 2000, coronando así un siglo marcado por inmensos sufrimientos pero que justamente en sus años más oscuros, los que van del primer al segundo conflicto mundial, Cristo entregaba el mensaje de la Divina Misericordia a la joven religiosa.

 

VIAJE APOSTÓLICO A POLONIA - AGOSTO 2002

CONSAGRACIÓN DEL SANTUARIO

DE LA DIVINA  MISERICORDIA

Santuario de la Misericordia Divina, Cracovia

Sábado 17 de agosto de 2002

 

SANTUARIO DE LA DIVINA MISERICORDIA

 

"Oh inconcebible e insondable Misericordia de Dios, ¿quién te puede adorar y exaltar de modo digno? Oh sumo atributo de Dios omnipotente, Tú eres la dulce esperanza de los pecadores" (Diario, 951, ed. it. 2001, p. 341).

Amadísimos hermanos y hermanas: 

1. Repito hoy estas sencillas y sinceras palabras de Santa Faustina, para adorar juntamente con ella y con todos vosotros el misterio inconcebible e insondable de la Misericordia de Dios. Como ella, queremos profesar que, fuera de la Misericordia de Dios, no existe otra fuente de esperanza para el hombre. Deseamos repetir con fe:  Jesús, confío en Ti.

De este anuncio, que expresa la confianza en el Amor omnipotente de Dios, tenemos particularmente necesidad en nuestro tiempo, en el que el hombre se siente perdido ante las múltiples manifestaciones del mal. Es preciso que la invocación de la Misericordia de Dios brote de lo más íntimo de los corazones llenos de sufrimiento, de temor e incertidumbre, pero, al mismo tiempo, en busca de una fuente infalible de esperanza. Por eso, venimos hoy aquí, al Santuario de Lagiewniki, para redescubrir en Cristo el rostro del Padre:  de aquel que es "Padre misericordioso y Dios de toda consolación" (2 Co 1, 3). Con los ojos del alma deseamos contemplar los ojos de Jesús Misericordioso, para descubrir en la profundidad de esta mirada el reflejo de Su vida, así como la luz de la gracia que hemos recibido ya tantas veces, y que Dios nos reserva para todos los días y para el último día.

2. Estamos a punto de dedicar este nuevo templo a la Misericordia de Dios. Antes de este acto, quiero dar las gracias de corazón a los que han contribuido a su construcción. Doy las gracias de modo especial al cardenal Franciszek Macharski, que ha trabajado tanto por esta iniciativa, manifestando su devoción a la Misericordia divina. Abrazo con afecto a las Religiosas de la Bienaventurada Virgen María de la Misericordia y les agradezco su obra de difusión del mensaje legado por santa Faustina. Saludo a los cardenales y a los obispos de Polonia, encabezados por el cardenal primado, así como a los obispos procedentes de diversas partes del mundo. Me alegra la presencia de los sacerdotes diocesanos y religiosos, así como de los seminaristas.

Saludo de corazón a todos los que participan en esta celebración y, de modo particular, a los representantes de la Fundación del Santuario de la Misericordia Divina, que se ocupó de su construcción, y a los obreros de las diversas empresas. Sé que muchos de los aquí presentes han sostenido materialmente con generosidad esta construcción. Pido a Dios que recompense su magnanimidad y su compromiso con su bendición.

3. Hermanos y hermanas, mientras dedicamos esta nueva iglesia, podemos hacernos la pregunta que afligía al rey Salomón cuando estaba consagrando como morada de Dios el templo de Jerusalén:  "¿Es que verdaderamente habitará Dios con los hombres sobre la tierra? Si los cielos y los cielos de los cielos no pueden contenerte, ¡cuánto menos esta casa que yo te he construido!" (1 R 8, 27). Sí, a primera vista, vincular determinados "espacios" a la presencia de Dios podría parecer inoportuno. Sin embargo, es preciso recordar que el tiempo y el espacio pertenecen totalmente a Dios. Aunque el tiempo y todo el mundo pueden considerarse su "templo", existen tiempos y lugares que Dios elige para que en ellos los hombres experimenten de modo especial su presencia y su gracia. Y la gente, impulsada por el sentido de la fe, acude a estos lugares, segura de ponerse verdaderamente delante de Dios, presente en ellos.

Con este mismo espíritu de fe he venido a Lagiewniki, para dedicar este nuevo templo, convencido de que es un lugar especial elegido por Dios para derramar la gracia de su Misericordia. Oro para que esta Iglesia sea siempre un lugar de anuncio del mensaje sobre el Amor Misericordioso de Dios; un lugar de conversión y de penitencia; un lugar de celebración de la Eucaristía, fuente de la Misericordia; un lugar de oración y de imploración asidua de la Misericordia para nosotros y para el mundo. Oro con las palabras de Salomón:  "Atiende a la plegaria de tu siervo y a su petición, Señor Dios mío, y escucha el clamor y la plegaria que tu siervo hace hoy en tu presencia, que tus ojos estén abiertos día y noche sobre esta casa. (...) Oye, pues, la plegaria de tu siervo y de tu pueblo Israel cuando oren en este lugar. Escucha Tú desde el lugar de tu morada, desde el Cielo, escucha y perdona" (1 R 8, 28-30).

4. "Pero llega la hora, ya está aquí, en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en Espíritu y en verdad, porque el Padre desea que le den culto así" (Jn 4, 23). Cuando leemos estas palabras de nuestro Señor Jesucristo en el Santuario de la Misericordia Divina, nos damos cuenta de modo muy particular de que no podemos presentarnos aquí si no es en Espíritu y en verdad. Es el Espíritu Santo, Consolador y Espíritu de verdad, quien nos conduce por los caminos de la Misericordia Divina. Él, convenciendo al mundo "en lo referente al pecado, en lo referente a la justicia y en lo referente al juicio" (Jn 16, 8), al mismo tiempo revela la plenitud de la salvación en Cristo. Este convencer en lo referente al pecado tiene lugar en una doble relación con la Cruz de Cristo. Por una parte, el Espíritu Santo nos permite reconocer, mediante la Cruz de Cristo, el pecado, todo pecado, en toda la dimensión del mal, que encierra y esconde en sí. Por otra, el Espíritu Santo nos permite ver, siempre mediante la Cruz de Cristo, el pecado a la luz del "mysterium pietatis", es decir, del Amor Misericordioso e indulgente de Dios. (cf. Dominum et vivificantem, 32).

Y así, el "convencer en lo referente al pecado", se transforma al mismo tiempo en un convencer de que el pecado puede ser perdonado y el hombre puede corresponder de nuevo a la dignidad de hijo predilecto de Dios. En efecto, la Cruz "es la inclinación más profunda de la Divinidad hacia el hombre (...). La Cruz es como un toque del amor eterno sobre las heridas más dolorosas de la existencia terrena del hombre" (Dives in Misericordia, 8). La piedra angular de este Santuario, tomada del monte Calvario, en cierto modo de la base de la Cruz en la que Jesucristo venció el pecado y la muerte, recordará siempre esta verdad.

Creo firmemente que en este nuevo templo las personas se presentarán siempre ante Dios en Espíritu y en verdad. Vendrán con la confianza que asiste a cuantos abren humildemente su corazón a la acción misericordiosa de Dios, al amor que ni siquiera el pecado más grande puede derrotar. Aquí, en el fuego del amor divino, los corazones arderán anhelando la conversión, y todo el que busque la esperanza encontrará alivio.

5. "Padre eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, por los pecados nuestros y del mundo entero; por Su Dolorosa Pasión, Ten Misericordia de nosotros y del mundo entero" (Diario, 476, ed. it., p. 193). De nosotros y del mundo entero... ¡Cuánta necesidad de la Misericordia de Dios tiene el mundo de hoy! En todos los continentes, desde lo más profundo del sufrimiento humano parece elevarse la invocación de la Misericordia. Donde reinan el odio y la sed de venganza, donde la guerra causa el dolor y la muerte de los inocentes se necesita la gracia de la Misericordia para calmar las mentes y los corazones, y hacer que brote la paz. Donde no se respeta la vida y la dignidad del hombre se necesita el Amor Misericordioso de Dios, a cuya luz se manifiesta el inexpresable valor de todo ser humano. Se necesita la Misericordia para hacer que toda injusticia en el mundo termine en el resplandor de la verdad.

Por eso hoy, en este Santuario, quiero consagrar solemnemente el mundo a la Misericordia divina. Lo hago con el deseo ardiente de que el mensaje del Amor Misericordioso de Dios, proclamado aquí a través de Santa Faustina, llegue a todos los habitantes de la tierra y llene su corazón de esperanza. Que este mensaje se difunda desde este lugar a toda nuestra amada patria y al mundo. Ojalá se cumpla la firme promesa del Señor Jesús:  de aquí debe salir  "la chispa que preparará al mundo para Su última venida" (cf. Diario, 1732, ed. it., p. 568). Es preciso encender esta chispa de la gracia de Dios. Es preciso transmitir al mundo este fuego de la Misericordia. En la Misericordia de Dios el mundo encontrará la paz, y el hombre, la felicidad. Os encomiendo esta tarea a vosotros, amadísimos hermanos y hermanas, a la Iglesia que está en Cracovia y en Polonia, y a todos los devotos de la Misericordia divina que vengan de Polonia y del mundo entero. ¡Sed testigos de la Misericordia!

6. Dios, Padre Misericordioso, que has revelado Tu Amor en Tu Hijo Jesucristo y lo has derramado sobre nosotros en el Espíritu Santo, Consolador, te encomendamos hoy el destino del mundo y de todo hombre.

Inclínate hacia nosotros, pecadores; sana nuestra debilidad; derrota todo mal; haz que todos los habitantes de la tierra experimenten Tu Misericordia, para que en Ti, Dios Uno y Trino, encuentren siempre la Fuente de la esperanza.

Padre Eterno, por la Dolorosa Pasión y Resurrección de Tu Hijo, Ten Misericordia de nosotros y del mundo entero. Amén

Novena a la Divina Misericordia 

 
 

PRIMER DÍA: Por todo el género humano, especialmente por los pecadores

Hoy, tráeme a toda la humanidad y especialmente a todos los pecadores, y sumérgelos en el mar de Mi Misericordia. De esta forma, me consolarás de la amarga tristeza en que me sume la pérdida de las almas.

Misericordiosísimo Jesús, cuya prerrogativa es tener compasión de nosotros y perdonarnos, no mires nuestros pecados, sino la confianza que depositamos en Tu bondad infinita. Acógenos en la morada de Tu Piadosísimo Corazón y no permitas que salgamos jamás de Él. Te lo pedimos por el amor que te une al Padre y al Espíritu Santo.

Padre Eterno, vuelve Tu compasiva mirada hacia todo el género humano y en especial hacia los pecadores, todos unidos en el Piadosísimo Corazón de Jesús. Por los méritos de Su Pasión, muéstranos Tu Misericordia, para que alabemos la omnipotencia de Tu Misericordia, por los siglos de los siglos. Amen.

Oh, Sangre y Agua que brota del Sagrado Corazón de Jesús como una Fuente de Misericordia para nosotros: En Tí confío.


SEGUNDO DÍA: Por los sacerdotes y religiosos

Hoy, tráeme a los corazones de los sacerdotes y los religiosos, y sumérgelos en Mi Misericordia insondable. Fueron ellos las que me dieron fortaleza para soportar Mi Pasión. A través de ellos, como a través de canales, Mi Misericordia fluye hacia la humanidad.

Misericordiosísimo Jesús, de quien procede toda bondad, multiplica Tus gracias sobre los sacerdotes y religiosos consagrados a Tu servicio, para que puedan hacer obras dignas de misericordia; y que todos aquellos que la vean, glorifiquen al Padre de Misericordia que está en el Cielo.

Padre Eterno, vuelve Tu mirada misericordiosa hacia el grupo elegido de Tu viña (sacerdotes y religiosos); dótalos con la fortaleza de Tus bendiciones. Por el amor del Corazón de Tu Hijo, en el cual están unidos, impárteles Tu poder y Tu luz, para que guíen a otros en el camino de la salvación y con una sola voz canten alabanzas a Tu Misericordia por los siglos de los siglos. Amén.

Oh, Sangre y Agua que brota del Sagrado Corazón de Jesús como una Fuente de Misericordia para nosotros: En Tí confío.


TERCER DÍA: Por todos los corazones devotos y fieles

Hoy, tráeme a todas las corazones devotos y fieles, y sumérgelos en el mar de Mi Misericordia. Estas almas me consolaron a lo largo del Vía Crucis. Fueron una gota de consuelo en medio de un mar de amargura.

Misericordiosísimo Jesús, del tesoro de Tu misericordia distribuye Tus gracias a raudales entre todos y cada uno de nosotros. Acógenos en el seno de Tu Compasivísimo Corazón y no permitas que salgamos nunca. Te imploramos esta gracia en virtud del más excelso de los amores; aquel con el que Tu corazón arde tan fervorosamente por el Padre Celestial.

Padre Eterno, vuelve Tu piadosa mirada hacia los corazones fieles, pues que guardan el legado de Tu Hijo. Por los méritos y dolores de Su Pasión, concédeles Tu bendición y tenlos siempre bajo Tu tutela. Que nunca claudiquen su amor o pierdan el tesoro de nuestra santa fe, sino que, con todos los Ángeles y Santos, glorifiquen Tu Misericordia por los siglos de los siglos. Amén.

Oh, Sangre y Agua que brota del Sagrado Corazón de Jesús como una Fuente de Misericordia para nosotros: En Tí confío.


CUARTO DÍA: Por los que no creen en Jesús y todavía no conocen la Divina Misericordia

Hoy, tráeme a aquellos que no creen en Mí y aquellos que todavía no Me conocen. También pensaba en ellos durante Mi Pasión y su futuro celo consoló Mi Corazón. Sumérgelos en el mar de Mi Misericordia.

Piadosísimo Jesús, Tú que eres Luz del género humano, recibe en la morada de Tu corazón lleno de compasión, los corazones de aquellos que todavía no creen en Ti, o que no te conocen. Que los rayos de Tu gracia los iluminen para que también, unidos a nosotros, ensalcen tu maravillosa misericordia, y no los dejes salir de la morada de Tu corazón desbordante de piedad.

Padre Eterno, vuelve Tu piadosa mirada a los corazones de aquellos que no creen en Tu Hijo, y a las de aquellos que todavía no Te conocen, pero anidan en el Compasivo Corazón de Jesús. Aproxímalos a la luz del Evangelio. Estas almas desconocen la gran felicidad que es amarte. Concédeles que también ellos ensalcen la generosidad de Tu Misericordia por los siglos de los siglos. Amén.

Oh, Sangre y Agua que brota del Sagrado Corazón de Jesús como una Fuente de Misericordia para nosotros: En Tí confío.


QUINTO DÍA: Por nuestros hermanos separados

Hoy, tráeme a los corazones de los hermanos separados y sumérgelas en el mar de Mi Misericordia. Durante Mi Pasión, desgarraron Mi Cuerpo y Mi Corazón, es decir, mi Iglesia. Según regresan a la Iglesia, Mis Llagas cicatrizan y de este modo alivian Mi Pasión.

Misericordiosísimo Jesús, que eres la Bondad misma, no niegues la luz a aquellos que Te buscan. Recibe en el seno de Tu Corazón desbordante de piedad a nuestros hermanos separados. Encamínalos, con la ayuda de Tu luz, a la unidad de la Iglesia, y no los dejes marchar del cobijo de Tu Compasivo Corazón, todo amor; haz que también ellos lleguen a glorificar la generosidad de tu misericordia.

Padre Eterno, vuelve Tu piadosa mirada hacia nuestros hermanos separados, especialmente hacia aquellos que han malgastado Tus bendiciones y abusado de Tus gracias, manteniéndose obstinadamente en el error. También a ellos da cobijo el Corazón Misericordioso de Jesús; no mires sus errores, sino el Amor de Tu Hijo y los Dolores de la Pasión que sufrió y que aceptó por su bien. Haz que glorifiquen Tu gran Misericordia por los siglos de los siglos. Amen.

Oh, Sangre y Agua que brota del Sagrado Corazón de Jesús como una Fuente de Misericordia para nosotros: En Tí confío.


SEXTO DÍA: Por las almas mansas y humildes y las de los niños pequeños

Hoy, tráeme a las almas mansas y humildes y las almas de los niños pequeños y sumérgelas en Mi Misericordia. Estas son las almas más semejantes a mi Corazón. Ellas me fortalecieron durante Mi amarga Agonía. Las veía como ángeles terrestres que velarían al pie de mis altares. Sobre ellas derramo torrentes enteros de gracias. Solamente el alma humilde es capaz de recibir mi gracia; concedo mi confianza a las almas humildes.

Misericordiosísimo Jesús que dijiste: "aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón", acoge en Tu Corazón desbordante de piedad a todas las almas mansas y humildes, y las de los niños pequeños. Estas almas son la delicia de las regiones celestiales y las preferidas del Padre Eterno, pues se recrea en ellas muy particularmente. Son como un ramillete de florecillas que despidieran su perfume ante el trono de Dios. El mismo Dios se embriaga con su fragancia. Ellas encuentran abrigo en Tu Piadosísimo Corazón, oh Jesús y entonan incesantemente himnos de amor y de gloria.

Padre Eterno, vuelve Tu mirada llena de Misericordia hacía estas almas mansas, hacia estas almas humildes y hacia los niños pequeños acurrucados en el seno del corazón desbordante de piedad de Jesús. Estas almas se asemejan más a Tu Hijo. Su fragancia asciende desde la tierra hasta alcanzar Tu Trono, Señor. Padre de misericordia y bondad suma, Te suplico, por el amor que Te inspiran estas almas y el gozo que Te proporcionan: bendice a todo el género humano, para que todas las almas a la par entonen las alabanzas que a Tu Misericordia se deben por los siglos de los siglos. Amén.

Oh, Sangre y Agua que brota del Sagrado Corazón de Jesús como una Fuente de Misericordia para nosotros: En Tí confío.


SÉPTIMO DÍA: Por los que veneran especialmente la Misericordia Divina

Hoy, tráeme a las corazones que veneran y glorifican Mi Misericordia de modo especial y sumérgelas en Mi Misericordia. Estas almas son las que más lamentaron Mi Pasión y penetraron más profundamente en Mi Espíritu. Ellas son un reflejo viviente de Mi Corazón compasivo. Estas almas resplandecerán con una luz especial en la vida futura. Ninguna de ellas irá al fuego del infierno. Defenderé de modo especial a cada una en la hora de la muerte.

Misericordiosísimo Jesús, cuyo Corazón es el Amor mismo, recibe en Tu Corazón piadosísimo los corazones de aquellos que de una manera especial alaban y honran la grandeza de Tu misericordia. Son poderosas con el poder de Dios mismo. En medio de las dificultades y aflicciones siguen adelante, confiadas en Tu misericordia; y unidas a Ti, oh Jesús, portan sobre sus hombros a todo el género humano; por ello no serán juzgadas con severidad, sino que Tu Misericordia las acogerá cuando llegue el momento de partir de esta vida.

Padre Eterno, vuelve Tu mirada sobre las corazones que alaban y honran Tu Atributo Supremo, Tu Misericordia infinita, guarecidas en el Piadosísimo Corazón de Jesús. Estas almas viven el Evangelio con sus manos rebosantes de obras de misericordia, y su corazón, desbordante de alegría, entona cánticos de alabanza a Ti, Altísimo Señor, exaltando Tu Misericordia. Te lo suplico Señor: muéstrales Tu Misericordia, de acuerdo con la esperanza y confianza en Ti depositada. Que se cumpla en ellos la promesa hecha por Jesús, al expresarles que durante su vida, pero sobre todo a la hora de la muerte, aquellas almas que veneraron Su infinita Misericordia, serían asistidas por El, pues ellas son su gloria. Amén.

Oh, Sangre y Agua que brota del Sagrado Corazón de Jesús como una Fuente de Misericordia para nosotros: En Tí confío.


OCTAVO DÍA: Por las almas que están en el purgatorio

Hoy, tráeme a las almas que están detenidas en el purgatorio y sumérgelas en el abismo de Mi Misericordia. Que los torrentes de Mi Sangre refresquen el ardor del purgatorio. Todas estas almas son muy amadas por Mí. Ellas cumplen con el justo castigo que se debe a Mi Justicia. Está en tu poder socorrerlas. Haz uso de todas las indulgencias del tesoro de Mi Iglesia y ofrécelas en su nombre. Oh, si conocieras los tormentos que ellas sufren ofrecerías continuamente por ellas las limosnas del espíritu y saldarías las deudas que tienen con Mi Justicia.

Misericordiosísimo Jesús, que exclamaste ¡misericordia!, introduzco ahora en el seno de Tu Corazón desbordante de misericordia las almas del purgatorio, almas que tanto aprecias pero que, no obstante, han de pagar su culpa. Que el manantial de Sangre y Agua que brotó de Tu Corazón apague las llamas purificadoras para que, también allí, el poder de Tu Misericordia, sea glorificado.

Padre eterno, mira con ojos misericordiosos a estas almas que padecen en el purgatorio y que Jesús acoge en Su Corazón, desbordante de piedad. Te suplico, por la Dolorosa Pasión que sufrió Tu Hijo, y por toda la amargura que anegó Su Sacratísima Corazón: muéstrate misericordioso con las almas que se hallan bajo Tu justiciera mirada. No los mires de otro modo, sino sólo a través de las heridas de Jesús, Tu Hijo bien amado; porque creemos firmemente que Tu Bondad y Compasión son infinitas. Amén.

Oh, Sangre y Agua que brota del Sagrado Corazón de Jesús como una Fuente de Misericordia para nosotros: En Tí confío.


NOVENO DÍA:   Por los corazones tibios e indiferentes. (*)

Hoy, tráeme a los corazones tibios y sumérgelos en el abismo de Mi Misericordia. Estos corazones son los que más dolorosamente hieren Mi Corazón. A causa de las almas tibias, Mi Alma experimentó la más intensa repugnancia en el Huerto de los Olivos. A causa de ellas dije: Padre, aleja de Mí este cáliz, si es Tu Voluntad. Para ellas, la última tabla de salvación consiste en recurrir a Mi Misericordia.

Piadosísimo Jesús, que eres la Piedad misma. Traigo hoy al seno de Tu Compasivo Corazón a los corazones enfermos de tibieza. Que el puro amor que Te inflama encienda en ellos, de nuevo, la llama de tu amor, y no vuelva el peso muerto de su indiferencia a abrumante con su carga. ¡Oh, Jesús!, todo compasión, ejerce la omnipotencia de Tu Misericordia, y atráelas a Ti, que eres llama de amor viva y haz que ardan con santo fervor, porque Tú todo lo puedes.

Padre Eterno, mira con ojos misericordiosos a estos corazones que, a pesar de todo, Jesús cobija en el seno de su Corazón lleno de piedad. Padre de Misericordia, te ruego, por los sufrimientos que Tu Hijo padeció, y por sus tres largas horas de Agonía en la Cruz, que ellos también glorifiquen en el mar sin fondo de Tu Misericordia, Amén.

Oh, Sangre y Agua que brota del Sagrado Corazón de Jesús como una Fuente de Misericordia para nosotros: En Tí confío.

Finalizamos la Novena rezando la Coronilla de la Divina Misericordia


 
(*) A fin de comprender las características de los corazones tibios y que en el Diario se designan como "almas tibias", pero que también se comparan al hielo y a los cadáveres, hay que recurrir a la definición que el Salvador mismo dio, hablando a Sor Faustina de ellas en cierta ocasión: "Son almas que impiden Mis esfuerzos: almas incapaces de amar, almas sin devoción, almas calculadoras y egoístas, almas orgullosas y soberbias, almas falsas e hipócritas, almas que a duras penas mantienen la temperatura necesaria para ir con vida. Mi Corazón no puede más con ellas. Toda gracia que sobre ellas derramo diariamente les resbala como agua sobre roca. No puedo sufrirlas porque no son ni buenas ni malas." (VI, 59, 73, 74)

Invocaciones a la Divina Misericordia

A las siguientes invocaciones se responde:

"Ten Misericordia de nosotros y del mundo entero"

1 .Por Su institución de la Eucaristía como Memorial de Su Pasión...
2. Por Su agonía en el Huerto...
3. Por Su flagelación en la columna y Su coronación de espinas...
4. Por Su condenación a muerte...
5. Por haber cargado con la Cruz...
6. Por Su caída bajo el peso de la Cruz...
7. Por Su encuentro con Su Madre afligida...
8. Por haber aceptado ayuda al cargar la Cruz...
9. Por haber recibido misericordia de la Verónica...
10. Por haber consolado a las mujeres...
11. Por haber sido despojado de Sus vestiduras...
12. Por Su Crucifixión...
13. Por Su Muerte en la cruz...
14. Por Su Sepultura...
15. Por Su Resurrección de entre los muertos...

(Al finalizar las 15 invocaciones a la Divina Misericordia, se repite 3 veces)

"Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero. "
 

Alabanzas a la Divina Misericordia

 

El Amor de Dios es la flor; La Misericordia el fruto. Que el alma titubeante haga oración con estas Alabanzas a la Misericordia Divina y recobre la confianza.

V Señor, ten Misericordia de nosotros
R. Señor, ten Misericordia de nosotros
V. Cristo, ten Misericordia de nosotros
R. Cristo, ten Misericordia de nosotros
V. Señor, ten Misericordia de nosotros
R. Señor, ten Misericordia de nosotros
V. Cristo, óyenos
R. Cristo, óyenos
V. Cristo, escúchanos
R. Cristo, escúchanos
V. Dios, Padre celestial
R. Ten Misericordia de nosotros
V. Dios Hijo Redentor del mundo
R. Ten Misericordia de nosotros
V. Dios Espíritu Santo
R. Ten Misericordia de nosotros
V. Trinidad Santa, un solo Dios
R. Ten Misericordia de nosotros

A las siguientes invocaciones se responde: "En Ti confío"

1    Misericordia Divina, que brota del seno del Padre.
2.   Misericordia Divina, supremo atributo de Dios.
3.   Misericordia Divina, misterio incomprensible.
4.   Misericordia Divina, fuente que brota del misterio de la Sma. Trinidad.
5.   Misericordia Divina, insondable para todo entendimiento.
6.   Misericordia Divina, de donde brotan toda vida y felicidad.
7.   Misericordia Divina, más sublime que los cielos.
8.   Misericordia Divina, fuente de milagros y maravillas.
9.   Misericordia Divina, que abarca todo el universo.
10. Misericordia Divina, que baja al mundo en la Persona del Verbo.
11. Misericordia Divina, que manó de la herida abierta del Corazón de Jesús.
12. Misericordia Divina, encerrada en el Sagrado Corazón p/ los pecadores.
13. Misericordia Divina, insondable en la Institución de la Santa Eucaristía.
14. Misericordia Divina, que fundaste la Santa Iglesia.
15. Misericordia Divina, presente en el Sacramento del Santo Bautismo.
16. Misericordia Divina, en nuestra justificación por Jesucristo.
17. Misericordia Divina, que nos acompañas durante toda la vida.
18. Misericordia Divina, que nos abrazas siempre y en la hora de la muerte.
19. Misericordia Divina, que nos otorgas el don de la inmortalidad.
20. Misericordia Divina, que nos acompañas en cada momento de la vida.
21. Misericordia Divina, que nos protege del fuego infernal.
22. Misericordia Divina, por quien se convierten los pecadores.
23. Misericordia Divina, asombro para los Ángeles y los Santos.
24. Misericordia Divina, insondable en todos los misterios de Dios.
25. Misericordia Divina, que nos rescatas de toda miseria.
26. Misericordia Divina, fuente de nuestra felicidad y deleite.
27. Misericordia Divina, que de la nada nos llamó a la existencia.
28. Misericordia Divina, que abarca todas las obras de Sus manos.
29. Misericordia Divina, que presides toda la obra de Dios.
30. Misericordia Divina, en la que estamos todos sumergidos.
31. Misericordia Divina, dulce consuelo de los corazones angustiados.
32. Misericordia Divina, única esperanza de los desesperados.
33. Misericordia Divina, remanso de corazones, paz ante el temor.
34. Misericordia Divina, gozo y éxtasis de las almas santas.
35. Misericordia Divina, que infunde esperanza, perdida ya toda esperanza.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
- Perdónanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
- Escúchanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo.
- Ten Misericordia de nosotros.
 

V. Las Misericordias de Dios son más grandes que todas sus Obras.
R. Por eso cantaré las Misericordias de Dios para siempre.

ORACIÓN

Oh Dios Eterno, en quien la Misericordia es infinita y el tesoro de compasión inagotable, vuelve a nosotros Tu mirada bondadosa y aumenta Tu Misericordia en nosotros, para que en los momentos difíciles no nos desesperemos ni nos desalentemos, sino que, con la máxima confianza, nos sometamos a Tu Santa Voluntad, que es Amor y Misericordia. Amén.

Oh incomprensible e infinita Misericordia Divina, ¿quién podrá adorarte como Te mereces. Eres la dulce esperanza del pecador. Uníos estrellas, mar y tierra en un sólo himno y cantad a coro, con vuestra mejor voz, la misericordia Divina, cuya comprensión no se nos alcanza. (11, 296-297).

Santa Faustina Kowalska

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