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EL CAMINO DE MARIA. Edicion 624. ADVIENTO .DOMINGO II . EXPERIMENTAR CON CRISTO EL AMOR DIVINO. MES DE MARIA. Editada por SantoRosario.info, MariaMediadora.com, Virgo.Fidelis.com.ar

Esta edición la puede leer y/o imprimir desde: http://www.mariamediadora.com/Oracion/Newsletter624.htm

El detalle de todas las ediciones de "El Camino de María" del año en curso lo puede obtener en:

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EL CAMINO DE MARÍA

Cum Maria contemplemur Christi vultum!

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Celebrar el Adviento significa despertar a la vida la presencia de Dios oculta en nosotros.

Para ello hay que andar un camino de conversión, de alejamiento de lo visible y acercamiento a lo invisible.

 Andando ese camino somos capaces de ver la maravilla de la Gracia y aprendemos que no hay alegría más luminosa para el hombre y para el mundo que la de la Gracia, que ha aparecido en Cristo.

Benedicto XVI. Adviento 2006

 JESUS, CONFIO EN TI

"Ofrezco a los hombres un Recipiente con el que han de venir a la Fuente de la Misericordia para recoger gracias. Ese Recipiente es esta Imagen con la firma: JESÚS, EN TI CONFÍO" (Diario, 327)

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Tú eres mi fortaleza, Señor.

Dirige, Señor, mis pasos, que me lleven hasta Ti. Tú eres mi baluarte, escudo y fortaleza; ayúdame a permanecer fiel a Ti, a tener un ánimo firme para mantener la paz; humilla mi soberbia, pero mi pobreza tórnala en abundancia y mi humildad en gloria delante de Ti. Amen.

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Edición 624

ADVIENTO

Domingo de la 2da semana

4 de diciembre de 2011

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TOTUS TUUS

Soy todo tuyo y todas mis cosas Te pertenecen. Te pongo al centro de mi vida. Dame tu Corazón, oh María.

Soy todo tuyo, María
Madre de nuestro Redentor
Virgen Madre de Dios, Virgen piadosa. Madre del Salvador del mundo. Amen.

Oh Dios Padre Misericordioso, que por mediación de Jesucristo, nuestro Redentor, y de su Madre, la Bienaventurada Virgen María, y la acción del Espíritu Santo, concediste al Beato Juan Pablo II  la gracia de ser Pastor ejemplar en el servicio de la Iglesia peregrina, de los hijos e hijas de la Iglesia y de todos los hombres y mujeres de buena voluntad, haz que yo sepa también responder con fidelidad a las exigencias de la vocación cristiana, convirtiendo todos los momentos y circunstancias de mi vida en ocasión de amarte y de servir al Reino de Jesucristo. Te ruego que te dignes glorificar al Beato Juan Pablo II y que me concedas por su intercesión el favor que te pido... (pídase).

  A Tí, Padre Omnipotente, origen del cosmos y del hombre, por Cristo, el que vive, Señor del tiempo y de la historia, en el Espíritu Santo que santifica el universo, alabanza, honor y gloria ahora y por los siglos de los siglos. Amén.

Padrenuestro, Avemaría, Gloria

 

«Entre todos los homenajes que podemos tributar a María no hay ninguno tan grato al Corazón de nuestra Madre como el implorar con frecuencia su maternal protección, rogándole que nos asista en todas nuestras necesidades particulares, como al dar o recibir un consejo, en los peligros, en las tribulaciones, en las tentaciones... Esta buena Madre nos librará ciertamente de los peligros, con solo rezar la antífona Sub tuum praesidium (“Nos acogemos bajo tu protección, Santa Madre de Dios: no desprecies las súplicas que te dirigimos en nuestra necesidad, antes bien sálvanos siempre de todos los peligros, Virgen gloriosa y bendita“) o el Avemaría, o con solo invocar su santo Nombre ...»

San Alfonso Mª de Ligorio, Las glorias de María, III, 9


Queridos Suscriptores de "El Camino de María"

En el 2do. Domingo de Adviento resuena con vigor la invitación a la conversión de San Juan el Bautista, un grito profético que sigue resonando a lo largo de los siglos. Lo escuchamos también en nuestra época, mientras la humanidad prosigue su camino en la historia. A los hombres del tercer milenio el Bautista nos indica el camino que es preciso recorrer. (Evangelio San Lucas 3, 1-6)

Toda la liturgia del tiempo de Adviento se hace eco del Precursor, invitándonos a ir al encuentro de Cristo, que viene a salvarnos. Nos preparamos para recordar de nuevo su nacimiento, que tuvo lugar en Belén hace más de dos mil años; renovamos nuestra fe en su venida gloriosa al final de los tiempos. Al mismo tiempo, nos disponemos a reconocerlo presente en medio de nosotros, pues nos visita también en las personas y en los acontecimientos diarios.

También la liturgia del tiempo de Adviento, como hemos meditado en el 1er Domingo, está centrada en la “espera vigilante” con la que cada uno, por medio de un auténtico espíritu de oración, humilde y confiada, se prepara a recibir la venida del Señor Jesús.

San Basilio dice al respecto: “¿Qué es lo propio del cristiano? Vigilar cada día y cada hora, y estar pronto para cumplir perfectamente lo que es agradable a Dios, sabiendo que a la hora en que no pensamos llegará el Señor”.(BASILIO DI CESAREA, Regole Morali, LXXX 22,869) Por lo tanto, la espera del hombre no es pasiva, estéril o “muerta”, sino vida, activa y participativa.

El Beato John Henry Newman escribe en su diario espiritual: "Vigilar con Cristo es mirar adelante sin olvidar el pasado. Es no olvidar que Él ha sufrido por nosotros; es perdernos en la contemplación atraídos por la grandeza de la Redención. Es renovar continuamente en el propio ser la Pasión y la Agonía de Cristo; es revestirnos con alegría de aquel manto de aflicción con el que Cristo quiso primero vestirse y después dejarlo para irse al Cielo. Es despegarse del mundo sensible y vivir en el no sensible. Así Cristo vendrá y lo hará en el modo en que lo dijo que lo hará". (J. H. NEWMAN, Diario spirituale e meditazione, 93.)

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El Santo Padre Benedicto XVI, pronunció la siguiente meditación antes del rezo del Ángelus del Domingo 4 de diciembre de 2005:

En este tiempo de Adviento, se invita a la comunidad eclesial, mientras se prepara a celebrar el gran misterio de la Encarnación, a redescubrir y profundizar en su relación personal con Dios. La palabra latina «adventus», se refiere a la venida de Cristo y pone en primer plano el movimiento de Dios hacia la humanidad, al que cada uno está llamado a responder con apertura, espera, búsqueda, y adhesión. Y así como Dios es soberanamente libre a la hora de revelarse y entregarse, pues sólo le mueve el amor, así también la persona humana es libre al darle a Él su consentimiento, aunque sea algo debido: Dios espera una respuesta de amor. En estos días, la liturgia nos presenta como modelo perfecto de esta respuesta a la Virgen María, a quien contemplaremos el próximo jueves, 8 de diciembre, en el misterio de la Inmaculada Concepción.

La Virgen está a la escucha, dispuesta en todo momento a cumplir la voluntad del Señor, y es ejemplo para el creyente que vive en la búsqueda de Dios. A este tema, al igual que a la relación entre verdad y libertad, el Concilio Vaticano II dedicó una reflexión atenta. En particular, los padres conciliares aprobaron, precisamente hace cuarenta años, una declaración sobre la cuestión de la libertad religiosa, es decir, el derecho de las personas y de las comunidades a poder buscar la verdad y profesar libremente su fe. Las primeras palabras que constituyen el título de ese documento, son
«Dignitatis humanae»: la libertad religiosa deriva de la singular dignidad del hombre que, entre todas las criaturas de esta tierra, es la única capaz de establecer una relación libre y consciente con su Creador.

«Todos los hombres --dice el Concilio--, conforme a su dignidad, por ser personas, es decir, dotados de razón y de voluntad libre…, están impulsados por su misma naturaleza y están obligados además moralmente a buscar la verdad, sobre todo la que se refiere a la religión» (DH, 2).

De este modo, el Vaticano II reafirma la doctrina tradicional católica, según la cual, el hombre, en cuanto criatura espiritual, puede conocer la verdad y, por tanto, tiene el deber y el derecho de buscarla (Cf. ibídem, 3). Con este fundamento, el Concilio insiste ampliamente en la libertad religiosa, que debe ser garantizada tanto a los individuos como a las comunidades, en el respeto de las legítimas exigencias del orden público. Y esta enseñanza conciliar, después de cuarenta años, sigue siendo de gran actualidad. De hecho la libertad religiosa está lejos de ser garantizada en todas partes: en algunos casos se niega por motivos religiosos o ideológicos; otras veces, aún siendo reconocida de forma escrita, es obstaculizada en la práctica por el poder político o, de forma más solapada, por el predominio cultural del agnosticismo y del relativismo.

Recemos para que todo ser humano pueda realizar plenamente la vocación religiosa que lleva inscrita en su propio ser. Que María nos ayude a reconocer en el rostro del Niño de Belén, concebido en su seno virginal, al divino Redentor, venido al mundo para revelarnos el auténtico Rostro de Dios.

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Como un aporte para ayudar a nuestras meditaciones de los Domingos de ADVIENTO hemos preparado un libro digital titulado: LA VIRGEN MARÍA Y EL ADVIENTO. Ella, Madre de la espera y del silencio, más que ninguna otra criatura supo acoger humildemente la Voluntad de Dios, permitiendo así la obra de la Redención.

ADVIENTO TIEMPO DE PREPARACIÓN

I - EL ADVIENTO
II - LA REALIDAD DEL HOMBRE
III - PORQUÉ VIENE EL SEÑOR
IV - EL SEÑOR ESTÁ CERCA

SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA

I - LA INMACULADA CONCEPCIÓN
II - MARÍA INMACULADA REDIMIDA POR PRESERVACIÓN
III - EL DOGMA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN
IV -150 AÑOS DE LA PROCLAMACIÓN DEL DOGMA
V - HOMENAJE A LA INMACULADA EN LA PLAZA DE ESPAÑA

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ALABANZAS A MARÍA SANTÍSIMA, VIRGEN DEL ADVIENTO

¡Oh Santísima Virgen María! sea una y mil veces bendito vuestro purismo seno, en que por nueve meses hizo su morada el Hijo de Dios, hecho hombre por dar salud a mi alma. Avemaría.

¡Oh Santísima Virgen María! sea una y mil veces bendito vuestro maternal regazo en que reposó y durmió dulcemente el Hijo de Dios, hecho hombre por dar salud a mi alma. Avemaría.

¡Oh Santísima Virgen María! sean una y mil veces benditos vuestros santísimos brazos, que llevaron, abrazaron y tiernamente estrecharon al Hijo de Dios, hecho hombre por dar salud a mi alma. Avemaría.

¡Oh Santísima Virgen María! sean una y mil veces benditas vuestras hermosísimas manos, que acariciaron y cuidadosamente sirvieron al Hijo de Dios, hecho hombre por dar salud a mi alma. Avemaría.

¡Oh Santísima Virgen María! sean una y mil veces benditos vuestros ojos virginales que con tanto deleite se recrearon contemplando el rostro del Hijo de Dios, hecho hombre por dar salud a mi alma. Avemaría.

¡Oh Santísima Virgen María! sean una y mil veces benditos vuestros oídos castísimos, que con tanta frecuencia oyeron el dulce nombre de Madre de la boca del Hijo de Dios, hecho hombre por dar salud a mi alma. Avemaría.

¡Oh Santísima Virgen María! sean una y mil veces benditos vuestros candidísimos labios, que con gozo inexplicable imprimieron tiernos besos en el Hijo de Dios, hecho hombre por dar salud a mi alma. Avemaría.

¡Oh Santísima Virgen María! sea una y mil veces bendita vuestra lengua angelical, que sin cesar alabó y llamó hijo querido al Hijo de Dios, hecho hombre por dar salud a mi alma. Avemaría.  

 

 
¡Queridos hijos! Hoy deseo darles esperanza y alegría. Todo lo que está en torno a ustedes, hijitos, los conduce hacia las cosas terrenales. Sin embargo, yo deseo conducirlos hacia el tiempo de gracia, para que durante ese tiempo estén lo más cerca de mi Hijo, a fin de que El los pueda guiar hacia Su amor y hacia la vida eterna que todo corazón anhela. Ustedes hijitos oren, y que este tiempo sea para ustedes tiempo de gracia para vuestra alma. Gracias por haber respondido a mi llamado.” .(Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz en Medjugorge. 25 de noviembre de 2011)

MEDITACIÓN DEL BEATO JUAN PABLO II

                   

EXPERIMENTAR CON CRISTO EL AMOR DIVINO

Meditación antes del rezo del Ángelus del Domingo 4 de diciembre de 1994
 

EXPERIMENTAR EL AMOR DIVINO

 
 
Queridos hermanas y hermanos
 
1.«Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas» (Lc 3, 4). Con estas palabras, hoy, segundo Domingo de Adviento, el Evangelio nos exhorta a disponer el corazón para acoger al Señor que viene. Y la liturgia de este día nos propone como modelo de esa preparación interior la figura austera de Juan Bautista, que predica en el desierto invitando a la conversión.

Su testimonio sugiere que, para salir al encuentro del Señor es preciso crear dentro de nosotros y a nuestro alrededor espacios de desierto: ocasiones de renuncia a lo superfluo, búsqueda de lo esencial, y un clima de silencio y oración.

San Juan Bautista invita, sobre todo, a volver a Dios, huyendo con decisión del pecado, enfermedad del corazón del hombre, que le impide la alegría del encuentro con el Señor.

El tiempo de Adviento es especialmente apto para hacer experiencia del Amor divino que salva. Y es sobre todo en el Sacramento de la Reconciliación donde el cristiano puede hacer esa experiencia, redescubriendo a la luz de la palabra de Dios la verdad de su propio ser y gustando la alegría de recuperar la paz consigo mismo y con Dios.

2.Juan en el desierto anuncia la venida del Salvador. El desierto hace pensar también en muchas situaciones contemporáneas graves: la indiferencia moral y religiosa, el desprecio hacia la vida humana que nace o que se encamina a su ultima meta natural, el odio racial, la violencia, la guerra y la intolerancia, son algunas de las causas de ese desierto de injusticia, de dolor y de desesperación que avanza en nuestra sociedad.

Frente a ese escenario, el creyente, como Juan Bautista, debe ser la voz que proclama la salvación del Señor, adhiriéndose plenamente a su Evangelio y testimoniándolo visiblemente en el mundo.

3.En nuestros días, tiempo de nueva evangelización, es urgente que los padres cristianos pongan atención especial en la educación de sus hijos para ser testigos valientes del Salvador en el mundo de hoy. Convirtiéndose en los primeros catequistas de sus hijos, pueden suscitar más fácilmente en ellos un amor singular a la Palabra de Dios, y adecuando diariamente su vida al Evangelio, los estimulan en las decisiones coherentes y generosas, que son propias de todo auténtico discípulo del Señor.

Oremos para que cada familia cristiana sea una pequeña iglesia misionera y una escuela de evangelizadores. Encomendemos esta misión de todos los núcleos familiares creyentes así como sus alegrías y sufrimientos, a la Virgen Inmaculada, cuya solemnidad celebraremos el jueves próximo.
 
Que María sea nuestro ejemplo y nuestra guía, especialmente ejemplo y guía de las familias.

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EL CAMINO DE MARIA . Edición número 624 para %EmailAddress%

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