Cum
Maria contemplemur Christi vultum!
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Mediadora de la
eternidad
La Virgen es la única que se
encuentra entre la naturaleza creada y la no creada. Todos los que
conocen a Dios sabrán que Ella sirvió de lugar a Quien lugar alguno
podía albergar, y todos los que alaben a Dios la alabarán después de
Dios. Ella es la razón de todo lo que la ha precedido. Ella preside a
todo cuanto le sigue. Ella es la Mediadora de la eternidad.
San Gregorio Palamas
monje ortodoxo 1296-1359
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El imperio de
Cristo
...El imperio de
Cristo se extiende no sólo sobre los pueblos católicos y sobre aquellos
que habiendo recibido el bautismo pertenecen de derecho a la Iglesia,
aunque el error los tenga extraviados o el cisma los separe de la
caridad, sino que comprende también a cuantos no participan de la fe
cristiana, de suerte que bajo la potestad de Jesús se halla todo el
género humano..."
(León XIII.Annum sacrum
25 de mayo de 1899)
"Ofrezco a los hombres un Recipiente con el que han de venir a la Fuente
de la Misericordia para recoger gracias. Ese Recipiente es esta Imagen
con la firma: JESÚS, EN TI CONFÍO" (Diario, 327)
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Edición 621
CRISTO REY DEL UNIVERSO
Solemnidad
Domingo 20 noviembre de
2011
¡Alabanza y
Honor
a Ti,
oh Cristo!.
Con tu
Cruz
has redimido el mundo. Te encomendamos, al comienzo del nuevo milenio,
nuestro compromiso de servir a este mundo que Tú amas y que también
nosotros amamos. Sostennos con la fuerza de tu gracia.
María, Madre del Redentor, su primera y perfecta discípula,
ayúdanos a ser sus testigos en el nuevo milenio. Haz que tu Hijo, Rey
del universo y de la historia, reine en nuestra vida, en nuestras
comunidades y en el mundo entero.
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Salmo 109, 1-5. 7
EL MESIAS, REY Y SACERDOTE
Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus
pies.»
Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores
sagrados;
Yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora.»
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: «Tú eres Sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»
El Señor a tu derecha, el día de su ira, quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente, por eso levantará la cabeza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Soy todo tuyo y todas mis cosas Te
pertenecen. Te pongo al centro de mi vida. Dame tu Corazón, oh María.
Soy
todo tuyo, María
Madre de nuestro Redentor
Virgen Madre de Dios, Virgen piadosa. Madre del Salvador del mundo.
Amen.
Oh Dios Padre
Misericordioso, que por mediación de Jesucristo, nuestro
Redentor, y de su Madre, la Bienaventurada Virgen María, y la
acción del Espíritu Santo, concediste al Beato Juan Pablo II la
gracia de ser Pastor ejemplar en el servicio de la Iglesia
peregrina, de los hijos e hijas de la Iglesia y de todos los
hombres y mujeres de buena voluntad, haz que yo sepa también
responder con fidelidad a las exigencias de la vocación
cristiana, convirtiendo todos los momentos y circunstancias de
mi vida en ocasión de amarte y de servir al Reino de Jesucristo.
Te ruego que te dignes glorificar al Beato Juan Pablo II y que
me concedas por su intercesión el favor que te pido... (pídase).
A Tí, Padre Omnipotente, origen del cosmos y del hombre, por
Cristo, el que vive, Señor del tiempo y de la historia, en el
Espíritu Santo que santifica el universo, alabanza, honor y
gloria ahora y por los siglos de los siglos. Amén.
Padrenuestro, Avemaría, Gloria.
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"Yo soy Rey. Para esto
nací, para esto vine al mundo, para ser testigo de la Verdad". (Jn 18, 36-37)
" Por eso Dios lo engrandeció y le concedió el Nombre que está
sobre todo nombre, para que, ante el Nombre de Jesús, todos se
arrodillen, en los cielos, en la tierra y entre los muertos. Y
toda lengua proclame que Cristo Jesús es el Señor, para Gloria de
Dios Padre." (Fil. 2, 9 -11)
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Queridos Suscriptores de "El Camino de María"
El
Domingo 20 de noviembre, último del año litúrgico, celebraremos la Solemnidad de
Jesucristo, Rey del Universo. Esta fiesta fue instaurada por
el Papa Pío XI
en la
Carta Encíclica
Quas Primas.
Al cerrar el año litúrgico con esta fiesta se quiso resaltar la
importancia de Cristo como centro de toda la historia universal.
Es el Alfa y el Omega, el principio y el fin. Cristo reina en
las personas con su mensaje de amor, justicia y servicio. El
Reino de Cristo es eterno y universal, es decir, para siempre y
para todos los hombres.
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El Papa Pio XI escribió la Carta Encíclica
Quas Primas,
sobre la Fiesta de Cristo Rey.
LA REALEZA DE CRISTO
"Ha sido
costumbre muy general y antigua llamar Rey a Jesucristo, en
sentido metafórico, a causa del supremo grado de excelencia
que posee y que le encumbra entre todas las cosas creadas.
Así, se dice que reina en las inteligencias de los hombres, no
tanto por el sublime y altísimo grado de su ciencia cuanto
porque El es la Verdad y porque los hombres necesitan beber de
El y recibir obedientemente la verdad. Se dice también que
reina en las voluntades de los hombres, no sólo porque en Él
la voluntad humana está entera y perfectamente sometida a la
santa Voluntad Divina, sino también porque con sus mociones e
inspiraciones influye en nuestra libre voluntad y la enciende
en nobilísimos propósitos. Finalmente, se dice con verdad que
Cristo reina en los corazones de los hombres porque, con su
supereminente caridad (Ef 3, 19) y con su mansedumbre y
benignidad, se hace amar por las almas de manera que jamás
nadie —entre
todos los nacidos—
ha sido ni será nunca tan amado como Cristo Jesús. Mas,
entrando ahora de lleno en el asunto, es evidente que también
en sentido propio y estricto le pertenece a Jesucristo como
hombre el título y la potestad de Rey; pues sólo en cuanto
hombre se dice de El que recibió del Padre la potestad, el
honor y el reino (Dan 7, 13-14); porque como Verbo de Dios,
cuya sustancia es idéntica a la del Padre, no puede menos de
tener común con Él lo que es propio de la divinidad y, por
tanto, poseer también como el Padre el mismo imperio supremo y
absolutísimo sobre todas las criaturas." (Quas
Primas, n. 6.
11 de diciembre de 1925.)
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El Papa Benedicto
XVI hizo la siguiente meditación antes del rezo del Ángelus del Domingo 21 de noviembre de 2010.
La solemnidad de Cristo
Rey fue instituida por el Papa Pío XI en 1925 y más tarde,
después del Vaticano II, se colocó al final del año litúrgico.
El Evangelio de San Lucas presenta, como en un gran cuadro, la
realeza de Jesús en el momento de la crucifixión. Los jefes del
pueblo y los soldados se burlan del "primogénito de toda
criatura" (Colosenses 1,15) y le ponen a prueba para ver si
tiene el poder para salvarse de la muerte (cf. Lucas 23, 35-37).
Sin embargo, "precisamente en la Cruz, Jesús está a la altura
de Dios, que es Amor. Allí se le puede 'conocer'. [...] Jesús
nos da 'vida' porque nos da a Dios. Nos lo puede dar porque Él
mismo es uno con Dios" (Benedicto XVI, "Jesús de Nazaret",
según la edición italiana Milán 2007, 399 404). De hecho,
mientras que el Señor parece pasar desapercibido entre dos
malhechores, uno de ellos, consciente de sus pecados, se abre a
la verdad, alcanza la fe e implora "al rey de los judíos":
"Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu Reino" (Lucas
23,42). De quien "es antes de todas las cosas y en Él todas
subsisten" (Colosenses 1, 17) el llamado "buen ladrón"
recibe inmediatamente el perdón y la alegría de entrar en el
Reino de los Cielos. "Yo te aseguro que hoy estarás
conmigo en el Paraíso" (Lucas 23, 43). Con estas
palabras, Jesús, desde el trono de la Cruz, da la bienvenida a
todos con la Misericordia infinita. San Ambrosio comenta que
"es un buen ejemplo de conversión al que debemos aspirar: muy
pronto al ladrón se le concede el perdón, y la gracia es más
abundante que la petición; el Señor, de hecho, dice san
Ambrosio, siempre concede lo que se le pide [...] La vida
consiste en estar con Cristo, porque donde está Cristo allí está
el Reino" (Expositio Evangelii secundum Lucam X, 121:.. CCL
14, 379).
Queridos amigos, el camino del Amor, que el Señor nos revela y
nos invita a recorrer, se puede contemplar incluso en el arte
cristiano. De hecho, antiguamente, "en la configuración de
los edificios sagrados [...] se hizo habitual representar en el
lado oriental al Señor que regresa como rey --imagen de la
esperanza--, mientras en el lado occidental estaba el Juicio
final, como imagen de la responsabilidad respecto a nuestra
vida" (Spe Salvi, 41): esperanza en el Amor infinito de Dios
y compromiso para ordenar nuestra vida según el Amor de Dios.
Cuando contemplamos las representaciones de Jesús inspiradas en
el Nuevo Testamento, como enseña un antiguo Concilio, se nos
lleva a "comprender [...] la sublimidad de la humillación del
Verbo de Dios y [...] a recordar su vida en la carne, su pasión
y muerte salvífica y la redención que de ella se deriva para el
mundo" (Concilio de Trullo [año 691 ó 692], canon 82).
"Sí, la necesitamos para ser capaces de reconocer en el Corazón
traspasado del Crucificado el misterio de Dios" (Joseph
Ratzinger, Teologia della liturgia. La fondazione sacramentale
dell'esistenza cristiana, LEV, 2010, 69).
Consagración de la humanidad para
el día de Cristo Rey
Dulcísimo Jesús, Redentor del género humano! Miradnos humildemente postrados; vuestros somos y vuestros queremos ser, y a fin de vivir más estrechamente unidos con Vos, todos y cada uno espontáneamente nos consagramos en este día a vuestro Sacratísimo Corazón.
Muchos, por desgracia, jamás, os han conocido; muchos, despreciando vuestros mandamientos, os han desechado. ¡Oh Jesús benignísimo!, compadeceos de los unos y de los otros, y atraedlos a todos a vuestro Corazón Santísimo.
¡Oh Señor! Sed Rey, no sólo de los hijos fieles que jamás se han alejado de Vos, sino también de los pródigos que os han abandonado; haced que vuelvan pronto a la Casa Paterna, que no perezcan de hambre y miseria.
Sed Rey de aquellos que, por seducción del error o por espíritu de discordia, viven separados de Vos; devolvedlos al puerto de la verdad y a la unidad de la fe para que en breve se forme un solo rebaño bajo un solo Pastor.
Sed Rey de los que permanecen todavía envueltos en las tinieblas de la idolatría; dignaos atraerlos a todos a la luz de vuestro Reino.
Conceded, ¡oh Señor!, libertad segura a vuestra Iglesia; otorgad a todos los pueblos la tranquilidad en el orden; haced que del uno al otro confín de la tierra no resuene sino esta voz: ¡Alabado sea el Corazón divino, causa de nuestra salud! A Él se entonen cánticos de honor y de gloria por los siglos de los siglos. Amén .
(Esta oración fue prescrita por el Papa Pío IX para la fiesta de Cristo Rey, en la Carta Encíclica Quas Primas)
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