
Cum
Maria contemplemur Christi vultum!
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Celebrar el
Adviento significa despertar a la vida la presencia de Dios oculta
en nosotros.
Para ello hay que andar un camino de conversión, de alejamiento de
lo visible y acercamiento a lo invisible.
Andando
ese camino somos capaces de ver la maravilla de la Gracia y
aprendemos que no hay alegría más luminosa para el hombre y para el
mundo que la de la Gracia, que ha aparecido en Cristo.
Benedicto XVI.
Adviento 2006

"Ofrezco a los hombres un Recipiente con el que han de venir a la Fuente
de la Misericordia para recoger gracias. Ese Recipiente es esta Imagen
con la firma: JESÚS, EN TI CONFÍO" (Diario, 327)
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Edición
551
ADVIENTO
Domingo de la 2da semana
5 de diciembre de 2010
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TOTUS TUUS
Soy todo tuyo y todas mis cosas Te
pertenecen. Te pongo al centro de mi vida. Dame tu Corazón, oh María.
Soy
todo tuyo, María
Madre de nuestro Redentor
Virgen Madre de Dios, Virgen piadosa. Madre del Salvador del mundo.
Amen.


Oh Dios Padre
Misericordioso,
que por
mediación de Jesucristo, nuestro Redentor, y de su Madre, la
Bienaventurada Virgen María, y la acción del Espíritu Santo,
concediste a tu Siervo Juan Pablo II, Servus Servorum Dei,
la gracia de ser Pastor ejemplar en el servicio de la Iglesia
peregrina, de los hijos e hijas de la Iglesia y de todos los
hombres y mujeres de buena voluntad, haz que yo sepa también
responder con fidelidad a las exigencias de la vocación cristiana,
convirtiendo todos los momentos y circunstancias de mi vida en
ocasión de amarte y de servir al Reino de Jesucristo. Te ruego que
te dignes glorificar a tu Siervo Juan Pablo II, Servus Servorum
Dei, y que me concedas por su intercesión el favor que te
pido... (pídase). A Tí, Padre Omnipotente, origen del
cosmos y del hombre, por Cristo, el que vive, Señor del tiempo y
de la historia, en el Espíritu Santo que santifica el universo,
alabanza, honor y gloria ahora y por los siglos de los siglos.
Amén.
Padrenuestro, Avemaría, Gloria.
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«Entre todos
los homenajes que podemos tributar a
María no hay ninguno tan grato al
Corazón de nuestra Madre como el
implorar con frecuencia su maternal
protección, rogándole que nos asista
en todas nuestras necesidades
particulares, como al dar o recibir
un consejo, en los peligros, en las
tribulaciones, en las tentaciones...
Esta buena Madre nos librará
ciertamente de los peligros, con
solo rezar la antífona Sub tuum
praesidium (“Nos acogemos bajo
tu protección, Santa Madre de Dios:
no desprecies las súplicas que te
dirigimos en nuestra necesidad,
antes bien sálvanos siempre de todos
los peligros, Virgen gloriosa y
bendita“) o el Avemaría, o con solo invocar su
santo nombre, que tiene un poder
especial contra los demonios»
San Alfonso Mª de Ligorio, Las
glorias de María, III, 9
Queridos Suscriptores de "El Camino de María"
En
el 2do. Domingo de Adviento resuena con vigor la
invitación a la conversión de San Juan el Bautista, un grito
profético que sigue resonando a lo largo de los siglos. Lo
escuchamos también en nuestra época, mientras la humanidad
prosigue su camino en la historia. A los hombres del tercer
milenio el Bautista nos indica el camino que es preciso recorrer.
(Evangelio
San Lucas 3, 1-6)
Toda la liturgia del Adviento se hace eco del Precursor,
invitándonos a ir al encuentro de Cristo, que viene a salvarnos.
Nos preparamos para recordar de nuevo su nacimiento, que tuvo
lugar en Belén hace más de dos mil años; renovamos nuestra fe
en su venida gloriosa al final de los tiempos. Al mismo tiempo,
nos disponemos a reconocerlo presente en medio de nosotros, pues
nos visita también en las personas y en los acontecimientos
diarios.
El Santo Padre Benedicto XVI, hizo la siguiente meditación antes
del rezo del Ángelus del Domingo 4 de diciembre de 2005:
Queridos hermanos y
hermanas!
En este tiempo de
Adviento, se invita a la comunidad eclesial,
mientras se prepara a celebrar el gran misterio de
la Encarnación, a redescubrir y profundizar en su
relación personal con Dios. La palabra latina «adventus»,
se refiere a la venida de Cristo y pone en primer
plano el movimiento de Dios hacia la humanidad, al
que cada uno está llamado a responder con apertura,
espera, búsqueda, y adhesión. Y así como Dios es
soberanamente libre a la hora de revelarse y
entregarse, pues sólo le mueve el amor, así también
la persona humana es libre al darle a Él su
consentimiento, aunque sea algo debido: Dios
espera una respuesta de amor. En estos días, la
liturgia nos presenta como modelo perfecto de esta
respuesta a la Virgen María, a quien contemplaremos
el próximo jueves, 8 de diciembre, en el misterio de
la Inmaculada Concepción.
La Virgen está a la escucha, dispuesta en todo
momento a cumplir la voluntad del Señor, y es
ejemplo para el creyente que vive en la búsqueda de
Dios. A este tema, al igual que a la relación
entre verdad y libertad, el Concilio Vaticano II
dedicó una reflexión atenta. En particular, los
padres conciliares aprobaron, precisamente hace
cuarenta años, una declaración sobre la cuestión de
la libertad religiosa, es decir, el derecho de las
personas y de las comunidades a poder buscar la
verdad y profesar libremente su fe. Las primeras
palabras que constituyen el título de ese documento,
son «Dignitatis
humanae»:
la libertad religiosa deriva de la singular dignidad
del hombre que, entre todas las criaturas de esta
tierra, es la única capaz de establecer una relación
libre y consciente con su Creador.
«Todos los hombres --dice el Concilio--,
conforme a su dignidad, por ser personas, es decir,
dotados de razón y de voluntad libre…, están
impulsados por su misma naturaleza y están obligados
además moralmente a buscar la verdad, sobre todo la
que se refiere a la religión» (DH, 2).
De este modo, el Vaticano II reafirma la doctrina
tradicional católica, según la cual, el hombre, en
cuanto criatura espiritual, puede conocer la verdad
y, por tanto, tiene el deber y el derecho de
buscarla (Cf. ibídem, 3). Con este fundamento, el
Concilio insiste ampliamente en la libertad
religiosa, que debe ser garantizada tanto a los
individuos como a las comunidades, en el respeto de
las legítimas exigencias del orden público. Y esta
enseñanza conciliar, después de cuarenta años, sigue
siendo de gran actualidad. De hecho la libertad
religiosa está lejos de ser garantizada en todas
partes: en algunos casos se niega por motivos
religiosos o ideológicos; otras veces, aún siendo
reconocida de forma escrita, es obstaculizada en la
práctica por el poder político o, de forma más
solapada, por el predominio cultural del
agnosticismo y del relativismo.
Recemos para que todo ser humano pueda realizar
plenamente la vocación religiosa que lleva inscrita
en su propio ser. Que María nos ayude a reconocer en
el rostro del Niño de Belén, concebido en su seno
virginal, al divino Redentor, venido al mundo para
revelarnos el auténtico Rostro de Dios.
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Les recordamos que como un aporte para ayudar a
nuestras meditaciones de los Domingos de Adviento hemos preparado
un libro digital titulado: LA VIRGEN MARIA Y EL ADVIENTO.
Le invitamos a
descargarlo a su computadora desde la siguiente
dirección de nuestro sitio
Virgo Fidelis:
http://virgofidelis.com.ar/biblioteca.htm

“Queridos Hijos: En este tiempo de gracia, os invito a todos a renovar la oración en vuestras familias. Preparaos con alegría para la venida de Jesús. Hijitos, que vuestros corazones sean puros y acogedores, para que el amor y el calor comiencen a fluir a través de vosotros, en cada corazón que está lejos de Su Amor. Hijitos, sed mis manos extendidas, manos de amor para todos aquellos que se han perdido, que ya no tienen fe ni esperanza. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!”
Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz en Medjugorge. 25/11/2009
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