Cum
Maria contemplemur Christi vultum!
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Soy todo tuyo y todas
mis cosas Te pertenecen. Te pongo al centro de mi vida. Dame tu Corazón,
oh María.
Soy
todo tuyo, María
Madre de nuestro Redentor
Virgen Madre de Dios, Virgen piadosa. Madre del Salvador del mundo.
Amen.
"Deseo conceder gracias inimaginables a las
almas que confían en Mi Misericordia. (Diario, 687)
"Que se acerquen a ese Mar de Misericordia con gran confianza. Los
pecadores obtendrán la justificación y los justos serán fortalecidos en el
bien. Al que haya depositado su confianza en Mi Misericordia, en la hora
de la muerte le colmaré el alma con mi paz divina." (Diario,
1520)
"El alma que confía en Mi Misericordia es la más feliz, porque Yo mismo
tengo cuidado de ella." (Diario, 1273)
Palabras de Jesús Misericordioso,
extraídas del
Diario de Santa Faustina).
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Newsletter 432
TIEMPO
PASCUAL
10
de mayo de 2009
Oh Dios Padre
Misericordioso,
que por
mediación de Jesucristo, nuestro Redentor, y de su Madre, la
Bienaventurada Virgen María, y la acción del Espíritu Santo,
concediste a tu Siervo Juan Pablo II, Servus Servorum Dei,
la gracia de ser Pastor ejemplar en el servicio de la Iglesia peregrina,
de los hijos e hijas de la Iglesia y de todos los hombres y mujeres
de buena voluntad, haz que yo sepa también responder con fidelidad
a las exigencias de la vocación cristiana, convirtiendo todos los
momentos y circunstancias de mi vida en ocasión de amarte y de servir
al Reino de Jesucristo. Te ruego que te dignes glorificar a tu Siervo
Juan Pablo II, Servus Servorum Dei, y que me concedas por su
intercesión el favor que te pido... (pídase). A Tí,
Padre Omnipotente, origen del cosmos y del hombre, por Cristo, el que
vive, Señor del tiempo y de la historia, en el Espíritu Santo que
santifica el universo, alabanza, honor y gloria ahora y por los siglos
de los siglos. Amén.
Padrenuestro, Avemaría, Gloria.
25 de marzo al 25 de diciembre
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Icono de la Divina Misericordia
ADORADO SEAS, OH DIOS MISERICORDIOSO!
Adorado seas, oh Dios
Misericordioso,
Por haberte dignado descender de
los cielos a esta tierra.
Te adoramos en gran humildad,
Por haberte dignado elevar todo
el género humano.
Insondable en Tu Misericordia,
inconcebible,
Por Amor a nosotros has tomado
el Cuerpo
De la Virgen Inmaculada, jamás
rozada por el pecado,
Porque así lo has establecido
desde la eternidad.
La Santísima Virgen, esta
azucena blanca como la nieve,
Es la primera en adorar la
omnipotencia de Tu Misericordia.
Su Corazón puro se abre con amor
a la venida del Verbo,
Cree en las palabras del Ángel y
se fortalece en la confianza.
El Cielo se asombró de que Dios
se hubiera hecho hombre,
Que hubiera en la tierra un
corazón digno de Dios Mismo.
¿Por qué no Te unes a un
Serafín, Señor, sino a un
pecador?
Oh, éste es un misterio de Tu
Misericordia.
Oh misterio de la Divina
Misericordia, oh Dios de la
piedad, Que te has dignado abandonar el
Trono celestial, Y has bajado a nuestra miseria,
a la debilidad humana, Porque no son los ángeles sino
los hombres los Que necesitan Tu Misericordia.
Para expresar dignamente la
Misericordia del Señor,
Nos unimos a Tu Madre
Inmaculada,
Porque así nuestro himno Te será
mas agradable
Ya que Ella ha sido elegida
entre los ángeles y los hombres
A través de Ella, como a través
del cristal puro,
Ha llegado a nosotros Tu
Misericordia,
Por su merito el hombre se hizo
agradable a Dios,
Por su mérito todos los
torrentes de gracias fluyen
sobre nosotros.
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Querido/a Suscriptor/a de "El Camino de María"
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"...El
Dios de la Creación se revela como Dios de la Redención,
como Dios que es fiel a Sí mismo, (Cf. 1 Tes 5, 24) fiel
a su Amor al hombre y al mundo, ya revelado el día de la
Creación. El Suyo es Amor que no retrocede ante nada de
lo que en Él mismo exige la justicia. Y por esto al Hijo
«a quien no conoció el pecado le hizo pecado por
nosotros para que en Él fuéramos justicia de Dios». (2
Cor 5, 21; cf. Gál 3, 13.9) Si «trató como pecado» a
Aquel que estaba absolutamente sin pecado alguno, lo
hizo para revelar el Amor que es siempre más grande que
todo lo creado, el Amor que es Él mismo, porque
«Dios es Amor». (1 Jn 4, 8.16). Y sobre todo el
Amor es más grande que el pecado, que la debilidad, que
la «vanidad de la creación», más fuerte que la muerte;
es Amor siempre dispuesto a aliviar y a perdonar,
siempre dispuesto a ir al encuentro con el hijo
pródigo,siempre a la búsqueda de la «manifestación de
los hijos de Dios», (Rom 8, 19) que están llamados a la
gloria. Esta Revelación del Amor es definida también
Misericordia (Cf. Santo Tomás, Summa Theol. III, q.
46, a. l ad 3.),y tal Revelación del Amor
y de la Misericordia tiene en la historia del hombre una
forma y un nombre: se llama Jesucristo..."
(Redemptor
Hominis, 9)
En "Memoria
e identidad" nuestro querido y recordado
Juan Pablo II escribió sobre EL MISTERIO DE LA
REDENCIÓN COMO LÍMITE DIVINO IMPUESTO AL MAL:
"...La Redención
es el límite divino impuesto al mal por la simple
razón de que con la Redención el mal es vencido
radicalmente por el Bien, el odio por el Amor, la
muerte por la Resurrección.
La contienda
entre el Bien y el mal en que vive el hombre se
ilustra a veces con la figura de la balanza. Usando
este símbolo, se puede decir que Dios, ofreciendo el
sacrificio de su propio Hijo en la Cruz, ha puesto
esta expiación de valor infinito en el platillo del
Bien, para que, en definitiva, el Bien pueda
prevalecer siempre.
La palabra
"Redentor" que en latín se dice "Redemptor", cuya
etimología se relaciona con el verbo "redimire"
(readquirir), nos acerca a la comprensión de la
realidad de la Redención. Con ella se relacionan
estrechamente los conceptos de "remisión" y
"justificación". Ambos términos pertenecen al
lenguaje del Evangelio. Cristo perdonaba los pecados
haciendo hincapié en que el Hijo del hombre tiene
poder para hacerlo. Cuando le trajeron a un hombre
paralítico, lo primero que dijo fue: "Hijo, tus
pecados quedan perdonados" (Mc 2, 5); después
añadió "Levántate, toma tu camilla y vete a tu
casa" (Mc 2, 11). Así, aunque de modo indirecto,
puso de relieve que el pecado es un mal mayor que la
parálisis del cuerpo.
Cristo
Crucificado es quien justifica al hombre pecador
cada vez que éste, apoyándose en la fe en la
Redención de Cristo, se arrepiente de sus pecados,
se convierte y regresa a Dios. Para ser justificados
ante Dios no bastan los esfuerzos humanos. Es
necesario que actúe la gracia que proviene del
Sacrificio de Cristo. Porque solamente el Sacrificio
de Cristo en la Cruz tiene el poder de conceder al
hombre la justificación ante Dios.
Por
su Resurrección, Cristo "justificó" la obra de la
Creación, y especialmente la creación del hombre,
en el sentido de que reveló la "medida apropiada"
del bien que Dios concibió en la historia humana.
Una medida que no es sólo la prevista por Él en la
Creación y empañada después por el hombre con el
pecado. Es una medida superabundante, en que el
designio original se realiza de una manera aún más
plena (cf. Gn 3, 14-15). En Cristo, el hombre
está llamado a una vida nueva, la vida del hijo
en el Hijo, expresión perfecta de la Gloria de Dios:
"Gloria Dei vivens homo": la Gloria de
Dios es el hombre viviente." (Memoria e
Identidad. Párrafos extractados de los
capítulos 4, 5 y 6)
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DEVOCIÓN
A LA DIVINA
MISERICORDIA
Desde la
Edición 428 de
El Camino de María hemos venido reflexionando sobre la
DIVINA MISERICORDIA con textos del Magisterio
y de la Catequesis del Siervo de Dios Juan Pablo II y
del Papa Benedicto XVI.
Le
invitamos a leer en nuestro sitio
www.JuanPabloMagno.org
los
principales aspectos referidos a la
Divina
Misericordia, según surge de las
anotaciones del Diario
"LA
DIVINA MISERICORDIA EN MI ALMA" .Durante la década de 1930,
Santa Faustina anotó en su Diario las enseñanzas
recibidas directamente de Jesucristo Resucitado en torno a la
Divina Misericordia;
sus experiencias místicas, así como sus
reflexiones y oraciones.
http://www.juanpablomagno.org/DivinaMisericordia
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ORACIÓN
A SANTA
MARÍA DE GUADALUPE
A Ti que nos amas con especial ternura,
velas por nosotros con maternal intercesión
y nos procuras siempre tu eficaz ayuda
suplicamos tu protección y auxilio
para superar pronto esta epidemia
que ha venido a afectar nuestra nación (y
al mundo entero).
Cúbrenos con tu manto,
líbranos de este mal.
Ruega por todas las autoridades
y por quienes tienen poder de decisión
para que sepan establecer medidas
y prioridades para prevenir y ayudar a toda
la población,
y en particular a quienes son más
vulnerables.
Concédenos prudencia y serenidad
para actuar con mucha responsabilidad
y así evitar ser contagiados o contagiar.
Socorre al personal de salud,
vela por la recuperación de los enfermos
y sé consuelo de quien se encuentran en
duelo.
Madre del Verdadero Dios por quien se vive,
Tú que nos has rescatado de otras plagas,
encomiéndanos a la Misericordia
de Aquel que nos sanó con Sus Llagas
y nos libró de la muerte con Su
Resurrección.
Enséñanos a unir nuestro dolor al Suyo
para hallarle sentido redentor
y salir de esta adversidad fortalecidos
en la fe, la esperanza y el amor. Amén.
+Norberto Card. Rivera Carrera
Arzobispo Primado de México
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