EL CAMINO DE MARÍA

Cum Maria contemplemur Christi vultum!

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Dulzura de los ángeles, Alegría de los afligidos, Abogada de los cristianos, Virgen Madre del Señor, protégenos y sálvanos de los sufrimientos eternos.

 María, purísimo incensario de oro, que ha contenido a la Trinidad excelsa: en Ti se ha complacido el Padre, ha habitado el Hijo, y el Espíritu Santo, cubriéndote con su sombra, Virgen, te ha hecho Madre de Dios.

Tú eres nuestra defensa ante Dios. Extiende tu mano invencible y aplasta a nuestros enemigos. Manda a tus siervos el socorro del Cielo. Amen.

(Oración de la Liturgia Bizantina)

 JESUS, CONFIO EN TI

"Ofrezco a los hombres un Recipiente con el que han de venir a la Fuente de la Misericordia para recoger gracias. Ese Recipiente es esta Imagen con la firma: JESÚS, EN TI CONFÍO" (Diario, 327)

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Edición 404

ADVIENTO

Domingo de la 4ta semana

 21 de diciembre de 2008

Novena de Navidad

16 al 24 de diciembre de 2008

 

TOTUS TUUS

Soy todo tuyo y todas mis cosas Te pertenecen. Te pongo al centro de mi vida. Dame tu Corazón, oh María.

Soy todo tuyo, María
Madre de nuestro Redentor
Virgen Madre de Dios, Virgen piadosa. Madre del Salvador del mundo.

Oh Dios Padre Misericordioso, que por mediación de Jesucristo, nuestro Redentor, y de su Madre, la Bienaventurada Virgen María, y la acción del Espíritu Santo, concediste a tu Siervo Juan Pablo II, Servus Servorum Dei,  la gracia de ser Pastor ejemplar en el servicio de la Iglesia peregrina, de los hijos e hijas de la Iglesia y de todos los hombres y mujeres de buena voluntad, haz que yo sepa también responder con fidelidad a las exigencias de la vocación cristiana, convirtiendo todos los momentos y circunstancias de mi vida en ocasión de amarte y de servir al Reino de Jesucristo. Te ruego que te dignes glorificar a tu Siervo Juan Pablo II, Servus Servorum Dei, y que me concedas por su intercesión el favor que te pido... (pídase).  A Tí, Padre Omnipotente, origen del cosmos y del hombre, por Cristo, el que vive, Señor del tiempo y de la historia, en el Espíritu Santo que santifica el universo, alabanza, honor y gloria ahora y por los siglos de los siglos. Amén.

Padrenuestro, Avemaría, Gloria.

 

25 de marzo al 25 de diciembre

Año Paulino

Junio 2008-2009

 

 

 

 

 

Queridos Suscriptores de "El Camino de María"

El Santo Padre Benedicto XVI dedicó la catequesis del miércoles 17 de diciembre (última audiencia general de 2008) , celebrada en el Aula Pablo VI, a la Navidad, “una fiesta universal”.
 
“También los no creyentes -dijo- perciben en esta festividad cristiana algo extraordinario y trascendental, algo íntimo que toca el corazón. Es la fiesta que canta el don de la vida. El nacimiento de un niño tendría que ser siempre un acontecimiento alegre”.
 
“La Navidad es el encuentro con un recién nacido que llora en una mísera gruta -agregó el Santo Padre-. Contemplándolo en el Nacimiento, ¿cómo no pensar en tantos niños que todavía hoy, en muchas regiones del mundo nacen en medio de la pobreza? ¿Cómo no pensar en los recién nacidos rechazados, los que no consiguen sobrevivir por falta de cuidados? ¿Cómo no pensar también en las familias que querrían la alegría de un hijo y no ven colmada esta esperanza?”.
 
“Desgraciadamente, bajo el empuje de un consumismo hedonista, la Navidad corre el peligro de perder su significado espiritual para convertirse en una mera ocasión comercial de compras e intercambio de regalos. En verdad, sin embargo, las dificultades, la incertidumbre y la crisis económica que en estos meses viven tantas familias y que toca a la entera humanidad, pueden servir de estímulo para redescubrir el calor de la sencillez, de la amistad y de la solidaridad, valores típicos de la Navidad. Despojado de la costra materialista y consumista, la Navidad puede convertirse en una ocasión para acoger, como regalo personal, el mensaje de esperanza que emana del misterio del Nacimiento de Cristo”.
 
“Sin embargo, no basta todo esto para captar en su plenitud el valor de la fiesta para la que nos preparamos. Sabemos que celebra el acontecimiento central de la historia: la Encarnación del Verbo divino para la redención de la humanidad. (...) Se renueva así para nosotros en el recurrente ciclo anual el misterio de nuestra salvación, que, prometido al inicio y concedido al final de los tiempos, está destinado a durar sin fin”.
 
“En Navidad, por lo tanto, no nos limitamos a conmemorar el nacimiento de un gran personaje, no celebramos en abstracto el misterio del nacimiento del ser humano o en general el misterio de la vida. (...) En Navidad recordamos algo muy importante y concreto para los seres humanos y esencial para la fe cristiana, una verdad que San Juan resume en estas palabras: “El Verbo se hizo carne”. Se trata de un hecho histórico que el evangelista Lucas se preocupa por situar en un contexto histórico determinado: en los días en que se emanó el decreto para el primer censo de Cesar Augusto”.
 
“En la oscuridad de la noche de Belén se encendió una luz: el Creador del universo se encarnó uniéndose indisolublemente y para siempre a la naturaleza humana, hasta el punto de ser “Dios de Dios, luz de luz” y al mismo tiempo, verdadero hombre. Lo que Juan llama “el Verbo” (...) significa también el Sentido” y “el Sentido que se hizo carne no es solo una idea general grabada en el mundo; es una Palabra que se dirige a nosotros”.
 
“El Sentido tiene poder: es Dios. Un Dios bueno que no hay que confundir con un ser excelso y lejano al que no podemos llegar, sino un Dios que se hizo prójimo nuestro y está cerca de nosotros” y “Dios se nos muestra como un niño pequeño para vencer nuestra soberbia. (...) Se hizo pequeño para librarnos de la pretensión humana de grandeza que brota de la soberbia; se encarnó libremente para hacernos libres de amarlo”.
 
“La Navidad
-concluyó el Papa- es una oportunidad privilegiada para meditar sobre el sentido y el valor de nuestra existencia. La proximidad de esta Solemnidad nos ayuda a reflexionar, por una parte, sobre el dramatismo de la historia en la que los seres humanos, heridos por el pecado, están perennemente en búsqueda de la felicidad y de un sentido del vivir y el morir; por otra, nos exhorta a meditar sobre la bondad misericordiosa de Dios, que salió al encuentro del ser humano para comunicarle directamente la Verdad que salva y para hacerlo partícipe de su amistad y de su vida”.

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El Siervo de Dios Juan Pablo II,  hizo la siguiente meditación antes del rezo del Ángelus del 18 de diciembre de 1988:

Queridos hermanos y hermanas:

En nuestro camino de preparación a la Navidad hemos llegado al IV Domingo de Adviento. Dentro de una semana celebraremos la fiesta del Nacimiento de Nuestro Señor.

En esta última etapa del Adviento meditamos sobre la fe con la que María se preparó para acoger, creyendo firmemente, a Aquel que debía nacer de Ella; el Santo, el Hijo de Dios.

Que estos sentimientos de fe sean los que guíen también la preparación del belén en todas vuestras casas. Esta sugestiva tradición hace revivir ante nuestros ojos, por medio de figuras artísticas, o de carácter popular, el misterio de Belén. En la construcción del belén somos llevados idealmente a la gruta donde el Verbo de Dios quiso nacer en la humildad y en el escondimiento. También nosotros, como María y José, y los pastores, nos acercamos en espíritu de adoración al Salvador, nacido en la noche santa.

Estoy muy feliz de bendecir las estatuitas del Niño Jesús que los pequeños de Roma, siguiendo una tradición muy bonita traen en sus manos hoy aquí, a esta plaza, para ponerlos después en los pesebres de sus casas.

Queridos niños, sed también vosotros como los pastores de Belén mensajeros y testigos de la belleza y bondad de Jesús. Sedlo en vuestra familia, con vuestros amigos y en el colegio.

Rezad para que la próxima Navidad traiga alegría y paz a vuestras casas y las de todos los niños del mundo.

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Estamos inmersos en la Novena de Navidad que  nos impulsa a vivir de modo intenso y profundo la preparación para la gran fiesta, ya cercana, del nacimiento del Salvador. La liturgia traza un sabio itinerario para el encuentro con el Señor que viene, proponiendo cada día puntos para la reflexión y la oración.

Les recordamos que como un aporte para ayudar a nuestras meditaciones de estos días de la Novena de Navidad  y del tiempo de Navidad  hemos preparado un libro digital titulado: EL ESPIRITU SANTO Y LA NAVIDAD: . «En la Navidad del Señor el Espíritu Santo obra el inicio de una nueva creación que tendrá su cumplimiento en la Pascua, con la victoria de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte. De esta forma, la Navidad marca el principio de la Iglesia, pueblo de la Nueva Alianza, que vemos representado en el pesebre por María, José y los pastores» (Juan Pablo II. Ángelus, 21 de diciembre de 1997).

I - EL ESPÍRITU SANTO Y LA NAVIDAD

EL ESPÍRITU SANTO FUENTE DE LA SANTIDAD DE CRISTO

- EL ESPÍRITU SANTO EN EL ORIGEN DE CRISTO
- LA ENCARNACIÓN OBRA DEL ESPÍRITU SANTO
- EL ESPÍRITU SANTO Y MARÍA
- EL ESPÍRITU SANTO FUENTE DE LA SANTIDAD DE JESÚS
 

II - NOVENA DE NAVIDAD

 "EL SEÑOR ESTÁ CERCA DE QUIEN LE BUSCA" (Salmo 34)

1- LA NOVENA DE NAVIDAD
2- EL SEÑOR ESTÁ CERCA DE QUIEN LE BUSCA
3-DIOS, EL SEÑOR, LLEGA CON PODER 
4-DIOS CAMINA CON NOSOTROS
5-SOLO DIOS ES LA RESPUESTA
6 -PREPAREMOS NUESTRO CORAZÓN PARA ACOGER A CRISTO
7 -PREPARÉMONOS CON ALEGRÍA AL MISTERIO DEL NACIMIENTO 
8 -NAVIDAD, FIESTA DEL AMOR DIVINO
9- CRISTO CON SU NACIMIENTO NOS INTRODUCE EN LA DIMENSIÓN DE SU PROPIA DIVINIDAD

 III - NAVIDAD FIESTA DEL AMOR DIVINO

EL NACIMIENTO DE CRISTO ES EL ACONTECIMIENTO CENTRAL DE LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD

- HUMILDAD, SILENCIO, ESTUPOR Y ALEGRÍA ANTE LA NAVIDAD
- HA NACIDO EL MESÍAS ANUNCIADO POR LOS PROFETAS
- MEDITAR LOS ACONTECIMIENTOS Y MISTERIOSOS DE LA ENCARNACIÓN 
- EL NACIMIENTO DE CRISTO ES EL ACONTECIMIENTO CENTRAL DE LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD 

Le invitamos a descargar a su computadora el libro digital desde la siguiente dirección de nuestro sitio Virgo Fidelis

http://virgofidelis.com.ar/biblioteca2.htm

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"Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo" (Lc 1, 28). El anuncio del Ángel a María es una invitación a la alegría. Pidamos a la Virgen de la espera, el don de la alegría cristiana y su ayuda para que todos los hombres y mujeres tengamos el vivo deseo de encontrarnos con el Señor ya cercano.  Que María Santísima, Virgen del Adviento y Estrella del Tercer Milenio,  nos enseñe a ser dóciles, como Ella, a la palabra divina.

Marisa y Eduardo

MEDITACIÓN DEL SIERVO DE DIOS JUAN PABLO II

         

MARÍA ES PORTADORA DE LA BENDICIÓN DE DIOS, QUE SE REALIZÓ EN CRISTO 

Ángelus . Domingo 18 de diciembre de 1983

MARÍA ES PORTADORA DE LA BENDICIÓN DE DIOS

 
 
Queridos hermanas y hermanos

1. En este IV Domingo de Adviento, que nos prepara inmediatamente a la Santa Navidad, ¿qué inspiración mejor podemos encontrar para nuestros sentimientos, que la de hacer nuestro lo que experimentaba el Corazón mismo de la Virgen María, mientras esperaba el nacimiento del Señor? .

En la espera de esta Virgen "Bendita entre las mujeres" (Lc 1, 42), se resume toda la esperanza del Pueblo de Dios, puesta en las promesas que el mismo Dios había hecho a sus Patriarcas, y, a través del pueblo de Israel, se recoge la esperanza de toda la humanidad.

Tratemos nosotros también de hacer nuestra esta conciencia de fe de María, tan profundamente insertada en la historia de su pueblo y de toda la humanidad, de tal modo que podamos captar el sentido esencial de su camino durante los siglos y milenios, como camino fundado en la esperanza de una salvación que viene de Dios.

2. María es Bienaventurada porque creyó en el cumplimiento de las palabras del Señor (cf. Lc 1, 45), sabiendo que Dios no defrauda en sus promesas. Es Bienaventurada y, al mismo tiempo, "bendita" de Dios. Los dos términos no se pueden disociar, y el primero es efecto del segundo. La palabra de bendición, proferida por Dios, es siempre manantial de vida y, por lo tanto, de bienaventuranza. Para la Escritura, la bienaventuranza está en engendrar y comunicar la vida, física o espiritual Por esto, el que es "bendito" por Dios, es "bienaventurado".

La espera de María es la espera de engendrar la vida, pero una vida por la que Ella misma es, a la vez, salvada y hecha bienaventurada, porque esa Vida es el mismo Hijo de Dios.

María, antes y más que todo otro creyente, es portadora de la bendición de Dios, que se realizó en Cristo; y antes y más que todo otro creyente es bendita en Cristo Jesús. A Ella se acomodan de manera privilegiada y única las palabras de la Carta a los Efesios, donde se dice que Dios "nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales" (1, 3)

Uniéndonos a la espera de María, también nosotros participaremos de esta bendición divina que, viniendo del Padre, se nos concede por Jesús que nos ha sido dado por María.

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