Cum
Maria contemplemur Christi vultum! Madre,
Oh Maria, Madre mía, Te ruego humildemente, cubre mi alma con Tu manto
virginal en este momento tan importante de mi vida, para que así me
haga mas agradable a Tu Hijo y pueda glorificar dignamente la
Misericordia de Tu Hijo delante del mundo entero y durante toda la
eternidad. (Diario, 220) "Ofrezco
a los hombres un Recipiente con el que han de venir a la Fuente de la
Misericordia para recoger gracias. Ese Recipiente es esta Imagen con la
firma: JESÚS, EN TI CONFÍO" (Diario, 327). Edición
especial PATRONA DE LA ARGENTINA 8 DE MAYO
Juan Pablo II - Basílica de Luján - 11 de junio de 1982 13 DE MAYO
Soy
todo tuyo y todas mis cosas Te pertenecen. Te pongo al centro de mi vida.
Dame tu Corazón, oh María.
Soy
todo tuyo, María Oh Dios Padre
Misericordioso,
que por
mediación de Jesucristo, nuestro Redentor, y de su Madre, la
Bienaventurada Virgen María, y la acción del Espíritu Santo,
concediste a tu Siervo Juan Pablo II, Servus Servorum Dei,
la gracia de ser Pastor ejemplar en el servicio de la Iglesia peregrina,
de los hijos e hijas de la Iglesia y de todos los hombres y mujeres
de buena voluntad, haz que yo sepa también responder con fidelidad
a las exigencias de la vocación cristiana, convirtiendo todos los
momentos y circunstancias de mi vida en ocasión de amarte y de servir
al Reino de Jesucristo. Te ruego que te dignes glorificar a tu Siervo
Juan Pablo II, Servus Servorum Dei, y que me concedas por su
intercesión el favor que te pido... (pídase). A Tí,
Padre Omnipotente, origen del cosmos y del hombre, por Cristo, el que
vive, Señor del tiempo y de la historia, en el Espíritu Santo que
santifica el universo, alabanza, honor y gloria ahora y por los siglos
de los siglos. Amén.
ACTO DE CONSAGRACIÓN A
MARÍA SANTÍSIMA
Esta Consagración fue
realizada por el Papa Juan
Pablo II, en la Misa de
Clausura del Jubileo de
los Obispos, a los pies de
la imagen de la
Virgen de Fátima
(8 de octubre de 2000).
“Mujer, ahí tienes
a tu hijo”
(Jn 19, 26).
Mientras se acerca el
final de este Año
Jubilar,
“Mujer, ahí tienes a tu
hijo”.
Al encomendarte al
apóstol Juan,
2.Son muchos los que,
en este año de gracia,
3.Hoy queremos
confiarte el futuro que
nos espera,
4.Por esto, Madre, como
el apóstol Juan,
¡“Mujer, aquí tienes a
tus hijos”!
Estamos aquí, ante Ti,
5.Oh Madre, que conoces
los sufrimientos
Querido/a Suscriptor/a de "El Camino de María"
¯¯¯
"...Desde Fátima se difunde
por todo el mundo un mensaje
de conversión y esperanza, un
mensaje que, de acuerdo con la
revelación cristiana, está
profundamente insertado en la
historia. Partiendo
precisamente de las
experiencias vividas, invita a
los creyentes a orar con
asiduidad por la paz en el
mundo y a hacer penitencia
para abrir los corazones a la
conversión. Este es el
Evangelio genuino de Cristo
que vuelve a proponer a
nuestra generación,
particularmente probada por
los acontecimientos pasados.
La llamada que Dios nos ha
comunicado mediante la Virgen
Santísima sigue siendo
plenamente actual..."
(Juan Pablo II. 17 de mayo de
2000).
¯¯¯
© 2003-2008 MariaMediadora™ -
All Rights Reserved Cualquier consulta sírvase
dirigirla a : marisayeduardo@santorosario.info
Madre de nuestro Redentor
Virgen Madre de Dios, Virgen piadosa. Madre del Salvador del mundo.
Amen.
Padrenuestro, Avemaría, Gloria.
en el que Tú, Madre, nos
has ofrecido de nuevo a
Jesús,
el fruto bendito de Tu
purísimo vientre,
el Verbo hecho carne, el
Redentor del mundo,
resuena con especial
dulzura para nosotros
esta palabra suya
que nos conduce hacia
Ti, al hacerte Madre
nuestra:
y con él a los hijos de
la Iglesia,
más aún a todos los
hombres,
Cristo no atenuaba, sino
que confirmaba,
Su papel exclusivo como
Salvador del mundo.
Tú eres esplendor que no
ensombrece la Luz de
Cristo,
porque vives en Él y
para Él.
Todo en Ti es “fiat”:
Tú eres la Inmaculada,
eres transparencia y
plenitud de gracia.
Aquí estamos, pues, tus
hijos, reunidos en torno
a Ti
en el alba del nuevo
Milenio.
Hoy la Iglesia, con la
voz del Sucesor de
Pedro,
a la que se unen tantos
Pastores
provenientes de todas
las partes del mundo,
busca amparo bajo Tu
materna protección
e implora confiada Tu
intercesión
ante los desafíos
ocultos del futuro.
han vivido y están
viviendo
la alegría
desbordante de la
Misericordia
que el Padre nos ha dado
en Cristo.
En las Iglesias
particulares esparcidas
por el mundo
y, aún más, en este
centro del cristianismo,
muchas personas han
acogido este don.
Aquí ha vibrado el
entusiasmo de los
jóvenes,
aquí se ha elevado la
súplica de los enfermos.
Por aquí han pasado
sacerdotes y religiosos,
artistas y periodistas,
hombres del trabajo y de
la ciencia,
niños y adultos,
y todos ellos han
reconocido en Tu amado
Hijo
al Verbo de Dios,
encarnado en Tu seno.
Haz, Madre, con Tu
intercesión,
que los frutos de este
Año no se disipen,
y que las semillas de
gracia se desarrollen
hasta alcanzar
plenamente la santidad,
a la que todos estamos
llamados.
rogándote que nos
acompañes en nuestro
camino.
Somos hombres y mujeres
de una época
extraordinaria,
tan apasionante como
rica de contradicciones.
La humanidad posee hoy
instrumentos de potencia
inaudita.
Puede hacer de este
mundo un jardín
o reducirlo a un cúmulo
de escombros.
Ha logrado una
extraordinaria capacidad
de intervenir
en las fuentes mismas de
la vida:
Puede usarlas para el
bien, dentro del marco
de la ley moral,
o ceder al orgullo miope
de una ciencia que no
acepta límites,
llegando a pisotear el
respeto debido a cada
ser humano.
Hoy, como nunca en el
pasado,
la humanidad está en una
encrucijada.
Y, una vez más, la
salvación está sólo y
enteramente,
Oh Virgen Santa, en Tu
Hijo Jesús.
nosotros queremos
acogerte en nuestra casa
(cf. Jn 19, 27),
para aprender de Ti a
ser como Tu Hijo.
para confiar a tus
cuidados maternos
a nosotros mismos, a la
Iglesia y al mundo
entero.
Ruega por nosotros a Tu
querido Hijo,
para que nos dé con
abundancia el Espíritu
Santo,
el Espíritu de verdad
que es fuente de vida.
Acógelo por nosotros y
con nosotros,
como en la primera
comunidad de Jerusalén,
reunida en torno a Ti el
día de Pentecostés (cf.
Hch 1, 14).
Que el Espíritu abra los
corazones a la justicia
y al amor,
guíe a las personas del
mundo hacia una
comprensión recíproca
y hacia un firme deseo
de paz.
Te encomendamos a todos
los hombres,
comenzando por los más
débiles:
a los niños que aún no
han visto la luz
y a los que han nacido
en medio de la pobreza y
el sufrimiento;
a los jóvenes en busca
de sentido,
a las personas que no
tienen trabajo
y a las que padecen
hambre o enfermedad.
Te encomendamos a las
familias rotas,
a los ancianos que
carecen de asistencia
y a cuantos están solos
y sin esperanza.
y las esperanzas de la
Iglesia y del mundo,
ayuda a tus hijos en las
pruebas cotidianas
que la vida reserva a
cada uno
y haz que, por el
esfuerzo de todos,
las tinieblas no
prevalezcan sobre la
luz.
A Ti, Aurora de la
salvación, confiamos
nuestro camino en el
nuevo Milenio,
para que bajo Tu guía
todos los hombres
descubran a Cristo,
Luz del mundo y único
Salvador,
que reina con el Padre y
el Espíritu Santo
por los siglos de los
siglos. Amén.
En esa ocasión el Papa hizo
la siguiente oración: