TIEMPO
PASCUAL Cuarta Semana 7 al 13 de mayo de
2006
Regina coeli, laetare!
Reina
del Cielo, Aleluya, Oracion. Oh
Dios que por la Resurrección de Tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, Te
has dignado dar la alegría al mundo, Concédenos que por su Madre, la
Virgen María, alcancemos el gozo de la vida eterna. Por el mismo
Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
¯¯¯
OFICIO DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN
¯¯¯
"QUIEN
ME VE A MI, VE AL PADRE"
Soy
todo tuyo y todas mis cosas Te pertenecen. Te pongo al centro de mi vida.
Dame tu Corazón, oh María.
Soy
todo tuyo, María PATRONA DE LA ARGENTINA 8 DE MAYO La
devoción del pueblo argentino a la Virgen de Luján nació en 1630. Ese
año a orillas del río Luján ocurrió un prodigioso suceso que obligó a
dejar una pequeña imagen de la Santísima Virgen en ese lugar. Allí se
levantó una capilla que con el tiempo se convirtió en el monumental y
magnífico templo actual, uno de los santuarios más grandes de Sudamérica
y se cuenta entre los principales del mundo. Es visitado todo el año por
centenares de miles de peregrinos. Numerosos próceres pidieron la
protección de la "Virgencita Gaucha" y otros depositaron a sus pies los
trofeos conquistados en las batallas de la independencia nacional. El
Papa León XIII decretó la Coronación Pontificia de la Imagen, la que se
llevó a cabo el 8 de mayo de 1887. 13 DE MAYO Este día
se celebra la primera de las apariciones de la Virgen María a tres
niños, Lucía de 9 años, Francisco de 8, y Jacinta de 6, en Fátima,
Portugal. Una sucesión de hechos portentosos convirtieron al lugar en
uno de los puntos que atraen mayor número de peregrinaciones del mundo
entero. Oh Dios Padre
Misericordioso,
que por
mediación de Jesucristo, nuestro Redentor, y de su Madre, la
Bienaventurada Virgen María, y la acción del Espíritu Santo,
concediste a tu Siervo Juan Pablo II, Servus Servorum Dei,
la gracia de ser Pastor ejemplar en el servicio de la Iglesia peregrina,
de los hijos e hijas de la Iglesia y de todos los hombres y mujeres
de buena voluntad, haz que yo sepa también responder con fidelidad
a las exigencias de la vocación cristiana, convirtiendo todos los
momentos y circunstancias de mi vida en ocasión de amarte y de servir
al Reino de Jesucristo. Te ruego que te dignes glorificar a tu Siervo
Juan Pablo II, Servus Servorum Dei, y que me concedas por su
intercesión el favor que te pido... (pídase). A Tí,
Padre Omnipotente, origen del cosmos y del hombre, por Cristo, el que
vive, Señor del tiempo y de la historia, en el Espíritu Santo que
santifica el universo, alabanza, honor y gloria ahora y por los siglos
de los siglos. Amén.
ESCUELA DE ORACIÓN DE JUAN PABLO II
VELADAS DE ORACIÓN CON JUAN PABLO II
LA MISERICORDIA DE DIOS EN LA MISIÓN DE LA
IGLESIA
Querido/a Suscriptor/a de "El Camino de María"
%EmailAddress% En
"Memoria e identidad" nuestro querido y
recordado Juan Pablo II escribió sobre EL
MISTERIO DE LA REDENCIÓN COMO
LÍMITE DIVINO IMPUESTO AL MAL:
"...La Redención es el límite divino
impuesto al mal por la simple razón de
que con la Redención el mal es vencido
radicalmente por el Bien, el odio por el
Amor, la muerte por la Resurrección.
La contienda entre
el bien y el mal en que vive el hombre
se ilustra a veces con la figura de la
balanza. Usando este símbolo, se puede
decir que Dios, ofreciendo el sacrificio
de su propio Hijo en la Cruz, ha puesto
esta expiación de valor infinito en el
platillo del Bien, para que, en
definitiva, el Bien pueda prevalecer
siempre.
La palabra
"Redentor" que en latín se dice "Redemptor",
cuya etimología se relaciona con el
verbo "redimire" (readquirir), nos
acerca a la comprensión de la realidad
de la Redención. Con ella se relacionan
estrechamente los conceptos de
"remisión" y "justificación". Ambos
términos pertenecen al lenguaje del
Evangelio. Cristo perdonaba los pecados
haciendo hincapié en que el Hijo del
hombre tiene poder para hacerlo. Cuando
le trajeron a un hombre paralítico, lo
primero que dijo fue: "Hijo, tus
pecados quedan perdonados" (Mc 2,
5); después añadió "Levántate, toma
tu camilla y vete a tu casa" (Mc 2,
11). Así, aunque de modo indirecto, puso
de relieve que el pecado es un mal mayor
que la parálisis del cuerpo.
Cristo Crucificado
es quien justifica al hombre pecador
cada vez que éste, apoyándose en la fe
en la Redención de Cristo, se arrepiente
de sus pecados, se convierte y regresa a
Dios. Para ser justificados ante Dios no
bastan los esfuerzos humanos. Es
necesario que actúe la gracia que
proviene del Sacrificio de Cristo.
Porque solamente el Sacrificio de Cristo
en la Cruz tiene el poder de conceder al
hombre la justificación ante Dios.
Por su Resurrección, Cristo
"justificó" la obra de la Creación, y
especialmente la creación del hombre,
en el sentido de que reveló la "medida
apropiada" del bien que Dios concibió en
la historia humana. Una medida que no es
sólo la prevista por Él en la Creación y
empañada después por el hombre con el
pecado. Es una medida superabundante, en
que el designio original se realiza de
una manera aún más plena (cf. Gn 3,
14-15). En Cristo, el hombre está
llamado a una vida nueva, la vida
del hijo en el Hijo, expresión perfecta
de la Gloria de Dios: "Gloria
Dei vivens homo": la Gloria
de Dios es el hombre viviente."
(Memoria
e Identidad. Párrafos
extractados de los capítulos 4, 5 y 6) Les
invitamos a inscribirse gratuitamente en el e-Curso
con textos del Siervo de Dios el Papa Juan Pablo II
que lleva por título ORACIÓN CON LA MADRE DEL
REDENTOR, que hemos terminado de redactar y diseñar
el 7 de noviembre de 2005, festividad de MARIA
MEDIADORA DE TODAS LAS GRACIAS. Durante 31
días le enviaremos los textos de la Encíclica Redemptoris
Mater, para meditar en compañia de
María Santísima. Para
inscribirse en este e-Curso deben llenar
el formulario con su nombre y su correo
electrónico en la siguiente dirección: http://www.JuanPabloMagno.org/formulario3.htm También
les invitamos a descargar gratuitamente a
su computadora el libro digital que lleva
por título: EL ESPÍRITU SANTO Y
MARIA, que también contiene
meditaciones para cada día del Mes de María,
desde la siguiente dirección de nuestro
sitio Virgo
Fidelis http://virgofidelis.com.ar/paFileDB/pafiledb.php?action=file&id=3
El
contenido de dicho libro digital también lo
pueden leer y/o imprimir desde la siguiente
dirección de nuestro sitio El
Camino de María
http://www.elcaminodemaria.com.ar/Newsletters/pafiledb.php?action=file&id=9
CONSAGRACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA
1.
“Mujer, ahí
tienes a tu
hijo”
(Jn
19, 26).
2. Son
muchos los
que, en este
año de
gracia,
3. Hoy
queremos
confiarte el
futuro que
nos espera,
4. Por esto,
Madre, como
el apóstol
Juan,
5. Oh Madre,
que conoces
los
sufrimientos
Esta
Consagración
fue
realizada
por el Papa
Juan Pablo
II, en la
Misa de
Clausura del
Jubileo de
los
Obispos, a
los pies de
la imagen de
la
Virgen de
Fátima
(8 de
octubre de
2000).
© 2003-2006 MariaMediadora™ -
All Rights Reserved Cualquier consulta sírvase
dirigirla a : marisayeduardo@santorosario.info
Porque el Señor, a quien has merecido llevar en Tu Seno, Aleluya,
Ha resucitado, según predijo, Aleluya.
Ruega al Señor por nosotros, Aleluya.
Gózate y Alégrate, Virgen María; Aleluya.
Porque ha resucitado Dios verdaderamente; Aleluya.
Madre de nuestro Redentor
Virgen Madre de Dios, Virgen piadosa. Madre del Salvador del mundo.
Amen.
Padrenuestro, Avemaría, Gloria.
Mientras se
acerca el
final de
este Año
Jubilar,
en el que
Tú, Madre,
nos has
ofrecido de
nuevo a
Jesús,
el fruto
bendito de
tu purísimo
vientre,
el Verbo
hecho carne,
el Redentor
del mundo,
resuena con
especial
dulzura para
nosotros
esta palabra
suya
que nos
conduce
hacia ti, al
hacerte
Madre
nuestra:
“Mujer, ahí
tienes a tu
hijo”.
Al
encomendarte
al apóstol
Juan,
y con él a
los hijos de
la Iglesia,
más aún a
todos los
hombres,
Cristo no
atenuaba,
sino que
confirmaba,
su papel
exclusivo
como
Salvador del
mundo.
Tú eres
esplendor
que no
ensombrece
la luz de
Cristo,
porque vives
en Él y para
Él.
Todo en Ti
es “fiat”:
Tú eres la
Inmaculada,
eres
transparencia
y plenitud
de gracia.
Aquí
estamos,
pues, tus
hijos,
reunidos en
torno a Ti
en el alba
del nuevo
Milenio.
Hoy la
Iglesia, con
la voz del
Sucesor de
Pedro,
a la que se
unen tantos
Pastores
provenientes
de todas las
partes del
mundo,
busca amparo
bajo Tu
materna
protección
e implora
confiada Tu
intercesión
ante los
desafíos
ocultos del
futuro.
han vivido y
están
viviendo
la
alegría
desbordante
de la
Misericordia
que el Padre
nos ha dado
en Cristo.
En las
Iglesias
particulares
esparcidas
por el mundo
y, aún más,
en este
centro del
cristianismo,
muchas
personas han
acogido este
don.
Aquí ha
vibrado el
entusiasmo
de los
jóvenes,
aquí se ha
elevado la
súplica de
los
enfermos.
Por aquí han
pasado
sacerdotes y
religiosos,
artistas y
periodistas,
hombres del
trabajo y de
la ciencia,
niños y
adultos,
y todos
ellos han
reconocido
en Tu amado
Hijo
al Verbo de
Dios,
encarnado en
Tu seno.
Haz, Madre,
con Tu
intercesión,
que los
frutos de
este Año no
se disipen,
y que las
semillas de
gracia se
desarrollen
hasta
alcanzar
plenamente
la santidad,
a la que
todos
estamos
llamados.
rogándote
que nos
acompañes en
nuestro
camino.
Somos
hombres y
mujeres de
una época
extraordinaria,
tan
apasionante
como rica de
contradicciones.
La humanidad
posee hoy
instrumentos
de potencia
inaudita.
Puede hacer
de este
mundo un
jardín
o reducirlo
a un cúmulo
de
escombros.
Ha logrado
una
extraordinaria
capacidad de
intervenir
en las
fuentes
mismas de la
vida:
Puede
usarlas para
el bien,
dentro del
marco de la
ley moral,
o ceder al
orgullo
miope de una
ciencia que
no acepta
límites,
llegando a
pisotear el
respeto
debido a
cada ser
humano.
Hoy, como
nunca en el
pasado,
la humanidad
está en una
encrucijada.
Y, una vez
más, la
salvación
está sólo y
enteramente,
Oh Virgen
Santa, en Tu
Hijo Jesús.
nosotros
queremos
acogerte en
nuestra casa
(cf. Jn
19, 27),
para
aprender de
Ti a ser
como Tu
Hijo.
¡“Mujer,
aquí tienes
a tus
hijos”!.
Estamos
aquí, ante
Ti,
para confiar
a tus
cuidados
maternos
a nosotros
mismos, a la
Iglesia y al
mundo
entero.
Ruega por
nosotros a
Tu
querido
Hijo,
para que nos
dé con
abundancia
el Espíritu
Santo,
el Espíritu
de verdad
que es
fuente de
vida.
Acógelo por
nosotros y
con
nosotros,
como en la
primera
comunidad de
Jerusalén,
reunida en
torno a Ti
el día de
Pentecostés
(cf. Hch
1, 14).
Qué el
Espíritu
abra los
corazones a
la justicia
y al amor,
guíe a las
personas del
mundo hacia
una
comprensión
recíproca
y hacia un
firme deseo
de paz.
Te
encomendamos
a todos los
hombres,
comenzando
por los más
débiles:
a los niños
que aún no
han visto la
luz
y a los que
han nacido
en medio de
la pobreza y
el
sufrimiento;
a los
jóvenes en
busca de
sentido,
a las
personas que
no tienen
trabajo
y a las que
padecen
hambre o
enfermedad.
Te
encomendamos
a las
familias
rotas,
a los
ancianos que
carecen de
asistencia
y a cuantos
están solos
y sin
esperanza.
y las
esperanzas
de la
Iglesia y
del mundo,
ayuda a tus
hijos en las
pruebas
cotidianas
que la vida
reserva a
cada uno
y haz que,
por el
esfuerzo de
todos,
las
tinieblas no
prevalezcan
sobre la
luz.
A Ti, aurora
de la
salvación,
confiamos
nuestro
camino en el
nuevo
Milenio,
para que
bajo Tu guía
todos los
hombres
descubran a
Cristo,
Luz del
mundo y
único
Salvador,
que reina
con el Padre
y el
Espíritu
Santo
por los
siglos de
los siglos.
Amén.