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EL CAMINO DE MARIA. Edicion especial. AÑO DE LA FE . Editada por SantoRosario.info, MariaMediadora.com, Virgo.Fidelis.com.ar

EL CAMINO DE MARÍA

Cum Maria contemplemur Christi vultum!

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“¡Queridos hijos! También hoy los invito a la oración. Que vuestra oración se haga tan fuerte como piedra viva, hasta que con sus vidas se conviertan en testigos. Testimonien la belleza de su fe. Yo estoy con ustedes e intercedo ante mi Hijo por cada uno de ustedes. Gracias por haber respondido a mi llamado.”

Nuestra Señora de Medjugorje. 25-Ene-2013

JESUS, CONFIO EN TI

"Ofrezco a los hombres un Recipiente con el que han de venir a la Fuente de la Misericordia para recoger gracias. Ese Recipiente es esta Imagen con la firma: JESÚS, EN TI CONFÍO" (Diario, 327)

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Edición especial

PRIMER DOMINGO DE CUARESMA

Domingo 17 de febrero de 2013

Oh Dios Padre Misericordioso, que por mediación de Jesucristo, nuestro Redentor, y de su Madre, la Bienaventurada Virgen María, y la acción del Espíritu Santo, concediste al Beato Juan Pablo II la gracia de ser Pastor ejemplar en el servicio de la Iglesia peregrina, de los hijos e hijas de la Iglesia y de todos los hombres y mujeres de buena voluntad, haz que yo sepa también responder con fidelidad a las exigencias de la vocación cristiana, convirtiendo todos los momentos y circunstancias de mi vida en ocasión de amarte y de servir al Reino de Jesucristo. Te ruego que te dignes glorificar al Beato Juan Pablo II y que me concedas por su intercesión el favor que te pido... (pídase). 

A Tí, Padre Omnipotente, origen del cosmos y del hombre, por Cristo, el que vive, Señor del tiempo y de la historia, en el Espíritu Santo que santifica el universo, alabanza, honor y gloria ahora y por los siglos de los siglos. Amén.

Padrenuestro, Avemaría, Gloria.

Querido/a Suscriptor/a de "El Camino de María"

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El Santo Padre Benedicto XVI en su meditación dominical antes del rezo del Ángelus nos ha exhortado a "no tener miedo de afrontar el combate contra el espíritu del mal: lo importante es que lo hagamos con Él, con Cristo, el Vencedor."

“La Iglesia, que es madre y maestra -ha dicho- llama a todos sus miembros a renovarse en el espíritu, a reorientarse decididamente hacia Dios, renegando el orgullo y el egoísmo para vivir en el amor. En este Año de la Fe, la Cuaresma es un tiempo favorable para redescubrir la fe en Dios como criterio base de nuestra vida y de la vida de la Iglesia. Esto implica siempre una lucha, un combate espiritual, porque el espíritu del mal, naturalmente, se opone a nuestra santificación, y trata de desviarnos del Camino de Dios. Jesús, después de haber recibido la “investidura” como Mesías, ungido por el Espíritu Santo, en el Bautismo en el Jordán, fue conducido por el mismo Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Al comenzar su ministerio público, Jesús tuvo que desenmascarar y rechazar las falsas imágenes de Mesías que el tentador le proponía. Pero estas tentaciones son también falsas imágenes de hombre, que en todo tiempo acechan a la conciencia, disfrazándose de propuestas convincentes y eficaces, e incluso buenas”.

El núcleo central de estas tentaciones, ha explicado Benedicto XVI “consiste siempre en instrumentalizar a Dios para los propios fines, dando más importancia al éxito o a los bienes materiales. El tentador es astuto: no instiga directamente al mal, sino hacia un falso bien, haciendo creer que lo que cuenta es el poder y la satisfacción de las necesidades primarias. De este modo, Dios pasa a ser secundario y se reduce a un medio; en definitiva se hace irreal, no importa, se desvanece. En último análisis, en las tentaciones está en juego la fe, porque está en juego Dios. En los momentos decisivos de la vida y en todo momento, nos encontramos frente a una encrucijada: ¿Queremos seguir al yo o a Dios? ¿Al interés individual o al verdadero Bien, a aquello que es “realmente” bueno?.”

“Como nos enseñan los Padres de la Iglesia, las tentaciones forman parte del “descenso” de Jesús a nuestra condición humana, al abismo del pecado y de sus consecuencias. Un “descenso” que Jesús recorrió hasta el final, hasta la muerte de cruz y el infierno de la extrema lejanía de Dios”, pero como afirma San Agustín, “Jesús ha tomado nuestras tentaciones para darnos su victoria. ¡No tengamos miedo de afrontar, también nosotros, el combate contra el espíritu del mal!: lo importante es que lo hagamos con Él, con Cristo, el Vencedor”, concluyó el Papa.

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“Queridos hijos, el Amor me está trayendo a ustedes –el Amor que también deseo enseñarles– Amor verdadero; el Amor que mi Hijo les mostró cuando Él murió en la Cruz por amor a ustedes; el Amor que siempre está dispuesto a perdonar y a pedir que lo perdonen. ¿Qué tan grande es su amor? Mi corazón maternal está afligido al buscar amor en sus corazones. Ustedes no están preparados a doblegar su voluntad a la Voluntad de Dios con amor. Conságrenme sus corazones y los guiaré. Les enseñaré a perdonar, a amar a sus enemigos y a vivir de acuerdo a mi Hijo. No tengan miedo por ustedes mismos. En las aflicciones no olvida mi Hijo a aquellos quienes aman. Estaré junto a ustedes. Imploraré al Padre Celestial para que la luz del verdadero y eterno Amor los ilumine. Oren por sus pastores para que a través de su ayuno y oración los puedan guiar en amor. Gracias.” Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz en Medjugorge. 2/2/2013

MEDITACIÓN DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI

COMBATIR EL ESPÍRITU DEL MAL CON CRISTO

Queridos hermanos y hermanas:

El miércoles pasado, con el tradicional Rito de las Cenizas, hemos entrado en la Cuaresma, tiempo de conversión y de penitencia en preparación a la Pascua. La Iglesia, que es madre y maestra, llama a todos sus miembros a renovarse en el espíritu, a re-orientarse decididamente hacia Dios, renegando el orgullo y el egoísmo para vivir en el amor. En este Año de la fe, la Cuaresma es un tiempo favorable para redescubrir la fe en Dios como criterio-base de nuestra vida y de la vida de la Iglesia. Esto implica siempre una lucha, un combate espiritual, porque el espíritu del mal, naturalmente, se opone a nuestra santificación, y trata de hacernos desviar del Camino de Dios. Por esta razón, en el primer Domingo de Cuaresma se proclama cada año el Evangelio de las tentaciones de Jesús en el desierto.

En efecto, Jesús, después de haber recibido “investidura” como Mesías –“Ungido” de Espíritu Santo– en el Bautismo en el Jordán, fue conducido por el mismo Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. En el momento en que inicia su ministerio público, Jesús debió desenmascarar y rechazar las falsas imágenes de Mesías que el tentador le proponía. Pero estas tentaciones también son falsas imágenes de hombre, que en todo tiempo insidian la conciencia, disfrazándose como propuestas convincentes y eficaces, e incluso buenas.

Los evangelistas Mateo y Lucas presentan tres tentaciones de Jesús, que se diversifican parcialmente sólo por el orden. Su núcleo central consiste siempre en instrumentalizar a Dios para los propios fines, dando más importancia al éxito o a los bienes materiales. El tentador es falso: no induce directamente hacia el mal, sino hacia un falso bien, haciendo creer que las realidades verdaderas son el poder y lo que satisface las necesidades primarias. De este modo, Dios se vuelve secundario, se reduce a un medio, en definitiva se hace irreal, no cuenta más, desvanece. En último análisis, en las tentaciones está en juego la fe, porque Dios está en juego. En los momentos decisivos de la vida, pero si vemos bien, en todo momento, nos encontramos frente a una encrucijada: ¿Queremos seguir al yo o a Dios? ¿Al interés individual o al verdadero Bien, lo que realmente es bien?

Como nos enseñan los Padres de la Iglesia, las tentaciones forman parte del “descenso” de Jesús a nuestra condición humana, al abismo del pecado y de sus consecuencias. Un “descenso” que Jesús recorrió hasta el final, hasta la muerte de cruz y hasta el infierno de la extrema lejanía de Dios. De este modo, Él es la mano que Dios ha tendido al hombre, a la oveja perdida, para salvarla. Como enseña San Agustín, Jesús ha tomado de nosotros las tentaciones, para darnos su victoria. Por tanto, no tengamos miedo de afrontar, también nosotros, el combate contra el espíritu del mal: lo importante es que lo hagamos con Él, con Cristo, el Vencedor.

Y para estar con Él dirijámonos a la Madre, María: invoquémosla con confianza filial en la hora de la prueba, y Ella nos hará sentir la poderosa presencia de su Hijo divino, para rechazar las tentaciones con la Palabra de Cristo, y de este modo volver a poner a Dios en el centro de nuestra vida.

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EL CAMINO DE MARÍA . Edición especial para %EmailAddress%

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