Cum Maria contemplemur
Christi vultum!
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Soy
todo tuyo y todas mis cosas Te pertenecen. Te pongo al centro de mi
vida. Dame tu Corazón, oh María.
Soy
todo tuyo, María
Madre de nuestro Redentor
Virgen Madre de Dios, Virgen piadosa. Madre del Salvador del mundo.
Amen.
"Ofrezco a los hombres un Recipiente con el que han de venir a la Fuente
de la Misericordia para recoger gracias. Ese Recipiente es esta Imagen
con la firma: JESÚS, EN TI CONFÍO"
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Edición 729
Domingo 27 de enero de 2013
«El Espíritu del Señor está sobre Mí, porque me ha ungido para
anunciar a los pobres la Buena Nueva…» (Lc 4, 18)
Oh
Dios Padre Misericordioso, que
por mediación de Jesucristo, nuestro Redentor, y de su Madre, la
Bienaventurada Virgen María, y la acción del Espíritu Santo, concediste
al Beato Juan Pablo II la gracia de ser Pastor ejemplar en el servicio
de la Iglesia peregrina, de los hijos e hijas de la Iglesia y de todos
los hombres y mujeres de buena voluntad, haz que yo sepa también
responder con fidelidad a las exigencias de la vocación cristiana,
convirtiendo todos los momentos y circunstancias de mi vida en ocasión
de amarte y de servir al Reino de Jesucristo. Te ruego que te dignes
glorificar al Beato Juan Pablo II y que me concedas por su intercesión
el favor que te pido... (pídase).
A Tí, Padre
Omnipotente, origen del cosmos y del hombre, por Cristo, el que vive,
Señor del tiempo y de la historia, en el Espíritu Santo que santifica el
universo, alabanza, honor y gloria ahora y por los siglos de los siglos.
Amén.
Padrenuestro, Avemaría, Gloria
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«El Espíritu del Señor está sobre Mí,
porque me ha ungido para anunciar a los
pobres la Buena Nueva…» (Lc 4, 18)
Queridos
Suscriptores de "El Camino de María"
Toda la vida
de Jesús se desarrolla bajo la acción del Espíritu Santo; al
comienzo es El quien cubre con su sombra a la Virgen María en el
misterio inefable de la Encarnación; en el río Jordán es también
El quien da testimonio del Hijo predilecto del Padre y quien lo
conduce al desierto. En la sinagoga de Nazareth Jesús en persona
afirma: "El Espíritu del Señor está sobre Mí" (Lc
4,18). Este mismo Espíritu, El lo promete a los discípulos como
garantía perenne de su presencia en medio de ellos. Sobre la
Cruz lo devuelve al Padre (cfr Jn 19,30), sellando de este modo,
al amanecer de la Pascua, la Nueva Alianza. El, el día de
Pentecostés, por fin, lo derrama sobre toda la comunidad
primitiva para consolidarla en la fe y lanzarla por los caminos
del mundo.
La liturgia de
este Domingo nos propone meditar sobre el siguiente texto del
Evangelio de
San Lucas 4, 14-21
"Jesús volvió
a Galilea con el poder el Espíritu y su fama se extendió en toda
la región.
Enseñaba en las sinagogas y todos lo alababan.
Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como
de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura.
Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo,
encontró el pasaje donde estaba escrito:
"El Espíritu del Señor está sobre Mí, porque me ha consagrado
por la unción. El me envió a llevar la Buena Noticia a los
pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los
ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de
gracia del Señor".
Jesús cerró el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos
en la sinagoga tenían los ojos fijos en Él.
Entonces comenzó a decirles: «Hoy se ha cumplido este
pasaje de la Escritura que acaban de oír»
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"...El segundo pasaje
evangélico (4,14-21) nos presenta a Jesús que «con la
potencia del Espíritu» se dirige el sábado a la sinagoga de
Nazaret. Como buen observante, el Señor no se sustrae al
ritmo litúrgico semanal y se une a la asamblea de sus
compatriotas en la oración y en la escucha de las
Escrituras. El rito prevé la lectura de un texto de la Torá
o de los Profetas, seguida por un comentario. Ese día Jesús
se levantó para leer y encontró un pasaje del profeta Isaías
que inicia así: «El Espíritu del Señor está sobre mí, /
porque me ha consagrado por la unción./ Él me envió a llevar
la Buena Noticia a los pobres» (61,1-2). Orígenes comenta:
«No es una casualidad que haya abierto el libro y encontrado
el capítulo de la lectura que profetiza sobre Él, sino
también esto fue obra de la Providencia de Dios» (Homilías
sobre el Evangelio de Lucas, 32,3). Jesús de hecho,
finalizada la lectura, en un silencio cargado de atención,
dice: «Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que
acaban de oír» (Lc 4,21). San Cirilo de Alejandría afirma
que el «hoy», colocado entre la primera y la última venida
de Cristo, está ligado a la capacidad del creyente de
escuchar y arrepentirse (cfr PG 69, 1241). Pero, en sentido
aún más radical, Jesús mismo es «el hoy» de la salvación en
la historia, porque lleva a cumplimiento la plenitud de la
redención. El término «hoy», muy querido a San Lucas (cfr
19,9; 23,43), nos conduce al título cristológico preferido
por el mismo Evangelista, aquel de «Salvador» (sōtēr). Ya en
los relatos de la infancia, él está presente en las palabras
del ángel a los pastores: «Hoy, en la ciudad de David, les
ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor» (Lc
2,11).
Queridos amigos, este pasaje evangélico interpela «hoy»
también a nosotros. Sobre todo nos hace pensar a nuestro
modo de vivir el domingo: día del descanso y de la familia,
pero antes que nada día que debemos dedicar al Señor,
participando en la Eucaristía, con la cual nos nutrimos del
Cuerpo y Sangre de Cristo y de su Palabra de vida. En
segundo lugar, en nuestro tiempo de dispersión y
distracción, este Evangelio nos invita a interrogarnos sobre
nuestra capacidad de escucha. Antes de poder hablar de Dios
y con Dios, hay que escucharlo, y la liturgia de la Iglesia
es la “escuela” de esta escucha del Señor que nos habla. Por
último, nos dice que cualquier momento puede convertirse en
un «hoy» propicio para nuestra conversión. Cada día (kathēmeran)
puede convertirse el hoy salvífico, porque la salvación es
historia que continúa para la Iglesia y para cada discípulo
de Cristo. Este es el sentido cristiano del «carpe diem»:
¡aprovecha el hoy en el que Dios te llama para donarte la
salvación!
Que la Virgen María sea siempre nuestro modelo y nuestra
guía en el saber reconocer y acoger, cada día de nuestra
vida, la presencia de Dios, Salvador nuestro y de toda la
humanidad.
(Benedicto XVI. Ángelus. Domingo 27 de enero de 2013)
"¡Queridos hijos! También hoy los invito a la oración. Que vuestra oración se haga tan fuerte como piedra viva, hasta que con sus vidas se conviertan en testigos. Testimonien la belleza de su fe. Yo estoy con ustedes e intercedo ante mi Hijo por cada uno de ustedes. Gracias por haber respondido a mi llamado.””. Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz en Medjugorge. 25/1/2013
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