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FELIZ NAVIDAD

Cum Maria contemplemur Christi vultum! 

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Navidad es la gran fiesta de las familias. Jesús, al venir a la tierra para salvar a la sociedad humana y para traerla de nuevo a sus altos destinos se hizo presente con María, su madre, con José, su padre putativo que está allí, a su lado, como la sombra del Padre eterno. La gran restauración del mundo entero comenzó allí, en Belén; la familia no podrá sufrir mejor influencia que volviendo a los nuevos tiempos de Belén.

Dirijamos nuestros .pensamientos y nuestros corazones hacia el establo en que María y José constituyen la augusta compañía del Niño divino. Adoremos una vez más a este recién nacido y pidámosle con ternura y confianza su bendición para nuestras almas, para nuestras familias, para la gran familia de la Iglesia Católica, la familia universal que El fundó por los siglos de los siglos.

En Navidad Cristo está en nosotros: su Misericordia llena nuestros corazones. Que nuestra boca le cante con inmenso gozo, que nuestros votos, tan admirablemente recogidos por la Santa Iglesia, suban hasta El puros y sinceros.

Beato Juan XXIII - 25 de diciembre de 1959

 JESUS, CONFIO EN TI

"Ofrezco a los hombres un Recipiente con el que han de venir a la Fuente de la Misericordia para recoger gracias. Ese Recipiente es esta Imagen con la firma: JESÚS, EN TI CONFÍO" (Diario, 327)

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NAVIDAD 2012

"¡O Rex gentium et desideratus; earum, lapisque angularis, qui facis utraque unum: veni et salva hominem quem de limo formasti"! 

¡Oh Cristo, Rey de las naciones, esperado y deseado durante siglos por la humanidad herida y dispersa por el pecado.

Tú que eres la piedra angular sobre la que la humanidad puede volver a construirse a sí misma y recibir una definitiva e iluminadora guía para su caminar en la historia.

Tú que has unificado, mediante tu entrega sacrificial al Padre, los pueblos divididos.

Ven y salva al hombre, hecho por Ti "con barro de la tierra", y que lleva en sí tu imagen y semejanza!

TOTUS TUUS

Soy todo tuyo y todas mis cosas Te pertenecen. Te pongo al centro de mi vida. Dame tu Corazón, oh María.

Soy todo tuyo, María
Madre de nuestro Redentor
Virgen Madre de Dios, Virgen piadosa. Madre del Salvador del mundo. Amen.

 

Oh Dios Padre Misericordioso, que por mediación de Jesucristo, nuestro Redentor, y de su Madre, la Bienaventurada Virgen María, y la acción del Espíritu Santo, concediste al Beato Juan Pablo II la gracia de ser Pastor ejemplar en el servicio de la Iglesia peregrina, de los hijos e hijas de la Iglesia y de todos los hombres y mujeres de buena voluntad, haz que yo sepa también responder con fidelidad a las exigencias de la vocación cristiana, convirtiendo todos los momentos y circunstancias de mi vida en ocasión de amarte y de servir al Reino de Jesucristo. Te ruego que te dignes glorificar al Beato Juan Pablo II y que me concedas por su intercesión el favor que te pido... (pídase).

A Tí, Padre Omnipotente, origen del cosmos y del hombre, por Cristo, el que vive, Señor del tiempo y de la historia, en el Espíritu Santo que santifica el universo, alabanza, honor y gloria ahora y por los siglos de los siglos. Amén.

Padrenuestro, Avemaría, Gloria

 

 

¡Feliz Navidad! 

Que la Paz de Cristo reine en nuestros corazones, en nuestras familias y en nuestros países.

Sonetos de Navidad (*) dedicados a %EmailAddress% con el deseo profundo que el Divino Niño y su Santísima Madre derramen abundantes bendiciones sobre Usted y todos sus seres queridos en esta Navidad 2012.

Marisa y Eduardo
Editores de "El Camino de María"

Llegó la Navidad

Llegó la Navidad: Y engalanada,
nos anuncia gozosa un “nuevo día”,
paz,  unión amistad, canto, alegría…
tornando de esplendores la alborada.
 
   Nació el Amor de Madre Inmaculada:
atrás quedó la noche triste y fría;
brilla radiante el Sol del mediodía,
con la Luz y Fulgor de su mirada.
 
Llegó la Navidad: En cada hermano,
vive el Niño Divino renacido,
como en otro Belén, vivo y cercano.
 
Es el pobre, y el triste y afligido,  
que en unión fraternal tiende su mano,
y le ofrezco mi amor comprometido.

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Riqueza de la Navidad para un creyente

No hay fortuna mejor, de más valía,
ni tesoro en el mundo más preciado,
que el Corazón de un Dios enamorado,
y su entrega a los hombres cada día.

No hay finanzas ni humana economía,
para saldar tinieblas del pecado,
sino un Niño de Rostro iluminado,
nacido de Purísima María.

No hay divisas, ni renta más segura,
sin miedo a los vaivenes terrenales,
que el BIEN SUMO bajado de la Altura.

Son sus brazos abiertos credenciales,
de la RIQUEZA ETERNA, que perdura,
más allá de los bienes temporales.

(*) Autora: Paquita Sánchez Remiro.- Villanueva de los Infantes. (C.Real)  

MENSAJES DE  NAVIDAD

MENSAJES DE NAVIDAD

 
 
1.Christus natus est nobis, venite, adoremus!
¡Cristo ha nacido por nosotros, venid, a adorarlo!
Vamos hacia Ti, en este día solemne,
dulce Niño de Belén,
que al nacer has escondido tu divinidad
para compartir nuestra frágil naturaleza humana.
Iluminados por la fe, Te reconocemos
como verdadero Dios encarnado por amor nuestro.
¡Tú eres el único Redentor del hombre!
 
2.Ante el pesebre donde yace indefenso,
que cesen tantas formas de creciente violencia,
causa de indecibles sufrimientos;
que se apaguen tantos focos de tensión,
que corren el riesgo de degenerar en conflictos abiertos;
que se consolide la voluntad de buscar soluciones pacíficas,
respetuosas de las aspiraciones de los hombres y de los pueblos.
 
3.Niño de Belén, Profeta de paz,
alienta las iniciativas de diálogo y de reconciliación,
apoya los esfuerzos de paz que aunque tímidos,
pero llenos de esperanza, se están haciendo actualmente
por un presente y un futuro más sereno
para tantos hermanos y hermanas nuestros en el mundo.
¿Cómo no mirar con ansia compartida,
pero también con inquebrantable confianza,
a la tierra de la que Tú eres Hijo?
 
4.¡Por doquier se ve la necesidad de paz!
Tú, que eres el Príncipe de la verdadera paz,
ayúdanos a comprender que la única vía para construirla
es huir horrorizados del mal
y buscar siempre y con valentía el bien.
¡Hombres de buena voluntad de todos los pueblos de la tierra,
venid con confianza al pesebre del Salvador!
"No quita los reinos humanos
quien da el Reino de los cielos"
(cf. himno litúrgico).
Llegad para encontraros con Aquél
que viene para enseñarnos
el camino de la verdad, de la paz y del amor. 

   

"Tiempo de compromiso para los cristianos en el mundo"

“Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”, fue la respuesta que Jesús dio cuando se le preguntó lo que pensaba sobre el pago de impuestos. Los que lo interrogaban, obviamente, querían tenderle una trampa. Querían obligarlo a tomar posición ante el encendido debate político sobre el dominio romano en tierra de Israel. Sin embargo había en juego mucho más: si Jesús era realmente el Mesías esperado, entonces seguramente se habría opuesto a los dominadores romanos. Por lo tanto la pregunta, estaba calculada para desenmascararlo, o como una amenaza para el régimen, o como un impostor. 

La respuesta de Jesús conduce hábilmente la cuestión hasta un nivel superior, advirtiendo sobre el peligro de la politización de la religión y la deificación del poder temporal, pero también ante la incansable búsqueda de la riqueza. Quienes lo escuchaban tenían que comprender que el Mesías no era César, y que César no era Dios. El Reino que Jesús venía a instaurar era de una dimensión absolutamente superior. Como respondió a Poncio Pilatos: “Mi Reino no es de este mundo”.

Las narraciones de Navidad del Nuevo Testamento tienen el objeto de expresar un mensaje similar. Jesús nació durante un “censo del mundo entero”, querido por César Augusto, el emperador famoso por haber llevado la Pax Romana a todas las tierras sometidas al dominio romano. Sin embargo este Niño, nacido en un oscuro y lejano rincón del imperio, estaba por ofrecer al mundo una paz mucho más grande, verdaderamente universal en sus objetivos y trascendente sobre cada límite de espacio y de tiempo. 

Jesús se nos presenta como heredero del rey David, pero la liberación que Él trajo a su propia gente no significaba ahuyentar los ejércitos enemigos sino vencer para siempre el pecado y la muerte.

El nacimiento de Cristo nos desafía a repensar nuestras prioridades, nuestros valores, nuestro mismo modo de vivir. Y mientras la Navidad es sin duda un tiempo de gran alegría, es también una ocasión de profunda reflexión, más aun, es un examen de conciencia. Al final de un año que ha significado privaciones económicas para muchos ¿qué cosa podemos aprender de la humildad, de la pobreza, de la sencillez de la escena del pesebre?

La Navidad puede ser el tiempo en el que aprendemos a leer el Evangelio, a conocer a Jesús no solamente como el Niño del pesebre, sino como Aquel en el cual reconocemos a Dios hecho Hombre. 

Es en el Evangelio donde los cristianos encuentran inspiración para toda su vida cotidiana y para su participación en los asuntos del mundo -sea que esto suceda en el Parlamento o en la Bolsa-. Los cristianos no deben escapar del mundo; por lo contrario, deben comprometerse en él. Pero su participación en la política y en la economía deben trascender cada forma de ideología. 

Los cristianos combaten la pobreza porque reconocen la dignidad suprema de cada ser humano, creado a imagen de Dios y destinado a la vida eterna. Los cristianos trabajan por una repartición equitativa de los recursos de la tierra porque están convencidos de que, en su calidad de administradores de la creación de Dios, tenemos el deber de hacernos responsables de los más pobres y de los más vulnerables.

Los cristianos se oponen a la avidez y a la explotación, convencidos de que la generosidad, y un amor que se olvida de sí mismo, enseñados y vividos por Jesús de Nazaret, son el camino que conduce a la plenitud de la vida. La fe cristiana en el destino trascendente de cada ser humano implica la urgencia de la tarea de promover la paz y la justicia para todos. 

Debido a que tales fines son compartidos por muchos, es posible una gran y fructífera colaboración entre los cristianos y los demás. Sin embargo los cristianos, dan a César solamente aquello que es de César pero no aquello que pertenece a Dios. Algunas veces a lo largo de la historia los cristianos no han podido condescender a las solicitudes hechas por César. Desde el culto del emperador de la antigua Roma hasta los regímenes totalitarios del siglo apenas transcurrido, César ha tratado de ocupar el puesto de Dios.

Cuando los cristianos rechazan de inclinarse ante los falsos dioses propuestos en nuestros tiempos no es porque tienen una visión anticuada del mundo. Por el contrario, es porque están libres de las ataduras de la ideología y animados por una visión tan noble del destino humano, que no pueden comprometerse con nada que la pueda socavar. 

En Italia, muchas escenas de nacimientos están adornadas con ruinas de los antiguos edificios romanos como fondo. Esto demuestra que el nacimiento del Niño Jesús marca el fin del antiguo orden, el mundo pagano, en el que las reivindicaciones de César parecían imposibles de desafiar.

Ahora hay un nuevo Rey que no confía en la fuerza de las armas, sino en la potencia del Amor. Él lleva la esperanza a todos aquellos que, como Él mismo, viven al margen de la sociedad. Lleva esperanza a cuantos son vulnerables en las fluctuantes fortunas de un mundo precario. Desde el pesebre, Cristo nos llama para vivir como ciudadanos de su Reino celestial, un Reino que cada persona de buena voluntad puede ayudar a construir aquí sobre la tierra. 

EL CAMINO DE MARIA . Edición especial para %EmailAddress%  

Enviada por Marisa y Eduardo Vinante

marisayeduardo@santorosario.info