Cum
Maria contemplemur Christi vultum!
No me desampare tu
amparo, no me falte tu piedad, no me olvide tu memoria.
Si Tú, Señora, me dejas,
¿quién me sostendrá?
Si Tú me olvidas, ¿quién
se acordará de mí?
Si Tú, que eres Estrella
de la mar y guía de los errados, no me alumbras, ¿dónde iré a
parar?
No me dejes tentar del
enemigo, y si me tentare, no me dejes caer, y si cayere,
ayúdame a levantar.
¿Quién te llamó, Señora,
que no le oyeses?
¿Quién te pidió, que no
le otorgases?
Fray Luis
de Granada
"Ofrezco
a los hombres un Recipiente con el que han de venir a la Fuente de la
Misericordia para recoger gracias. Ese Recipiente es esta Imagen con la
firma: JESÚS, EN TI CONFÍO" (Diario, 327).
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Newsletter 662
MARÍA
SANTÍSIMA, MADRE DE LA IGLESIA
Lunes después
de Pentecostés
28 de
mayo de
2012
Soy
todo tuyo y todas mis cosas Te pertenecen. Te pongo al centro de mi vida.
Dame tu Corazón, oh María.
Soy
todo tuyo, María
Madre de nuestro Redentor
Virgen Madre de Dios, Virgen piadosa. Madre del Salvador del mundo.
Amen.
Oh Dios Padre
Misericordioso,
que por
mediación de Jesucristo, nuestro Redentor, y de su Madre, la
Bienaventurada Virgen María, y la acción del Espíritu Santo,
concediste al Beato Juan Pablo II
la gracia de ser Pastor ejemplar en el servicio de la Iglesia peregrina,
de los hijos e hijas de la Iglesia y de todos los hombres y mujeres
de buena voluntad, haz que yo sepa también responder con fidelidad
a las exigencias de la vocación cristiana, convirtiendo todos los
momentos y circunstancias de mi vida en ocasión de amarte y de servir
al Reino de Jesucristo. Te ruego que te dignes glorificar al Beato
Juan Pablo II y que me concedas por su
intercesión el favor que te pido... (pídase). A Tí,
Padre Omnipotente, origen del cosmos y del hombre, por Cristo, el que
vive, Señor del tiempo y de la historia, en el Espíritu Santo que
santifica el universo, alabanza, honor y gloria ahora y por los siglos
de los siglos. Amén.
Padrenuestro, Avemaría, Gloria.
25
de marzo al 25 de diciembre
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MARÍA SANTÍSIMA, MADRE DE LA
IGLESIA
Concilio Vaticano II .
Proclamación solemne realizada
el 21 de noviembre de 1964
En verdad la realidad de la
Iglesia no se agota en su
estructura jerárquica, en su
liturgia, en sus sacramentos, ni
en sus ordenanzas jurídicas. Su
esencia íntima, la principal
fuente de su eficacia
santificadora, ha de buscarse en
su mística unión con Cristo;
unión que no podemos pensarla
separada de Aquella, que es la
Madre del Verbo Encarnado, y que
Cristo mismo quiso tan
íntimamente unida a si para
nuestra salvación.
Así ha de encuadrarse en la
visión de la Iglesia la
contemplación amorosa de las
maravillas que Dios ha obrado en
su Santa Madre. Y el
conocimiento de la doctrina
verdadera católica sobre María
será siempre la llave de la
exacta comprensión del misterio
de Cristo y de la Iglesia.
La reflexión sobre estas
estrechas relaciones de María
con la Iglesia, tan claramente
establecidas por la actual
Constitución Conciliar (LG), nos
permite creer que es este el
momento mas solemne y mas
apropiado para dar satisfacción
a un voto que han dado todos los
padres conciliares, pidiendo
insistentemente una declaración
explícita durante este Concilio
de la función maternal que la
Virgen ejerce sobre el pueblo
cristiano.
Así pues, para GLORIA DE LA
VIRGEN Y CONSUELO NUESTRO,
PROCLAMAMOS A MARÍA SANTÍSIMA
"MADRE DE LA IGLESIA", es
decir, Madre de todo el pueblo
de Dios, tanto de los fieles
como de los pastores que la
llaman Madre amorosa y queremos
que de ahora en adelante sea
honrada e invocada por todo el
pueblo cristiano con este
GRATÍSIMO TITULO.
La divina maternidad es el
fundamento de su especial
relación con Cristo y de su
presencia en la economía de la
salvación operada por Cristo, y
también constituye el fundamento
principal de las relaciones de
María con la Iglesia, por ser
Madre de Aquel que, desde el
primer instante de la
encarnación en su seno virginal,
se constituyo en cabeza de su
Cuerpo Místico, que es la
Iglesia. María, pues, como
MADRE DE CRISTO, ES TAMBIÉN,
MADRE DE LA IGLESIA.
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Querido/a Suscriptor/a de "El Camino de María"
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El lunes siguiente a
Pentecostés la Iglesia contempla a MARÍA
SANTÍSIMA, MADRE DE LA IGLESIA. Por ello preside
esta
edición
especial el texto de la proclamación solemne que
hizo el Concilio Vaticano II el 21 de noviembre de
1964.
La Iglesia
celebraba la festividad de la Presentación de la
Santísima Virgen María. Era el día de la clausura de
la tercera etapa del Concilio Vaticano II, y en esa
ocasión se iban a promulgar tres Documentos
Conciliares: el decreto sobre las Iglesias
Orientales Católicas; el decreto sobre el
Ecumenismo; y la Constitución Dogmática sobre la
Iglesia "Lumen Gentium".
El estudio y la reflexión que el Concilio hizo sobre
el misterio de María en el plan de salvación, no fue
promulgado en un documento propio y particular, sino
que providencialmente, bajo la inspiración del
Espíritu Santo, fue integrado como el último
capítulo de la Constitución sobre la Iglesia. Este
capitulo VIII, cuyo título es: "La Santísima
Virgen María, Madre de Dios, en el misterio de
Cristo y de la Iglesia" fue llamado por Pablo VI
"vértice y corona" de esa Constitución. Fue la
primera vez que un Concilio Ecuménico presentó una "extensa
síntesis de la doctrina católica sobre el puesto que
María Santísima ocupa en el misterio de Cristo y de
la Iglesia" (Pablo VI)
El propósito del Concilio fue manifestar el rostro
de la Santa Iglesia, a la que María esta íntimamente
unida, y de la cual Ella es "la parte mayor, la
parte mejor, la parte principal y más selecta".
Pablo VI, a nombre de toda la Iglesia, expresó una
profunda satisfacción al decir: "podemos afirmar
que esta sesión se clausura como himno incomparable
de alabanza en honor de María Santísima".
“¡Queridos hijos! También hoy los invito a la conversión y a la santidad. Dios les quiere dar alegría y paz a través de la oración, pero ustedes hijitos, aún están lejos, apegados a la tierra y a las cosas terrenales. Por eso los invito nuevamente: abran su corazón y su mirada hacia Dios y hacia las cosas de Dios, y la alegría y la paz reinarán en sus corazones. Gracias por haber respondido a mi llamado.” Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz en Medjugorge. 25/5/2012
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