Cum
Maria contemplemur Christi vultum!
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"Queridos hijos, mientras con preocupación maternal miro sus corazones,
veo en ellos dolor y sufrimiento. Veo un pasado herido y una búsqueda
continua. Veo a mis hijos que desean ser felices, pero no saben cómo.
¡Ábranse al Padre! Ese es el camino a la felicidad, el camino por el que
deseo guiarlos. Dios Padre jamás deja solos a sus hijos, menos aún en el
dolor y en la desesperación. Cuando lo comprendan y lo acepten serán
felices. Su búsqueda terminará. Amarán y no tendrán temor. Su vida será
esperanza y verdad, que es mi Hijo. ¡Les agradezco! Les pido: oren por
quienes mi Hijo ha elegido. No deben juzgarlos, porque todos serán
juzgados."
Mensaje de Nuestra
Señora Reina de la Paz en Medjugorge. 2/1/2012
"Ofrezco a los hombres un Recipiente con el que han de venir a la Fuente
de la Misericordia para recoger gracias. Ese Recipiente es esta Imagen
con la firma: JESÚS, EN TI CONFÍO" (Diario, 327)
EL SANTÍSIMO
NOMBRE DE JESÚS
3 de enero de 2012
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LA EPIFANÍA DEL SEÑOR
6 de enero de 2012
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Gloria a Dios Padre y al Hijo,
Rey del universo.
Gloria al Espíritu,
digno de alabanza y Santísimo.
La Trinidad es un solo Dios que creó y llenó cada
cosa: el Cielo de seres celestes y la tierra de seres terrestres.
Llenó el mar, los ríos y las fuentes de seres acuáticos, vivificando cada cosa con su Espíritu,
para que cada criatura honre a su sabio Creador,
causa única del vivir y del permanecer.
Que lo celebre siempre más que cualquier otra
la criatura racional
como gran Rey y Padre bueno.
San Gregorio Nacianceno.
Poemas dogmáticos, XXXI, Hymnus alias: PG 37, 510-511.
Soy todo tuyo y todas mis cosas Te
pertenecen. Te pongo al centro de mi vida. Dame tu Corazón, oh María.
Soy
todo tuyo, María
Madre de nuestro Redentor
Virgen Madre de Dios, Virgen piadosa. Madre del Salvador del mundo.
Amen.
Oh Dios Padre
Misericordioso, que por
mediación de Jesucristo, nuestro Redentor, y de su Madre, la
Bienaventurada Virgen María, y la acción del Espíritu Santo, concediste
al Beato Juan Pablo II la gracia de ser Pastor ejemplar en el servicio
de la Iglesia peregrina, de los hijos e hijas de la Iglesia y de todos
los hombres y mujeres de buena voluntad, haz que yo sepa también
responder con fidelidad a las exigencias de la vocación cristiana,
convirtiendo todos los momentos y circunstancias de mi vida en ocasión
de amarte y de servir al Reino de Jesucristo. Te ruego que te dignes
glorificar al Beato Juan Pablo II y que me concedas por su intercesión
el favor que te pido... (pídase).
A Tí, Padre
Omnipotente, origen del cosmos y del hombre, por Cristo, el que vive,
Señor del tiempo y de la historia, en el Espíritu Santo que santifica el
universo, alabanza, honor y gloria ahora y por los siglos de los siglos.
Amén.
Padrenuestro, Avemaría, Gloria
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Querido/a
Suscriptor/a de "El Camino de María"
El
3 de enero la Iglesia celebra el Santísimo Nombre de Jesús. Al
respecto el Beato Juan Pablo II expresó lo siguiente
en uno de los párrafos de la Audiencia General del 14 de enero
de 1987 cuyo título era "Jesucristo, Hijo de Dios y
Salvador" :
"...En el
plan dispuesto por la Providencia de Dios, Jesús de Nazaret
lleva un Nombre que alude a la salvación: 'Dios libera',
porque Él es en realidad lo que el nombre indica, es decir,
el Salvador. Lo atestiguan algunas frases que se encuentran en
los llamados Evangelios de la infancia, escritos por Lucas:
'...nos ha nacido... un Salvador' (Lc 2, 11), y por Mateo:
'Porque
salvaría al pueblo de sus pecados' (Mt 1, 21). Son
expresiones que reflejan la verdad revelada y proclamada por
todo el Nuevo Testamento. Escribe, por ejemplo, el Apóstol
Pablo en la Carta a los Filipenses: 'Por lo cual Dios le
exaltó y le otorgó un Nombre, sobre todo nombre, para que al
Nombre de Jesús se doble la rodilla y toda lengua confiese
que Jesucristo es Señor (Kyrios, Adonai) para gloria de Dios
Padre' (Flp 2, 9-11).
La
razón de la exaltación de Jesús la encontramos en el
testimonio que dieron de El los Apóstoles, que proclamaron 'En ningún otro hay salvación, pues ningún otro
Nombre nos ha sido dado bajo el Cielo, entre los hombres, por el
cual podamos ser salvos' (Hech 4, 12)..."
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El 6 de
enero, Solemnidad de la Epifanía del Señor, la Iglesia da gracias a Dios por el don de la
fe que han compartido y comparten tantos hombres, pueblos y
naciones. La Epifanía es una fiesta muy antigua que
resalta el misterio de la manifestación de Jesucristo a
todos los pueblos, representados por los Magos que fueron a
adorar al Rey de los Judíos recién nacido en Belén, como
narra el Evangelio de San Mateo.
La Epifanía, la "manifestación"
de nuestro Señor Jesucristo, es un misterio multiforme. La
tradición latina lo identifica con la visita de los Magos al
Niño Jesús en Belén y, por tanto, lo interpreta sobre todo
como revelación del Mesías de Israel a los pueblos paganos.
En cambio, la tradición oriental privilegia el momento del
Bautismo de Jesús en el río Jordán, cuando se manifestó como
Hijo Unigénito del Padre Celestial, consagrado por el
Espíritu Santo. A su vez el Evangelio de San Juan invita a
considerar "Epifanía" también las Bodas de Caná, donde
Jesús, transformando el agua en vino, "manifestó su
gloria y creyeron en El sus discípulos" (Jn 2, 11).
Todo el periodo de Navidad y de
la Epifanía está caracterizado por el tema de la luz, ya que
Jesús es el sol que ha aparecido en el horizonte de la
humanidad para iluminar la existencia personal de cada uno
de nosotros y guiarnos a todos juntos hacia la meta de
nuestra peregrinación, hacia la tierra de la libertad y de
la paz, en la que viviremos para siempre en plena comunión
con Dios y entre nosotros.
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En la Solemnidad de la Epifanía del Señor del
año 2012, el Papa Benedicto XVI ha presidido la Santa Misa en la
Basílica Vaticana.El Santo Padre reflexionó en su homilía sobre
la lectura del Evangelio de San Mateo, la historia de los Magos
de Oriente que viajan a Belén para adorar al Niño Jesús,
paragonándola a la misión de los obispos en la Iglesia:
"Los Magos de Oriente (...) inauguran el camino de los
pueblos hacia Cristo. Durante esta Santa Misa conferiré a dos
sacerdotes la ordenación episcopal, los consagraré pastores del
pueblo de Dios. Según las palabras de Jesús, ir delante del
rebaño pertenece a la misión del pastor. Por tanto, en estos
personajes que encontraron el camino hacia Cristo, podemos
hallar tal vez algunas indicaciones para la misión de los
obispos". (...)
"Podemos decir que los Magos eran hombres de ciencia, pero no
solo en el sentido de que querían saber muchas cosas: querían
algo más. (...) Eran personas con un corazón inquieto, que no se
conformaban con lo que es aparente o habitual. Eran hombres en
busca (...) de Dios, vigilantes, capaces de percibir los signos
de Dios, su lenguaje callado y perseverante. Pero eran también
hombres valientes a la vez que humildes: podemos imaginar las
burlas que debieron sufrir por encaminarse hacia el Rey de los
Judíos, enfrentándose por ello a grandes dificultades. No
consideraban decisivo lo que algunos, incluso personas
influyentes e inteligentes, pudieran pensar o decir de ellos. Lo
que les importaba era la verdad misma, no la opinión de los
hombres. Por eso afrontaron las renuncias y fatigas de un camino
largo e inseguro. Su humilde valentía fue la que les permitió
postrarse ante un niño de pobre familia y descubrir en Él al Rey
prometido, cuya búsqueda y reconocimiento había sido el objetivo
de su camino exterior e interior".
(...) "Nuestro corazón está inquieto con relación a Dios y no
deja de estarlo aun cuando hoy se busque, con 'narcóticos' muy
eficaces, liberar al hombre de esta inquietud. (...) Pero
(también) el Corazón de Dios está inquieto con relación al
hombre. Dios nos aguarda. Nos busca. Tampoco Él descansa hasta
dar con nosotros. (...) Por eso se ha puesto en camino hacia
nosotros, hacia Belén, hacia el Calvario, desde Jerusalén a
Galilea y hasta los confines de la tierra. Dios (...) busca
personas que se dejen contagiar de su misma inquietud, de su
pasión por nosotros. (...) Esta era la misión de los apóstoles:
acoger la inquietud de Dios por el hombre y llevar a Dios mismo
a los hombres". (...)
(...) "Los Magos siguieron la estrella. (...) Los Magos de
Oriente (...) así como generalmente los santos, se han
convertido ellos mismos poco a poco en constelaciones de Dios,
que nos muestran el camino. (...) Los santos son estrellas de
Dios, por las que nos dejamos guiar hacia Aquél que anhela
nuestro ser. (...)".
¡DUC IN ALTUM!
¡Caminemos con esperanza!
Un nuevo milenio se abre ante la Iglesia como un océano inmenso en el cual hay que aventurarse, contando con la ayuda de Cristo. El Hijo de Dios, que se encarnó hace dos mil años por amor al hombre, realiza también hoy su obra. Hemos de aguzar la vista para verla y, sobre todo, tener un gran corazón para convertirnos nosotros mismos en sus instrumentos ... El Cristo contemplado y amado ahora nos invita una vez más a ponernos en camino: «Id pues y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28,19). El mandato misionero nos introduce en el tercer milenio invitándonos a tener el mismo entusiasmo de los cristianos de los primeros tiempos. Para ello podemos contar con la fuerza del mismo Espíritu, que fue enviado en Pentecostés y que nos empuja hoy a partir animados por la esperanza «que no defrauda» (Rm 5,5). (Beato Juan Pablo II. NOVO MILLENNIO INEUNTE, 58)
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