Editores de
"El
Camino de María"
Newsletter 59
Marisa y Eduardo
Vinante
Directores de
Contenido
Semana de
Oración por la Unidad de los Cristianos.
18-25-enero-2004
Textos
bíblicos, meditaciones y oraciones para el octavario
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"Ofrezcan
todos los fieles súplicas insistentes a la
Madre de Dios y Madre de los
hombres, para que ella, que asistió con sus oraciones a la naciente
Iglesia, ahora también, ensalzada en el cielo sobre todos los
bienaventurados y los ángeles en la comunión de todos los santos,
interceda ante su Hijo para que las familias de todos los pueblos tanto
los que se honran con el nombre de cristianos, como los que aún ignoran al
Salvador, sean felizmente congregados con paz y concordia en un solo
Pueblo de Dios, para gloria de la Santísima e Indivisible Trinidad."
(Constitución Dogmática "Lumen
Gentium", 69)
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25 de enero de 2004
1. Hoy,
fiesta de la conversión del apóstol Pablo, se concluye la Semana de
Oración por la Unidad de los Cristianos, en la que, en todo rincón de la
tierra, los cristianos han rezado juntos para que se realice su plena
comunión, según la voluntad del Señor. «Ut unum sint - que todos sean uno»
(Juan 17, 21). La ardiente invocación de Jesús en el Cenáculo sigue
recordando a las comunidades cristianas que la unidad es un don que hay
que acoger y desarrollar de manera cada vez más profunda.
2. La unidad de los cristianos ha sido un anhelo constante de mi
pontificado y sigue siendo una prioridad exigente de mi ministerio. En
la carta apostólica «Novo millennio ineunte», al final del Jubileo, quise
recordar que el anhelo de Cristo es «imperativo que nos obliga, fuerza que
nos sostiene y saludable reproche por nuestra desidia y estrechez de
corazón» (n. 48).
¡Que no desfallezca por tanto nunca el compromiso de rezar por la unidad y
de buscarla incesantemente! Obstáculos, dificultades e incluso
incomprensiones y fracasos no pueden y no deben desalentarnos pues la
«confianza de poder alcanzar, incluso en la historia, la comunión plena y
visible de todos los cristianos se apoya en la plegaria de Jesús, no en
nuestras capacidades» (Cf. ibídem).
3. Invocamos ahora con confianza a María, Madre de Cristo y de la Iglesia,
para que nos apoye y acompañe en el camino ecuménico.
(Juan
Pablo II, Angelus, domingo 24-1-2005)
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María y la
Oración de la
Iglesia
ROGAR A
CRISTO
CON MARIA
"...Cristo
nos ha invitado a dirigirnos a Dios con insistencia y
confianza para ser escuchados: «Pedid y se os dará;
buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá» (Mt 7,
7). El fundamento de esta eficacia de la oración es la
bondad del Padre, pero también la mediación de Cristo ante
Él (cf. 1 Jn 2, 1) y la acción del Espíritu Santo, que
«intercede por nosotros» (Rm 8, 26-27) según los designios
de Dios. En efecto, nosotros «no sabemos cómo pedir» (Rm 8,
26) y a veces no somos escuchados porque pedimos mal (cf. St
4, 2-3).
Para apoyar la oración, que Cristo y el Espíritu hacen
brotar en nuestro corazón, interviene María con su
intercesión materna. «La oración de la Iglesia
está como apoyada en la oración de María».
(Catecismo de la Iglesia Católica, 2679.) Efectivamente,
si Jesús, único Mediador, es el Camino de nuestra oración,
María, pura transparencia de Él, muestra el Camino, y
«a partir de esta cooperación singular de María a la acción
del Espíritu Santo, las Iglesias han desarrollado la oración
a la santa Madre de Dios, centrándola sobre la persona de
Cristo manifestada en sus misterios». (Ibíd., 2675.) En
las bodas de Caná, el Evangelio muestra precisamente la
eficacia de la intercesión de María, que se hace portavoz
ante Jesús de las necesidades humanas: «No tienen vino» (Jn
2, 3).
(Rosarium
Virginis Mariae, 16)
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