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"El
Camino de María"
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María, el Tesoro de Dios
«Dios Padre juntó
todas las aguas, y las llamó mar; juntó todas sus gracias, y las llamó
María. Este gran Señor tiene un tesoro o almacén riquísimo,
en el que ha encerrado cuanto tiene de más hermoso, refulgente, raro y
precioso, hasta su mismo Hijo; y este inmenso tesoro es María,
a quien los santos llaman el 'Tesoro de Dios', y de cuya
plenitud se enriquecen los hombres».(Tratado de la Verdadera Devoción
a la Santísima Virgen. San Luis María Grignion de Montfort)
La máxima
expresión de amor filial a la Virgen la encontramos sin
dudas en el Papa Juan Pablo II, quien, en su libro
"Cruzando el umbral de la esperanza", reveló a un periodista
detalles de la devoción mariana que nació en la infancia y
se consolidó con el paso de los años ante los
acontecimientos de los tiempos, hasta convertirse en santo y
seña de su pontificado. En esta edición de "El Camino de
María" transcribimos el capítulo XXIII.
Otro signo del
amor filial del Santo Padre Juan Pablo II a Santa María
es su escudo pontificio: sobre un fondo azul, una cruz
amarilla, y bajo el madero horizontal derecho, una "M",
también amarilla, representando a la Madre que estaba "al
pie de la cruz", donde -a decir de San Pablo- en Cristo
estaba Dios reconciliando el mundo consigo. En su
sorprendente sencillez, su escudo es, pues, una clara
expresión de la importancia que el Santo Padre le reconoce
a Santa María como eminente cooperadora en la obra de la
reconciliación realizada por su Hijo.
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