%EmailAddress% :  Este saludo de Navidad lo puede leer y/o imprimir desde: http://mariamediadora.com/Oracion/Newsletter557.htm

¡FELIZ NAVIDAD!

Cum Maria contemplemur Christi vultum! 

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Hoy nace el sol divinal
de la Virgen sin mancilla;
Hoy el Eterno se humilla
y se hace hombre mortal.

Hoy de la Reina celestial
nace el Rey del firmamento
sin recibir detrimento
su pureza virginal.

Adórote, Verbo eterno,
Hijo del muy alto Padre,
nacido de pobre madre
en la yerma del invierno.

Gracias te doy, Niño tierno
pues con tu Divinidad
juntaste mi humanidad,
para librarme del infierno. Amén.

 JESUS, CONFIO EN TI

"Ofrezco a los hombres un Recipiente con el que han de venir a la Fuente de la Misericordia para recoger gracias. Ese Recipiente es esta Imagen con la firma: JESÚS, EN TI CONFÍO" (Diario, 327)

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NAVIDAD 2010

"¡O Rex gentium et desideratus; earum, lapisque angularis, qui facis utraque unum: veni et salva hominem quem de limo formasti"! 

¡Oh Cristo, Rey de las naciones, esperado y deseado durante siglos por la humanidad herida y dispersa por el pecado.

Tú que eres la piedra angular sobre la que la humanidad puede volver a construirse a sí misma y recibir una definitiva e iluminadora guía para su caminar en la historia.

Tú que has unificado, mediante tu entrega sacrificial al Padre, los pueblos divididos.

Ven y salva al hombre, hecho por Ti "con barro de la tierra", y que lleva en sí tu imagen y semejanza!

TOTUS TUUS

Soy todo tuyo y todas mis cosas Te pertenecen. Te pongo al centro de mi vida. Dame tu Corazón, oh María.

Soy todo tuyo, María
Madre de nuestro Redentor
Virgen Madre de Dios, Virgen piadosa. Madre del Salvador del mundo. Amen.

 

Oh Dios Padre Misericordioso, que por mediación de Jesucristo, nuestro Redentor, y de su Madre, la Bienaventurada Virgen María, y la acción del Espíritu Santo, concediste a tu Siervo Juan Pablo II, Servus Servorum Dei,  la gracia de ser Pastor ejemplar en el servicio de la Iglesia peregrina, de los hijos e hijas de la Iglesia y de todos los hombres y mujeres de buena voluntad, haz que yo sepa también responder con fidelidad a las exigencias de la vocación cristiana, convirtiendo todos los momentos y circunstancias de mi vida en ocasión de amarte y de servir al Reino de Jesucristo. Te ruego que te dignes glorificar a tu Siervo Juan Pablo II, Servus Servorum Dei, y que me concedas por su intercesión el favor que te pido... (pídase).  A Tí, Padre Omnipotente, origen del cosmos y del hombre, por Cristo, el que vive, Señor del tiempo y de la historia, en el Espíritu Santo que santifica el universo, alabanza, honor y gloria ahora y por los siglos de los siglos. Amén.

Padrenuestro, Avemaría, Gloria.

 

¡Feliz Navidad! 

Soneto de Navidad (*) dedicado a nuestro muy querido suscriptor de El Camino de María  %EmailAddress% con el deseo profundo que el Divino Niño derrame sus bendiciones sobre Usted y todos sus seres queridos.

Marisa y Eduardo
Editores de "El Camino de María"

Riqueza de la Navidad para un creyente

No hay fortuna mejor, de más valía,
ni tesoro en el mundo más preciado,
que el Corazón de un Dios enamorado,
y su entrega a los hombres cada día.

No hay finanzas ni humana economía,
para saldar tinieblas del pecado,
sino un Niño de Rostro iluminado,
nacido de Purísima María.

No hay divisas, ni renta más segura,
sin miedo a los vaivenes terrenales,
que el BIEN SUMO bajado de la Altura.

Son sus brazos abiertos credenciales,
de la RIQUEZA ETERNA, que perdura,
más allá de los bienes temporales.

(*) Autora: Paquita Sánchez Remiro.- Villanueva de los Infantes. (C.Real)  

MENSAJES DE NAVIDAD "URBI ET ORBI"

  

 Mensaje de  Navidad "URBI ET ORBI" . 25 de diciembre de 2004


       

Mensaje de  Navidad "URBI ET ORBI" . 25 de diciembre de 2005

MENSAJES DE NAVIDAD "URBI ET ORBI"

 

 
 
1.Christus natus est nobis, venite, adoremus!
¡Cristo ha nacido por nosotros, venid, a adorarlo!
Vamos hacia Ti, en este día solemne,
dulce Niño de Belén,
que al nacer has escondido tu divinidad
para compartir nuestra frágil naturaleza humana.
Iluminados por la fe, Te reconocemos
como verdadero Dios encarnado por amor nuestro.
¡Tú eres el único Redentor del hombre!
 
2.Ante el pesebre donde yace indefenso,
que cesen tantas formas de creciente violencia,
causa de indecibles sufrimientos;
que se apaguen tantos focos de tensión,
que corren el riesgo de degenerar en conflictos abiertos;
que se consolide la voluntad de buscar soluciones pacíficas,
respetuosas de las aspiraciones de los hombres y de los pueblos.
 
3.Niño de Belén, Profeta de paz,
alienta las iniciativas de diálogo y de reconciliación,
apoya los esfuerzos de paz que aunque tímidos,
pero llenos de esperanza, se están haciendo actualmente
por un presente y un futuro más sereno
para tantos hermanos y hermanas nuestros en el mundo.
Pienso en África, en la tragedia de Dafur en Sudán,
en Costa de Marfil y en la región de los Grandes Lagos.
Con gran aprensión sigo los acontecimiento de Irak.
Y ¿cómo no mirar con ansia compartida,
pero también con inquebrantable confianza,
a la tierra de la que Tú eres Hijo?
 
4.¡Por doquier se ve la necesidad de paz!
Tú, que eres el Príncipe de la verdadera paz,
ayúdanos a comprender que la única vía para construirla
es huir horrorizados del mal
y buscar siempre y con valentía el bien.
¡Hombres de buena voluntad de todos los pueblos de la tierra,
venid con confianza al pesebre del Salvador!
"No quita los reinos humanos
quien da el Reino de los cielos"
(cf. himno litúrgico).
Llegad para encontraros con Aquél
que viene para enseñarnos
el camino de la verdad, de la paz y del amor. 

 

«Os anuncio una gran alegría...: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor» (cf. Lc 2,10-11). Esta noche hemos escuchado de nuevo las palabras del ángel a los pastores y hemos revivido el clima de aquella Noche Santa, la Noche de Belén, cuando el Hijo de Dios se hizo hombre y, naciendo en una humilde gruta, puso su morada entre nosotros. En este día solemne resuena el anuncio del ángel, que es también una invitación para nosotros, hombres y mujeres del tercer milenio, a acoger al Salvador. Los hombres de hoy no deben dudar en recibirlo en sus casas, en las ciudades, en las naciones y en cada rincón de la tierra. Es cierto que en el milenio concluido hace poco, y especialmente en los últimos siglos, se han logrado muchos progresos en el campo técnico y científico; son ingentes los recursos materiales de los que hoy podemos disponer. No obstante, el hombre de la era tecnológica, si cae en una atrofia espiritual y en un vacío del corazón, corre el riesgo de ser víctima de los mismos éxitos de su inteligencia y de los resultados de sus capacidades operativas. Por eso, es importante que abra su mente y su corazón a la Navidad de Cristo, acontecimiento de salvación que puede infundir nueva esperanza a la existencia de todo ser humano.

«Despiértate, hombre: por ti, Dios se ha hecho hombre» (S. Agustín, Serm., 185). ¡Despiértate, hombre del tercer milenio! En Navidad, el Omnipotente se hace niño y pide ayuda y protección; su modo de ser Dios pone en crisis nuestro modo de ser hombres; llamando a nuestras puertas nos interpela, interpela nuestra libertad y nos pide que revisemos nuestra relación con la vida y nuestro modo de concebirla. A menudo se presenta la edad moderna como si la razón despertara del sueño, como si la humanidad hubiera salido finalmente a la luz, superando un periodo oscuro. Pero, sin Cristo la luz de la razón no basta para iluminar al hombre y al mundo. Por eso la palabra evangélica del día de Navidad –«era la Luz verdadera, que alumbra a todo hombre» (Jn 1,9)– resuena más que nunca como anuncio de salvación para todos. «Realmente, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo Encarnado» (Const. Gaudium et spes, 22).La Iglesia no se cansa de repetir este mensaje de esperanza reiterado por el Concilio Vaticano II, que concluyó precisamente hace cuarenta años.

Hombre moderno, adulto y, sin embargo, a veces débil en el pensamiento y en la voluntad, ¡déjate llevar de la mano por el Niño de Belén! ¡No temas, fíate de Él! La fuerza vivificante de su Luz te impulsa a comprometerte en la construcción de un nuevo orden mundial fundado sobre relaciones éticas y económicas justas. Que su Amor guíe a los pueblos e ilumine su conciencia común de ser “familia” llamada a construir vínculos de confianza y de ayuda mutua. Una humanidad unida podrá afrontar los numerosos y preocupantes problemas del momento actual: desde la amenaza terrorista hasta las condiciones de pobreza humillante en que viven millones de seres humanos, desde la proliferación de las armas hasta las pandemias y el deterioro ambiental que pone en peligro el futuro del planeta.

El Dios que se ha hecho hombre por amor al hombre sostenga a todos los que trabajan en África por la paz y el desarrollo integral, oponiéndose a las luchas fratricidas, para que se consoliden los actuales procesos políticos, todavía frágiles, y se respeten los más elementales derechos de los que están inmersos en situaciones trágicas.Que impulse a los pueblos latinoamericanos a vivir en paz y concordia. Que infunda valor a los hombres de buena voluntad en Tierra Santa, en Irak, en Líbano, donde los signos de esperanza, que no faltan, han de ser confirmados por comportamientos inspirados en la lealtad y la prudencia; que favorezca los procesos de diálogo en la Península coreana y en otras partes de los países asiáticos, a fin de que se superen las divergencias peligrosas y, con espíritu amistoso, se llegue a coherentes conclusiones de paz, tan esperadas por sus poblaciones.

En Navidad nuestro espíritu se abre a la esperanza contemplando la gloria divina oculta en la pobreza de un Niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre: es el Creador del universo reducido a la impotencia de un recién nacido. Aceptar esta paradoja, la paradoja de la Navidad, es descubrir la Verdad que nos hace libres y el Amor que transforma la existencia. En la noche de Belén, el Redentor se hace uno de nosotros, para ser Compañero nuestro en los caminos insidiosos de la historia. Tomemos la mano que Él nos tiende: es una mano que no nos quiere quitar nada, sino sólo dar.

Entremos con los pastores en la cueva de Belén, bajo la mirada amorosa de María, testigo silencioso del prodigioso nacimiento. Que Ella nos ayude a vivir una feliz Navidad; que Ella nos enseñe a guardar en el corazón el misterio de Dios, que se ha hecho hombre por nosotros; que Ella nos guíe para dar al mundo testimonio de su verdad, de su amor y de su paz.

EL CAMINO DE MARIA . Edición especial para %EmailAddress%

Enviada por marisayeduardo@santorosario.info

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