Cum
Maria contemplemur Christi vultum!
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María,
Madre del sí, Tú escuchaste a Jesús
y conoces el timbre de su Voz y el latido de su Corazón.
Estrella de la mañana, háblanos de Él
y descríbenos tu camino
para seguirlo por la senda de la fe.
María, que en Nazaret habitaste con Jesús,
imprime en nuestra vida tus sentimientos, tu
docilidad, tu silencio que escucha y hace florecer
la Palabra en opciones de auténtica libertad.
María, háblanos de Jesús, para que el frescor
de nuestra fe brille en nuestros ojos y caliente el corazón de aquellos
con quienes nos encontremos, como Tú hiciste al visitar a Isabel,
que en su vejez se alegró Contigo por el don de la vida.
María, Virgen del Magníficat, ayúdanos a llevar la alegría al mundo
y, como en Caná, impulsa a todos los jóvenes
comprometidos en el servicio a los hermanos
a hacer sólo lo que Jesús les diga.
María, dirige tu mirada al ágora de los jóvenes,
para que sea el terreno fecundo de la Iglesia.
Ora para que Jesús, Muerto y Resucitado,
renazca en nosotros
y nos transforme en una noche llena de luz,
llena de Él.
María, Virgen de Loreto, Puerta del Cielo,
ayúdanos a elevar nuestra mirada a las alturas.
Queremos ver a Jesús, hablar con Él
y anunciar a todos Su Amor.
"Ofrezco a los hombres un Recipiente con el que han de venir a la Fuente
de la Misericordia para recoger gracias. Ese Recipiente es esta Imagen
con la firma: JESÚS, EN TI CONFÍO" (Diario, 327)
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Edición 323
MES CONSAGRADO A MARÍA.
MEDITACIONES
8 de noviembre - 8 de diciembre
de 2007
TOTUS TUUS
Soy todo tuyo y todas mis cosas Te
pertenecen. Te pongo al centro de mi vida. Dame tu Corazón, oh María.
Soy
todo tuyo, María
Madre de nuestro Redentor
Virgen Madre de Dios, Virgen piadosa. Madre del Salvador del mundo.
Amen.
Acuérdate, Virgen
Madre de Dios, cuando estés delante del Señor, de decirle cosas buenas
de mí.
Recordare, Virgo Mater
Dei, dum steteris in conspectu Domini, ut loquaris pro nobis bona".
(Oración de la Santa
Misa de María Mediadora de todas de todas las gracias)
Oh Dios Padre
Misericordioso,
que por
mediación de Jesucristo, nuestro Redentor, y de su Madre, la
Bienaventurada Virgen María, y la acción del Espíritu Santo,
concediste a tu Siervo Juan Pablo II, Servus Servorum Dei,
la gracia de ser Pastor ejemplar en el servicio de la Iglesia
peregrina, de los hijos e hijas de la Iglesia y de todos los
hombres y mujeres de buena voluntad, haz que yo sepa también
responder con fidelidad a las exigencias de la vocación cristiana,
convirtiendo todos los momentos y circunstancias de mi vida en
ocasión de amarte y de servir al Reino de Jesucristo. Te ruego que
te dignes glorificar a tu Siervo Juan Pablo II, Servus Servorum
Dei, y que me concedas por su intercesión el favor que te
pido... (pídase). A Tí, Padre Omnipotente, origen del
cosmos y del hombre, por Cristo, el que vive, Señor del tiempo y
de la historia, en el Espíritu Santo que santifica el universo,
alabanza, honor y gloria ahora y por los siglos de los siglos.
Amén.
Padrenuestro, Avemaría, Gloria.
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La
Misericordia de
Dios y María
Santísima
...Y, como si no
hubiera dicho nada
acerca de tu Santísima
Madre concédeme la
gracia de alabarla
dignamente, a pesar de
todos sus enemigos que
lo son tuyos y
gritarles a voz en
cuello con todos los
santos: "No espere
alcanzar Misericordia
de Dios quien ofenda a
su Madre bendita".
Para alcanzar tu
Misericordia, una
verdadera devoción hacia
tu Santísima Madre y
difundir esta devoción
por toda la tierra,
concédeme amarte
ardientemente y acepta
para ello la súplica
inflamada que te dirijo
con San Agustín y tus
verdaderos amigos:
Tú eres, oh Cristo,
Mi Padre Santo, mi Dios
Misericordioso,
Mi Rey poderoso, mi Buen
Pastor,
Mi Único Maestro, mi
mejor ayuda,
Mi Amado hermosísimo, mi
Pan vivo,
Mi Sacerdote por la
eternidad,
Mi Guía hacia la Patria,
Mi Luz verdadera, mi
dulzura santa,
Mi Camino recto, mi
Sabiduría preclara,
Mi humilde simplicidad,
mi concordia pacífica,
Mi protección total, mi
rica heredad,
Mi Salvación eterna....
¡Cristo Jesús, Señor
amabilísimo!
¿Por qué habré deseado
durante la vida
algo fuera de Ti, mi
Jesús y mi Dios?
¿Dónde me hallaba cuando
no pensaba en Ti?
Anhelos todos de mi
corazón,
inflámense y desbórdense
desde ahora
hacia el Señor Jesús;
corran, que mucho se han
retrasado,
apresúrense hacia la
meta,
busquen a quien buscan.
¡Dulce Jesús, que
todo buen corazón
dispuesto a la alabanza,
Te ame, se deleite en
Ti, se admire ante Ti!
¡Dios de mi corazón!
¡Herencia mía, Cristo
Jesús!
¡Desfallezca el latir de
mi corazón!
Vive, Señor, en mí;
Enciéndase en mi pecho
la viva llama de tu
Amor,
Acrézcase en incendio;
Arda siempre en el altar
de mi corazón,
Queme en mis entrañas,
Incendie lo íntimo de mi
alma,
Y que en el día de mi
muerte
Comparezca yo consumado
en tu Presencia. Amén.
He querido
transcribir esta
maravillosa plegaria de
San Agustín, para que
repitiéndola todos los
días pidas el Amor de
Jesucristo, ese Amor que
estamos buscando por
medio de la excelsa
María.
San Luis María Grignion de
Montfort.
"Tratado de la Verdadera
Devoción", 66-67
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Querido/a Suscriptor/a de "El Camino de María"
Hoy, 8 de noviembre, se inicia en los países del Hemisferio Sur el Mes
consagrado a María, que culmina el 8 de
diciembre con la celebración de la Fiesta de la Inmaculada
Concepción del María. La piedad popular ha visto en este mes
una excelente ocasión para multiplicar las iniciativas de piedad
mariana.
«Hoy comienza el mes dedicado a la Virgen, tan querido para la piedad popular. [...] Ojalá que sea por doquier un mes de intensa oración con María. Este es el deseo que de corazón formulo para cada uno de vosotros, amadísimos hermanos y hermanas, a la vez que os recomiendo una vez más el rezo diario del Santo Rosario. Se trata de una oración sencilla, aparentemente repetitiva, pero sumamente útil para penetrar en los misterios de Cristo y de su Madre, que es también Madre nuestra. Al mismo tiempo, es un modo de orar que la Iglesia sabe que agrada a la Virgen. Se nos invita a recurrir a esta plegaria también en los momentos más difíciles de nuestra peregrinación en la
tierra.» . (Juan Pablo II . Audiencia general . Miércoles 1 de mayo de 2002)
Invitamos a todos los suscriptores de
El Camino de María y sus amigos y conocidos,
a recibir diariamente en su e-mail meditaciones extraídas
de la Catequesis del Papa Juan Pablo II bajo el lema "ORACIÓN
CON LA MADRE DEL REDENTOR" .
Para ello deben llenar un
simple formulario con su nombre y su
e-mail en la siguiente dirección:
http://www.JuanPabloMagno.org/formulario3.htm
En la selección de las meditaciones para el
Mes de María, hemos seguido la recomendación de la Iglesia que
nos invita a reflexionar en los principales misterios de la vida
de María. Un reflexionar que implique hacer un esfuerzo con la
mente, la imaginación y el corazón, para profundizar en las
virtudes que la Virgen vivió a lo largo de su vida. En "ORACIÓN
CON LA MADRE DEL REDENTOR", a lo largo de 31 capítulos,
contaremos con la guía del Magisterio y de la Catequesis del Siervo de Dios Juan Pablo II.
Recurramos
confiadamente a María Santísima, Virgo Fidelis
en todos los momentos de nuestra vida, y especialmente durante
este mes consagrado a Ella que es nuestra Madre,
conoce nuestras necesidades mejor que nosotros, y es tan
poderosa con su Hijo Jesús que tiene su Omnipotencia en sus
manos. Roguémosle, por lo tanto, que hable a Jesús en favor
nuestro, con la Oración de la Santa Misa de la festividad de
María Mediadora: "Acuérdate, Virgen
Madre de Dios, cuando estés delante del Señor, de decirle cosas buenas
de mí." .
Oh Virgen Santísima,
Madre de Dios,
Madre de Cristo,
Madre de la Iglesia,
míranos clemente en esta hora.
Virgo fidélis, Virgen fiel,
¡ruega por nosotros!
Enséñanos a creer como has creído Tú.
Haz que nuestra fe
en Dios, en Cristo, en la Iglesia,
sea siempre límpida, serena, valiente, fuerte,
generosa.
Mater amábilis, Madre digna de
amor.
Mater pulchrae dilectiónis, Madre
del Amor Hermoso,
¡ruega por nosotros!
Enséñanos a amar a Dios y a nuestros hermanos
como les amaste Tú;
haz que nuestro amor a los demás
sea siempre paciente, benigno, respetuoso.
Causa nostrae laetítiae, causa de
nuestra alegría,
¡ruega por nosotros!
Enséñanos a saber captar, en la fe,
la paradoja de la alegría cristiana,
que nace y florece en el dolor,
en la renuncia,
en la unión con tu Hijo crucificado:
¡haz que nuestra alegría
sea siempre auténtica y plena
para podérsela comunicar a todos!
Amén.
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Marisa y
Eduardo
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