Edición 261
LA NOVENA DE NAVIDAD
16 al 24 de diciembre de 2006
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TOTUS TUUS
Totus
tuus ego sum et omnia mea Tua sunt. Accipio Te in mea omnia. Praebe mihi
cor Tuum, Maria.
Soy todo tuyo y todas mis cosas Te
pertenecen. Te pongo al centro de mi vida. Dame tu Corazón, oh María.
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Totus tuus sum,
Maria,
Mater nostri Redemptoris.
Virgo Dei, Virgo pia,
Mater mundi Salvatoris.
Soy
todo tuyo, María
Madre de nuestro Redentor
Virgen Madre de Dios, Virgen piadosa. Madre del Salvador del mundo.
Amen.
Acuérdate, Virgen
Madre de Dios, cuando estés delante del Señor, de decirle cosas buenas
de mí.
Recordare, Virgo Mater
Dei, dum steteris in conspectu Domini, ut loquaris pro nobis bona".
(Oración de la Santa
Misa de María Mediadora de todas de todas las gracias)
Oh Dios Padre
Misericordioso,
que por
mediación de Jesucristo, nuestro Redentor, y de su Madre, la
Bienaventurada Virgen María, y la acción del Espíritu Santo,
concediste a tu Siervo Juan Pablo II, Servus Servorum Dei,
la gracia de ser Pastor ejemplar en el servicio de la Iglesia
peregrina, de los hijos e hijas de la Iglesia y de todos los
hombres y mujeres de buena voluntad, haz que yo sepa también
responder con fidelidad a las exigencias de la vocación cristiana,
convirtiendo todos los momentos y circunstancias de mi vida en
ocasión de amarte y de servir al Reino de Jesucristo. Te ruego que
te dignes glorificar a tu Siervo Juan Pablo II, Servus Servorum
Dei, y que me concedas por su intercesión el favor que te
pido... (pídase). A Tí, Padre Omnipotente, origen del
cosmos y del hombre, por Cristo, el que vive, Señor del tiempo y
de la historia, en el Espíritu Santo que santifica el universo,
alabanza, honor y gloria ahora y por los siglos de los siglos.
Amén.
Padrenuestro, Avemaría, Gloria. ¯¯¯
LIBRO
DE VISITAS
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EL
MAGNIFICAT, CANTO DE LA
VIRGEN Y CANTO DE LA IGLESIA
1.
"...Ha hecho en mí
maravillas el Poderoso
cuyo nombre es santo"
(Lc 1, 49).
Las palabras pronunciadas
en la visita a Isabel
expresan plenamente lo que
está viviendo el corazón
de la Virgen de Nazaret
después de la Anunciación.
Adoración de Dios
rebosante de gozo y alegría
plena al adorar a Dios; éste
es el estado de su alma
bienaventurada, éstos los
sentimientos más
profundos que abriga su
corazón. Y quedan
manifiestos sobre todo en
las palabras del "Magníficat".
Resplandece en el
"Magníficat"
una gratitud llena de
humildad que es signo
infalible del encuentro
con Dios vivo. María
responde al Don de lo alto
no sólo con palabras sino
también con todo el
silencio del misterio del
Adviento que se cumple en
Ella.
En efecto, en Ella el
Adviento de la humanidad
entera asumió su forma más
plena, en Ella alcanzó su
"cenit".
Pero este "cenit"
del Adviento sigue cumpliéndose
y alcanza su plenitud en
la Iglesia. Peregrina
sobre la tierra y como
"exiliada" a la
búsqueda de las cosas de
arriba, la Iglesia
experimenta la venida del
Señor "hasta que
aparezca su Esposo en la
gloria" (cf.
Lumen gentium, 6); y el
Adviento vivido por la
Iglesia es sacramento o
signo e instrumento de unión
con Dios.
2. Cada día canta la
Iglesia con la Virgen el "Magníficat"
en su liturgia. De este
modo el Adviento cumplido
en la Madre de Dios se
difunde a lo largo de
todos los días de la vida
de la Iglesia.
En el tiempo del
Adviento litúrgico, la
Iglesia vuelve a leer y
vivir en las palabras del "Magnificat"
la "espera" única
e irrepetible de la Madre
al Niño que ha de nacer
de su seno, que va a venir
al mundo.
Al rezar el Angelus este
domingo, veneramos de modo
especial esta "espera"
bendita. Sea ésta la luz
de nuestro Adviento. ¡Renuévese
en Ella nuestra esperanza!
Meditación
antes del rezo del Ángelus .
Domingo 16 de diciembre de
1984
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Queridos Suscriptores de "El Camino de
María"
El
16 de diciembre comienza la Novena de Navidad que nos impulsa a
vivir de modo intenso y profundo la preparación para la gran
fiesta, ya cercana, del nacimiento del Salvador. La liturgia
traza un sabio itinerario para el encuentro con el Señor que
viene, proponiendo cada día puntos para la reflexión y la
oración.
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El
Santo Padre Benedicto XVI, hizo la siguiente meditación antes
del rezo del Ángelus del Domingo 18 de diciembre de 2005:
¡Queridos
hermanos y hermanas!
En estos días de Adviento, la liturgia nos
invita a contemplar de manera especial a la
Virgen María y a San José, que vivieron
con una intensidad única el tiempo de
espera y de preparación para el nacimiento
de Jesús. Hoy quiero dirigir la mirada a la
figura de San José. En el Evangelio, San Lucas presenta a la Virgen María como
«desposada con un hombre llamado José, de
la casa de David» (Lucas 1, 27). Sin
embargo, el que más importancia da al padre
adoptivo de Jesús es el evangelista Mateo,
subrayando que gracias a él, el Niño
quedaba legalmente introducido en la
descendencia de David, cumpliendo así las
Escrituras, en las que el Mesías era
profetizado como «hijo de David». Pero el
papel de José no puede reducirse a este
aspecto legal. Es modelo del hombre «justo»
(Mateo 1, 19), que en perfecta sintonía con
su Esposa acoge al Hijo de Dios hecho hombre
y vela por su crecimiento humano. Por esto,
en los días que preceden a la Navidad, es
particularmente oportuno establecer una
especie de diálogo espiritual con San José
para que nos ayude a vivir en plenitud este
gran misterio de la fe.
El querido Papa Juan Pablo II, que era muy
devoto de San José, nos dejó una admirable
meditación dedicada a él en la Exhortación
Apostólica «Redemptoris
Custos»,
«Custodio del Redentor». Entre los muchos
aspectos que subraya, dedica una importancia
particular al silencio de San José. Su
silencio está impregnado de la
contemplación del misterio de Dios, en
actitud de disponibilidad total a la
voluntad divina. Es decir, el silencio de
San José no manifiesta un vacío interior,
sino más bien la plenitud de fe que lleva
en el corazón, y que guía cada uno de sus
pensamientos y acciones. Un silencio por el
que José, junto con María, custodia la
Palabra de Dios, conocida a través de las Sagradas Escrituras, cotejándola
continuamente con los acontecimientos de la
vida de Jesús; un silencio entretejido de
oración constante, oración de bendición
del Señor, de adoración de su santa
voluntad y de confianza sin reservas en su
providencia. No es exagerado pensar que
Jesús aprendiera --a nivel humano--
precisamente del «padre» José esa intensa
interioridad, que es la condición de la
auténtica justicia, la «justicia
interior», que un día enseñará a sus
discípulos (Cf. Mateo 5, 20).
¡Dejémonos contagiar por el silencio de
San José! Nos hace tanta falta en un mundo
con frecuencia demasiado ruidoso, que no
favorece el recogimiento y la escucha de la
voz de Dios. En este tiempo de preparación
de la Navidad, cultivemos el recogimiento
interior para acoger y custodiar a Jesús en
nuestra vida.
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Le
recordamos que como
un aporte para ayudar a nuestras meditaciones de los días de la
Novena de Navidad y del tiempo de Navidad hemos
preparado un libro digital titulado: EL ESPIRITU SANTO Y LA
NAVIDAD: . «En la Navidad del Señor el Espíritu
Santo obra el inicio de una nueva creación que tendrá su
cumplimiento en la Pascua, con la victoria de Cristo sobre el
pecado y sobre la muerte. De esta forma, la Navidad marca el
principio de la Iglesia, pueblo de la Nueva Alianza, que vemos
representado en el pesebre por María, José y los pastores»
(Juan Pablo II. Ángelus, 21 de diciembre de 1997).
I
- EL
ESPÍRITU SANTO Y LA NAVIDAD
EL
ESPÍRITU SANTO FUENTE DE LA SANTIDAD DE CRISTO
-
EL ESPÍRITU SANTO EN EL ORIGEN DE CRISTO
- LA ENCARNACIÓN OBRA DEL ESPÍRITU SANTO
- EL ESPÍRITU SANTO Y MARÍA
- EL ESPÍRITU SANTO FUENTE DE LA SANTIDAD DE JESÚS
II
- NOVENA DE NAVIDAD
"EL
SEÑOR ESTÁ CERCA DE QUIEN LE BUSCA"
(Salmo 34)
1-
LA NOVENA DE NAVIDAD
2- EL SEÑOR ESTÁ CERCA DE QUIEN LE BUSCA
3-DIOS, EL SEÑOR, LLEGA CON PODER
4-DIOS CAMINA CON NOSOTROS
5-SOLO DIOS ES LA RESPUESTA
6 -PREPAREMOS NUESTRO CORAZÓN PARA ACOGER A CRISTO
7 -PREPARÉMONOS CON ALEGRÍA AL MISTERIO DEL NACIMIENTO
8 -NAVIDAD, FIESTA DEL AMOR DIVINO
9- CRISTO CON SU NACIMIENTO NOS INTRODUCE EN LA
DIMENSIÓN DE SU PROPIA DIVINIDAD
III
- NAVIDAD FIESTA DEL AMOR DIVINO
EL
NACIMIENTO DE CRISTO ES EL ACONTECIMIENTO CENTRAL DE LA HISTORIA
DE LA HUMANIDAD
-
HUMILDAD, SILENCIO, ESTUPOR Y ALEGRÍA ANTE LA NAVIDAD
- HA NACIDO EL MESÍAS ANUNCIADO POR LOS PROFETAS
- MEDITAR LOS ACONTECIMIENTOS Y MISTERIOSOS DE LA
ENCARNACIÓN
-
EL NACIMIENTO DE CRISTO ES EL ACONTECIMIENTO CENTRAL DE LA
HISTORIA DE LA HUMANIDAD
Le
invitamos a descargar a su computadora el libro digital desde la
siguiente dirección de nuestro sitio Virgo
Fidelis
http://virgofidelis.com.ar/paFileDB/pafiledb.php?action=file&id=27
Durante esta
Novena nos podemos dirigir al Señor que viene con las Antífonas
de la "Oh"
(breves oraciones dirigidas a Cristo Jesús, que condensan el
espíritu del Adviento y la Navidad) . Cada antífona empieza
por una exclamación, «Oh», seguida de un título mesiánico
tomado del A.T., pero entendido con la plenitud del N.T. Es una
aclamación a Jesús reconociendo todo lo que representa
para nosotros. Y termina siempre con una súplica: «Ven»
.
Marisa y
Eduardo
Oh
Sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo,
abarcando del uno al otro confín y ordenándolo
todo con firmeza y suavidad, ¡Ven y muéstranos
el camino de la salvación!
Oh
Adonai, Pastor de la casa de Israel, que te
apareciste a Moisés en la zarza ardiente y en
el Sinaí le diste tu ley, ¡Ven a librarnos
con el poder de tu brazo!
Oh
Raíz
del tronco de Jesé, que te alzas como un signo
para los pueblos, ante quien los reyes enmudecen
y cuyo auxilio imploran las naciones, ¡Ven a
librarnos, no tardes más!
Oh
Llave
de David y Cetro de la casa de Israel, que abres
y nadie puede cerrar, cierras y nadie puede
abrir, ¡Ven y libra los cautivos que viven
en tinieblas y en sombra de muerte!
Oh
Sol que naces de lo alto, Resplandor de la Luz
Eterna, Sol de justicia, ¡Ven ahora a
iluminar a los que viven en tinieblas y en
sombra de muerte!
Oh
Rey de las naciones y Deseado de los pueblos,
Piedra angular de la Iglesia, que haces de dos
pueblos uno solo, ¡Ven y salva al hombre que
formaste del barro de la tierra!
Oh
Emmanuel,
Rey y Legislador nuestro, esperanza de las
naciones y salvador de los pueblos, ¡Ven a
salvarnos, Señor Dios nuestro!
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