Newsletter 196
25
de enero de 2006
Totus
tuus ego sum et omnia mea Tua sunt. Accipio Te in mea omnia. Praebe mihi
cor Tuum, Maria.
Soy
todo tuyo y todas mis cosas Te pertenecen. Te pongo al centro de mi vida.
Dame tu Corazón, oh María.
Totus
tuus sum, Maria,
Mater nostri Redemptoris.
Virgo Dei, Virgo pia,
Mater mundi Salvatoris.
Soy
todo tuyo, María
Madre de nuestro Redentor
Virgen Madre de Dios, Virgen piadosa. Madre del Salvador del mundo.
Amen.
Oh Dios Padre
Misericordioso, que por
mediación de Jesucristo, nuestro Redentor, y de su Madre, la
Bienaventurada Virgen María, y la acción del Espíritu Santo,
concediste a tu Siervo Juan Pablo II, Servus Servorum Dei,
la gracia de ser Pastor ejemplar en el servicio de la Iglesia peregrina,
de los hijos e hijas de la Iglesia y de todos los hombres y mujeres
de buena voluntad, haz que yo sepa también responder con fidelidad
a las exigencias de la vocación cristiana, convirtiendo todos los
momentos y circunstancias de mi vida en ocasión de amarte y de servir
al Reino de Jesucristo. Te ruego que te dignes glorificar a tu Siervo
Juan Pablo II, Servus Servorum Dei, y que me concedas por su
intercesión el favor que te pido... (pídase). A Tí,
Padre Omnipotente, origen del cosmos y del hombre, por Cristo, el que
vive, Señor del tiempo y de la historia, en el Espíritu Santo que
santifica el universo, alabanza, honor y gloria ahora y por los siglos
de los siglos. Amén.
Padrenuestro, Avemaría, Gloria.
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LIBRO
DE VISITAS
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Queridos
Suscriptores de "El Camino de María"
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Este
mediodía, en la Oficina de prensa de la Santa
Sede, se presentó la primera Encíclica de
Benedicto XVI, titulada "Deus caritas est"
(Dios es Amor).
Intervinieron en la rueda de prensa el cardenal
Renato Raffaele Martino, presidente del Pontificio
Consejo "Justicia y Paz", el arzobispo
William Joseph Levada, prefecto de la Congregación
para la Doctrina de la Fe y el arzobispo Paul
Josef Cordes, presidente del Pontificio Consejo
"Cor Unum".
El cardenal Martino se refirió a la parte
de la encíclica en la que el Papa afronta el tema
de la relación entre justicia y caridad, e indica
unas orientaciones sobre la competencia de la
Iglesia y de su doctrina social y sobre la
competencia del Estado en la realización de un
orden social justo.
Tras poner de
relieve que la construcción de un orden social
y estatal justo no es un cometido inmediato de
la Iglesia, porque se trata de un quehacer político,
sin embargo, el Papa señala que "la
Iglesia tiene el deber de ofrecer mediante la
purificación de la razón y la formación ética,
su contribución específica, para que las
exigencias de la justicia sean comprensibles y
políticamente realizables".
El Santo Padre,
continuó el purpurado, "afirma que la
Iglesia, a través de su doctrina social, tiene
el deber de "despertar las fuerzas
espirituales y morales". En este contexto,
afirma que los fieles laicos, "como
ciudadanos del Estado, están llamados a
participar en primera persona en la vida pública".
Su misión "es configurar rectamente la
vida social, respetando su legítima autonomía
y cooperando con los demás ciudadanos según
las respectivas competencias y bajo la propia
responsabilidad".
"La presencia
del laico en el campo social -continuó el
cardenal Martino- se concibe aquí en términos
de servicio, signo y expresión de la caridad,
que se manifiesta en la vida familiar, cultural,
laboral, económica y política".
El arzobispo Levada
afirmó que la encíclica es un "texto
capital sobre "el núcleo de la fe
cristiana", entendiendo con ello la imagen
cristiana de Dios y la imagen del ser humano que
deriva de ella. "Un texto capital" que
se opone al uso equivocado del nombre de Dios y
a la ambigüedad de la noción de "amor",
que es tan evidente en el mundo actual".
"Para explicar
la novedad del amor cristiano, el Santo Padre
intenta, antes que nada, ilustrar la diferencia
y la unidad entre los conceptos" de "eros"
y "ágape", que "no se oponen,
sino que se armonizan entre ellos para ofrecer
una concepción real del amor humano, un amor
que corresponde a la totalidad -cuerpo y alma-
del ser humano. El "ágape" impide al
"eros" abandonarse al instinto,
mientras que el "eros" ofrece al
"ágape" las relaciones vitales
fundamentales de la existencia del ser humano".
El prefecto de la
Congregación para la Doctrina de la Fe señaló
que "en el matrimonio indisoluble entre el
hombre y la mujer este amor humano encuentra su
forma enraizada en la misma creación".
"El amor del
prójimo, enraizado en el amor de Dios -continuó-,
es una tarea que corresponde no solo a cada fiel,
sino también -y así se pasa a la segunda parte
de la encíclica- a la comunidad de los
creyentes, es decir, a la Iglesia. Del
desarrollo histórico del aspecto eclesial del
amor desde los orígenes de la Iglesia, se
pueden apurar dos datos: El servicio de la
caridad pertenece a la esencia de la Iglesia, y
en segundo lugar, a nadie le debe faltar lo
necesario en la Iglesia y fuera de ella".
"El Papa -añadió
el arzobispo Levada-, comenta algunos aspectos
del servicio de caridad -diakonia- de la Iglesia
en los tiempos modernos: Responde a la objeción
de que la caridad con los pobres es un obstáculo
a la justa distribución de los bienes del mundo
a todos los seres humanos".
Por otro lado, el
Santo Padre "elogia las nuevas formas de
colaboración fructífera entre las instancias
estatales y las eclesiales, haciendo referencia
al fenómeno del voluntariado".
Resumiendo la encíclica,
el arzobispo Levada afirmó que "nos ofrece
una visión del amor por el prójimo y del deber
eclesial de obrar la caridad como realización
del mandamiento del amor, que hunde sus raíces
en la esencia misma de Dios, que es Amor".
El documento, terminó, "invita a la
Iglesia a un compromiso renovado en el servicio
de la caridad (diakonia), como parte esencial de
su existencia y misión".
Por su parte, el
arzobispo Paul Josef Cordes, presidente del
Pontificio Consejo "Cor Unum", recalcó
que "el texto de hoy es la primera encíclica
en absoluto sobre la caridad" y que quizá
la presentación de la encíclica por parte de
ese dicasterio obedecía al hecho de que "Cor
Unum" "abarca la ejecución de las
iniciativas personales del Papa como signo de su
compasión en determinadas situaciones de
miseria".
"La caridad de
la Iglesia está hecha de intervenciones
concretas", dijo el arzobispo, y "comprende
iniciativas políticas, como la condonación de
la deuda para los países más pobres. Queremos
promover la conciencia de la justicia en la
sociedad", pero "el Papa Benedicto XVI
ha querido iluminar en cambio el compromiso
caritativo con un fundamento teológico. (...)
Está convencido de que la fe tiene
consecuencias sobre la persona que actúa y por
lo tanto, sobre la modalidad e intensidad de su
ayuda".
"La doctrina
social de la Iglesia y la teología de la
caridad se entrelazan, sin lugar a dudas -observó
el prelado-, pero no coinciden del todo. La
primera enuncia los principios éticos para la búsqueda
del bien común y se mueve sobre todo en ámbito
político y comunitario. En cambio, el hacerse
cargo individualmente y juntos de los
sufrimientos del prójimo no exige una doctrina
sistemática. Nace de la palabra de la fe".
"En nuestra
sociedad está muy difundida, por suerte, la
mentalidad filantrópica, (...) pero en los
fieles puede insinuarse la idea de que la
caridad no forma parte esencial de la misión
eclesial. Sin un fundamento teológico sólido,
las grandes organizaciones eclesiales podrían
(...) disociarse de la Iglesia" y "preferir
identificarse como organismos no gubernamentales
(ONG). En ese caso, su "filosofía" y
sus proyectos no se diferenciarían de los de la
Cruz Roja o de los organismos de la ONU. Algo
que está en contraste con la acción
bimilenaria de la Iglesia y no tiene en cuenta
la relación íntima entre acción eclesial en
favor del ser humano y anuncio del Evangelio".
"Tenemos que
ir más allá -concluyó el arzobispo Cordes-;
la sensibilidad de tantas personas, sobre todo
de los jóvenes, contiene un "kairos apostólico".
Abre perspectivas pastorales notables. Los
voluntarios son innumerables y no son pocos los
que descubren el amor de Dios al entregarse al
prójimo con amor desinteresado".
El
Camino de María
le ofrece a
continuación una síntesis de la primera
encíclica de Benedicto XVI, "Deus
caritas est" (Dios es Amor), sobre
el
amor cristiano. Está fechada el 25 de
diciembre, solemnidad de la Natividad del Señor.
La
encíclica está articulada en dos grandes
partes. La primera, titulada: "La
unidad del amor en la creación y en la historia
de la salvación", presenta una
reflexión teológico- filosófica sobre el
"amor" en sus diversas dimensiones
-"eros", "philia", "ágape"-
precisando algunos datos esenciales del amor de
Dios por el ser humano y del ligamen intrínseco
que ese amor tiene con el amor humano. La
segunda, titulada: "Caritas, el
ejercicio del amor por parte de la Iglesia como
"comunidad de amor", trata del
ejercicio concreto del mandamiento del amor
hacia el prójimo.
El texto completo de
"Deus
caritas est" (Dios es Amor)
lo puede leer y/o imprimir desde la siguiente
direccion de nuestro sitio erigido en honor al
Santo Padre y que lleva por nombre
Benedictumxvi.us
María Santísima,
Hija predilecta del Padre, se
presenta ante nuestra mirada como ejemplo perfecto
de caridad, tanto con Dios como con el prójimo.
Pidámosle
a Ella que nos ayude a conservar en nuestro
corazón y a comprender con nuestra inteligencia el
contenido de la Encíclica "Deus
caritas est" (Dios es Amor).
Lo podemos hacer con la oración con que concluye la
misma.
Santa
María, Madre de Dios,
Tú has dado al mundo la verdadera Luz,
Jesús, tu Hijo, el Hijo de Dios.
Te has entregado por completo
a la llamada de Dios
y te has convertido así en fuente
de la bondad que mana de Él.
Muéstranos a Jesús. Guíanos hacia
Él.
Enséñanos a conocerlo y amarlo,
para que también nosotros
podamos llegar a ser capaces
de un verdadero amor
y ser fuentes de agua viva
en medio de un mundo sediento.
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