Newsletter 194
Segunda
Semana de Tiempo Ordinario
15 al 20 de
enero de 2006
Totus
tuus ego sum et omnia mea Tua sunt. Accipio Te in mea omnia. Praebe mihi
cor Tuum, Maria.
Soy
todo tuyo y todas mis cosas Te pertenecen. Te pongo al centro de mi vida.
Dame tu Corazón, oh María.
Totus
tuus sum, Maria,
Mater nostri Redemptoris.
Virgo Dei, Virgo pia,
Mater mundi Salvatoris.
Soy
todo tuyo, María
Madre de nuestro Redentor
Virgen Madre de Dios, Virgen piadosa. Madre del Salvador del mundo.
Amen.
Oh Dios Padre
Misericordioso, que por
mediación de Jesucristo, nuestro Redentor, y de su Madre, la
Bienaventurada Virgen María, y la acción del Espíritu Santo,
concediste a tu Siervo Juan Pablo II, Servus Servorum Dei,
la gracia de ser Pastor ejemplar en el servicio de la Iglesia peregrina,
de los hijos e hijas de la Iglesia y de todos los hombres y mujeres
de buena voluntad, haz que yo sepa también responder con fidelidad
a las exigencias de la vocación cristiana, convirtiendo todos los
momentos y circunstancias de mi vida en ocasión de amarte y de servir
al Reino de Jesucristo. Te ruego que te dignes glorificar a tu Siervo
Juan Pablo II, Servus Servorum Dei, y que me concedas por su
intercesión el favor que te pido... (pídase). A Tí,
Padre Omnipotente, origen del cosmos y del hombre, por Cristo, el que
vive, Señor del tiempo y de la historia, en el Espíritu Santo que
santifica el universo, alabanza, honor y gloria ahora y por los siglos
de los siglos. Amén.
Padrenuestro, Avemaría, Gloria.
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LIBRO
DE VISITAS
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QUE
MARÍA INTERCEDA POR
LA
UNIÓN DE LOS CRISTIANOS
Ofrece gran gozo y consuelo para este
Sacrosanto Concilio, el hecho de que tampoco falten
entre los hermanos separados quienes tributan debido
honor a la Madre del Señor y Salvador, especialmente
entre los orientales, que corren parejos con nosotros
por su impulso fervoroso y ánimo devoto en el culto de
la siempre Virgen Madre de Dios. Ofrezcan todos los
fieles súplicas insistentes a la Madre de Dios y Madre
de los hombres, para que Ella, que asistió con sus
oraciones a la naciente Iglesia, ahora también,
ensalzada en el cielo sobre todos los bienaventurados y
los ángeles en la comunión de todos los santos,
interceda ante su Hijo para que las familias de todos
los pueblos tanto los que se honran con el nombre de
cristianos, como los que aún ignoran al Salvador, sean
felizmente congregados con paz y concordia en un solo
Pueblo de Dios, para gloria de la Santísima e
indivisible Trinidad. (Constitución Dogmática
"Lumen Gentium", 69)
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Queridos
Suscriptores de "El Camino de María"
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"...El Dios que
ama es un Dios que no permanece alejado, sino que interviene en la
historia.
Cuando revela su nombre a Moisés, lo hace para
garantizar su asistencia amorosa en el acontecimiento salvífico
del Éxodo, una asistencia que durará para siempre (cf. Ex 3,
15). A través de las palabras de los profetas, recordará
continuamente a su pueblo este gesto suyo de amor. Leemos, por
ejemplo, en Jeremías: «Así dice el Señor: halló gracia en el
desierto el pueblo que se libró de la espada: va a su descanso
Israel. De lejos el Señor se me apareció. Con amor eterno te he
amado: por eso he reservado gracia para ti»..." (Jr 31,
2-3).
Con esta
introducción continuamos publicando textos catequéticos
del Siervo de Dios Juan Pablo II sobre la virtud
teologal de la caridad que tiene en Dios su
fuente y su meta.
Creemos que es oportuno meditar, especialmente en este mes
en que el Santo Padre Benedicto XVI nos dará su
primera Carta-Encíclica "Deus caritas
est" (Dios es Amor), sobre la virtud teologal de la caridad,
recordando la sintética y plena afirmación de la
primera Carta de Juan: «Dios es Amor».
Hoy
comienza la Semana de Oración por la Unidad de
los Cristianos, que tradicionalmente se celebra
del 18 al 25 de enero. El tema elegido para 2006
es: "Donde dos o tres se reúnen en
mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos.
(Mt 18,20). Durante los próximos ocho días, en
todas las partes del mundo, los cristianos de
las diferentes confesiones y tradiciones se
reunirán para pedir intensamente al Señor que
refuerce el compromiso común por su plena
unidad. Lo harán precisamente a partir de la
riqueza contenida en la promesa de Cristo,
meditando, día a día, en su don evangélico de
la paz y en los compromisos que ésta comporta.
Los
textos de este año han sido preparados por un
grupo ecuménico de Dublín (Irlanda), designado
por el Pontificio Consejo para la Promoción de
la Unidad de los Cristianos y la Comisión
"Fe y Constitución" del Consejo
Mundial de Iglesias.
Cada
día de esta semana tendrá un tema distinto:
18/1:
Unidos por la presencia de Cristo. "Un solo Señor, una sola fe, un
solo bautismo". (Ef 4,5-6).
19/1: Edificar la unidad de los
cristianos con Jesús entre nosotros. Ecumenismo
diario. "También vosotros debéis lavaros
los pies unos a otros". (Jn 13,14).
20/1: Orar juntos en el nombre de Jesús.
"El Señor espera el momento para
apiadarse de vosotros". (Is 30,18).
21/1: Del pasado al futuro: perdón
y purificación de la memoria. "No te digo
hasta siete veces, sino hasta setenta veces
siete". (Mt 18,22).
22/1: La presencia de Dios entre
nosotros: una llamada a la paz. "El Señor
está con nosotros". (Sal 46).
23/1: Ser misioneros en el nombre
de Jesús. "Vuestro Padre celestial no
quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños".
(Mt 18,14).
24/1: Reconocer la presencia de
Dios en el otro: aceptar al otro en nombre de
Jesús. "El que acepta en mi nombre a un niño
como éste, a Mí me acepta". (Mt 18,5).
25/1: Unidos en la esperanza.
"Cuando llegue aquél día, comprenderéis
que Yo estoy en mi Padre; vosotros en Mi y Yo en
vosotros". (Jn 14,20).
Aunque la fecha
tradicional para la celebración de esta semana
de oración es el mes de enero, sin embargo, en
el hemisferio sur -al ser tiempo de vacaciones-
las Iglesias buscan a veces otros días. Por
ejemplo, alrededor de Pentecostés, que también
es una fecha simbólica para la unidad de la
Iglesia, y que había sido sugerido por el
movimiento Fe y Constitución en 1926. La Conferencia
Episcopal Española ha traducido al español
todo el texto, el cual lo puede obtener en la
siguiente dirección:
http://www.conferenciaepiscopal.es/interconfesional/unidad/2006/Unidad2006.pdf
Hoy el
Santo Padre Benedicto XVI dedicó la catequesis de
la audiencia general de los miércoles a la "Semana
de Oración por la Unidad de los Cristianos"
. Esta semana, explicó el Papa, "es una cita
importante para reflexionar sobre el drama de la
división de la comunidad cristiana y pedir junto
al mismo Jesús "que todos sean uno para que
el mundo crea".
"La
oración "por la unión de todos" -prosiguió-
engloba en formas y tiempos diversos a católicos,
ortodoxos y protestantes acomunados en la fe en
Jesucristo, único Señor y Salvador" y
"forma parte de ese núcleo que el Concilio
Vaticano II define como "el alma de todo el
movimiento ecuménico".
"Los
elementos que, a pesar de la división permanente,
siguen uniendo a los cristianos nos dan la
posibilidad de elevar una oración común a Dios.
Esta comunión en Cristo sostiene todo el
movimiento ecuménico e indica el fin mismo de la
búsqueda de la unidad de todos los cristianos en
la Iglesia de Dios. Es lo que distingue al
movimiento ecuménico de cualquier otra iniciativa
de diálogo y de relación con otras religiones e
ideologías".
El
Santo Padre recordó que las oraciones rezadas en
todo el mundo en esta época y también en
Pentecostés "expresan además la voluntad
del compromiso común para el restablecimiento de
la plena comunión de todos los cristianos".
Pero
esas oraciones, observó Benedicto XVI, no deben
ser sólo de petición. "Debemos dar gracias
al Señor -subrayó- por la nueva situación
creada, con tanto esfuerzo, en las relaciones ecuménicas
entre los cristianos, por los fuertes lazos de
solidaridad establecidos, por el crecimiento de la
comunión y convergencia (...) entre los diversos
diálogos. El futuro está ante nosotros".
El
Papa concluyó citando las palabras de Juan Pablo
II, que "hizo tanto y sufrió tanto por la
cuestión ecuménica", en la encíclica
"Ut unum sint": "Reconocer lo que
Dios ya ha concedido es condición que nos
predispone a recibir aquellos dones aún
indispensables para llevar a término la obra ecuménica
de la unidad".
El miércoles
25 de enero, fiesta de la Conversión de San Pablo
Apóstol, Benedicto XVI presidirá a las 17,30 en la
basílica de San Pablo Extramuros la celebración de
las Vísperas, con la que clausurará la Semana de
Oración por la Unidad de los Cristianos.
María Santísima, Hija predilecta del Padre, se
presenta ante nuestra mirada como ejemplo perfecto
de caridad, tanto con Dios como con el prójimo.
Pidámosle a Ella que
su materna intercesión ayude a los cristianos a
formar un solo corazón y una sola alma y a todos
los hombres a crecer en la solidaridad para
construir un mundo de paz, a efectos de poner por
obra el pedido del Concilio Vaticano II en la Lumen
Gentium, 69: «Todos los fieles han de
ofrecer insistentes súplicas a la Madre de Dios y
Madre de los hombres, para que ella, que estuvo
presente en los comienzos de la Iglesia con sus
oraciones, también ahora en el cielo, exaltada
sobre todos los bienaventurados y ángeles, en
comunión con todos los santos, interceda ante su
Hijo para que las familias de
todos los pueblos tanto los que se honran con el
nombre de cristianos, como los que aún ignoran al
Salvador, sean felizmente congregados con paz y
concordia en un solo Pueblo de Dios, para gloria de
la Santísima e indivisible Trinidad.».
Marisa y
Eduardo
Dios te salve, María, llena de Gracia!
¡Dios te salve, María, llena de gracia!
Tú eres la Hija amada del Padre,
la Madre de Cristo, nuestro Dios y Señor,
el Templo vivo del Espíritu Santo.
Llevas en tu nombre, Virgen de la Caridad,
la memoria del Dios que es Amor
el recuerdo del mandamiento nuevo de
Jesús,
la evocación del Espíritu Santo:
Amor derramado en nuestros corazones,
Fuego de caridad enviado en Pentecostés
sobre la Iglesia,
Don de la plena libertad de los hijos de
Dios.
¡Bendita tú entre las mujeres
y bendito el fruto de tu vientre, Jesús!
Has venido a visitar nuestro pueblo
y has querido quedarte con nosotros
como Madre y Señora de Cuba,
a lo largo de su peregrinar
por los caminos de la historia.
Tu nombre y tu imagen están esculpidos
en la mente y en el corazón de todos los
cubanos,
como signo de esperanza y centro de
comunión fraterna.
¡Santa
María. Madre de Dios y Madre nuestra!
Ruega por nosotros ante tu Hijo
Jesucristo,
intercede por nosotros con tu corazón
maternal,
inundado de la caridad del Espíritu.
Acrecienta nuestra fe, aviva la esperanza,
aumenta y fortalece en nosotros el amor
Ampara nuestras familias,
protege a los jóvenes y a los niños,
consuela a los que sufren.
Sé Madre de
los fieles y de los pastores de la
Iglesia.
Modelo y Estrella de la nueva
evangelización.
¡Madre de la reconciliación!
Reúne a tu pueblo disperso por el mundo.
Haz de la nación cubana un hogar de
hermanos y hermanas
para que este pueblo abra de par en par
su mente, su corazón y su vida a Cristo,
único Salvador y Redentor,
que vive y reina con el Padre y el
Espíritu Santo, por los siglos de los
siglos. Amén.
ORACIÓN DEL PAPA
JUAN PABLO II AL CORONAR LA VIRGEN NUESTRA
SEÑORA DE LA CARIDAD DEL COBRE . 24
de enero, de 1998
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