Amadísimos
hermanos y hermanas:
1.- Con la
mirada dirigida a la Sábana santa, deseo saludaros cordialmente a
todos vosotros, fieles de la Iglesia turinesa. Saludo a los
peregrinos que durante el período de esta ostensión vienen de todo
el mundo para contemplar uno de los signos más conmovedores del amor
sufriente del Redentor.
Al entrar en
la catedral, que muestra aún las heridas causadas por el terrible
incendio que se produjo hace un año, me he recogido en adoración
ante la Eucaristía, el sacramento que está en el centro de las
atenciones de la Iglesia y que, bajo apariencias humildes, conserva
la presencia verdadera, real y sustancial de Cristo. A la luz de la
presencia de Cristo en medio de nosotros, me he arrodillado ante la
Sábana santa, el precioso lienzo que nos puede ayudar a comprender
mejor el misterio del amor que nos tiene el Hijo de Dios.
Ante la
Sábana santa, imagen intensa y conmovedora de un dolor
indescriptible, deseo dar gracias al Señor por este don singular,
que pide al creyente atención amorosa y disponibilidad plena al
seguimiento del Señor.
Reto a la
inteligencia
2.- La
Sábana santa es un reto a la inteligencia.
Ante todo, exige de cada hombre, en particular del investigador, un
esfuerzo para captar con humildad el mensaje profundo que transmite
a su razón y a su vida. La fascinación misteriosa que ejerce la
Sábana santa impulsa a formular preguntas sobre la relación entre
ese lienzo sagrado y los hechos de la historia de Jesús. Dado que no
se trata de una materia de fe, la Iglesia no tiene competencia
específica para pronunciarse sobre esas cuestiones. Encomienda a los
científicos la tarea de continuar investigando para encontrar
respuestas adecuadas a los interrogantes relacionados con este
lienzo que, según la tradición, envolvió el cuerpo de nuestro
Redentor cuando fue depuesto de la cruz. La Iglesia los exhorta a
afrontar el estudio de la Sábana santa sin actitudes preconcebidas,
que den por descontado resultados que no son tales; los invita a
actuar con libertad interior y respeto solícito, tanto en lo que
respecta a la metodología científica como a la sensibilidad de los
creyentes.
Espejo del
evangelio
3.- Para
el creyente cuenta sobre todo el hecho de que la Sábana santa es
espejo del Evangelio. En efecto, si se reflexiona sobre este
lienzo sagrado, no se puede prescindir de la consideración de que la
imagen presente en él tiene una relación tan profunda con cuanto
narran los evangelios sobre la pasión y muerte de Jesús, que todo
hombre sensible se siente interiormente impresionado y conmovido al
contemplarlo. Además, quien se acerca a la Sábana santa es
consciente de que no detiene en sí misma el corazón de la gente,
sino que remite a Aquél a cuyo servicio lo puso la Providencia
amorosa del Padre. Por tanto, es justo alimentar la conciencia del
precioso valor de esta imagen, que todos ven y nadie, por ahora,
logra explicar. Para toda persona reflexiva es motivo de
consideraciones profundas, que pueden llegar a comprometer su
vida.
Así, la
Sábana santa constituye un signo verdaderamente singular que remite
a Jesús, la Palabra verdadera del Padre, e invita a conformar la
propia vida a la de Aquél que se entregó a sí mismo por
nosotros.
Imagen del
sufrimiento humano
4.- En
la Sábana santa se refleja la imagen del sufrimiento humano.
Recuerda al hombre moderno, distraído a menudo por el bienestar y
las conquistas tecnológicas, el drama de tantos hermanos, y lo
invita a interrogarse sobre el misterio del dolor, para profundizar
en sus causas. La impronta del cuerpo martirizado del Crucificado,
al testimoniar la tremenda capacidad del hombre de causar dolor y
muerte a sus semejantes, se presenta como el icono del
sufrimiento del inocente de todos los tiempos: de las
innumerables tragedias que han marcado la historia pasada, y de los
dramas que siguen consumándose en el mundo.
Ante la
Sábana santa, ¿cómo no pensar en los millones de hombres que mueren
de hambre, en los horrores perpetrados en las numerosas guerras que
ensangrientan a las naciones, en la explotación brutal de mujeres y
niños, en los millones de seres humanos que viven en la miseria y
humillados en los suburbios de las metrópolis, especialmente en los
países en vías de desarrollo? ¿Cómo no recordar con conmoción y
piedad a cuantos no pueden gozar de los derechos civiles
elementales, a las víctimas de la tortura y del terrorismo, y a los
esclavos de organizaciones criminales?
Al evocar
esas situaciones dramáticas, la Sábana santa no sólo nos impulsa a
salir de nuestro egoísmo; también nos lleva a descubrir el misterio
del dolor que, santificado por el sacrificio de Cristo, engendra
salvación para toda la humanidad..
Imagen del
pecado del hombre y del amor de Dios.
5.- La
Sábana santa es también imagen del amor de Dios, así como del pecado
del hombre. Invita a redescubrir la causa última de la
muerte redentora de Jesús. En el inconmensurable sufrimiento que
documenta, el amor de Aquel que "tanto amó al mundo que dio a su
Hijo único" (Jn.3,16) se hace casi palpable y manifiesta sus
sorprendentes dimensiones. Ante ella, los creyentes no pueden menos
de exclamar con toda verdad: "Señor, ¡no podías amarme más!",
y darse cuenta en seguida de que el pecado es el responsable de
ese sufrimiento: Los pecados de todo ser humano.
Al hablarnos
de amor y de pecado, la Sábana santa nos invita a todos a imprimir
en nuestro espíritu el rostro del amor de Dios, para apartar de él
la tremenda realidad del pecado. La contemplación de ese Cuerpo
martirizado ayuda al hombre contemporáneo a liberarse de la
superficialidad y del egoísmo con los que, muy a menudo, considera
el amor y el pecado. La Sábana santa, haciéndose eco de la palabra
de Dios y de siglos de conciencia cristiana, susurra: cree en el
amor de Dios, el mayor tesoro dado a la humanidad, y huye del
pecado, la mayor desgracia de la historia.
Imagen de
Impotencia.
6.- La
Sábana santa es también imagen de impotencia:
impotencia de la muerte, en la que se manifiesta la consecuencia
extrema del misterio de la Encarnación. Ese lienzo sagrado nos
impulsa a afrontar el aspecto más desconcertante del misterio de la
Encarnación, que es también el que muestra con cuánta verdad Dios se
hizo verdaderamente hombre, asumiendo nuestra condición en todo,
excepto en el pecado. A todos desconcierta el pensamiento de que ni
siquiera el Hijo de Dios resistió a la fuerza de la muerte; pero a
todos nos conmueve el pensamiento de que participó de tal modo en
nuestra condición humana, que quiso someterse a la impotencia total
del momento en que se apaga la vida. Es la experiencia del Sábado
santo, paso importante del camino de Jesús hacia la gloria, de la
que se desprende un rayo de luz que ilumina el dolor y la muerte de
todo hombre.
La fe, al
recordarnos la victoria de Cristo, nos comunica la certeza de que el
sepulcro no es el fin último de la existencia. Dios nos llama a la
resurrección y a la vida inmortal.
Imagen del
silencio.
7.- La
Sábana santa es imagen del silencio. Existe el silencio
trágico de la incomunicabilidad, que tiene en la muerte su mayor
expresión; y existe el silencio de la fecundidad, propio de quien
renuncia a hacerse oír en el exterior, para alcanzar en lo profundo
las raíces de la verdad y de la vida. La Sábana santa no sólo
expresa el silencio de la muerte, sino también el silencio valiente
y fecundo de la superación de lo efímero, gracias a la inmersión
total en el eterno presente de Dios. Así, brinda la conmovedora
confirmación del hecho de que la omnipotencia misericordiosa de
nuestro Dios no ha sido detenida por ninguna fuerza del mal, sino
que, por el contrario, sabe hacer que incluso la fuerza del mal
contribuya al bien. Nuestro tiempo necesita redescubrir la
fecundidad del silencio, para superar la disipación de los sonidos,
de las imágenes y de la palabrería, que muy a menudo impiden
escuchar la voz de Dios.
8.-
Amadísimos hermanos y hermanas, vuestro arzobispo, el querido
cardenal Giovanni Saldarini, custodio pontificio de la Sábana santa,
ha propuesto como lema de esta ostensión solemne las palabras.
"Todos los hombres verán tu salvación". Sí, la
peregrinación que grandes multitudes están realizando a esta ciudad
es precisamente un "venir a ver" este signo trágico e iluminador de
la Pasión, que anuncia el amor del Redentor. Este icono del Cristo
abandonado en la condición dramática y solemne de la muerte, que
desde hace siglos es objeto de significativas representaciones y
que, desde hace cien años, gracias a la fotografía, se ha difundido
en muchísimas reproducciones, nos exhorta a penetrar en el misterio
de la vida y de la muerte para descubrir el mensaje, grande y
consolador, que se nos da en ella. La Sábana santa nos presenta a
Jesús en el momento de su máxima impotencia, y nos recuerda que en
la anulación de esa muerte está la salvación del mundo entero. La
Sábana santa se convierte, así, en una invitación a vivir cada
experiencia, incluso la del sufrimiento y de la suprema impotencia,
con la actitud de quien cree que el amor misericordioso de Dios
vence toda pobreza, todo condicionamiento y toda tentación de
desesperación.
Que el
espíritu de Dios, que habita en nuestro corazón, suscite en cada uno
el deseo y la generosidad necesarios para acoger el mensaje de la
Sábana santa y hacer de él el criterio inspirador de su
existencia.
Anima
Christi santifica me! Corpus Christi salva me! Passio Christi
conforta me! Intra tua vulnera abscondi me
!