SAGRADO CORAZÓN: SÍMBOLO DEL AMOR DE CRISTO

 

"Los Dos Corazones tienen designios de misericordia sobre ustedes"
(Palabras del Ángel de Fátima a los niños)

 

 

 

 

Letanías al Sagrado Corazón de Jesús

 

Las 12 Promesas de Nuestro Señor a los devotos de su Sagrado Corazón

 

 

 

 

 

 

LA DEVOCIÓN AL SAGRADO CORAZÓN ES INSEPARABLE DE LA EUCARISTÍA

Queridísimos hermanos y hermanas:

Comienza hoy el mes de junio, dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, ese Corazón divino que fue atravesado por la lanza en la Cruz, para que fluyesen de Él tesoros de gracia para todos los hombres. Es como una fuente perenne, de la que todo creyente y la Iglesia entera extraen energías siempre nuevas de fe, esperanza y caridad.

La devoción al Corazón de Cristo es inseparable de la Eucaristía, Sacramento del Cuerpo y de la Sangre del Señor.

Los fieles italianos están viviendo una semana bajo el signo de la Eucaristía. Efectivamente, en estos días se está celebrando, en Siena, el Congreso Eucarístico Nacional, que se concluirá el domingo próximo. Invito a todos los cristianos, especialmente a las familias, a formar un solo corazón y una sola alma y a elevar al Padre su acción de gracias por el don inestimable del Cuerpo y de la Sangre del Señor, que en la cultura y el arte, y sobre todo en la vida de los santos y de las santas ha hallado expresiones verdaderamente admirables.

A la vez que os deseo a todos que acojáis, como María Santísima, la fuerza vivificante del Amor de Dios, os imparto de corazón la bendición apostólica, que extiendo a vuestros seres queridos, a los niños, a los enfermos y a los que sufren. (Catequesis en la audiencia general del miércoles 1-junio-1994)

 EL CULTO QUE SE DA A LA EUCARISTÍA FUERA DE LA MISA ES DE UN VALOR INESTIMABLE EN LA VIDA DE LA IGLESIA

"...Es hermoso estar con Él y, reclinados sobre su pecho como el discípulo predilecto (cf. Jn 13, 25), palpar el amor infinito de su Corazón..."

 

El culto que se da a la Eucaristía fuera de la Misa es de un valor inestimable en la vida de la Iglesia. Dicho culto está estrechamente unido a la celebración del Sacrificio eucarístico. La presencia de Cristo bajo las sagradas especies que se conservan después de la Misa –presencia que dura mientras subsistan las especies del pan y del vino (45)–, deriva de la celebración del Sacrificio y tiende a la comunión sacramental y espiritual.(46) Corresponde a los Pastores animar, incluso con el testimonio personal, el culto eucarístico, particularmente la exposición del Santísimo Sacramento y la adoración de Cristo presente bajo las especies eucarísticas.(47)

Es hermoso estar con Él y, reclinados sobre su pecho como el discípulo predilecto (cf. Jn 13, 25), palpar el amor infinito de su Corazón. Si el cristianismo ha de distinguirse en nuestro tiempo sobre todo por el «arte de la oración»,(48) ¿cómo no sentir una renovada necesidad de estar largos ratos en conversación espiritual, en adoración silenciosa, en actitud de amor, ante Cristo presente en el Santísimo Sacramento? ¡Cuántas veces, mis queridos hermanos y hermanas, he hecho esta experiencia y en ella he encontrado fuerza, consuelo y apoyo!

Numerosos Santos nos han dado ejemplo de esta práctica, alabada y recomendada repetidamente por el Magisterio.(49) De manera particular se distinguió por ella San Alfonso María de Ligorio, que escribió: «Entre todas las devociones, ésta de adorar a Jesús sacramentado es la primera, después de los sacramentos, la más apreciada por Dios y la más útil para nosotros».(50) La Eucaristía es un tesoro inestimable; no sólo su celebración, sino también estar ante Ella fuera de la Misa, nos da la posibilidad de llegar al manantial mismo de la gracia. Una comunidad cristiana que quiera ser más capaz de contemplar el rostro de Cristo, en el espíritu que he sugerido en las Cartas apostólicas Novo millennio ineunte y Rosarium Virginis Mariae, ha de desarrollar también este aspecto del culto eucarístico, en el que se prolongan y multiplican los frutos de la comunión del Cuerpo y Sangre del Señor. (Carta. Encíclica ECCLESIA DE EUCHARISTIA, 25)

 

 

 

 

 

LA DEVOCIÓN AL CORAZÓN MISERICORDIOSO DE JESÚS

 

El mes de junio se caracteriza, de modo particular, por la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Celebrar el Corazón de Cristo significa dirigirse hacia el centro íntimo de la persona del Salvador, el centro que la Biblia identifica precisamente con su corazón, sede del amor que ha redimido el mundo.

Si ya el corazón humano representa un misterio insondable que sólo Dios conoce, ¡cuánto más sublime es el Corazón de Jesús, en el que late la vida misma del Verbo! En Él, como sugieren las hermosas letanías del Sagrado Corazón, haciéndose eco de las Escrituras, se encuentran todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia, y toda la plenitud de la divinidad.

Para salvar al hombre, víctima de su misma desobediencia, Dios quiso darle un "corazón nuevo", fiel a su voluntad de amor (cf. Jr 31, 33; Ez 36, 26; Sal 50, 12). Este corazón es el Corazón de Cristo, la obra maestra del Espíritu Santo, que comenzó a latir en el seno virginal de María y fue traspasado por la lanza en la Cruz, convirtiéndose de este modo, y para todos, en manantial inagotable de vida eterna. Ese Corazón es ahora prenda de esperanza para todo hombre.

¡Cuán necesario es para la humanidad contemporánea el mensaje que brota de la contemplación del Corazón de Cristo! En efecto, ¿de dónde, si no es de esa fuente, podrá sacar las reservas de mansedumbre y de perdón necesarias para resolver los duros conflictos que la ensangrientan?

Al Corazón Misericordioso de Jesús quisiera encomendarle hoy de modo especial a cuantos viven en Tierra Santa: judíos, cristianos y musulmanes. Ese Corazón que, colmado de afrentas, no albergó jamás sentimientos de odio y venganza, sino que pidió el perdón para sus asesinos, nos señala el único camino para salir de la espiral de la violencia: el de la pacificación de los ánimos, de la comprensión recíproca y de la reconciliación.

Junto con el Corazón misericordioso de Cristo veneramos el Corazón inmaculado de María Santísima, Mediadora de gracia y de salvación.

A Ella nos dirigimos con confianza ahora para implorar misericordia y paz para la Iglesia y para el mundo entero.

(Juan Pablo II. Ángelus. Domingo 23 de junio de 2002)

 

  

Corazón de Jesús, formado por el Espíritu Santo en el seno de la Virgen Madre, Ten misericordia de nosotros.

"...En el momento de la Anunciación comenzó el coloquio del Corazón de la Madre con el Corazón del Hijo. Nos unimos hoy a este coloquio, meditando el misterio de la Encarnación en la plegaria del Ángelus..."

(Juan Pablo II, durante el rezo del Ángelus. Domingo 21/7/1985)

 

CONSAGRACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN

Santa Margarita María Alacoque

Me entrego y consagro al Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo, mi persona y vida, acciones, penas y sufrimientos para que utilice mi cuerpo solamente para honrar, amar y glorificar al Sagrado Corazón.

Este es mi propósito definitivo, único, ser todo de Él, y hacer todo por amor a Él, y al mismo tiempo renunciar con todo mi corazón cualquier cosa que no le complace, además tomarte, Oh Sagrado Corazón, para que seas el único objeto de mi amor, el guardián de mi vida, mi seguro de salvación, el remedio para mis debilidades e inconstancia, la solución a los errores de mi vida y mi refugio seguro a la hora de la muerte.

Sé pues, Oh Corazón de Bondad, mi Intercesor ante Dios Padre. Oh Corazón de Amor, pongo toda mi confianza en Ti, temo mis debilidades y fallas, pero tengo esperanza en tu Divinidad y Bondad.

Quita de mí todo lo que esta mal y todo lo que provoque que no haga tu santa Voluntad, permite a tu Amor puro a que se imprima en lo más profundo de mi corazón, para que yo no me olvide ni separe de Ti.

Que yo obtenga de tu amada bondad la gracia de tener mi nombre escrito en tu Corazón, para depositar en Ti toda mi felicidad y gloria, vivir y morir en bondad tuya. Amen.

 

 

 

 

CONSAGRACIÓN A JESÚS POR MEDIO DE MARÍA

Oh sabiduría eterna encarnada, Oh amabilísimo y adorable Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, Hijo Único del Padre eterno y de María siempre Virgen.

Te adoro profundamente en el seno y esplendor de tu Padre en la eternidad y en el seno virginal de María tu Dignísima Madre, en el momento de tu Encarnación.

Te doy gracias por haberte anonadado, tomando forma de esclavo, para librarme de la cruel esclavitud del demonio; te alabo y glorifico porque has querido someterte a María tu Santísima Madre, en todas las cosas, para hacerme por medio de ella tu fiel hijo.


Pero, yo ingrato e infiel, no he guardado los votos y promesas que tan solemnemente hice en mi bautismo; no he cumplido mis obligaciones; no merezco ser llamado hijo tuyo; como no hay nada en mí que no merezca repulsa y cólera, no me atrevo por mí mismo a acercarme a tu santísima y soberana majestad.

Por eso, recurro a la intercesión y a la misericordia de tu Santísima Madre, que me has dado por Mediadora; por Ella espero obtener la contrición y el perdón de mis pecados, la adquisición y la conservación de la sabiduría.

Te saludo pues, oh María Inmaculada, Tabernáculo vivo de la Divinidad, en el que la Sabiduría eterna oculta quiere ser adorada de los Ángeles y de los hombres.

Te saludo, Reina del Cielo y de la tierra, a cuyo imperio todo está sometido: todo lo que está debajo de Dios.

Te saludo, Refugio seguro de los pecadores, cuya misericordia no ha faltado jamás a nadie.

Escucha los deseos que tengo de la Divina Sabiduría, y recibe los votos y ofrendas que presenta mi bajeza.

Yo, pecador infiel, renuevo y ratifico hoy, en vuestras manos las promesas de mi bautismo.

Renuncio para siempre a las seducciones de satanás y a sus obras, y me entrego por entero a Jesucristo, la Sabiduría encarnada, para llevar mi cruz en su seguimiento todos los día de mi vida, para que le sea más fiel de lo que he sido hasta ahora.

Te elijo, María, en presencia de la corte celestial por mi Madre y Reina. Entrego y consagro con toda sumisión y amor, mi cuerpo, mi alma, mis bienes interiores y exteriores, el valor mismo de mis buenas obras, pasadas, presentes y futuras, dejándote el pleno derecho de disponer de ellas, de mí y de todo lo que me pertenece, sin excepción, según tu beneplácito, a la mayor gloria de Dios en el tiempo y la eternidad.

Recibe, dulce Virgen María, esta ofrenda de mi esclavitud de amor, en honor y unión de la sumisión que la sabiduría eterna quiso tener con tu maternidad; en vasallaje del poder que tenéis los Dos sobre este miserable pecador, y en acción de gracias por los privilegios con que te ha favorecido la Santísima Trinidad.

Proclamo que en adelante quiero, como verdadero hijo, buscar tu honra y obedecerte en todo.

Madre admirable, preséntame a tu querido Hijo en calidad de siervo eterno para que, rescatado por Ti me reciba también por Ti.

Madre de Misericordia, dame la gracia de conseguir la verdadera sabiduría de Dios y de estar en el número de los que amas, enseñas, guías, alimentas y proteges como verdaderos hijos.

Virgen fiel, hazme en todo un discípulo tan perfecto, imitador y siervo de la sabiduría encarnada Jesucristo y que llegue, por tu intercesión y a tu ejemplo, a la plenitud de su edad sobre la tierra y de su gloria en los cielos. Amén
 
 Este texto de la "Consagración a Jesús por medio de María", fue escrito por SAN LUIS MARIA GRIGNION DE MONFORT

 

CATEQUESIS DEL PAPA JUAN PABLO II

EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS ES EL CORAZÓN DE LA IGLESIA

Mensaje para el Centenario de la Consagración de la Raza Humana al Sagrado Corazón de Jesús
 
Warsaw (Polonia)  , 11 de Junio de 1999, Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús.
 
 
CONFIAR EN EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
 
Audiencia General del miércoles 8 de junio  de 1994
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
MEDITACIONES DE CADA LETANÍA
 
(Haga doble click en cada Letanía)
 

Corazón de Jesús, Hijo del Eterno Padre
Corazón de Jesús, formado por el Espíritu Santo en el seno de María
Corazón de Jesús, Unido sustancialmente al Verbo de Dios
Corazón de Jesús, de Majestad Infinita
Corazón de Jesús, Templo Santo de Dios, ...
Corazón de Jesús, Horno Ardiente de Caridad, ...
Corazón de Jesús, Santuario de Justicia y de Amor, ...
Corazón de Jesús, Lleno de Bondad y de Amor, ...
Corazón de Jesús, Abismo de todas las virtudes,..
Corazón de Jesús, Dignísimo de toda alabanza,...
Corazón de Jesús, Rey y centro de todos los corazones,...
Corazón de Jesús, en Quien se hallan todos los tesoros de la sabiduría,...
Corazón de Jesús, en Quien reside toda la plenitud de la Divinidad,...
Corazón de Jesús, en Quien el Padre halló sus complacencias,...
Corazón de Jesús, de cuya plenitud todos hemos recibido, ...
Corazón de Jesús, Deseo de los eternos collados, ...
Corazón de Jesús, Paciente y de mucha Misericordia, ...
Corazón de Jesús, Generoso para todos los que te invocan,...
Corazón de Jesús, Fuente de vida y santidad,...
Corazón de Jesús, Propiciación por nuestros pecados,...
Corazón de Jesús, Saciado de oprobios,...
Corazón de Jesús, Despedazado por nuestros pecados,...

 SU CORAZÓN ES EL CORAZÓN DE LA IGLESIA

 

Sagrado Corazón de Jesús
Oleo de Sebastián Gallés y Pujat S.J. (1812-1900)

¡Queridos Hermanos y Hermanas!

1. El 100avo aniversario de la consagración de la raza Humana al Divino Corazón de Jesús, prescrito para toda la Iglesia por mi Predecesor León XIII en la Encíclica Annum sacrum (25 de Mayo de 1899: León XIII P.M. Acta, XIX [1899], 7180) y llevada a cabo el 11 de Junio de 1899, nos mueve, antes que nada a  "dar gracias al que nos ama y nos ha lavado con sangre de nuestros pecados y ha hecho de nosotros un Reino de Sacerdotes para su Dios y Padre" (Ap. 1: 5-6).

Esta ocasión de alegría nos parece particularmente apropiada para reflexionar en el significado y el valor de esa acta eclesial tan importante. Con la Encíclica Annum sacrum, el Papa León XIII confirmó todo lo que habían hecho sus Predecesores cuidadosamente para preservar y destacar la devoción y espiritualidad del Sagrado Corazón. Con esa consagración el deseaba obtener "beneficios extraordinarios, primero no sólo para la Cristiandad, sino también para toda la raza humana" (Annum sacrum p. 71). Pidiendo que no solamente los creyentes sino todas las gentes fuesen consagradas, él dio un nuevo sentido y dirección a la consagración que ya se había practicado durante dos siglos por individuos, grupos, Diócesis y naciones.

Es así que la consagración de la raza humana al Corazón de Jesús, fue presentada por León XIII como "la cumbre y la coronación de todos los honores que ordinariamente se le hacen al Sacratísimo Corazón" (Annum sacrum, p. 72). La encíclica nos explica que se le debe tal consagración a Cristo, Redentor de la raza humana, por lo que El sí es y por lo que ha hecho por los seres humanos. Ya que en el Sagrado Corazón el creyente encuentra el símbolo y la viva imagen del amor infinito de Cristo, el cual nos estimula a amarnos unos a otros, él no falla en reconocer la necesidad de participar personalmente en la obra de la salvación. Es por esta razón que cada miembro de la Iglesia estás invitado a ver la consagración como la entrega y la unión de uno mismo con Cristo Jesús, el Rey de "los hijos pródigos", el Rey de todos los que esperan ser llevados "ante la luz de Dios y a Su Reino" (fórmula de Consagración). El entender así la consagración es estar unidos a la actividad misionera de la misma Iglesia, porque da respuesta al deseo del corazón de Jesús de propagar en el mundo, a través de los miembros de su Cuerpo, su total dedicación al reino, y unir todavía más a la Iglesia con su ofrecimiento al Padre y su existir para otros.

El valor de lo que se llevó a cabo el 11 de Junio de 1899 fue confirmado con autoridad en los escritos de mis Predecesores, quiénes ofrecieron reflexiones doctrinales sobre la devoción al Sagrado Corazón y ordenaron la renovación periódica del acto de consagración. Entre estos me da gusto recordar al santo sucesor de León XIII, el Papa Pío XI de venerada memoria, quién nos lo recordó en sus Encíclicas Quas primas, en el contexto del Año Santo de 1925, y en Miserentissimus Redemptor; su sucesor, el Siervo de Dios, Pío XII, quién trató el tema en sus Encíclicas Summi Pontificatus y Haurietis Aguas. El Siervo de Dios, Paulo VI, entonces a la luz del Concilio Vaticano, quiso hacer referencia a esto en su Epístola Apostólica Inventigabiles divitias y en su Carta Diserti interpretes, dirigida el 25 de Mayo de 1965 a todos los Superiores Mayores de los institutos que llevaran el nombre del Corazón de Jesús.

Yo también, no he fallado en varias ocasiones en invitar a mis Hermanos en el Episcopado, sacerdotes, religiosos y a los creyentes a cultivar en sus vidas las más genuinas formas de devoción al Corazón de Cristo. En este año dedicado a Dios el Padre, recuerdo lo que escribí en la Encíclica Dives in misericordia: "La Iglesia, en una forma particular, parece profesar la misericordia de Dios y la venera cuando ella (la Iglesia) se dirige al Corazón de Cristo. De hecho, es precisamente este acercamiento a Cristo en el misterio de su Corazón el que nos permite hacer hincapié en este punto – un punto que en un sentido es central y también muy accesible en el plano humano – de la revelación del amor misericordioso del Padre, una revelación que constituyó el contexto central de la misión mesiánica del Hijo del Hombre" (n. 13). En ocasión de la Solemnidad del Sagrado Corazón y del mes de Junio, yo muy a menudo he urgido a los fieles a perseverar en la práctica de esta devoción, la cual "contiene un mensaje que en nuestros días es extraordinariamente infinito" (...) "un brote de vida infinito, que da esperanza a cada persona, ha brotado precisamente del Corazón del Hijo de Dios, quién murió en la Cruz. Del Corazón de Cristo crucificado es de dónde la nueva humanidad fue redimida del pecado. El hombre del año 2000 necesita del Corazón de Cristo para conocer a Dios y para conocerse a sí mismo; lo necesita para construir la civilización del amor" (8 de Junio de 1994, L’Osservaztore Romano, edición en Inglés. 15 de Junio de 1994, p.3).

La consagración de la raza humana en 1899 representa un paso de extraordinaria importancia en el camino de la Iglesia y siempre es bueno renovarla cada año en la fiesta del Sagrado Corazón. Lo mismo debe decirse del Acto de Reparación que se acostumbra a recitar en la fiesta de Cristo Rey. Las palabras de León XIII todavía son verdad: "Debemos recurrir a El, quién es el Camino, la Verdad y la Vida. Nos hemos desviado y debemos regresar al camino correcto; la oscuridad ha nublado nuestras mentes, y la niebla deberá ser reemplazada por la luz de la verdad; la muerte nos acecha y nosotros debemos de agarrarnos de la vida" Annum sacrum, p. 78). ¿No es éste el programa del Vaticano Segundo y de mi propio Pontificado?

2. Al declarar que "los desequilibrios bajo los cuales el mundo moderno laboral están ligados a ese desequilibrio más básico tiene sus raíces en el corazón humano" (Constitución Papal Gaudium et spes, n.10), la Fe descubre con alegría que "es únicamente en el misterio de la Palabra hecha carne que el misterio del hombre verdaderamente se esclarece" (Ibid., n. 22), ya que "por su Encarnación el Hijo de Dios se ha unido de alguna forma con cada hombre. El trabajó con manos humanas, El pensó con una mente humana, actuó con una voluntad humana, y amó con un corazón humano" (Ibid.). Dios también desea que el Cristiano bautizado, "asociado con el misterio pascual y configurado con la muerte de Cristo", deberá apresurarse "hacia adelante a la resurrección fortalecido por la esperanza", pero esto también es cierto para todas las gentes de buena voluntad en cuyos corazones la gracia trabaja de forma invisible" (Ibid.). "Todos los seres humanos están llamados a esta unión con Cristo, quien es la luz del mundo, de quién venimos, a través de quién vivimos y a quién vamos" (Constitución Dogmática Lumen gentium, n.3).

La Constitución Dogmática de la Iglesia afirma con autoridad que "por la regeneración y la unción del Espíritu Santo, los bautizados son consagrados para ser casa espiritual y un sacerdocio santo, que a  través de todas las obras los Cristianos puedan ofrecer sacrificios espirituales y proclamar las obras maravillosas del que los llamó a salir de la oscuridad y entrar a su luz maravillosa (cf. 1 Pe 2: 4-10). De ahí que todos los discípulos de Cristo, perseverando en oración y alabando a Dios (cf. Hechos 2: 42-47), deben de ofrecerse a sí mismos como un sacrificio viviente, santo y agradable a Dios (cf. Rom 12:1). Ellos deberían en todas partes ser testigos de Cristo y dar una respuesta de la vida eterna que los llevan a aquellos que buscan a cuenta de la esperanza" (Ibid., n.10). Al confrontar el desafío de la nueva evangelización, el Cristiano que evoca al corazón de Cristo y se consagra y consagra a sus hermanos a El, Señor del tiempo y la historia, vuelve a descubrir que es portador de Su Luz. Motivado por este espíritu de servicio, el cristiano coopera en abrir a todos los seres humanos el prospecto de que cada quién pueda realizarse personalmente y en su comunidad. Del Corazón de Cristo, el corazón del hombre aprende a conocer el genuino y único significado de su vida y de su destino a entender el valor de una vida auténticamente cristiana, a separarse de ciertas perversidades del corazón humano, y a unir el amor filial de Dios con el amor al prójimo.

Quiero expresar mi aprobación y apoyo a todos los que de alguna forma continúan fomentando, estudiando y promoviendo la devoción al Corazón de Cristo en la Iglesia con el lenguaje y la forma adoptados a nuestros tiempos, para que pueda ser transmitida a las futuras generaciones en el espíritu que siempre lo ha animado. El creyente siempre necesita ser guiado a contemplar con adoración el misterio de Cristo, el Dios Hombre, para poder convertirse en hombres y mujeres de vida interior, gente que sientan y vivan la llamada a una nueva vida, a santidad, a reparación, que es la cooperación apostólica en la salvación del mundo, gente que se preparen para la nueva evangelización en el Corazón de Cristo como en el corazón de la Iglesia: es urgente que el mundo comprenda que el Cristianismo es la religión del Amor.

El Corazón del Salvador nos invita a regresar al amor del Padre, fuente de todo amor auténtico: "En esto se sabe que es Amor, no que amamos a Dios, sino en que El nos amó a nosotros y nos envió a su Hijo como víctima por nuestros pecados" (1 Jn 4:10). Jesús recibe del Padre incesantemente, en compasión y misericordia, el amor que El derrama abundantemente sobre los seres humanos (cf. Ef. 2:4, Santiago 5:11). Su Corazón revela particularmente la generosidad de Dios hacia los pecadores. La reacción de Dios hacia el pecado no disminuye su amor, sino que hace más grande el fluir de Su misericordia que se torna en el principio de la redención.

La contemplación del Corazón de Jesús en la Eucaristía estimulará al creyente a buscar en ese Corazón el misterio inagotable del sacerdocio de Cristo y de la Iglesia. Les permitirá saborear en comunión con sus hermanos y hermanas la dulzura espiritual de la fuente de la caridad. El ayudar a todos a redescubrir su propio Bautismo les hará más conscientes de tener que vivir su dimensión apostólica al difundir amor y participar en la misión de evangelizar. Cada persona deberá estar más comprometida de rogarle al Dueño de la cosecha (cf. Mt. 9:38) que le dé a la Iglesia "pastores según su corazón" (Jer 3:15) quienes, enamorados de Cristo, el Buen Pastor, moldeen su corazón como el de El y puedan ir por los caminos del mundo a proclamar a todos que El es el Camino, la Verdad y la Vida (cf. Exhortación Post-Sínodo Apostólico Pastores dabo vobis, n.82). A esto nosotros debemos de añadirle la acción efectiva para que a mucha de la gente joven, dócil a la voz del Espíritu Santo, se le pueda enseñar a que resuenen en las honduras de sus corazones las grandes expectativas de la Iglesia y de la humanidad y que respondan a la invitación de Cristo a que se consagren entusiástica y alegremente con El "para vida del mundo" (Jn 6:51).

3. La coincidencia de este centenario con el último año en preparación para el Gran Jubileo del Año 2000, el cual está dirigido a ensanchar los horizontes de los creyentes, para que puedan ver todas las cosas en la perspectiva del "Padre que está en los Cielos" (cf. Mt. 5:45) (Carta Apostólica Tertio millennio adveniente, n. 49) ofrece una oportunidad perfecta para presentar al Corazón de Jesús "el horno ardiente del amor,…el símbolo y la imagen expresiva del amor eterno con que "Dios amó tanto al mundo, que le dio a su único Hijo" (Jn 3:10) (Paulo VI, Epístola Apostólica Investigabiles divitias). El Padre "es amor" (1 Jn 4:8, 16), y Su Único Hijo, Cristo, manifiesta este misterio mientras revela el hombre al hombre.

La devoción al Corazón de Jesús le ha dado forma a las palabras proféticas dichas por San Juan: "Mirarán al que traspasaron" (Jn 19:37; cf. Za 12:10). Es una mirada contemplativa, que lucha para entrar hondamente en los sentimientos de Cristo, Dios verdadero y Hombre verdadero. En esta devoción el creyente confirma y ahonda en la aceptación del misterio de la Encarnación, que ha hecho uno a la Palabra y a los seres humanos, dando testimonio de esta forma a la búsqueda del Padre por la humanidad. Esta búsqueda nace de lo más profundo de la intimidad de Dios, quién "ama" al hombre eternamente en la Palabra, y que desea elevarlo a Cristo en la dignidad de hijo adoptado." (Tertio millennio adveniente n. 7). Al mismo tiempo la devoción al Corazón de Jesús busca el misterio de la Redención para descubrir la medida del amor que dio inicio a Su sacrificio por nuestra salvación.

El Corazón de Cristo está activo con la acción del Espíritu Santo, a quién Jesús le atribuyó la inspiración de su misión (Lc 4:18; cf. Is 61:1) y a quien, en la Ultima Cena, había prometido enviar. Es el Espíritu el que nos permite captar, a través del costado traspasado de Cristo de donde ha surgido la Iglesia, los signos de los tiempos (cf. Constitución Sacrosanctum Concilium, n. 5). "Efectivamente, la Iglesia", escribió Paulo VI, "nació del Corazón traspasado del Redentor y de ese Corazón recibe su alimento, porque Cristo se dio a Sí mismo por ella, para santificarla, purificándola mediante el baño del agua, en virtud de la palabra. (Ef 5:25-26) (Carta Diserti interpretes). A través del Espíritu Santo, es entonces, que el amor que penetra el Corazón de Jesús es derramado a los corazones de los hombres (cf. Rom 5:5), y los mueve a la adoración de sus "inescrutables riquezas" (Ef 3:8) y a la petición filial y confiada al Padre (cf. Rom 8:15-16) a través del Resucitado quién "siempre vive para interceder por nosotros" (Heb 7:25).

4. "La devoción al Corazón de Cristo, el sitio universal de comunión con Dios el Padre; sitio del Espíritu Santo" (8 de Junio de 1994; L’Observatore Romano, edición en Inglés del 15 de Junio de 1994, p. 3), tiene como meta el estrechar nuestros lazos con la Santísima Trinidad. Así pues, la celebración del centenario de la consagración de la raza humana al Sagrado Corazón prepara a los creyentes para el Gran Jubileo, porque la importancia de su objetivo de "dar gloria a la Trinidad, de quién proviene todo en el mundo y en la historia y a quién todo regresa (Tertio millennio adveniente, n. 55), y por su orientación a la Eucaristía (cf. Ibid.), en cual la vida que Cristo vino a traer en abundancia (cf. Jn 10:10) es comunicada a aquellos que se alimentan de El para poder tener vida por El (cf. Jn 6:57). Toda la devoción al Corazón de Jesús en cada una de sus manifestaciones es profundamente Eucarística: se manifiesta a través de prácticas religiosas que mueven al creyente a vivir en armonía con Cristo, "manso y humilde de corazón" (Mt 11:29), y se intensifica en la adoración. Se ahonda y encuentra su punto culmen en la participación en la Santa Misa, especialmente en la Misa Dominical, donde los corazones de los creyentes, fraternalmente unidos en alegría, oyen la palabra de Dios y aprenden a ofrecerse ellos mismos y la totalidad de sus vidas a Cristo (Sacrosanctum Concilium, n. 48). Ahí se alimentan en el banquete pascual del Cuerpo y Sangre del Redentor, y compartiendo completamente el amor que palpita en Su Corazón, ellos luchan por ser mejores evangelizadores y testigos de la solidaridad y la esperanza.

Damos gracias a Dios, nuestro Padre, quién ha revelado su amor en el Corazón de Cristo y nos ha consagrado por la unción del Espíritu Santo (cf. Constitución Dogmática Lumen gentium, n. 10) para que en unión con Cristo, nosotros podamos adorarle en todo lugar y que a través de nuestras acciones le consagremos a Él el mundo y el nuevo milenio.

Conscientes del gran desafío que se presenta ante nosotros, pedimos la ayuda de la Santísima Virgen Madre de Cristo y Madre de la Iglesia. Que Ella guíe al Pueblo de Dios a cruzar el umbral del milenio que pronto empieza. Que Ella les alumbre en los caminos de la fe, esperanza y amor!

Que Ella ayude a cada Cristiano a vivir con una consistente generosidad la consagración a Cristo, la cual tiene su base en el sacramento del Bautismo y se confirma completamente en la consagración personal al Sacratísimo Corazón de Jesús, el único en el cual la humanidad puede encontrar el perdón y la salvación.

CONFIAR EN EL CORAZÓN DE JESÚS

¡Queridos Hermanos y Hermanas!

1.La solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús es una fiesta litúrgica que irradia una peculiar tonalidad espiritual sobre todo el mes de junio. Es importante que en los fieles siga viva la sensibilidad ante el mensaje que de ella brota: en el Corazón de Cristo el amor de Dios salió al encuentro de la humanidad entera.

Se trata de un mensaje que, en nuestros días, cobra una actualidad extraordinaria. En efecto, el hombre contemporáneo se encuentra a menudo trastornado, dividido, casi privado de un principio interior que genere unidad y armonía en su ser y en su obrar. Modelos de comportamiento bastante difundidos, por desgracia, exasperan su dimensión racional-tecnológica o, al contrario, su dimensión instintiva, mientras que el centro de la persona no es ni la pura razón, ni el puro instinto. El centro de la persona es lo que la Biblia llama «el corazón».

Al final del siglo XX, parece ya superada la incredulidad de corte iluminista, que dominó durante mucho tiempo. Las personas, experimentan una gran nostalgia de Dios, pero dan la impresión de haber perdido el camino del santuario interior en donde es preciso acoger su presencia: ese santuario es precisamente el corazón, donde la libertad y la inteligencia se encuentran con el amor del Padre que está en los cielos.

El Corazón de Cristo es la sede universal de la comunión con Dios Padre, es la sede del Espíritu Santo. Para conocer a Dios, es preciso conocer a Jesús y vivir en sintonía con su Corazón, amando, como él, a Dios y al prójimo.

2. La devoción al Sagrado Corazón, tal como se desarrolló en la Europa de hace dos siglos, bajo el impulso de las experiencias místicas de Santa Margarita María Alacoque, fue la respuesta al rigorismo jansenista, que había acabado por desconocer la infinita misericordia de Dios. Hoy, a la humanidad reducida a una sola dimensión o, incluso, tentada de ceder a formas de nihilismo, si no teórico por lo menos práctico, la devoción al Corazón de Jesús le ofrece una propuesta de auténtica y armoniosa plenitud en la perspectiva de la esperanza que no defrauda.

Hace más o menos un siglo, un conocido pensador denunció la muerte de Dios. Pues bien, precisamente del Corazón del Hijo de Dios, muerto en la cruz, ha brotado la fuente perenne de la vida que da esperanza a todo hombre. Del Corazón de Cristo crucificado nace la nueva humanidad, redimida del pecado. Hoy el hombre  tiene necesidad del Corazón de Cristo para conocer a Dios y para conocerse a sí mismo; tiene necesidad de él para construir la civilización del amor.

Os invito, por tanto, amadísimos hermanos y hermanas, a mirar con confianza al Sagrado Corazón de Jesús y a repetir a menudo, sobre todo durante este mes de junio: ¡Sacratísimo Corazón de Jesús, en ti confío!

LETANÍAS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS  

 

 

"...Las letanías del Corazón de Jesús se inspiran abundantemente en las fuentes bíblicas y, al mismo tiempo, reflejan las experiencias más profundas de los corazones humanos. Son, a la vez, oración de veneración y de diálogo auténtico. Hablamos en ellas del corazón y, al mismo tiempo, dejamos a los corazones hablar con este único Corazón, que es "fuente de vida y de santidad" . Del Corazón que es "paciente y lleno de misericordia" y "generoso para todos los que le invocan...". (Juan Pablo II).

 
V Señor, ten misericordia de nosotros
R. Señor, ten misericordia de nosotros
V. Cristo, ten misericordia de nosotros
R. Cristo, ten misericordia de nosotros
V. Señor, ten misericordia de nosotros
R. Señor, ten misericordia de nosotros
V. Cristo, óyenos
R. Cristo, óyenos
V. Cristo, escúchanos
R. Cristo, escúchanos
V. Dios, Padre celestial
R. Ten misericordia de nosotros
V. Dios Hijo Redentor del mundo
R. Ten misericordia de nosotros
V. Dios Espíritu Santo
R. Ten misericordia de nosotros
V. Trinidad Santa, un solo Dios
R. Ten misericordia de nosotros

(A las siguientes invocaciones se responde: "TEN MISERICORDIA DE NOSOTROS")

Corazón de Jesús, Hijo del Eterno Padre, ...
Corazón de Jesús, Formado por el Espíritu Santo en el seno de la Virgen Madre, ...
Corazón de Jesús, Unido sustancialmente al Verbo de Dios, ...
Corazón de Jesús, Templo Santo de Dios, ...
Corazón de Jesús, Tabernáculo del Altísimo, ...
Corazón de Jesús, Casa de Dios y Puerta del Cielo, ...
Corazón de Jesús, Horno Ardiente de Caridad, ...
Corazón de Jesús, Santuario de Justicia y de Amor, ...
Corazón de Jesús, Lleno de Bondad y de Amor, ...
Corazón de Jesús, Abismo de todas las virtudes,..
Corazón de Jesús, Dignísimo de toda alabanza,...
Corazón de Jesús, Rey y centro de todos los corazones,...
Corazón de Jesús, en Quien se hallan todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia,...
Corazón de Jesús, en Quien reside toda la plenitud de la Divinidad,...
Corazón de Jesús, en Quien el Padre halló sus complacencias,...
Corazón de Jesús, de cuya plenitud todos hemos recibido, ...
Corazón de Jesús, Deseo de los eternos collados, ...
Corazón de Jesús, Paciente y lleno de misericordia, ...
Corazón de Jesús, Generoso para todos los que te invocan,...
Corazón de Jesús, Fuente de vida y santidad,...
Corazón de Jesús, Propiciación por nuestros pecados,...
Corazón de Jesús, Saciado de oprobios,...
Corazón de Jesús, Hecho Obediente hasta la muerte, ...
Corazón de Jesús, Traspasado por una lanza,...
Corazón de Jesús, Fuente de todo consuelo,...
Corazón de Jesús, Vida y resurrección nuestra,...
Corazón de Jesús, Paz y reconciliación nuestra,...
Corazón de Jesús, Víctima por los pecadores, ...
Corazón de Jesús, Salvación de los que en ti esperan,...
Corazón de Jesús, Esperanza de los que en ti mueren, ...
Corazón de Jesús, Delicia de todos los Santos,...

Cordero de Dios,  que quitas el pecado del mundo,
- Perdónanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
- Escúchanos Señor.
Jesús Manso y Humilde de Corazón,
- Haz nuestro corazón semejante al Tuyo.

 
Oh Dios Todopoderoso y Eterno, mira el Corazón de tu amantísimo Hijo, las alabanzas y satisfacciones que en nombre de los pecadores te ofrece y concede el perdón a quienes te piden misericordia en el nombre de tu mismo Hijo, Jesucristo, el cual vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén.

ACUÉRDATE

 

Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús

Acuérdate

Nuestra Señora del Sagrado Corazón
de las maravillas que Dios hizo en tí.

Te escogió como Madre de su Hijo
a quien seguiste hasta la cruz.
Te glorificó con El,
escuchando con agrado
tus plegarias por todos los hombres.

Llenos de confianza en el amor del Señor
y en tu intercesión,
venimos contigo a las fuentes de su Corazón,
de donde brotan para la vida del mundo
la esperanza y el perdón,
la fidelidad y la salvación.

Nuestra Señora  del Sagrado Corazón,
tú conoces nuestras necesidades:
habla al Señor por nosotros
y por todos los hombres.

Ayúdanos a vivir en su amor.
Para eso alcánzanos las gracias
que te pedimos y las que necesitamos.
Tu petición de Madre es poderosa:
que Dios  responda a nuestra esperanza. Amén.

ORACIÓN FINAL

Dios omnipotente, ante cuya soberana presencia dedicamos a María esta oración bajo el excelso título de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, derramad sobre nuestras almas vuestras más abundantes misericordias y abrasadlas en el fuego santo de la caridad, para que nuestra devoción a la Purísima Madre del Verbo hecho carne, al paso que redunde en obsequio de Aquella que es Todopoderosa en sus súplicas al Corazón de Jesús, nos alcance su maternal protección, y sea poderoso auxilio que nos conserve en el camino del bien en esta vida, fuerte escudo que nos defienda contra los ataques de los enemigos de nuestra salvación y segura esperanza de la gloria que nos está prometida

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