"Los Dos Corazones tienen designios de misericordia
sobre ustedes"
(Palabras del Ángel de Fátima a los
niños)
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LA DEVOCIÓN AL
SAGRADO CORAZÓN ES INSEPARABLE DE LA EUCARISTÍA
Queridísimos
hermanos y hermanas:
Comienza hoy el mes de junio, dedicado al Sagrado
Corazón de Jesús, ese Corazón divino que fue atravesado
por la lanza en la Cruz, para que fluyesen de Él tesoros
de gracia para todos los hombres. Es como una fuente
perenne, de la que todo creyente y la Iglesia entera
extraen energías siempre nuevas de fe, esperanza y
caridad.
La devoción al Corazón de Cristo es inseparable de la
Eucaristía, Sacramento del Cuerpo y de la Sangre del
Señor.
Los fieles italianos están viviendo una semana bajo el
signo de la Eucaristía. Efectivamente, en estos días se
está celebrando, en Siena, el Congreso Eucarístico
Nacional, que se concluirá el domingo próximo. Invito a
todos los cristianos, especialmente a las familias, a
formar un solo corazón y una sola alma y a elevar al
Padre su acción de gracias por el don inestimable del
Cuerpo y de la Sangre del Señor, que en la cultura y el
arte, y sobre todo en la vida de los santos y de las
santas ha hallado expresiones verdaderamente admirables.
A la vez que os deseo a todos que acojáis, como María
Santísima, la fuerza vivificante del Amor de Dios, os
imparto de corazón la bendición apostólica, que extiendo
a vuestros seres queridos, a los niños, a los enfermos y
a los que sufren. (Catequesis en la
audiencia general del miércoles
1-junio-1994)
EL CULTO QUE SE DA A LA EUCARISTÍA FUERA DE LA
MISA ES DE UN VALOR INESTIMABLE EN LA VIDA DE LA
IGLESIA
"... Es
hermoso estar con Él y, reclinados sobre su pecho
como el discípulo predilecto (cf. Jn 13, 25),
palpar el amor infinito de su Corazón..."
El
culto que se da a la Eucaristía fuera de la Misa
es de un valor inestimable en la vida de la
Iglesia. Dicho culto está estrechamente unido
a la celebración del Sacrificio eucarístico. La
presencia de Cristo bajo las sagradas especies que
se conservan después de la Misa –presencia que
dura mientras subsistan las especies del pan y del
vino (45)–,
deriva de la celebración del Sacrificio y tiende a
la comunión sacramental y espiritual.(46)
Corresponde a los Pastores animar, incluso con el
testimonio personal, el culto eucarístico,
particularmente la exposición del Santísimo
Sacramento y la adoración de Cristo presente bajo
las especies eucarísticas.(47)
Es
hermoso estar con Él y, reclinados sobre su pecho
como el discípulo predilecto (cf. Jn 13,
25), palpar el amor infinito de su Corazón.
Si el cristianismo ha de distinguirse en nuestro
tiempo sobre todo por el «arte de la oración», (48)
¿cómo no sentir una renovada necesidad de estar
largos ratos en conversación espiritual, en
adoración silenciosa, en actitud de amor, ante
Cristo presente en el Santísimo Sacramento?
¡Cuántas veces, mis queridos hermanos y hermanas, he
hecho esta experiencia y en ella he encontrado
fuerza, consuelo y apoyo!
Numerosos Santos nos han dado ejemplo de esta
práctica, alabada y recomendada repetidamente por el
Magisterio. (49)
De manera particular se distinguió por ella San
Alfonso María de Ligorio, que escribió: «Entre
todas las devociones, ésta de adorar a Jesús
sacramentado es la primera, después de los
sacramentos, la más apreciada por Dios y la más útil
para nosotros».(50)
La Eucaristía es un tesoro inestimable; no sólo su
celebración, sino también estar ante Ella fuera de
la Misa, nos da la posibilidad de llegar al
manantial mismo de la gracia. Una comunidad
cristiana que quiera ser más capaz de contemplar el
rostro de Cristo, en el espíritu que he sugerido en
las Cartas apostólicas
Novo millennio ineunte
y
Rosarium Virginis Mariae,
ha de desarrollar también este aspecto del culto
eucarístico, en el que se prolongan y multiplican
los frutos de la comunión del Cuerpo y Sangre del
Señor.
(Carta. Encíclica
ECCLESIA DE EUCHARISTIA, 25)
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LA DEVOCIÓN
AL CORAZÓN MISERICORDIOSO DE JESÚS
El
mes de junio se caracteriza, de modo particular, por la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Celebrar el Corazón de Cristo significa dirigirse hacia el centro íntimo de la persona del Salvador, el centro que la Biblia identifica precisamente con su corazón, sede del amor que ha redimido el mundo.
Si ya el corazón humano representa un misterio insondable que sólo Dios conoce, ¡cuánto más sublime es el Corazón de Jesús, en el que late la vida misma del Verbo! En
Él, como sugieren las hermosas letanías del Sagrado Corazón, haciéndose eco de las Escrituras, se encuentran todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia, y toda la plenitud de la divinidad.
Para salvar al hombre, víctima de su misma desobediencia, Dios quiso darle un "corazón nuevo", fiel a su voluntad de amor (cf. Jr 31, 33; Ez 36, 26; Sal 50, 12). Este corazón es el Corazón de Cristo, la obra maestra del Espíritu Santo, que comenzó a latir en el seno virginal de María y fue traspasado por la lanza en la
Cruz, convirtiéndose de este modo, y para todos, en manantial inagotable de vida eterna. Ese Corazón es ahora prenda de esperanza para todo hombre.
¡Cuán necesario es para la humanidad contemporánea el mensaje que brota de la contemplación del Corazón de Cristo! En efecto, ¿de dónde, si no es de esa fuente, podrá sacar las reservas de mansedumbre y de perdón necesarias para resolver los duros conflictos que la ensangrientan?
Al Corazón Misericordioso de Jesús quisiera encomendarle hoy de modo especial a cuantos viven en Tierra Santa: judíos, cristianos y musulmanes. Ese Corazón que, colmado de afrentas, no albergó jamás sentimientos de odio y venganza, sino que pidió el perdón para sus asesinos, nos señala el único camino para salir de la espiral de la violencia: el de la pacificación de los ánimos, de la comprensión recíproca y de la reconciliación.
Junto con el Corazón misericordioso de Cristo veneramos el Corazón inmaculado de María
Santísima,
Mediadora de gracia y de salvación.
A Ella nos dirigimos con confianza ahora para implorar misericordia y paz para la Iglesia y para el mundo
entero.
(Juan
Pablo II. Ángelus. Domingo 23 de junio de 2002) |
Corazón de Jesús,
formado por el Espíritu Santo en el seno de la Virgen Madre, Ten
misericordia de nosotros.
"...En el momento
de la Anunciación comenzó el coloquio del Corazón de la Madre con el
Corazón del Hijo. Nos unimos hoy a este coloquio, meditando el
misterio de la Encarnación en la plegaria del Ángelus..."
(Juan Pablo II,
durante el rezo del Ángelus. Domingo 21/7/1985)
CONSAGRACIÓN AL
SAGRADO CORAZÓN
Santa
Margarita María Alacoque
Me entrego y
consagro al Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo,
mi persona y vida, acciones, penas y sufrimientos para que
utilice mi cuerpo solamente para honrar, amar y glorificar al
Sagrado Corazón.
Este es mi
propósito definitivo, único, ser todo de Él, y hacer todo
por amor a Él, y al mismo tiempo renunciar con todo mi
corazón cualquier cosa que no le complace, además tomarte,
Oh Sagrado Corazón, para que seas el único objeto de mi
amor, el guardián de mi vida, mi seguro de salvación, el
remedio para mis debilidades e inconstancia, la solución a
los errores de mi vida y mi refugio seguro a la hora de la
muerte.
Sé pues, Oh Corazón de Bondad, mi Intercesor ante Dios
Padre. Oh Corazón de Amor, pongo toda mi confianza en Ti,
temo mis debilidades y fallas, pero tengo esperanza en tu
Divinidad y Bondad.
Quita de mí todo lo que esta mal y todo lo que provoque
que no haga tu santa Voluntad, permite a tu Amor puro a
que se imprima en lo más profundo de mi corazón, para que
yo no me olvide ni separe de Ti.
Que yo obtenga de
tu amada bondad la gracia de tener mi nombre escrito en tu
Corazón, para depositar en Ti toda mi felicidad y gloria,
vivir y morir en bondad tuya. Amen.
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CONSAGRACIÓN A JESÚS POR MEDIO DE MARÍA
Oh
sabiduría eterna encarnada, Oh amabilísimo y adorable Jesús,
verdadero Dios y verdadero hombre, Hijo Único del Padre
eterno y de María siempre Virgen.
Te adoro profundamente en el seno y esplendor de tu Padre
en la eternidad y en el seno virginal de María tu Dignísima
Madre, en el momento de tu Encarnación.
Te doy gracias por haberte anonadado, tomando forma de
esclavo, para librarme de la cruel esclavitud del demonio;
te alabo y glorifico porque has querido someterte a María tu
Santísima Madre, en todas las cosas, para hacerme por medio
de ella tu fiel hijo.
Pero, yo ingrato e infiel, no he
guardado los votos y promesas que tan solemnemente hice en
mi bautismo; no he cumplido mis obligaciones; no merezco ser
llamado hijo tuyo; como no hay nada en mí que
no merezca repulsa y cólera, no me atrevo por mí mismo a
acercarme a tu santísima y soberana majestad.
Por eso, recurro a la intercesión y a la misericordia de
tu Santísima Madre, que me has dado por Mediadora; por Ella
espero obtener la contrición y el perdón de mis pecados, la
adquisición y la conservación de la sabiduría.
Te saludo pues, oh María Inmaculada, Tabernáculo vivo de
la Divinidad, en el que la Sabiduría eterna oculta quiere
ser adorada de los Ángeles y de los hombres.
Te saludo, Reina del Cielo y de la tierra, a cuyo imperio
todo está sometido: todo lo que está debajo de Dios.
Te saludo, Refugio seguro de los pecadores, cuya
misericordia no ha faltado jamás a nadie.
Escucha los deseos que tengo de la Divina Sabiduría, y
recibe los votos y ofrendas que presenta mi bajeza.
Yo, pecador infiel, renuevo y ratifico hoy, en vuestras
manos las promesas de mi bautismo.
Renuncio para siempre a las seducciones de satanás y a sus
obras, y me entrego por entero a Jesucristo, la Sabiduría
encarnada, para llevar mi cruz en su seguimiento todos los
día de mi vida, para que le sea más fiel de lo que he sido
hasta ahora.
Te elijo, María, en presencia de la corte celestial por mi
Madre y Reina. Entrego y consagro con toda sumisión y amor,
mi cuerpo, mi alma, mis bienes interiores y exteriores, el
valor mismo de mis buenas obras, pasadas, presentes y
futuras, dejándote el pleno derecho de disponer de ellas, de
mí y de todo lo que me pertenece, sin excepción, según tu
beneplácito, a la mayor gloria de Dios en el tiempo y la
eternidad.
Recibe, dulce Virgen María, esta ofrenda de mi esclavitud
de amor, en honor y unión de la sumisión que la sabiduría
eterna quiso tener con tu maternidad; en vasallaje del poder
que tenéis los Dos sobre este miserable pecador, y en acción
de gracias por los privilegios con que te ha favorecido la
Santísima Trinidad.
Proclamo que en adelante quiero, como verdadero hijo,
buscar tu honra y obedecerte en todo.
Madre admirable, preséntame a tu querido Hijo en calidad
de siervo eterno para que, rescatado por Ti me reciba
también por Ti.
Madre de Misericordia, dame la gracia de conseguir la
verdadera sabiduría de Dios y de estar en el número de los
que amas, enseñas, guías, alimentas y proteges como
verdaderos hijos.
Virgen fiel, hazme en todo un discípulo tan perfecto,
imitador y siervo de la sabiduría encarnada Jesucristo y que llegue, por tu intercesión y a tu ejemplo, a
la plenitud de su edad sobre la tierra y de su gloria en los cielos. Amén
Este texto de la
"Consagración a Jesús por medio de María", fue escrito por
SAN LUIS MARIA
GRIGNION DE MONFORT
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