EL CAMINO DE MARÍA

Edición especial

LA NATIVIDAD DE MARÍA SANTÍSIMA

8 de septiembre de 2006

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Dios Padre Misericordioso, te rogamos que concedas a tus hijos el don de tu gracia, para que, a quienes recibimos las primicias de la salvación por la Maternidad de la Virgen María, la fiesta anual de Su Nacimiento nos traiga aumento de paz. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
 
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OFICIO DE LA  INMACULADA CONCEPCIÓN

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Soy todo tuyo y todas mis cosas Te pertenecen. Te pongo al centro de mi vida. Dame tu Corazón, oh María.

  Soy todo tuyo, María
Madre de nuestro Redentor
Virgen Madre de Dios, Virgen piadosa. Madre del Salvador del mundo. Amen.

Oh Dios Padre Misericordioso, que por mediación de Jesucristo, nuestro Redentor, y de su Madre, la Bienaventurada Virgen María, y la acción del Espíritu Santo, concediste a tu Siervo Juan Pablo II, Servus Servorum Dei,  la gracia de ser Pastor ejemplar en el servicio de la Iglesia peregrina, de los hijos e hijas de la Iglesia y de todos los hombres y mujeres de buena voluntad, haz que yo sepa también responder con fidelidad a las exigencias de la vocación cristiana, convirtiendo todos los momentos y circunstancias de mi vida en ocasión de amarte y de servir al Reino de Jesucristo. Te ruego que te dignes glorificar a tu Siervo Juan Pablo II, Servus Servorum Dei, y que me concedas por su intercesión el favor que te pido... (pídase).  A Tí, Padre Omnipotente, origen del cosmos y del hombre, por Cristo, el que vive, Señor del tiempo y de la historia, en el Espíritu Santo que santifica el universo, alabanza, honor y gloria ahora y por los siglos de los siglos. Amén.

Padrenuestro, Avemaría, Gloria.

 NUEVO LIBRO DE VISITAS

JUAN PABLO MAGNO

ESCUELA DE ORACIÓN DE JUAN PABLO II

VELADAS DE  ORACIÓN CON JUAN PABLO II

 

HIMNO A LA NATIVIDAD DE MARÍA

 

Desde el albor de nuestra historia,
Suave, discreta y escondida,
Llega María a nuestra tierra,
Virgen y Madre prometida.

La luz del Hijo la rodea,
Por Él es bella sin medida,
Y no hay bondad entre los hombres
Que pueda serle parecida.

Suba al Señor cual blanca nube
Esta alabanza proferida;
A Dios Bendito bendecimos
Por la que fue la Bendecida. Amén

 

Querido/a Suscriptor/a de "El Camino de María"

El próximo 8 de septiembre celebraremos la fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen María. Su nacimiento constituye una especie de «prólogo» de la Encarnación: María, como aurora, precede al sol del «nuevo día», anunciando la Alegría del Redentor.

"...Todo en el Antiguo Testamento converge hacia el tiempo de la Encarnación, y en este punto comienza el Nuevo Testamento. En ese momento de plenitud se inserta María. "La Natividad de María Santísima —comenta San Andrés de Creta en la homilía sobre la segunda lectura del oficio de la fiesta (cf Sermón 1: PG 97, 810)— representa el tránsito de un régimen al otro, en cuanto que convierte en realidad lo que no era más que símbolo y figura, sustituyendo lo antiguo por lo nuevo"..."

 
"...La liturgia no acostumbra celebrar el nacimiento terreno de los santos (la única excepción la constituye San Juan Bautista). Celebra, en cambio, el día de la muerte, al que llama dies natalis, día del nacimiento para el Cielo. Por el contrario, cuando se trata de la Virgen Santísima Madre del Salvador, de aquella que más se asemeja a Él, aparece claramente el paralelismo perfecto existente entre Cristo y Su Madre. Y así como de Cristo celebra la Concepción el 25 de marzo y el Nacimiento el 25 de diciembre, así de la Virgen celebra la Concepción el 8 de diciembre y su Nacimiento el 8 de septiembre, y como celebra la Resurrección y la Ascensión de Jesús, también celebra la Asunción y la realeza de la Virgen. San Andrés de Creta , refiriéndose al día del Nacimiento de la Virgen, exclama: "Hoy, en efecto, ha sido construido el Santuario del Creador de todas las cosas, y la creación, de un modo nuevo y más digno, queda dispuesta para hospedar en Sí al Supremo Hacedor" (Sermón 1: PG 97,810)."..." (De la Homilía del Cardenal J. Ratzinger "La fiesta de la plenitud y el alivio" publicada en el libro "El Rostro de Dios" publicado por Editorial Sígueme")

En la meditación antes del rezo del Ángelus del Domingo 5 de julio de 1987, el Papa Juan Pablo II invitó a quienes estaban presentes en la Plaza de San Pedro a hacer una Peregrinación espiritual al Santuario de la Natividad de la Virgen, con estas palabras.

  
1. Cada pueblo, cada nación y, en ciertas regiones, casi cada ciudad o pueblo tiene su santuario mariano, pequeño o grande, íntimamente ligado a la historia religiosa y a veces también civil de la gente.
 
Innumerables generaciones, a lo largo de los siglos, se han dirigido en peregrinación a santuarios célebres o humildes para "honrar a la Virgen, en sus preciosas o modestas imágenes, y en ellos han encontrado gracia y consuelo, luz de fe y fuerza de conversión, refugio en las adversidades de la vida y en las crisis del alma" (Insegnamenti di Paulo VI, IV, 1966, pág. 902).   
 
Cada uno de nosotros conserva quizá en el propio corazón el recuerdo y el vínculo con un santuario mariano, donde nuestra vida ha estado marcada por una llamada, por una invitación de la Virgen, que con dulzura y decisión ha dicho: "Haz lo que te diga Mi Hijo" (cf. Jn 2, 5).   
 
2. Hoy nos dirigimos en peregrinación espiritual a un santuario ligado a la memoria del Nacimiento de la Virgen Santísima. Una antigua tradición, a la cual se hace referencia en un apócrifo del siglo II, el Protoevangelio de Santiago, sitúa en Jerusalén, junto al templo, la casa en que nació la Virgen. Los cristianos, desde el siglo V en adelante, han celebrado la memoria de la Natividad de María en la gran iglesia construida frente al templo, sobre la Piscina Probática, donde Jesús curó al paralítico (cf. Jn 5, 1-9).   
 
En el siglo VII, San Sofronio, Patriarca de Jerusalén, exaltaba así ese Santuario: "Al entrar en la santa iglesia probática, donde la ilustre Ana dio a luz a María, pondré el pie en el templo, en ese templo de la purísima Madre de Dios, besaré y abrazaré esos muros tan queridos para mí. No atravesaré con indiferencia ese lugar en el que nació la Virgen Reina en casa de sus padres. Veré también ese lugar en el que el paralítico, curado por orden del Verbo, se levantó de tierra llevándose consigo la camilla" (Anacr., XX: PG 87/3, 3821-3824).   
 
A lo largo de los siglos se han reunido allí numerosos peregrinos para venerar a María Santísima y para implorar su intercesión maternal, haciendo propio su Magnificat; han encontrado en Ella el modelo de toda auténtica peregrinación, que es siempre un camino de fe, un itinerario espiritual en la escucha continua y fiel de la Palabra de Dios.

Felicidades, Madre! 

 
Felicidades, Madre,  por Ti, por Tu nacimiento.
Felicidades, Madre, porque ibas creciendo en el camino de la fe.
Felicidades, Madre, porque nos enseñas la ruta de la santidad.
Felicidades, Madre, porque un día, un mes, en un lugar, de unos padres... naciste como cualquiera de nosotros y unos años despues de Ti nacería el Salvador del mundo.
Felicidades, Madre, porque eres la cima donde reside la Divinidad.
Felicidades, Madre, porque eres la Madre de Dios y nuestra también.

  Marisa y Eduardo

CATEQUESIS DEL SIERVO DE DIOS JUAN PABLO II 

                  

  LA NATIVIDAD DE MARÍA SANTÍSIMA

Ángelus. Domingo 8 de septiembre de 1985

LA NATIVIDAD DE MARÍA SANTÍSIMA

 

La Natividad de María Santísima. (Bartolome Murillo)

¡Queridos Hermanos y Hermanas!

Al recitar ahora el "Angelus Domini", unidos con tantos fieles en todo el mundo, esta oración mariana adquiere, en esta jornada, un significado particular. El 8 de septiembre es, en el calendario litúrgico de la Iglesia, la fiesta de la Natividad de María, que cae precisamente nueve meses después de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Madre de Dios, 8 de diciembre. Al determinar estos dos días de fiesta, la Iglesia ha tenido en cuenta el tiempo natural de una gravidez humana. De este modo se veneran y santifican de modo particular estos nueve meses del desarrollo del hombre en el cuerpo de la madre.   
 
La vida humana que comienza en el seno materno, y que la potencia creadora de Dios hace florecer en la misteriosa colaboración con la fuerza donadora de vida del hombre y de la mujer, es desde el primer momento de la concepción, un bien que tiene derecho a una protección particular. También la madre misma, que lleva bajo su corazón al niño que nace y se desarrolla, merece en gran medida respeto, veneración y estima. Yo pido este día de la fiesta del Nacimiento de María que el niño que se forma en el cuerpo de la madre sea reconocido un hombre a todos los efectos y que a la futura madre se le tenga respeto y consideración con amor y sensibilidad. 
 
¡Decid sí a la vida humana en todas sus fases! Con razón os esforzáis por la protección del ambiente, de las plantas y de los animales. ¡Decid sí a la vida humana con mayor convicción aún, a esa vida que en la jerarquía de la creación se halla en el primer lugar entre todas las realidades creadas en el mundo visible. Salvad al hombre que todavía no ha nacido de la amenaza del hombre nacido que se arroga el derecho de tocar y destruir la vida de un niño en el seno materno.
 
La gran alegría que como fieles experimentamos por el Nacimiento de la Madre de Dios y que hoy manifestamos solemnemente, comporta, a la vez, para todos nosotros una gran exigencia: debemos sentirnos felices por principio cuando en el seno de una madre se forma un niño y cuando luego ve la luz del mundo. Incluso cuando el recién nacido exige dificultades, renuncias, limitaciones y gravámenes, deberá ser acogido siempre y sentirse protegido por el amor de sus padres. El hombre responsable y sobre todo el fiel estará en disposición de encontrar -incluso con la ayuda de los otros- una solución digna del hombre también en situaciones difíciles. Él mismo madurará superando estos problemas y logrará una visión más clara del valor y dignidad, del sentido y la finalidad de la vida humana.   
 
María, la Aurora de la salvación que ha dado a luz a Cristo, el Sol de justicia, consiga para vosotros, por medio de su esplendor materno, esta clara visión de la que tanta necesidad tiene el hombre en el mundo actual. La fiesta de Su Nacimiento es para nosotros una fiesta de la vida.


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