EL CAMINO DE MARÍA

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"El Camino de María"

Newsletter número 2

 

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Nuevamente llegamos a Usted con "El Camino de María", Newsletter Semanal con Textos para hacer oración con la Madre del Redentor, extraídos de la Catequesis del Santo Padre.

La edición de esta semana coincide con la Fiesta Litúrgica de Santa María Reina, instituída por el Papa Pio XII. Por dicha razón hemos seleccionado de la extensa  Catequesis de Juan Pablo II, la que pronunció el 23 de julio de 1997: "María Reina del Universo", y el texto del punto 59 de la "Lumen Gentium" que María "...fue enaltecida por el Señor como Reina del Universo..."

En nuestra Sección La Madre del Redentor y la Oración, hemos comenzado a vincular cada uno de los puntos de la Encíclica "Redemptoris Mater" con las Catequesis correspondientes del Santo Padre. Haciendo doble-click en el link podra ingresar al directorio del sitio de Maria Mediadora que contiene cada uno de temas.

Por último en la Sección Temas de "El Camino de María", le informamos todos los documentos que le enviaremos semana tras semana extraídos de la Catequesis de Juan Pablo II.

Nos despedimos de Usted hasta la próxima semana, implorando la bendición y protección de María Mediadora de todas las Gracias.

Marisa y Eduardo Vinante - Editores de "El Camino de María".

 

SANTA MARÍA REINA  

22 de Agosto 

Fiesta litúrgica de Santa María Reina

 

Este título de la Virgen manifiesta la conexión que existe entre la realeza de María y su asunción a los cielos. La doctrina de la Iglesia dice que si María subió en cuerpo y alma al cielo fue para ser allí coronada por su hijo, Jesús, como Reina y Señora de cielos y tierra. La realeza de María es un tema tradicional en la Iglesia, proclamada por toda la tradición oriental y occidental. La liturgia la ha llamado Reina en varias antífonas.

El 1º de noviembre, de 1954, al final del Año Mariano, el Santo Padre Pío XII colocó una corona enjoyada sobre la pintura de Nuestra Señora, Protectora de Roma. En ese momento, se levantó un fuerte llanto de entre la gran multitud congregada en Sta. María la Mayor: "¡Viva la Reina!". El Papa nombró a la Virgen Reina de cielos y tierra y decretó que se celebrara una fiesta especial para honrarla bajo ese título.

 CATEQUESIS DEL PAPA JUAN PABLO II

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MARIA REINA DEL UNIVERSO 

 Audiencia General del miércoles 23 de julio de 1997

María Reina del Universo
 
1. La devoción popular invoca a María como Reina. El Concilio, después de recordar la Asunción de la Virgen «en cuerpo y alma a la gloria del cielo», explica que fue «elevada (...) por el Señor como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los señores (ver Ap 19,16) y vencedor del pecado y de la muerte»(154).
En efecto, a partir del siglo V, casi en el mismo período en que el Concilio de Éfeso la proclama «Madre de Dios», se empieza a atribuir a María el título de Reina. El pueblo cristiano, con este reconocimiento ulterior de su excelsa dignidad, quiere ponerla por encima de todas las criaturas, exaltando su función y su importancia en la vida de cada persona y de todo el mundo.
Pero ya en un fragmento de una homilía, atribuido a Orígenes, aparece este comentario a las palabras pronunciadas por Isabel en la Visitación: «Soy yo quien debería haber ido a ti, puesto que eres bendita por encima de todas las mujeres, tú, la madre de mi Señor, tú, mi Señora»(155). En este texto, se pasa espontáneamente de la expresión «la madre de mi Señor» al apelativo «mi Señora», anticipando lo que declarará más tarde San Juan Damasceno, que atribuye a María el título de «Soberana»: «Cuando se convirtió en madre del Creador, llegó a ser verdaderamente la soberana de todas las criaturas»(156).
 
2. Mi venerado predecesor Pío XII, en la encíclica Ad coeli Reginam, a la que se refiere el texto de la constitución Lumen gentium, indica como fundamento de la realeza de María, además de su maternidad, su cooperación en la obra de la redención. La encíclica recuerda el texto litúrgico: «Santa María, Reina del cielo y Soberana del mundo, sufría junto a la cruz de nuestro Señor Jesucristo»(157). Establece, además, una analogía entre María y Cristo, que nos ayuda a comprender el significado de la realeza de la Virgen. Cristo es rey no sólo porque es Hijo de Dios, sino también porque es Redentor. María es reina no sólo porque es Madre de Dios, sino también porque, asociada como nueva Eva al nuevo Adán, cooperó en la obra de la redención del género humano(158).
En el evangelio según San Marcos leemos que el día de la Ascensión el Señor Jesús «fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios» (Mc 16,19). En el lenguaje bíblico, «sentarse a la diestra de Dios» significa compartir su poder soberano. Sentándose «a la diestra del Padre», él instaura su reino, el reino de Dios. Elevada al cielo, María es asociada al poder de su Hijo y se dedica a la extensión del Reino, participando en la difusión de la gracia divina en el mundo.
Observando la analogía entre la Ascensión de Cristo y la Asunción de María, podemos concluir que, subordinada a Cristo, María es la reina que posee y ejerce sobre el universo una soberanía que le fue otorgada por su Hijo mismo.
 
3. El título de Reina no sustituye, ciertamente, el de Madre: su realeza es un corolario de su peculiar misión materna, y expresa simplemente el poder que le fue conferido para cumplir dicha misión.
Citando la bula Ineffabilis Deus, de Pío IX, el Sumo Pontífice Pío XII pone de relieve esta dimensión materna de la realeza de la Virgen: «Teniendo hacia nosotros un afecto materno e interesándose por nuestra salvación, ella extiende a todo el género humano su solicitud. Establecida por el Señor como Reina del cielo y de la tierra, elevada por encima de todos los coros de los ángeles y de toda la jerarquía celestial de los santos, sentada a la diestra de su Hijo único, nuestro Señor Jesucristo, obtiene con gran certeza lo que pide con sus súplicas maternas; lo que busca, lo encuentra, y no le puede faltar»(159).
 
4. Así pues, los cristianos miran con confianza a María Reina, y esto no sólo no disminuye, sino que, por el contrario, exalta su abandono filial en aquella que es madre en el orden de la gracia.
Más aún, la solicitud de María Reina por los hombres puede ser plenamente eficaz precisamente en virtud del estado glorioso posterior a la Asunción. Esto lo destaca muy bien San Germán de Constantinopla, que piensa que ese estado asegura la íntima relación de María con su Hijo, y hace posible su intercesión en nuestro favor. Dirigiéndose a María, añade: Cristo quiso «tener, por decirlo así, la cercanía de tus labios y de tu corazón; de este modo, cumple todos los deseos que le expresas, cuando sufres por tus hijos, y él hace, con su poder divino, todo lo que le pides»(160).
 
5. Se puede concluir que la Asunción no sólo favorece la plena comunión de María con Cristo, sino también con cada uno de nosotros: está junto a nosotros, porque su estado glorioso le permite seguirnos en nuestro itinerario terreno diario. También leemos en San Germán: «Tú moras espiritualmente con nosotros, y la grandeza de tu desvelo por nosotros manifiesta tu comunión de vida con nosotros»(161).
Por tanto, en vez de crear distancia entre nosotros y ella, el estado glorioso de María suscita una cercanía continua y solícita. Ella conoce todo lo que sucede en nuestra existencia, y nos sostiene con amor materno en las pruebas de la vida.
Elevada a la gloria celestial, María se dedica totalmente a la obra de la salvación, para comunicar a todo hombre la felicidad que le fue concedida. Es una Reina que da todo lo que posee, compartiendo, sobre todo, la vida y el amor de Cristo.

Lumen Gentium: María, Reina del Universo

La Santísima Virgen después de la Ascensión de Jesús

Como quiera que plugo a Dios no manifestar solemnemente el sacramento de la salvación humana antes de derramar el Espíritu prometido por Cristo, vemos a los Apóstoles antes del día de Pentecostés "perseverar unánimemente en la oración con las mujeres, y María la Madre de Jesús y los hermanos de éste" (Act 1,14); y a María implorando con sus ruegos el don del Espíritu Santo, quien ya la había cubierto con su sombra en la Anunciación. Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada inmune de toda mancha de culpa original, terminado el curso de la vida terrena, en alma y cuerpo fue asunta a la gloria celestial y enaltecida por el Señor como Reina del Universo, para que se asemejará más plenamente a su Hijo, Señor de los que dominan (Ap 19, 16) y vencedor del pecado de la muerte. (Lumen Gentium, 59).

SALVE, REINA DE LOS CIELOS


Salve, Reina de los Cielos
y Señora de los Ángeles;
Salve raíz, salve puerta,
que dió paso a nuestra luz.
Alégrate, Virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, agraciada doncella,
ruega a Cristo por nosotros.

D-  Que con el auxilio de tan Dulce Intercesora,
T-   Seamos siempre fieles en el terreno caminar.
Amén.

La Madre del Redentor y la Oración

TEXTOS PARA HACER  LECTURA ESPIRITUAL Y ORACIÓN 

CON LA MADRE DEL REDENTOR

EXTRAÍDOS DE LA CARTA ENCÍCLICA "REDEMPTORIS MATER"

Y DE LA CATEQUESIS SEMANAL DEL SANTO PADRE

 
PRÓXIMOS TEMAS DE "EL CAMINO DE MARIA"

 

La presencia de María en la historia de la Iglesia
 
Presencia de María en el origen de la Iglesia.
El rostro materno de María en los primeros siglos.
El rostro de la Madre del Redentor.
La Virgen María en la Sagrada Escritura y en la reflexión teológica.
María en la experiencia espiritual de la Iglesia.
Influencia de María en la vida de la Iglesia.
María y el valor de la mujer.
El papel de la mujer a la luz de María.
Presencia de María en el Concilio Vaticano II.

 
La fe de la Iglesia en María.
 
Finalidad y método de la exposición de la doctrina mariana.
María en la perspectiva trinitaria.
María en el Protoevangelio.
Anuncio de la maternidad mesiánica.
La maternidad viene de Dios.
Mujeres comprometidas en la salvación del pueblo.
La nobleza moral de la mujer.
La hija de Sión.
La nueva hija de Sión.
La «llena de gracia».
La santidad perfecta de María.
La Inmaculada Concepción.
María Inmaculada redimida por preservación.
La definición dogmática del privilegio de la Inmaculada Concepción.
La Virgen María santa durante toda la vida.
La fe de la Virgen María.
La virginidad de María, verdad de fe.
El propósito de virginidad.
La concepción virginal de Jesús.
María, modelo de virginidad.
La unión virginal de María y José.
María siempre virgen.
La esclava obediente del Señor.
María, nueva Eva.
En el misterio de la Visitación el preludio de la misión del Salvador.
En el Magníficat María celebra la obra.
María en el nacimiento de Jesús.
María, Madre de Dios.
María, educadora del Hijo de Dios.
La presentación de Jesús en el templo.
La profecía de Simeón asocia a María al destino doloroso de su Hijo.
La cooperación de la mujer en el misterio de la Redención.
Jesús, perdido y hallado en el templo.
María en la vida oculta de Jesús.
María en las bodas de Caná.
En Caná, María induce a Jesús a realizar el primer milagro.
La participación de María en la vida pública de Jesús.
María, al pie de la cruz, partícipe del drama de la Redención.
La Virgen María cooperadora en la obra de la Redención.
«Mujer, he ahí a tu hijo».
«He ahí a tu Madre».
María y la resurrección de Cristo.
María y el don del Espíritu.
La dormición de la Madre de Dios.
La Asunción de María, verdad de fe.
La Asunción de María en la tradición de la Iglesia.
María, Reina del universo.
 
El papel de María en la Iglesia
 
María, miembro muy eminente de la Iglesia.
María, tipo y modelo de la Iglesia.
La Virgen María, modelo de la maternidad de la Iglesia.
La Virgen María, modelo de la virginidad de la Iglesia.
La Virgen María, modelo de la santidad de la Iglesia.
La Virgen María, modelo de la Iglesia en el culto divino.
María, Madre de la Iglesia.
La intercesión celestial de la Madre de la divina gracia.
María Mediadora.
El culto a la Virgen María.
Naturaleza del culto mariano.
Devoción mariana y culto a las imágenes.
La oración a María.
Madre de la unidad y de la esperanza.

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Meditaciones Marianas extraídas del Magisterio de la Iglesia en general y del Santo Padre Juan Pablo II en particular.

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