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EL CAMINO DE MARÍA

EL SANTÍSIMO NOMBRE DE JESÚS

Edición 1223 - 3 de enero de 2019

"Todo lo que pidáis al Padre os lo dará en mi Nombre." (Juan 16, 23)

 "En mi Nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien" (Marcos 16, 17-18).

"En el Nombre de Jesús los Apóstoles dieron fuerza a los lisiados" (Hechos 3, 6; 9, 34) "y vida a los muertos". (Hechos 9, 40).

"Para que al Nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos." (Fil 2, 10)


"La invocación del Santo Nombre de Jesús es el camino más sencillo de la oración continua. Repetida con frecuencia por un corazón humildemente atento, no se dispersa en “palabrerías” (Mt. 6, 7), sino que “conserva la Palabra y fructifica con perseverancia” (Cf. Lc. 8, 15). Es posible “en todo tiempo” porque no es una ocupación al lado de otra, sino la única ocupación, la de amar a Dios, que anima y transfigura toda acción en Cristo Jesús".

(Catecismo de la Iglesia Católica, 2668)


Querido(a) suscriptor(a) de El Camino de María:

 

El 3 de enero celebramos en la Iglesia el Santísimo Nombre de Jesús.  Al respecto San Juan Pablo II expresó lo siguiente en uno de los párrafos de la Audiencia General del 14 de enero de 1987 cuyo título era "Jesucristo, Hijo de Dios y Salvador" :


"...En el plan dispuesto por la Providencia de Dios, Jesús de Nazaret lleva un Nombre que alude a la salvación: 'Dios libera', porque Él es en realidad lo que el nombre indica, es decir, el Salvador. Lo atestiguan algunas frases que se encuentran en los llamados Evangelios de la infancia, escritos por Lucas: '...nos ha nacido... un Salvador' (Lc 2, 11), y por Mateo: 'Porque salvaría al pueblo de sus pecados' (Mt 1, 21). Son expresiones que reflejan la verdad revelada y proclamada por todo el Nuevo Testamento. Escribe, por ejemplo, el Apóstol Pablo en la Carta a los Filipenses: 'Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó un Nombre, sobre todo nombre, para que al Nombre de Jesús se doble la rodilla y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor (Kyrios, Adonai) para gloria de Dios Padre' (Flp 2, 9-11). La razón de la exaltación de Jesús la encontramos en el testimonio que dieron de El los Apóstoles, que proclamaron 'En ningún otro hay salvación, pues ningún otro Nombre nos ha sido dado bajo el Cielo, entre los hombres, por el cual podamos ser salvos' (Hech 4, 12)..."

 


El Nombre de Jesús, invocado con confianza:

Brinda ayuda en las necesidades corporales, según la promesa de Cristo: "En mi Nombre agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien" (Mc. 16,17-18).

En el Nombre de Jesús los Apóstoles dieron fuerza a los lisiados (Hch. 3,6; 9,34) y vida a los muertos (Hch. 9,40).

Da consuelo en las pruebas espirituales. El Nombre de Jesús le recuerda al pecador el "Padre del hijo pródigo" y el Buen Samaritano; al justo le recuerda el sufrimiento y la muerte del inocente Cordero de Dios.

Nos protege de satanás y sus artimañas, ya que el diablo le teme al Nombre de Jesús, quien lo ha vencido en la Cruz.

En el Nombre de Jesús obtenemos toda bendición y gracia en el tiempo y la eternidad, pues Cristo dijo: "lo que pidan al Padre se los dará en mi Nombre." (Jn. 16,23). Por lo tanto, la Iglesia concluye todas sus oraciones con las palabras: "Por Jesucristo Nuestro Señor", etc.

Así se cumple la palabra de San Pablo: "Para que al Nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos." (Flp. 2,10).
 

 

LETANÍAS DEL

SANTÍSIMO NOMBRE DE JESÚS



-Señor, ten misericordia de nosotros
-Cristo, ten misericordia de nosotros
-Señor, ten misericordia de nosotros
-Cristo, óyenos
-Cristo, escúchanos
-Dios, Padre celestial, ten misericordia de nosotros
-Dios Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros
-Dios Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros
-Santísima Trinidad, un solo Dios, ten misericordia de nosotros
-Jesús, Hijo de Dios vivo, ten misericordia de nosotros
-Jesús, Esplendor del Padre, ten misericordia de nosotros
-Jesús, Pureza de la Luz eterna, ten misericordia de nosotros
-Jesús, Rey de la gloria, ten misericordia de nosotros
-Jesús, Sol de justicia, ten misericordia de nosotros
-Jesús, Hijo de la Virgen María, ten misericordia de nosotros
-Jesús, Amable, ten misericordia de nosotros
-Jesús, Admirable, ten misericordia de nosotros
-Jesús, Dios fuerte, ten misericordia de nosotros
-Jesús, Mensajero del plan divino, ten misericordia de nosotros
-Jesús, Todopoderoso, ten misericordia de nosotros
-Jesús, Pacientísimo, ten misericordia de nosotros
-Jesús, Obedientísimo, ten misericordia de nosotros
-Jesús, Manso y Humilde de Corazón, ten misericordia de nosotros
-Jesús, Amante de la castidad, ten misericordia de nosotros
-Jesús, Dios de paz, ten misericordia de nosotros
-Jesús, Autor de la vida, ten misericordia de nosotros
-Jesús, Modelo de virtudes, ten misericordia de nosotros
-Jesús, Dios nuestro, ten misericordia de nosotros
-Jesús, Refugio nuestro, ten misericordia de nosotros
-Jesús, Padre de los pobres, ten misericordia de nosotros
-Jesús, Tesoro de los fieles, ten misericordia de nosotros
-Jesús, Pastor Bueno, ten misericordia de nosotros
-Jesús, Luz Verdadera, ten misericordia de nosotros
-Jesús, Sabiduría Eterna, ten misericordia de nosotros
-Jesús, Bondad Infinita, ten misericordia de nosotros
-Jesús, Camino y vida nuestra, ten misericordia de nosotros
-Jesús, Alegría de los ángeles, ten misericordia de nosotros
-Jesús, Rey de los patriarcas, ten misericordia de nosotros
-Jesús, Maestro de los apóstoles, ten misericordia de nosotros
-Jesús, Doctor de los evangelistas, ten misericordia de nosotros
-Jesús, Fortaleza de los mártires, ten misericordia de nosotros
-Jesús, Luz de los confesores, ten misericordia de nosotros
-Jesús, Pureza de las vírgenes, ten misericordia de nosotros
-Jesús, Corona de todos los santos, Ten misericordia de nosotros.
-Senos propicio: perdónanos, Jesús.
-Senos propicio: escúchanos, Jesús.
-De todo mal, líbranos, Jesús
-De todo pecado, líbranos, Jesús
-De las asechanzas del demonio, líbranos, Jesús
-Del espíritu impuro, líbranos, Jesús
-De la muerte eterna, líbranos, Jesús
-Del menosprecio de tus inspiraciones, líbranos, Jesús
-Por el misterio de tu Santa Encarnación, líbranos, Jesús
-Por tu Natividad, líbranos, Jesús
-Por tu Infancia, líbranos, Jesús
-Por tu Divina Vida, líbranos, Jesús
-Por tus Trabajos, líbranos, Jesús
-Por tu Agonía y Pasión, líbranos, Jesús
-Por tu Cruz y desamparo, líbranos, Jesús
-Por tus Sufrimientos, líbranos, Jesús
-Por tu Muerte y Sepultura, líbranos, Jesús
-Por tu Resurrección, líbranos, Jesús
-Por tu Ascensión, líbranos, Jesús
-Por tu Institución de la Santísima Eucaristía, líbranos, Jesús
-Por tus Gozos, líbranos, Jesús
-Por tu Gloria, líbranos, Jesús.
-Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Perdónanos, Jesús.
-Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Escúchanos Jesús.
-Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten misericordia de nosotros Jesús.


ORACIÓN

Dios Padre Misericordioso te pedimos que quienes veneramos el Santísimo Nombre de Jesús podamos disfrutar en esta vida de la dulzura de su gracia y de su gozo eterno en el Cielo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amen.

 

 

SANTA MISA EN LA FESTIVIDAD DEL

SANTÍSIMO  NOMBRE DE JESÚS


HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO

Chiesa del Gesù, Roma . 3 de enero de 2014

 

EL EVANGELIO SE ANUNCIA CON DULZURA, CON FRATERNIDAD, CON AMOR

 

San Pablo nos dice, lo han escuchado, 'Tengan los mismos sentimientos de Cristo Jesús, Él mismo estando en la condición de Dios, no consideró un privilegio ser como Dios pero se anonadó a Si mismo asumiendo una condición de siervo'. Nosotros, los jesuitas, queremos llevar el nombre de Jesús, militar debajo del estandarte de su Cruz, y esto significa tener los mismos sentimientos de Cristo, significa pensar como Él; querer bien como Él; ver como Él; caminar como Él.

Significa hacer lo mismo que Él hizo y con sus mismos sentimientos, con los sentimientos de su Corazón. El Corazón de Cristo, de un Dios que por amor se ha vaciado. Cada uno de nosotros los jesuitas, que siguen a Jesús, deberían estar dispuestos a vaciarse a sí mismo. Estamos llamados a este vaciamiento, ser vaciados, ser hombres que no deben vivir centrados en si mismos, porque el centro de la Compañía es Cristo y su Iglesia.

Y Dios es siempre el Dios de las sorpresas, y si el Dios de las sorpresas no está siempre en el centro, la Compañía se desorienta. Por eso ser jesuita significa ser una persona de pensamiento incompleto, de pensamiento abierto, porque piensa siempre mirando al horizonte que es la gloria de Dios, siempre mayor, que nos sorprende sin descanso. Es esta la inquietud de nuestra aspiración, la santa y bella inquietud.

Porque pecadores, podemos preguntarnos si nuestro corazón ha mantenido la inquietud de la búsqueda o si por el contrario se ha atrofiado, si nuestro corazón está siempre en tensión, un corazón que no se relaja, no se cierra en si mismo, pero que marca el ritmo de un camino que es necesario cumplir junto a todo el pueblo de Dios. Es necesario buscar a Dios para encontrarlo, y encontrarlo para buscarlo y siempre. Solamente esta inquietud le da paz al corazón de un jesuita.

Una inquietud también apostólica no nos debe hacer renunciar al anuncio del kerigma, a evangelizar con coraje. Es la inquietud que nos prepara para recibir el don de la fecundidad apostólica, sin inquietud somos estériles. En esta inquietud que tenía Pedro Favre, hombre de grandes deseos, había otro Daniel.

Favre era un hombre modesto, sensible, de profunda vida interior, dotado del don de tener amistad con personas de todo tipo. Era un espíritu inquieto, indeciso, nunca satisfecho. Bajo la guía de san Ignacio logró unir su sensibilidad inquieta, pero también dulce y exquisita, con la capacidad de tomar decisiones. Era un hombre de grandes deseos, se ha hecho cargo de sus deseos y los ha reconocido. Más aún, Pedro Favre, cuando se proponen cosas difíciles es que se manifiesta el verdadero espíritu de un hombre de acción. Una fe profunda implica siempre un profundo deseo de cambiar el mundo.

Esta es la pregunta que debemos ponernos: tenemos también nosotros grandes visiones y arrojos? ¿Somos nosotros también audaces? Nuestro sueño vuela alto, el celo nos devora? O somos mediocres y nos conformamos de nuestras programaciones apostólicas de trabajadores.
Recordémoslo siempre: la fuerza de la Iglesia no vive en sí misma y en su capacidad organizativa, pero se esconde en las aguas profundas de Dios. En estas aguas se agitan nuestros deseos y los deseos ensanchan el corazón, como decía san Agustín: rezar para desear y desear para ensanchar el corazón.

Justamente en sus deseos Favre podía discernir la voz de Dios. Sin deseos no se va a ninguna parte. Es por ello que hay que ofrecer los propios deseos al Señor. En las constituciones se dice que se ayuda al prójimo con los deseos presentados a Dios Nuestro Señor. Favre tenía el verdadero deseo de ser dilatado en Dios, estaba totalmente centrado en Dios, por eso podía ir en espíritu de obediencia, también muchas veces a pié por todas partes de Europa a dialogar con todos con dulzura, era la lanza del evangelio.

Me hace pensar a la tentación que quizás podemos tener nosotros, de relacionar el anuncio del Evangelio con palazos inquisitorios y condenatorios.
El Evangelio se anuncia con dulzura, con fraternidad, con amor. Su familiaridad con Dios le llevaba a entender que la experiencia interior y la vida apostólica van siempre juntos. Escribe en sus memorias que el primer movimiento del corazón tiene que ser desear lo que es esencial y originario, o sea que el primer puesto sea dado a la solicitud perfecta de encontrar a Dios nuestro Señor. Favre encuentra el deseo de dejar que Cristo opere en el centro del corazón. Solamente si se está centrado en Dios se puede ir a las periferias del mundo. Y Favre viajó sin tregua también por las fronteras geográficas a tal punto, que se decía de él 'parece que haya nacido para no estar quieto en ninguna parte'.

Favre era devorado por el intenso deseo de comunicar al Señor. Si nosotros no tenemos su mismo deseo entonces tenemos necesidad de detenernos en oración y con fervor silencioso pedirle al Señor por intercesión de nuestro hermano Pedro, que vuelva a fascinarnos con el brillo del Señor que llevaba a Pedro a todas estas locuras apostólicas y a ese deseo sin control.

Nosotros somos hombres en tensión, somos también hombres contradictorios e incoherentes, pecadores todos, pero hombres que quieren caminar bajo la mirada de Jesús. Somos pequeños, pecadores, pero queremos militar bajo el estandarte de la Cruz, en la Compañía que lleva el Nombre de Jesús.

Nosotros que somos egoístas queremos entretanto vivir una vida agitada por grandes deseos. Renovemos entonces nuestra oración al Eterno Señor del Universo, para que con la ayuda de su Madre Gloriosa, podamos querer, desear, vivir el sentimiento de Cristo que se vació a Si mismo. Recemos a la Virgen para ser puestos con su Hijo.

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EL CAMINO DE MARÍA . Edición 1223

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